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EL ROJO Y EL NEGRO

Stendhal (Henri Beyle (1783-1842). (Wikipedia)

Por Carlos Cabeza

Mar 14, 2023 | 11:38 AM


Al terminar el Servicio Militar Obligatorio, SMO, depués de 3 años y 2 meses, regresé al habanero Seminario San Carlos y San Ambrosio, de donde me sacaron para enviarme a una Unidad de Castigo llamada 5009. Posteriormente pasé por los campos de Matanzas y Camagüey, de allí fui trasladado a una División Tiempo de Guerra 1580, que hoy día es una cárcel.

Fuí muy feliz al verme de nuevo en el Seminario, a pesar de la nostalgia por estar separado de mis padres y hermanos que con mi consentimiento y deseo, habían partido hacia Estados Unidos para salvar a mis hermanos del comunismo.

En ese ambiente de estudios leía incansablemente de todo, pero en especial la literatura clásica, tanto de esa época como de los valores.

Entre esos libros encontré la novela de Stendhal “El Rojo y el Negro” o “Le Rouge et le Noir” en francés. Trata de los primeros años en la Francia del siglo XIX, su historia, sociedad, intrigas políticas y religiosas, pero en especial de la ambición y el amor.

El protagonista es Julián Sorel, un provinciano de origen humilde pero muy inteligente, capaz de recitar de memoria párrafos del Nuevo Testamento en latín, y gracias a su sicología contradictoria escaló poco a poco en la sociedad y en la religión. Fue un seminarista envidiado por su inteligencia y capacidad intelectual.

Conoció el amor infiel y por conveniencia, aunque al final de su vida antes que lo ajusticiaran, se dió cuenta que estaba enamorado de su primer amor.

El título parece ser por una elección que hizo en un momento de su vida en que vió en la sacristía de una abadía al rey inclinándose para besar el anillo del cardenal.

El color rojo simbolizaba al rey y el negro al clero, por lo que la ambición de Julián Sorel buscando el mayor poder prefirió escoger el negro de la sotana sacerdotal al rojo del rey que se inclinó ante el cardenal.

El mundo ha cambiado y ya la sotana negra ha perdido (gracias a Dios) poder humano, concentrándose en un poder espiritual, a pesar de los muchos escándalos de abuso sexual.

En mis tiempos de SMO desprecié el verde olivo del poder dictatorial (antiguo rojo de la realeza) y me reafirmé en el negro de la sotana sacerdotal, pero gracias a Dios, el resto de los seminaristas que pasaron por las mismas experiencias y yo, escogimos el negro, pero sin ambiciones de poder, más bien todo lo contrario, porque en Cuba comunista representaba el camino del martirio o de la represión y hostigamiento perenne. Llenos de orgullo no éramos Julián Soler.

Posteriormente representaron en la T.V. una versión de esta obra, donde el protagonista era el actor Evelio Taillacq, quién también demostró abandonando el país, que tampoco tenía ambición de poder.

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