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He estado pensando que, a pesar de todo, habrá Navidad

Ilustración (Facebook - Sacerdote Alberto Reyes)

Por Sacerdote Alberto Reyes

Dec 28, 2023 | 11:54 AM


La fe en el amanecer no es necesaria cuando despunta el alba sino cuando la oscuridad nos sumerge. Vivir desde la fe es caminar hacia la luz a pesar de que no la vemos en el horizonte, mientras mantenemos en el alma la certeza de que esa luz existe y será encontrada.

Aparentemente, Cuba es un lugar sin motivos para la Navidad, sin salvación ni Salvador, sin razones para alegrarse y, mucho menos, para esperar. Un sistema económico ineficaz, hundido y corrompido, un inmovilismo social galopante, una emigración masiva e imparable, un sistema político cada vez más a la defensiva y represivo, un aumento continuo de presos políticos, un pueblo sumergido en la incultura religiosa, ausencia de horizontes, desesperanza generalizada… ¿Dónde estás, Señor de nuestras horas?, ¿es posible creer en la luz mientras día a día se espesan las tinieblas?

Tal vez sea necesario recordar que no nació Jesús en un mundo de luz, de libertad y de prosperidad. Todo lo contrario, nació en un mundo de sufrimiento, de opresión y de injusticia, pero en un mundo donde había gente con esperanza, esa gente que lo acogió, lo escuchó, lo siguió, y fue transformando sus vidas y la vida a su alrededor, y que fue creando una sociedad mejor, porque aunque este mundo no sea perfecto y precise todavía de mucho amor y esfuerzo, es, ciertamente, un mundo mejor del que encontró el Señor.

Es verdad que somos un pueblo amenazado por ser aplastados por la precariedad y la escasez, es verdad que vivimos en la incertidumbre y en la inseguridad personal y social, es verdad que estamos a merced de unos gobernantes que parecen no darse cuenta de que su pueblo se les muere entre las manos y la nación se cae a pedazos, es vedad que estamos maniatados por un poder que se ha desentendido del sufrimiento y de las aspiraciones de este pueblo.

Y sin embargo, somos un pueblo que se niega a morir, somos un pueblo que cada día demuestra que tiene espaldas fuertes, que continuamente muestra su creatividad y se crece, y lucha. Somos un pueblo con espíritu de sobrevivientes, que a pesar de la escasez no ha dejado de ser solidario, que a pesar de la precariedad no ha dejado de inventar y reinventarse la vida, somos un pueblo donde mucha gente está buscando a Dios y le está dando un sitio en lo más hondo de su alma.

Somos un pueblo que sobrevivirá: sobrevivirá a este sistema que le ha robado lo mejor de su espíritu y lo mejor de sus hijos, sobrevivirá a la ideología marxista, desfasada y arcaica; sobrevivirá a los discursos de odio y de exclusión, sobrevivirá al dolor infame de las condenas políticas, sobrevivirá a los mensajes que nos tratan como seres estúpidos incapaces de pensar, sobrevivirá al ateísmo y al adoctrinamiento que embrutece.

Sobreviviremos, ya estamos haciéndolo, y cada vez que damos un paso de solidaridad, de verdad, de justicia, de fe… se encienden las luces hermosas de la Navidad, resurge la esperanza que alienta y sostiene, y nace en nosotros el Dios que libera y salva.

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