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Relaciones Cuba-EE.UU.: de las falsedades de Obama a las ambivalencias de Biden

Relaciones Cuba- EE.UU.

Por Alberto Méndez Castelló

Feb 7, 2023 | 12:16 AM


LAS TUNAS, Cuba. — Es falso, según dijo el expresidente Barack Obama el 17 de diciembre de 2014, que las políticas estadounidenses respecto a Cuba no han logrado “impulsar nuestros intereses”, como tramposo resulta que los comunistas cubanos quieran aprender a “convivir de forma civilizada”, más allá de sus “diferencias”, según afirmó Raúl Castro aquel mismo día.

Ambivalente entre esas declaraciones, pretendiendo unir dos intereses diferentes e irreconciliables: el de la democracia del pueblo cubano y las pretensiones del régimen para perpetuarse en el poder, el presidente Biden no debería hacer concesiones al castrocomunismo, como no lo hicieron sus predecesores republicanos y demócratas antes que Obama, que sí consiguieron acuerdos para mantener los intereses de los Estados Unidos en la región.

Es falso que desde la administración Eisenhower hasta nuestros días los gobiernos de Estados Unidos y Cuba no hubieran mantenido de forma pública, o secreta, reuniones bilaterales. Anecdótica y particularmente ilustrativa resultó la primera de esas citas.

Aparentemente humilde, pero en realidad orgullosamente mesiánico, en abril de 1959 Fidel Castro fue a Estados Unidos a publicitar su imagen y conseguir dinero, pero sin pedirlo, sino procurando que se lo ofrecieran. “Yo no vine aquí a pedir dinero”, dijo, y recalcó: “No deben pensar en nuestro país como un mendigo”. Como respuesta, no le fue concedido un centavo ni en préstamo ni en calidad de ayuda, cuando aún decía que no era comunista.

Todos los presidentes estadounidenses, excepto Gerald Ford y George Bush (padre), sin hacer concesiones estratégicas, consiguieron del régimen de La Habana acuerdos importantes para Washington; a saber: Kennedy logró la libertad de los prisioneros de la Brigada de Asalto 2506 tras su captura en Bahía de Cochinos; Johnson, el acuerdo migratorio que posibilitó la salida de cubanos a Estados Unidos; Nixon, lo concerniente a la cooperación bilateral para impedir la piratería aérea; Carter obtuvo los acuerdos sobre limitación marítima, pesca, migratorios y, sobre todo, abrió la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, que, de hecho y sin aspavientos, funcionó como una embajada sin poseer ese rango. Ronald Reagan, sin bajar la guardia contra el comunismo, logró los acuerdos migratorios de 1984 y 1987, y, sobre todo, los convenios que hicieron volver a las tropas cubanas de Angola; Bill Clinton llevó a buen puerto los pactos migratorios de 1994 y 1995 para impedir la migración no autorizada y el narcotráfico, donde participaron militares de ambos países; George W. Bush, a quien los castrocomunistas dedicarían diatribas en cientos de páginas y miles de horas de radio y televisión, no solo hizo de Estados Unidos el mayor proveedor de productos agrícolas a Cuba, sino que logró hacer de Raúl Castro y sus soldados los guardianes exteriores de la base naval de Guantánamo cuando la convirtió en una cárcel antiterrorista.

No diga ahora la administración Biden, como antes dijo personalmente Obama, que las políticas de Estados Unidos durante décadas “no ha logrado impulsar nuestros intereses”. Los objetivos estratégicos de los Estados Unidos concernientes al régimen castrocomunista en los años de la Guerra Fría fueron cumplidos con creces. Estados Unidos no quería una alianza político militar entre la Unión Soviética y Cuba que influyera en las Américas. Mucho antes de Obama, esa alianza no existía porque la administración Reagan tuvo un rol decisivo en la desaparición de la Unión Soviética.

Los presidentes estadounidenses antes de Obama y Biden estuvieron en desacuerdo con la exportación de la llamada “revolución cubana” a los países de Latinoamérica y África. Como consecuencia, todas las guerrillas impulsadas por Fidel Castro y Che Guevara terminaron hace mucho tiempo con todos los generales en la mesa de negociaciones en Nueva York, y con Fidel Castro suprimido de las campañas africanas cuando quiso hacer de libertador de pueblos con idiosincrasia propia.

Entonces sería preferible que los socialistas en Estados Unidos admitieran su adhesión a esa ideología y que, por tal razón, además de para salvar al castrocomunismo de la crisis en que se encuentra, pretenden una relación amigable con el régimen cubano. Podrán comportarse como fariseos, con hipocresía y falsedad, pero no pretendan vendernos que cambiaron las relaciones con los comunistas por el bien de la democracia de Estados Unidos y de Cuba.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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