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“Fellow travelers” y turismo revolucionario

La fascinación por esa ciudad dilapidada y los sitios turísticos disfuncionales del país en general siguen llamando la atención. Imagen: FECA

Por Alejandro Ríos

Feb 2, 2023 | 11:00 AM


MIAMI, Estados Unidos. — Recientemente acaba de fallecer Vittorio Garatti, el último de los tres arquitectos que diseñaron la legendaria Escuela de Arte en los terrenos del otrora Country Club habanero.

El cubano Ricardo Porro lo había invitado junto a otro italiano, Roberto Gottardi, para llevar adelante al proyecto que había sido idea del dictador Fidel Castro y uno de sus lugartenientes, Ernesto Che Guevara, mientras jugaban golf en el mencionado sitio incautado a sus dueños originales.

Por supuesto que ninguno de los tres arquitectos se interesó por dicha circunstancia “pequeño burguesa” referida a la propiedad privada y se montaron sin miramientos en el tren del castrismo.

El karma, sin embargo, suele jugar malas pasadas y tan temprano como en 1965 las obras de la Escuela se detuvieron. De hecho, la construcción siempre quedó inacabada.

La crisis económica ya empezaba a corroer la inoperancia de la dictadura y los arquitectos, al parecer, no cedieron a la hora de sugerir ideas, materiales y soluciones más baratas, incluso en términos estéticos, para sus respectivos diseños.

También se sabe que Alicia Alonso nunca estuvo de acuerdo con la parte dedicada al ballet de la mencionada Escuela, diseñada precisamente por Garatti, porque la hacía perder poder y terminó saboteando el proyecto a tal punto de que muchísimos años después Carlos Acosta, bailarín, coreógrafo y director cubano de bien ganada fama en Inglaterra, trató de terminar la construcción y establecer allí su ballet, sin contar con Garatti, quien no cesaba de quejarse por la usurpación, pero los comisarios culturales castristas se lo impidieron.

No era la primera vez que el arquitecto sufría los desmanes de la revolución que defendió con lo mejor de su oficio. Años después de que fuera cancelada la construcción de la Escuela, Garatti estuvo detenido en las mazmorras de la policía política cubana acusado de colaborar con el enemigo como espía.

Luego de tal debacle política, Porro y Garatti abandonaron la Isla, mientras Roberto Gottardi se avecindó en la misma hasta su fallecimiento.

La belleza de la Escuela de Arte entró en franca contradicción con los espantosos códigos de construcción soviéticos abriéndose paso irremediablemente en el país caribeño, que siempre se distinguió por contar con sofisticados y funcionales arquitectos hacedores del esplendor urbanístico habanero.

La fascinación por esa ciudad dilapidada y los sitios turísticos disfuncionales del país en general siguen llamando la atención y ahora The New York Times, publicación que suele entrar subrepticiamente en componendas de la dictadura con su archienemigo y salvador, los Estados Unidos, acaba de dar a conocer 52 sitios para visitar este año, donde Cuba, paradójicamente, ocupa el número 27.

Según la sección, se viaja por comida, cultura, aventura y belleza natural y la lista del presente año incluye estos y muchos otros elementos.

En el reconocido inventario anual, a Cuba la precede Salalah, Omán, en el Golfo Pérsico, por su hermosa naturaleza de cascadas de agua fresca y playas y le sigue la ciudad de Odense, en Dinamarca, donde acaban de inaugurar un extraordinario museo dedicado a la memoria de Hans Christian Andersen.

La explicación del por qué la visita a Cuba es recomendada resulta ser algo truculenta y no se ciñe solamente a valores turísticos sociales y naturales. Irremediablemente se hace presente la doctrina que sigue perturbando a la población.

Es internacionalmente conocido que la Isla se encuentra inmersa en una profunda crisis, sin remedio a la vista. Buena parte de la población solo piensa en fugarse de aquella encerrona y The New York Times enfatiza en las playas de arenas blancas, fachadas de colores pasteles, valles de riqueza tabacalera y una banda sonora musical que no cesa en sus pueblos y ciudades.

Incluso menciona a Santa Clara como “capital regional anegada en historia”, referencia velada a la batalla que allí dirigiera Ernesto Che Guevara, donde le rinden pleitesía con una estatua.

El texto termina potenciando una suerte de turismo comunitario para ayudar al dilapidado pueblo cubano como si se pudiera eludir la avaricia totalitaria sin escrúpulos.

“Menos de dos años después que históricas protestas fueran respondidas con dura represión y en lo que el país se reconstruye del huracán Ian, viajar a Cuba y apoyar a su gente, nunca ha sido tan valioso”.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

Imagen tomada de Atlántica.

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