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Por el periodista ciudadano Daniel Camejo López
May 12, 2025 | 10:30 AM
En medio de lamentables y turbulentas noticias como la del fallecimiento del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, la guerra de aranceles, los constantes ataques del ejército ruso contra localidades ucranianas y el estancamiento de las negociaciones de paz para poner fin a ese conflicto; una buena noticia recorre América y el mundo, Daniel Noboa fue reelecto como presidente de Ecuador.
Después de una contienda electoral que tuvo que definirse en segunda vuelta, en la que las encuestas daban un empate técnico entre el joven candidato a la reelección de apenas 37 años y Luisa González, representante del Partido Revolución Ciudadana del ex presidente Rafael Correa.
La victoria fue aplastante, más de 10 puntos porcentuales de ventaja, pero la llamada izquierda latinoamericana no podía aceptar la derrota. La candidata derrotada no demoró en calificar las elecciones como fraudulentas, su voz fue seguida por la de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, el binomio matrimonial-presidencial formado por Daniel Ortega y Rosario Murillo, la de Nicolás Maduro, y no pudo faltar la del polémico presidente colombiano Gustavo Petro.
Es obvio que de haber triunfado la candidata de Correa no hubieran cantado el fraude. Pero, ¿quiénes se llenaron la boca para calificar este proceso electoral como fraudulento? Nicolás Maduro fue proclamado ganador el pasado año de unas elecciones catalogadas como fraudulentas por varios gobiernos democráticos y reconocidas organizaciones especializadas en temas electorales.
En el caso del binomio Ortega-Murillo, el ex guerrillero fue reelegido en el 2021 en unas dudosas elecciones no menos polémicas, igualmente cuestionadas por la comunidad internacional. Sobre la presidenta de México esta rompió relaciones diplomáticas con el gobierno de Noboa tras el arresto del ex vicepresidente Jorge Glass, y ha declarado que su gobierno no tiene ni tendrá relaciones diplomáticas con Ecuador mientras este sea presidente.
Estos políticos, si así puede llamárseles, no hicieron gala de su capacidad analítica. El correísmo ya había perdido terreno en Ecuador. Hasta el punto de que a pesar de su derrota en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, efectuadas en febrero, Luisa González definió el resultado como una victoria.
¿Qué hubiese representado un triunfo de la izquierda en Ecuador? Algunos de los principales líderes de esa fuerza política hoy son perseguidos por la justicia ecuatoriana o cumplen condenas, como el ex vicepresidente Jorge Glass, encarcelado por corrupción.
El mismo Correa hoy radica en el extranjero para evitar cumplir una condena por cohecho, por si fuera poco el candidato a vicepresidente Diego Borja, tras la derrota del binomio correísta el pasado día 13, protagonizó una sonada fuga hacia Colombia.
Ecuador es un país azotado hoy por la violencia de grupos criminales vinculados al narcotráfico. El gobierno de Noboa le ha declarado la guerra a estas bandas y aplica una política de mano dura contra el crimen. Lo mejor que le pudo suceder a Ecuador fue lograr mantener lejos de la silla presidencial a estos “revolucionarios” personajes salpicados por la corrupción.
Publicado originalmente en la edición 235 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa