Foto de Yuting Gao en Pexels
Por la periodista ciudadana Melba González González
Jan 25, 2025 | 11:00 AM
“La carne se ha convertido en un lujo para la población”, si esta expresión, dicha por el Presidente de la República en tono de sorpresa, no fuera tan aberrante, a modo de un gran descubrimiento de última hora, figuraría como un mal chiste universal; de los que quedan para siempre en los anales de la historia, como las cosas de Nerón. Pero, cinismo aparte, lo primero que salta a la vista, de irnos con la bola de la insolencia, de que la máxima figura no se estaba burlando del hambre de los de a pie, todo indica una desconexión atroz de los que habitan el Olimpo cubano con la realidad nacional.
Sencillamente, la cúpula de este país parece vivir en el Noticiero de la Televisión Cubana, en la casa contigua de donde reside “Alicia en el país de las maravillas”. Todo sucedió en un recorrido de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el que dicen que es el presidente de Cuba, por Sancti Spíritus, lo cual incluyó una visita a la Unidad Empresarial de Base Combinado Cárnico. La entidad se recuperaba y por los tubos salía la fibra a borbotones. Tanta carne allí y el pueblo sin nada, ahí estaba la paradoja que llenó los ojos del mandatario.
La expresión se le salió del alma. Resulta que para un asalariado cubano comer carne, debe tirarse contra las tiendas en MLC del régimen. Una libra de carne de res en Cuba cuesta 2 755 pesos en moneda nacional, la de cerdo 1 400 y la de carnero 700. Esto, mientras el salario mensual promedio ronda los 4 200 pesos y la pensión mínima no supera los 1 528. Sin embargo, desconocimiento a un lado, que mucha gente ha puesto en tela de juicio, de esos animalitos cuya gran anatomía muerta recala en los hoteles, qué queda para el pueblo.
Queda huesos y subproductos: huesos, patas y panza de res. Aún así, con estas aparentes dádivas a un pueblo hambriento, el desprecio del Olimpo por los de abajo es aberrante. Las condiciones de insalubridad en que se le venden estos subproductos al pueblo son inaceptables.
En una feria agropecuaria en el Parque del Cristo, en el municipio Habana Vieja, un camión procedente del matadero de la provincia Artemisa vendía los huesos y todo lo demás en medio de un mosquero inmenso, manipulado a mano limpia, en medio de la calle; después de viajar el alimento kilómetros en un transporte sin refrigeración y bajo el sol cubano.
Mientras hay nacionales que han olvidado el sabor de la carne de res, el resto de esa proteína que hoy les falta a los huesos de la feria de La Habana Vieja recala en el turismo. Y todavía a estas alturas del campeonato, Díaz-Canel descubre que la carne es un lujo para la población. ¡Las cosas del Olimpo cubano!