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Opinión
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Sin consenso político es imposible el cambio
Mar 2, 2024

Uno de los temas más recurrentes por estos días en Cuba y el exilio es el del cambio o la transición democrática, pero no puede haber una transición en Cuba sin consenso. El consenso político implica acuerdos en torno a bienes políticos, es decir, acuerdos sobre aquellos bienes que hacen posible la convivencia democrática en una sociedad plural.

En política los no pretenden la uniformidad de ideas e intereses sino sólo la aceptación de ciertos procedimientos y valores que hagan posible una convivencia social pacífica y justa.

El fracaso del modelo político cubano, y el colapso del pacto social, que llegará a su punto en los años 80, hace hoy necesario el tránsito a la democracia real y para ello se requiere del consenso político.

Pero este consenso no es un proceso fortuito o al azar, requiere de diálogo y negociaciones, escuchar, ser escuchado y ceder en lo que hay que ceder, supone como premisa la aceptación de la pluralidad y diversidad de opiniones y posiciones políticas, premisas que el régimen cubano no acepta.

Pensar en el consenso en Cuba, es complicado. La crisis económica y de gobernabilidad, unida a la ausencia de las más elementales garantías democráticas hacen difícil el acercamiento entre los actores de la sociedad civil cubana y el régimen. A esto se suma la represión política y el extremismo.

El régimen cubano hoy se opone a cualquier intento de acercamiento con las fuerzas políticasde la oposición, tanto dentro como fuera de la isla, porque comprende que es el fin de su política hostil. La necesidad del consenso en Cuba, exige la inclusión de todos los cubanos, no dejando a nadie fuera.

Es una forma de tomar decisiones y que todos participen en la vida nacional, pero el régimen cubano se ha encargado de dividir y fragmentar a su pueblo.

La vieja política populista ha llevado al cubano a formar parte de la llamada sociedad de masas, donde la voz individual ha sido mutilada y donde controlar es tarea fácil. Esta conocida estrategia pretende dar la idea de una sociedad donde todo funciona bien y donde la diversidad y la disidencia no existen.

No obstante a lo compleja que pueda ser la realidad cubana hoy, cuando hablamos de consenso, no se puede desistir, es una necesidad y punto de partida para un cambio radical y democrático que haga realidad la premisa martiana: La patria es de todos.

 

Publicado originalmente en la edición 174 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano

 

 

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Se encoge como acordeón hospital artemiseño
Feb 28, 2024

De los asuntos que a diario llegan de Cuba, de esas informaciones que animan el contagio intelectual por indagar más sobre el tema, se nutre lo insólito de una isla en dictadura. En esta ocasión, un hospital que por días se pone más chiquito.

Se trata del Hospital Provincial Ciro Redondo. ¡Provincial!, nada menos que la principal institución sanitaria de toda una región; en este caso, Artemisa, donde se supone lo mejor entre lo peor en cuanto atención médica en este territorio.

El Ciro Redondo atraviesa por un proceso creciente de reducción de locales destinados a las prestaciones a la comunidad, como consecuencia de las filtraciones desde la cubierta. Pero, una de las señales significativas de este fenómeno decadente no radica en el tiempo en que poco a poco los artemiseños se vienen quedando sin hospital, sino la impunidad en que se da el suceso. Nadie, ningún dirigente, le pone el cascabel al gato a dicha situación: se destruye y ya.

La solución que ha encontrado el régimen se resume en aceptar el proceso de descomposición: cerrar los locales, que se acumulan en la medida de los meses. Hoy, en Artemisa, respecto a este tema, no se aprecian señales que indiquen tomar el toro por los cuernos y de una vez por todas ocuparse del asunto. De nuevo, las autoridades acuden a la manida justificación de la falta de recursos.

Mientras el régimen barre bajo las justificaciones su inoperancia clásica, los locales fuera de servicio por filtraciones continúan acosando a las prestaciones de dicha institución sanitaria. Incluso, se sabe de las consultas jimaguas o gemelas; donde en un mismo local se hace necesario brindar atención especializada de temas diferentes.

Esto es, dos especialistas con sus respectivos pacientes deben compartir el mismo local; uno en un costado y, el otro galeno, en el otro extremo.

Artemiseños, esto es más de los mismo de un mal gobierno que se mantiene por décadas sin encontrar el camino que enrumbe hacia la lógica la buena conducción de la Isla. Mostrar luces sobre este asunto sólo corresponde a las denuncias ciudadanas; pues mientras el Hospital Provincial Ciro Redondo como las ecuaciones matemáticas tiende a cero, los logros de la atención sanitaria en el noticiero de la televisión abruman.

Y como en Cuba desviar un grano de cemento de la construcción de hoteles constituye pecado capital o traición a la patria, llegará un momento en que de tantas filtraciones ya no podrá encogerse más el Ciro Redondo: desaparecerá.

 

Publicado originalmente en la edición 210 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa

 

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Los misterios de la profanación de tumbas en el cementerio artemiseño
Feb 28, 2024

Después del siglo XVII quedó claro en el planeta, según la historia del conocimiento humano, que nada ocurre si algo no lo provoca. La generación espontánea de sucesos es más cosa del proceder humano que del más allá; y esto sucede con el camposanto de la ciudad.

Pese a estos saberes, y a estas alturas del campeonato, la profanación de tumbas en el cementerio artemiseño contempla un halo de habladurías populares, que en no pocas ocasiones erizan los pelos del ciudadano más crédulo de la comarca. Los muertos deudores en vida, almas en pena que vagan sin descanso por el inframundo, cuyos huesos desaparecen de los sepulcros locales, es sólo un mito.

Una mala ficción que al régimen le ajusta para solapar su habitual incompetencia. Este oscurantismo fue puesto a prueba en la mesa de los lectores a raíz de la denuncia ciudadana publicada en la edición anterior: guardias de seguridad de reciente incorporación a los cuidados del cementerio pedían un mínimo de condiciones para el buen desempeño de su labor.

¿Si usted no cuida algo cómo ese algo se puede conservar? Es fácil el teorema: los restos humanos desaparecen del camposanto porque es difícil estabilizar el cuerpo de celadores, debido a las pésimas condiciones de trabajo.

En otras palabras, la necrópolis artemiseña ha estado al garete durante mucho tiempo; y en periodos de crisis, como la que sufre la Isla, proliferan las prácticas de sanitaria que incluyen restos humanos, con énfasis en los huesos de la cabeza.

Pero, a qué se refería en concreto la petición de los guardias de seguridad. Reclamaban cosas elementales como algo de luz en predios del camposanto, totalmente a oscuras, y una garita para protegerse de la intemperie cuando no se está de recorrido.

Apenas unos días de labor y estos héroes locales, que se habían saltado el temor presente en la ciudad sobre el origen de las desapariciones, debieron soportar lloviznas, viento y sereno. ¿Quién quiere trabajar bajo estas condiciones? Por tanto, el halo de misterio que envuelve a las profanaciones de tumbas en el cementerio local nada tienen de misterio, pues nada ocurre si algo no lo provoca. En este caso, el abandono del régimen.

 

Publicado originalmente en la edición 210 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa

 

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Ponerse en el lugar del pueblo, una posición que pocos aceptan
Feb 25, 2024

Hace unos pocos días me encontraba comprando algunos productos en una de las popularmente conocidas como carretillas, justo en el momento en que estaban contabilizando la mercancía del día anterior y la nueva de esa mañana, cuando de repente apareció un inspector estatal en el lugar.

El hombre, portafolio en mano y dispuesto a realizar la labor para la que fue entrenado por la dictadura, comenzó enseguida a preguntarle a la vendedora por todos los productos que se encontraban en el puesto, la procedencia, los papeles y hasta los precios que de hecho estaban visibles en una tablilla, justo delante de donde se encontraba parado este señor.

Al darse cuenta de que estaba comprando, claro, porque era yo conocida de la dependienta, le cuestionó el porqué de mi compra si aún estaban abriendo, esta intentó explicarle todo, pero el hombre sólo pensaba en qué cuantía de multa imponerle porque estaba vendiendo a una persona antes de terminar el cuadre de la mercancía.

Yo me pregunto, ¿acaso estos inspectores no son cubanos? ¿Acaso no pasan por nuestras mismas miserias diarias? Es doloroso ver cómo estos funcionarios, en su mayoría corruptos, apelan a su poder para intimidar al pequeño comerciante, al emprendedor que día a día tiene que guerrear para ganarse la vida y mantener a su familia, mientras la dictadura hace y deshace a sus anchas. ¿Por qué estas personas no van a las tiendas en MLC?

Ahí es donde hay que poner el ojo, en un establecimiento donde los cubanos de a pie no pueden comprar, donde los precios suben, vuelven a subir y nadie dice nada, nadie hace nada. Al pequeño comerciante sí lo asfixian por subirle un peso a cualquier producto que de hecho ya compran caro, porque el campesino que los produce tiene que sacar su ganancia, pues el régimen no les facilita nada para garantizar las cosechas en el campo.

Justo en ese momento yo me pregunté, ¿quién ve con los ojos del pueblo? Nos matan, nos machacan y no oprimen mientras la dictadura tiene los precios más altos y en monedas a las que no se puede acceder con el salario promedio de un trabajador estatal, eso, eso no lo ve nadie o simplemente no lo quieren ver.

 

Publicado originalmente en la edición 163 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque

 

 

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Socialismo: el cáncer de un país en decadencia
Feb 22, 2024

Desde tiempos del comunismo ruso el sistema socialista ha sido una de las corrientes políticas más destructivas, ambiciosas y represivas que han enfrentado las sociedades. Cuba no ha sido la excepción a la regla, puesto que el comunismo socialista que rige en la isla ha sido herencia de esa corriente política devenida de los propios rusos, la cual ha sido además impuesta al pueblo durante más de 65 años por la cúpula castrista, desde que estos llegaron al poder en el año 1959.

Este sistema adaptado a la actualidad cubana nos ha hecho pensar siempre influenciados por la oratoria de los dictadores que el capitalismo es malo y que el comunismo es bueno, porque el capitalismo genera sociedades de consumo y divisiones de clases mientras que el comunismo reparte la riqueza e iguala las clases; pero esto no es así, realmente la prosperidad generada por el sistema capital siempre ha sido superior a la funcionalidad del comunismo que en ninguno de los países y sus distintas sociedades ha sido fructífero.

El ejemplo más claro que existe de esto es nuestro propio país, pues actualmente pese a estar regido por el sistema social comunista las divisiones de clases son más evidentes que en el capitalismo.

La realidad de este sistema es que en el fondo no es más que un capitalismo disfrazado. Mientras el pueblo vive en las más abusivas carencias y privaciones, los comunistas arraigados en el poder continúan robando a la nación para vivir en sus lujosas mansiones y con todos los recursos que ofrece el capitalismo, por supuesto, siempre con el discurso de que hay que “seguir resistiendo” y sacrificándose para un día ver los resultados, mientras ellos continúan enriqueciéndose a costilla de estos sacrificios y resistencia.

Este decadente sistema político no ha sido más que un cáncer que poco a poco ha consumido todas las sociedades donde ha sido impuesto, ya sea el comunismo antiguo de la URSS o el moderno que hoy existe en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

 

Publicado originalmente en la edición 163 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque

 

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El nuevo año 2024, será el año del pulpo en Cuba
Feb 15, 2024

El 8 de enero circulaba en medios de prensa y redes sociales la nota que apuntaba sobre el proceso judicial debido al robo millonario de semillas de cebolla, además de otras cantidades de simientes de col-repollo, en un frigorífico estatal de Sancti Spíritus; lo cual redundará en menos cebollas para plantar este año.

De esta publicación, que pudiera considerarse alarmante para aquellos ajenos a la realidad nacional, destacan dos elementos, donde lo esencial no es el robo en sí, sino la interpretación del hecho en un contexto que supone nuevas penurias para los residentes en la Isla.

Primero, el robo de bienes estatales en predios del régimen con participación de los trabajadores de las propias entidades –en el caso en cuestión hay involucrados dos guardias de seguridad del frigorífico– no es noticia en Cuba, sencillamente, es más de los mismo.

Segundo, ¿cómo se comportará este fenómeno de defalco en los centros de trabajo a raíz del paquetazo? La respuesta todos la sabemos: a más miseria más latrocinio. Hay quienes piensan que hasta las paredes de las empresas “del pueblo” tendrán que ser aseguradas para que el propio pueblo trabajador no cargue con ellas.

Está claro que uno de los efectos colaterales de las nuevas medidas será el recrudecimiento del robo en las entidades estatales; aunque no repercute igual robarse un bombillo, un interruptor eléctrico o un paquete de hojas que quintales de simientes.

Habrá menos alimentos en Cuba. Al parecer, el régimen enfrentará un problema adicional a raíz de estas medidas, un problema de profundización de descomposición de las nuevas generaciones: el incremento compulsivo del hombre nuevo por tomar lo ajeno, de robar todo aquello que pueda ser robado.

Ya esta tendencia, cargar con lo ajeno, en todo el país era alarmante. Se sabe de industrias azucareras en varias provincias, donde las autoridades se han visto en la necesidad de llenar los interiores de los locales del proceso fabril de cámaras de vigilancia.

Cubanos de los últimos tiempos, quién no sabe en este país que la inmensa mayoría de los obreros desde que se paran en la puerta de la entidad parecen ventiladores; girando la cabeza a ambos lados en busca de localizar el objeto a ser trasladado de lugar.

No obstante, amén del desfalco en el frigorífico y del esperado incremento del robo en sitios estatales a la sazón del incremento de la miseria, existe una gran enseñanza en todo esto: la gente se ha perdido en Cuba.

Robar no es un antivalor, es luchar y cuenta con el visto bueno de la familia. ¡¿Qué será de los niños que conviven con esto?! Para concluir, el hombre nuevo, dechado de virtudes, fue concebido por los ideólogos comunista para tener sólo dos manos, con eso bastaba para edificar la nueva era, pero hoy tiene ocho y es posible que mañana tenga diez.

No queda de otra, para donde apuntan las señales en la Isla después de las nuevas medidas anunciadas por el régimen, este 2024 pudiera ser nombrado como el año del pulpo en Cuba. Esto es lo que sucederá, con más brazos más se roba.

Publicado originalmente en la edición 230 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.

 

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Reacción en cadena del paquetazo neoliberal comunista, más miseria en Cuba
Feb 12, 2024

Hoy no hay espacio para las dudas en la Isla, las medidas anunciadas por el régimen en la recién concluida Asamblea Nacional del Poder Popular han dispuesto un manto de desesperanza a lo largo y ancho del territorio nacional. Es una sensación de alas caídas. La gente se siente sola y desprotegida.

Este estirón del final del túnel tiene una gran lectura: mientras exista dictadura en Cuba no hay esperanzas de mejoría para la tierra que nos vio nacer. Se continuará eternamente con el pan de la bodega un día sí y dos no, amén de otras carencias agobiantes. El modus operandi del régimen quedó expuesto una vez más: cualquier mejora en el país pasa por machacar aún más al pueblo, no por la generación de recursos provenientes del incremento de la productividad; o de iniciativas que liberen las ataduras de la economía.

Apenas unos días del anuncio del paquetazo y la inflación en todos los aspectos cotidianos de la vida nacional ha ido a por más, como acuña el slogan comunista, sólo que en Cuba se ha ido a por más miseria. El desorden es total, galopante. En cuestión de horas, luego del disparatado anuncio gubernamental, todo comenzó a subir de precios, hasta las miradas de los vendedores. En estos momentos el mercado negro se encuentra siendo presa de un nerviosismo esquizofrénico.

Quien de vez en cuando podía llevar dos panes a casa ahora no tendrá recursos para comprar uno. ¿Quiénes son los que más sufren los desmanes del eufemismo ‘corregir distorsiones’? Los niños cubanos, que ahora tendrán menos de todo y muchos de ellos serán víctimas del creciente bullying (acoso escolar) a causa de las progresivas diferencias sociales en las escuelas.

Ya lo estamos viendo, unos con zapatos de marca y meriendas poderosas; otros, con el calzado agujereado y sin nada que llevarse a la boca en horario de receso escolar. Esto se lo debemos los cubanos a las grandes ideas de los decisores de la junta militar que rige a la Isla.

¿Bajo tal inestabilidad emocional que amor por su escuela, por su país, puede sentir uno de estos niños? Las nuevas medidas sólo fomentarán el individualismo, el sentimiento marginal y generaciones de apátridas, convencidos de la necesidad de escapar de una tierra maldita por el sistema político imperante.

No hay un aspecto de la vida del cubano de a pie que ya no esté siendo afectado por la iniciativa que busca ‘salir del pozo’, como aseguran los clásicos ‘comecandelas’. Nada escapa al incremento descontrolado de los precios, ni los caballos.

El precio de la transportación urbana en coches tirados por caballos, prácticamente el único medio de traslado que mantiene movible a la ciudad, se incrementó apenas concluyó su arenga Manuel Marrero Cruz en el Parlamento cubano. Y aunque los caballos no se alimentan con petróleo o gasolina, de la fiebre de subir precios no escapa nada ni nadie. De esto se trata la reacción en cadena del paquetazo neoliberal comunista, de más miseria en Cuba.

Publicado originalmente en la edición 209 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa

 

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De Médico de familia a vendedora de ropa reciclada
Feb 9, 2024

Inés Martínez Suarez, una especialista en Medicina General Integral que prefirió dejar su profesión de médico para dedicarse al comercio de ropa reciclada, le contó a nuestro medio comunitario los motivos que la llevaron a tomar tan importante decisión.

¿Cuáles fueron los motivos que la indujeron a cambiar una profesión tan importante y prestigiosa por el de vendedora de ropa en una pequeña tienda privada?

Creo que ninguna profesión es menos importante que las otras si esta garantiza el bienestar que uno busca en la vida. Trabajé como médico en un consultorio de la familia por más de 15 años y nunca me sentí bien, no solo desde el punto de vista económico, también como profesional. Por eso decidí comenzar a vender ropa.

¿Puede explicar que le faltó a usted para sentirse realizada en su trabajo como médico?

Muchas cosas, lo primero fue que sólo me pagaban 5000 pesos cubanos y eso no me alcanzaba ni para comprarle dulces a mis dos hijos. También la escasez de recursos para garantizar la salud de los pacientes y la falta de apoyo de los dirigentes, eso hacía que uno se desmotivara. Es muy duro ver morir a las personas por eso, lo que sucedió durante la pandemia de Covid 19, fue la gota que colmó la copa y demostró el verdadero rostro de la salud pública cubana.

¿Se siente feliz y realizada en su actual trabajo?

Es muy difícil ser feliz y sentirse completamente realizado en este país, la crisis tan extrema que estamos viviendo y la incapacidad del Estado para encausar la economía nacional, impiden eso. Creo que ahora estoy mucho mejor que antes, porque soy la dueña de mi negocio y puedo garantizar una vida mejor para mi familia.

¿Qué opina del éxodo de los profesionales de la Salud hacia otros trabajos?

Creo que va a continuar hasta que no se garanticen mejores condiciones en los hospitales y demás centros de salud, lamentablemente el gobierno invierte en hoteles para el turismo internacional y no en la salud pública, eso le está pasando factura con el personal de ese organismo.

¿Piensa que en algún momento pueda retomar su profesión y volverse a poner una bata blanca?

No pierdo las esperanzas aunque tampoco me quita el sueño. Lo que sí puedo asegurar es que hasta que los médicos que trabajan en Cuba no puedan vivir dignamente de su trabajo, no pienso hacerlo.

 

Publicado originalmente en la edición 111  del medio de comunicación comunitario del ICLEP,  Páginas Villareñas.