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Por el periodista ciudadano Pedro Luis Hernández
May 3, 2025 | 10:30 AM
Mentir parece ser el único recurso del régimen cubano. Más de sesenta años de engaños conforman su saldo, y a todas luces no tienen intención de abandonar esta práctica destructiva que aniquila la voluntad y las esperanzas de varias generaciones.
Sin embargo, la historia no perdona: ningún sistema edificado sobre el engaño puede prosperar. Primero traicionó a miles de soldados que, animados por la promesa de “una república democrática, con todos y para el bien de todos” —el sueño martiano que los alzó en la Sierra— vieron desvanecerse sus ilusiones. Después, millones de cubanos desprovistos de derechos sucumbieron ante discursos populistas que hablaban en nombre del pueblo humilde, solo para defraudarlos con el paso del tiempo.
Los inicios del régimen se presentaron como románticos y esperanzadores, pero pronto afloró su verdadera naturaleza. Aún durante los días de la Sierra, Fidel Castro aseguró al periodista Herbert Matthews que el proceso revolucionario “no tenía vínculos con el comunismo”. Solo unos meses más tarde, en abril de 1961, el propio régimen se declaró abiertamente comunista, traicionando el ideal democrático de José Martí, aquel Martí que había invocado como escudo ante el Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba tras el asalto al Moncada. Al igual que otros gobiernos comunistas, prometieron llevar al pueblo “del reino de la necesidad al reino de la libertad”.
Ni lo uno ni lo otro se cumplió. Hoy en cada hogar cubano reina la carencia; la libertad — ese derecho básico de ser y actuar como ciudadanos plenos— yace encarcelada en miles de compatriotas, hombres y mujeres comunes, condenados por atreverse a ejercer la libertad que les fue prometida y luego les fue arrebatada con violencia. Para nadie debe ser un secreto que la naturaleza del régimen cubano es engañar y extorsionar a través de la manipulación política.
Las lecciones de más de seis décadas son más que suficientes para comprender que quienes lo defienden lo hacen por su propio beneficio personal. El engaño que el régimen cubano ha mantenido sobre más de tres generaciones de cubanos, ha dañado profundamente sus sueños y esperanzas tal punto que resulta imposible restaurarlos .
Por que han afectado relaciones humanas, sembrado la desconfianza y el odio, recursos que le han garantizado mantenerse en el poder. El imperio de la mentira en la isla ha sido muy dañino y sigue recogiendo los frutos en las nuevas generaciones, que aunque no vivieron tantas décadas de ignominia , se han convertido en víctimas.
La mentira de más de 60 años no puede ser la herencia del futuro, no puede ser la única realidad que este destinada a los cubanos, merecemos algo diferente. Para estos tiempos que viven los cubanos, es necesario despertar, entender que basta ya de demagogias, promesas y consignas.
Estas han sido las armas de la esclavitud política y si seguimos el juego de los gendarmes del poder, no habrá espacio para la verdad, esa que transforma y libera y que solo puede expresarse en seis letras poderosas: cambio.
Publicado originalmente en la edición 200 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano.