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La riqueza salva vidas

José Azel

Feb 1, 2021 | 9:18 AM


MONTANA, Estados Unidos – Pocas afirmaciones pueden ser tan fácilmente verificadas empíricamente como “La riqueza salva vidas”. Como señala el erudito economista y columnista Thomas Sowell: “Pocas cosas han salvado tantas vidas como el simple crecimiento de la riqueza”.

Por ejemplo, un poderoso terremoto puede matar a decenas de personas en California, pero matará a cientos en un país menos rico y a miles en una nación empobrecida del tercer mundo. La mayor riqueza de California es la que le permite construir mejores estructuras para resistir la fuerza del terremoto. Así como también es su mayor riqueza la que facilita durante un terremoto el traslado más rápido de los heridos a hospitales mejor equipados y con el personal médico más capacitado (Sowell).

La riqueza abre innumerables vías que contribuyen a salvar vidas. El hecho de que la riqueza salve vidas es una realidad innegable y patente para todos nosotros. Es por eso que es muy difícil entender por qué muchos en la izquierda política se oponen firmemente al crecimiento de la riqueza y odian tanto a los creadores de riquezas. Seamos claros: la defensa de políticas que inhiben el crecimiento económico implica aceptar la pérdida resultante de vidas humanas.

Este es un cálculo que nunca hacen los que defienden las regulaciones comerciales masivas, los impuestos y otras políticas que inhiben el crecimiento económico. Sin embargo, debemos insistir en que hagan el cálculo. Es simple: las poblaciones en los países más pobres tienen una vida más corta. Un aumento en el ingreso nacional salva vidas. Por el contrario, cualquier desaceleración en el crecimiento de la riqueza nacional cuesta vidas. El insólito remedio ofrecido por los progresistas consiste en demonizar la riqueza y a los que contribuyen a crearla.

Por lo general, esta demonización de la riqueza viene acompañada de argumentos a favor del igualitarismo. Los argumentos más refinados utilizan el “coeficiente Gini” para mostrar que el ingreso en los Estados Unidos se distribuye de manera menos equitativa que en el grupo comparable de países desarrollados. El coeficiente Gini pretende ser una medida