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La lectura de la rebelión popular en Caimanera es más profunda

Foto de James Garman en Unsplash

Por la periodista ciudadana Aniuska Paredes

Aug 9, 2023 | 10:50 AM


Que hay deseos compulsivos en el pueblo cubano por la calle no es nada nuevo; y ha quedado demostrado en múltiples ocasiones a lo largo y ancho de la Isla; sin embargo, que Caimanera devino protagonista de la última sublevación popular en Cuba, eso sí es “un notición”.

El oriente de la República insular, con énfasis en tres de sus provincias: Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo, siempre ha sido considerado por los gobernantes de la isla como un bastión de la Revolución bolchevique caribeña. Por tanto, cualquier conato de rebeldía en la zona acarrea doble significación.

Pero, de las tres provincias mencionadas, Guantánamo guarda especial consideración: en su bahía se encuentra enclavada la base militar norteamericana bajo contrato legal rubricado con gobiernos anteriores, cuando existía en la Isla una verdadera República.

Profundizando en el territorio guantanamero, en máxima trascendencia tenemos al municipio Caimanera, que precisamente está muy próximo a la base militar. No es secreto que sobre dicho territorio pende constantemente el ojo alerta de los militares cubanos, y se les escapó.

Se la formaron. Allí no puede vivir cualquiera, sobre todo con olor a gusanera (como el régimen tilda a los que piensan diferente), y el resto de los nacionales de la isla precisan de un salvoconducto especial para acceder a sus predios. En otras palabras, se supone que los que están allí son los que son.

Los comecandelas adictos al comunismo. De ahí que la rebelión en Caimanera, donde el pueblo pedía libertad, gritaba Patria y Vida y tenemos hambre, guarda especial significación. Algo así como si en el seno del Comité Central del Partido Comunista ocurriera una manifestación en contra del régimen.

Caimanera, el coto privado del comunismo en Cuba, explotó. Entonces, la situación es verdaderamente crítica, y sumando, para los que ostentan el poder en Cuba. La dictadura avizora que de continuar el actual estado de calamidad en el país su legado se va por el retrete, y es cuando corre raudo y veloz hacia la mano del gobernante ruso Putin; a quien conviene socorrer al hijo bobo (improductivo) del Caribe, en su actual condición mediática de villano del planeta, amén de otras consideraciones estratégicas por la posición geográfica de la isla.

Pero, regresando a nuestro asunto, el impacto de la última rebelión popular en el país nos dice algo trascendental: en Cuba ya no quedan cotos seguros para el comunismo. O leído de otra manera, cualquier lugar te la puede formar. Ya no quedan en el país lugares seguros para el régimen. Esta es la gran lectura de la explosión popular en Caimanera. Lo de ese municipio guantanamero fue otro tipo de manifestación.


Publicado originalmente en la edición 218 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.

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