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Un aroma que en Cuba dejó de ser misterioso ante la fuerza de un pueblo

Foto de Nate Cohen: https://www.pexels.com/es-es/foto/hombre-montando-bicicleta-2262629/

Por la periodista ciudadana Aniuska Paredes

Mar 23, 2023 | 11:37 AM


 La Habana, Cuba. Históricamente y debido al cerco del régimen, los cubanos han navegado durante estas últimas seis décadas bajo el temor de ‘esto o de aquello otro’. En realidad, se andaba con el miedo incrustado en los huesos, pero esta situación ha dado un vuelco. Ejemplo del juicio anterior es el consumo abierto de carne de res por parte de los humildes, aquellos que la dictadura dice defender mientras los priva de lo que ellos disfrutan. Consumo a sabiendas de que puede ser inicio de una catástrofe arrolladora, incluso, el fin de la unión familiar. Tiempos atrás, quien se hacía de un pedazo de esta carne tenía que cocinarla de madrugada y con la casa enteramente cerrada, para evitar que el fuerte olor estimulara la masticadura y la enérgica salivación en los vecinos circundantes. En otras palabras, que el caldero te podía echar pa’ lante. Hoy, esto ha cambiado.

Usted puede entrar por la punta de un barrio, sea periférico o en el Vedado habanero, y aquel olor tabú lo arropa en su recorrido, tanto por el arrabal como por la placa citadina más distinguida, hasta la salida del lugar. Sin dejar de lado la causa del porqué este aroma dejó de ser un misterio, que a esta altura del Partido Comunista en la isla todos saben cuál y quién es el autor de la miseria crónica. Este asunto, que pudiera parecer ingenuo lleva en sí una poderosa enseñanza: la fuerza del pueblo, contra esto no hay dictadura que valga.

El aroma que hoy inunda la inmensidad de los barrios en la isla no es otra cosa que aire de libertad. Muestra el poder de un pueblo, en este caso de un pueblo hambriento, al cual no lo detiene el camión de años que pende como espada de Damocles sobre su cabeza. ¿Cómo se desafía lo que puede acabar contigo? Incluso, llevarte a la muerte dentro de una de las cárceles del régimen. ¿Cómo se desafía ese poder aparentemente inexpugnable y todo poderoso? Reza un fallo popular que lo que más potente se esconde está a la vista de todos.

El pueblo cubano parece que todavía desconoce su fuerza, su poder transformador. ¿¡Qué otra cosa que se proponga no puede hacer el pueblo cubano!? Pero, dónde está ahora mismo la virtud de saberse “pueblo transformador’ sino en ese aroma que en Cuba dejó de ser un misterio; y que ya es demasiado tarde para que la gente no vea. Ahí está, en su barrio, ahora mismo, y no hay tanta cárcel para encerrar a tanta gente. El olor que nunca mata está en la calle y no es otra cosa que aroma a libertad.


Publicado originalmente en la edición 209 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.

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