Sacerdote cubano Alberto Reyes Pías. (Infocatólica)
Por Sacerdote Alberto Reyes Pías
Oct 7, 2024 | 12:38 PM
Mucha gente ha pedido a nuestros gobernantes que hagan algo por sacar a Cuba de la crisis generalizada en la que se encuentra. Yo sigo pensando que soy una voz en el desierto, pero soy una voz, y desde este desierto donde parece que nadie escucha, quiero también hoy dirigir mi voz a los que gobiernan esta isla.
No puedo predecir cómo se interpretarán mis palabras, pero quiero decirlas con total serenidad. Mis palabras no son un grito de violencia, no son un desahogo agresivo. Son simplemente la expresión de mi sentir más sereno y más hondo, y desde allí quiero decir sólo esto: Váyanse, por favor, váyanse.
Ustedes no van a reflotar este país, ustedes no van a remediar la falta de combustible, ni la precariedad de las termoeléctricas, ni van a devolvernos una vida sin apagones continuados.
Ustedes no van a solucionar el hambre de este pueblo, ni van a lograr que los días dejen de ser una lucha continua por la supervivencia. Ustedes no van a resolver el problema monetario, ni la inflación, ni la vida miserable de la gente.
Ustedes no van a garantizar nunca la salud de la población, ni el acceso a los medicamentos necesarios. Ustedes no son capaces de impedir el deterioro de los enfermos crónicos, ni las muertes por la escasez de insumos básicos.
Ustedes no pueden reparar el daño educacional de esta tierra, el deterioro del sistema educativo, la falta de maestros competentes, y en muchos casos ni siquiera la falta de maestros.
Ustedes no son capaces de frenar la emigración galopante e imparable de este pueblo, no pueden evitar que Cuba siga siendo una isla en fuga, que deja tras de sí la pérdida de sus jóvenes y el envejecimiento del país, rupturas familiares con heridas que no sanarán nunca, la soledad de padres y abuelos, la pérdida de aquellos que hubieran podido construir aquí un país próspero.
Ustedes ya no serán nunca el signo de la esperanza, del porvenir deseable, de la ilusión que lleva a entregar la vida.
Y no pueden, porque ya no tienen un proyecto de nación. Anclados en el control del poder, han convertido a esta isla en un barco sin rumbo, donde ya nadie sabe a dónde va, donde la vida es cada vez más incierta, donde todo se apaga y se muere.
Por eso, por favor, váyanse, tomen todo lo que quieran y abandonen este país para siempre.
Y háganlo antes de que, de algún modo, las cosas cambien y puedan ser juzgados, acusados de crímenes de lesa humanidad, porque lo que han hecho y están haciendo con este pueblo es un genocidio silente.
Váyanse, antes de que este pueblo llegue al final de su aguante y se levante con furia incontenible, y consume el final de este sistema arrasando a sangre y fuego todo lo que encuentre a su paso.
Porque cada día sin luz, sin agua, sin comida, cada día con los alimentos de los hijos echados a perder, con la escasez omnipresente y las ansias de libertad rotas, son un llamado que ustedes hacen a la violencia más ciega y desmedida.
Se los suplico, váyanse. Vivan donde quieran y puedan hacerlo, para que también nosotros podamos vivir.