Damon Wilson (presidente y director ejecutivo de la NED), Mel Martínez (Exsenador estadounidense de FL y miembro de la junta directiva de la NED)
Por Damon Wilson y Mel Martínez
Apr 29, 2025 | 9:35 AM
La dictadura cubana, a solo 145 kilómetros de Florida, lleva más de seis décadas oprimiendo y silenciando a su pueblo para sobrevivir. Su control del poder depende del control de la información y de asegurar que los cubanos no puedan pensar críticamente, expresarse libremente ni organizarse sin miedo.
Por eso, apoyar a los periodistas independientes y activistas por la democracia en Cuba no es solo un imperativo moral. Es una inversión estratégica en una Cuba más libre, un hemisferio occidental más seguro y un Estados Unidos más seguro.
Hoy, esa inversión está en riesgo. Estados Unidos ha apoyado durante mucho tiempo los esfuerzos por la democracia en Cuba a través de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), una fundación privada designada por el Congreso. Sin embargo, los fondos del Departamento de Estado para esta labor se están suspendiendo mientras la administración reevalúa sus prioridades. Estas iniciativas ayudan a los cubanos a contrarrestar el control autoritario y a construir un futuro democrático.
Existe un reconocimiento bipartidista de que una Cuba libre y democrática se alinea con los intereses estadounidenses a largo plazo de una región más estable y próspera. Por eso es crucial restaurar el apoyo de la NED a las voces independientes de Cuba. Necesitan nuestro respaldo ahora más que nunca, cuando el régimen se encuentra en su punto más débil.
El colapso económico de Cuba se acelera. La inflación supera el 500 %. Los servicios públicos se han desmoronado. Más de 400.000 cubanos han huido en dos años, transformando las comunidades del sur de Florida y congestionando la frontera con Estados Unidos.
Como alguien que huyó de Cuba de niño durante la Operación Pedro Pan, uno de nosotros, Mel Martínez, conoce de primera mano lo que significa ser silenciado. Mi familia tuvo que elegir entre la libertad y el hogar. Esa experiencia forjó mi convicción de que ningún cubano debería tener que abandonar su país solo para tener voz. Como senador estadounidense, luché para apoyar a quienes aún permanecían en Cuba y continuaban la lucha que yo me vi obligado a dejar atrás.
Hoy, junto a Damon Wilson, quien lidera la misión de la NED para promover la libertad en todo el mundo, mantenemos nuestro compromiso con esa lucha. La NED ha apoyado a periodistas independientes y activistas por la democracia en Cuba durante más de cuatro décadas. Estos aliados están desmantelando la propaganda estatal y las mentiras del régimen a diario.
El impacto no se limita a las fronteras de Cuba.
A pesar del acoso, el exilio y el encarcelamiento, los periodistas independientes persisten. Solo en 2024, los medios de comunicación apoyados por la NED llegaron a más de 10 millones de personas, la mitad de ellas en Cuba. Los boletines informativos locales, como los del Instituto Cubano para la Libertad de Expresión (ICLEP), exigen responsabilidades a los funcionarios en tiempo real.
Socios de la NED, como Diario de Cuba, exigen responsabilidades al régimen tanto en el país como en el extranjero. Su investigación sobre un exjuez cubano —que condenó a manifestantes pacíficos y luego solicitó asilo en Estados Unidos— expuso la corrupción en el poder judicial cubano y presionó por justicia en el Estrecho de Florida.
Otro socio, Cuba Siglo 21, descubrió cómo GAESA, un conglomerado de ex generales dirigido por militares, sirve como columna vertebral económica del régimen, una investigación publicada en el Miami Herald.
Sin el trabajo de Cuba Siglo 21, gran parte de esta información permanecería oculta. Estas investigaciones no solo exponen la corrupción, sino que generan un efecto dominó que permite a otros periodistas seguir el rastro del dinero.
Mientras tanto, Cuba sigue siendo una fuerza desestabilizadora en toda la región, exportando narrativas antidemocráticas a través de instituciones estatales y, como reveló Directorio Democrático, socio de NED, permitiendo que Rusia reclute a sus ciudadanos para luchar en Ucrania.
Estas revelaciones importan. Socavan la legitimidad del régimen, impulsan la rendición de cuentas internacional y proveen a los cubanos —y a los responsables políticos estadounidenses— de la verdad.
Esta no es solo una crisis cubana. Es un problema de seguridad nacional para Estados Unidos. Una dictadura en bancarrota cerca de nuestras costas amenaza la estabilidad regional, fomenta la migración masiva y facilita la influencia autoritaria desde Moscú hasta Caracas.
Pero este también es un momento de oportunidad. El régimen está moral y fiscalmente en bancarrota y sin respuestas. El pueblo cubano, no. Exige un cambio, y periodistas independientes y luchadores por la libertad le ayudan a imaginar —y construir— un futuro diferente.
Estados Unidos no debe ceder ahora. Exhortamos al Congreso, a la administración y a los socios internacionales a garantizar una inversión continua en el movimiento democrático cubano.
Estos actores de primera línea necesitan recursos inmediatos y constantes para continuar su labor. Cada día sin ellos, la censura del régimen se intensifica.
Publicado originalmente por The Miami Herald.