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Ya no puedo más, la triste realidad de una madre cubana

Foto de Remy Gieling de Unsplash

Por la periodista ciudadana Alicia Duarte

Jun 19, 2023 | 2:20 PM


Qué triste es la realidad de una madre cubana, el día a día que enfrentamos es una constante agonía y un sinvivir, cada mañana estamos pendientes de las necesidades que enfrentamos, de las carencias que sufrimos y, lo peor de todo, es que no podemos o más bien no hacemos nada por cambiar esto.

Desde lo más sencillo que es un desayuno, un vaso de leche, un pan para la merienda de la escuela de nuestros hijos, un almuerzo, una comida; esto se ha convertido en un lujo que no todos pueden o tienen cómo costear, cabe reconocer que el adoctrinamiento del pensamiento, del sentir y de expresarse ha surtido efecto durante estos más de 60 años de condena que vivimos gracias al socialismo.

Es insólito que hoy muchas de nosotras tengamos que mandar a nuestros hijos a la escuela sin merienda, sin nada en el estómago porque no tenemos de dónde inventar; de hecho, hasta las personas que tienen mejor solvencia económica se las están viendo fea, ¿qué podemos esperar los que no tenemos nada o los que vivimos de un mísero salario de 2500 pesos al mes?

Llevo meses rompiéndome la cabeza, no sé ni de dónde más inventar para que a mi hijo no le falte nada, me paso la vida luchando y aun así no consigo llegar a donde quiero. Todo esto ha decepcionado a las personas, ha incrementado el estrés de la población y ha propiciado que una de las salidas más fiables sea irse del país, huir de este infierno y abandonar este barco que zozobra.

Cuba ha acabado con la esperanza y la ilusión del pueblo, la dictadura ha cavado un hueco donde enterró la alegría y la jocosidad del cubano, lo enterró en vida y le echó cemento encima para que jamás pueda salir de ese agujero.

El enfrentar esto día a día, el levantarse pensando en qué vas a inventar para que tu hijo pueda subsistir un día más mientras tú te apagas como una vela que llega a su fin, sólo me provoca el triste sentimiento de derrota, de repetirme día a día “ya no puedo más”.

 

Publicado originalmente en la edición 148 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque

 

 

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