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Los caminos de los cubanos de la Isla cada día se cierran más

Foto de Elier Padilla Gómez en Unsplash

Por el periodista ciudadano Liusbel Piloto Cáceres

Jan 17, 2024 | 2:00 PM


Lamentablemente, ahora mismo existe un triste fenómeno en progreso en la Isla, muestra del desespero de la gente: los hogares cubanos cada vez más parecen zonas de guerra. Estancias descoloridas y sin muebles, los moradores lo han vendido todo para poder comer.

Desde que usted rebasa el umbral de cualquier hogar de personas de pueblo se percibe la agonía del país: escenarios deprimentes que indican la rendición de armas frente a las tradicionales ilusiones humanas.

Ver bonito los lugares ya no es cosa de cubanos. Priman los recibidores, lo conocido en la Isla como sala, desprovistos de muebles; paredes con rasgos prehistóricos de pintura, donde ladea algún que otro cuadro buscando piso; persianas rotas, debido a la falta de recursos para reparaciones; etc.

La sala cubana no cuenta con muebles; todo se ha vendido para comprar comida. La inflación generada por la Tarea Ordenamiento del régimen se ha engullido a parte de los hogares de la mayoría del pueblo. La sala es sólo cuatro paredes para acceder al resto del inmueble.

El interior de los hogares no escapa a esta tragedia nacional. “¿Qué hago con un refrigerador vacío, para qué lo quiero si no tengo comida?”, comentó el artemiseño residente en el reparto Toledo y profesor de biología, Yordanis Castellano Díaz. Pero, si la sala del cubano llama al llanto no es menos la cocina-comedor.

Aquí, el elemento significativo, después de la ausencia de electrodomésticos, lo constituyen las paredes tiznadas. Cuando no hay gas para cocción y arrecian los apagones, lo cual inhabilita la cocina eléctrica, sólo queda cocinar lo poco que se tiene con leña como combustible.

A toda esta desgracia material se agrega un elemento crucial: el número creciente de suicidios e infartos cerebrales. Es raro el día que en un barrio no amanezcamos con la noticia ‘Fulano se ahorcó o a Zutano lo encontraron muerto, desde hace días tenía la presión por las nubes’.

¿Quién no tiene la tensión arterial alta en Cuba?; y sin medicamentos. No se puede tener casa bonita ni ilusión humana cuando los derechos más elementales del hombre para estar vivo, no se tienen. Cuando esto sucede no hay ideología que le sirva al hombre.

Vivir en Cuba escapa a las palabras de un titular de prensa por muy crudas y realista que sean. Nadie vende todo lo que tiene si comer no fuera tan importante; y quien poco a poco vende lo que posee para comer se queda sin recursos para escapar del país.

Se trata de una triste y agónica realidad en una tierra cautiva por una monarquía familiar. Hoy, no hay esperanzas. Los caminos de los cubanos de la Isla cada día se cierran más.

 

Publicado originalmente en la edición 207 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa

 

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