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Patrulla-Horno, una tortura cubana desapercibida

Ilustración. CONNECTAS

Jun 5, 2021 | 2:57 PM


Patrulla-Horno, una tortura cubana desapercibida

Por Yoe Suárez

Volvió en sí tendido sobre la acera, con un círculo de curiosos y militares a su alrededor. Minutos antes, al reportero y activista Alexis Pérez lo habían detenido oficiales de la Seguridad del Estado cubana, mientras reportaba un desalojo en la periferia habanera. Junto a otros opositores políticos, aquel día de octubre de 2019 fue hacinado en la parte trasera de una patrulla hermetizada bajo el cenit del trópico.

Adentro pesaba más el ambiente, unos hombres aspiraban con dificultad lo que otros exhalaban y el cuerpo frágil de Alexis se apagó: "No puedo precisar cuánto estuvimos amontonados, porque por el calor asfixiante y la recirculación de dióxido de carbono perdí el conocimiento. Cuando abrí los ojos de nuevo, estaban reanimándome, y la Policía gritaba a la gente que se alejara".

La escena describe una tortura usual del castrismo en la última década: retener por una hora o más, en vehículos herméticamente cerrados, muchas veces bajo el sol, a personas incómodas para el régimen. Aprovechando el clima húmedo y abrasador de Cuba, en un espacio recubierto de metal, el método patrulla-horno puede provocar sensación de asfixia, desmayos, irritación cutánea, vómitos, deshidratación, etc. El uso, inclusive, de compuestos químicos está documentado.

En marzo de 2019, el opositor Ángel Moya fue detenido en la calle mientras hacía jogging en La Habana. Los militares "cierran las cuatro ventanillas herméticamente y me dejan bajo el sol", relató. "Golpeé los cristales y les dije que los bajaran para que me entrase aire, pero dijeron que no". Lanzó patadas contra una puerta de la patrulla. Una ventanilla se abrió, pero en vez de aire fresco recibió una dosis de spray pimienta. La irritación en las mucosas de ojos y nariz empeoró al ambiente calcinante.

El movimiento opositor femenino Damas de Blanco (DDB), liderado por Berta Soler, esposa de Moya, ha documentado casos similares, donde la tortura patrulla-horno es combinada con el uso de compuestos sintéticos. En octubre de 2019, Micaela Roll, Marieta Martínez, Zulema Jiménez y María Josefa Ancón fueron detenidas violentamente tras ir a misa en la iglesia habanera de Santa Rita, y lanzar octavillas contra el socialismo por calles cercanas, en la campaña "Todos Marchamos".

Todas detectaron "un olor químico fuerte" en las patrullas donde terminaron herméticamente encerradas horas bajo el sol. A Micaela le faltó el aire, Marieta acabó vomitando tras ser abandonada lejos de su casa y María Josefa sintió su "cabeza grande" antes de desmayarse.

En marzo de 2017, Berta Soler denunció ante la Fiscalía General de la República que en la capital y en provincias con delegaciones de DDB las activistas eran "detenidas, sometidas a actos de repudio y encerradas en autos patrulla, donde permanecen al sol durante varias horas", y luego eran "abandonadas en zonas boscosas e inhóspitas alejadas de la ciudad". Soler expuso cómo les obligaban a desnudarse, permanecer incomunicadas, sufrían robos con fuerza del dinero en sus pertenencias, actos vandálicos en sus hogares, y decomisos de juguetes para niños, laptops, cámaras y otros equipos.

La normalización de relaciones entre los Gobiernos de la Isla y Estados Unidos "avanzó; sin embargo, en Cuba las violaciones de derechos humanos han aumentado abismalmente", acusó la misiva, en referencia al proceso de "deshielo" diplomático protagonizado por Barack Obama y Raúl Castro. En 2018, otro informe enumeraba métodos de los policía política contra las Damas de Blanco. Entre ellos, la tortura patrulla-horno "con las ventanillas cerradas para causar sensación de asfixia".

Soler y Moya documentaron domingo tras domingo atrocidades que veían o vivían. Jóvenes, ancianas, negras, blancas, operadas de cáncer de mama, terminaban la mayoría en la Escuela de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), en Tarará, esposadas por horas en sillas, mientras policías de ambos sexos llenaban sus cuerpos de piñazos y patadas. Desnudar, escupir, vejar, morder. Al otro domingo, marchar. Y, otra vez, desnudar, escupir, vejar, morder.

"Al iniciar Todos Marchamos eran 200 damas, hoy se mantienen 24", reveló Moya. "La mayoría se exilió". Ni él ni Soler recuerdan un colectivo feminista en Cuba que se pronunciara contra la violencia a la que fueron sometidas aquellas mujeres.

El ciclo de la represión se extendió por decenas de semanas. La sucesión de desmanes en los informes entre 2015 y 2020 suplanta el horror de las primeras lecturas por cierto cansancio. Similar efecto a la seguidilla de asesinatos de mujeres en 2666, la novela del chileno Roberto Bolaño.

El opositor y analista político Antonio Rodiles, lo describe como parte de una nueva lógica represiva propia de Raúl Castro: "Cuando sistematizas esos arrestos, dejan de ser noticia, aburren". Y la visibilidad en la prensa internacional es un factor de protección vital para los activistas. Ángel Moya recuerda pocas veces a la prensa extranjera acreditada reportando los violentos arrestos.

La patrulla-horno en datos

El procesamiento de unos 300 materiales de organizaciones pro derechos humanos (como Prisoners Defenders o el Instituto Cubano por la Libertad de Expresión), referencias en la prensa, denuncias en redes sociales, videos testimoniales, y entrevistas con víctimas, reveló 117 casos del método de tortura patrulla-horno entre septiembre 2013 y abril 2021. Este no es un inventario total, muchos más casos pueden aparecer, pero deja un retrato de la represión castrista.

En la Isla crece el desabastecimiento de alimentos y medicinas, y el peso cubano está cada vez más devaluado. La situación de desespero ha hecho que la protesta pública se haya convertido casi en una constante bajo un régimen que limita las libertades de asociación, reunión y expresión. Solo en abril de este año, el Observatorio Cubano de Conflictos sumó 203 protestas, un 10% más que el mes anterior.

La represión por parte del Gobierno también ha crecido, y con ella, la utilización de la patrulla-horno como método de tortura. Del segundo período de Raúl Castro (2013-2018), califican 52 casos, y 65 del periodo correspondiente a Díaz-Canel (2018-2021), quebrando el mito de que "sin un Castro en el poder" Cuba irá mejor.

El 93% de las denuncias de patrulla-horno corresponde a activistas políticos, y el 75% tuvo lugar en La Habana, donde acontece buena parte de las movilizaciones sociales, incluyendo la campaña "Todos Marchamos". Con esa iniciativa, que lanzó a las calles mayormente a Damas de Blanco, las denuncias de mujeres torturadas (86) superan a las de hombres (31).

Soler recuerda que en abril de 2015 el movimiento que lidera "inició sin nombre aquella campaña, distribuyendo y exhibiendo fotos de presos políticos en el transporte urbano". Después, se sumaron activistas de otros movimientos, entre ellos Rodiles y su equipo de Estado de Sats, fundamental en la documentación de las manifestaciones. La campaña, que iniciaba después de asistir a misa en Santa Rita y de un encuentro de las Damas en el parque Ghandi, adoptó el nombre de Todos Marchamos. El objetivo era exigir la libertad de los presos políticos.

La recopilación de datos de Berta Soler y Ángel Moya ha sido constante dentro de la oposición. Otros grupos, como Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) o el Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR), cuyos hombres se unieron a Todos Marchamos, no cuentan con reportes tan minuciosos y de tan larga data sobre agresiones contra sus miembros. Quizá por ello la estadística incluye muchas más mujeres. Unos 200 informes semanales, mensuales y anuales de 2015 a 2020 corresponden a Damas de Blanco, y solo especifican condiciones represivas sufridas por sus activistas.

Los primeros registros sobre Todos Marchamos aluden a la presencia de hombres insolados por horas en patrullas hermetizadas, aunque muchas veces eran metidos en furgonetas UAZ de la era soviética. "Ahí es peor que en patrullas o guaguas —dijo Rodiles—, porque el metal no tiene aislante con el interior, las ventanillas son aberturas pequeñísimas o están selladas, y hacinaban dentro a una buena cantidad de detenidos, entre ocho y diez en los dos bancos laterales y otros tirados en el piso".

En 2020 y 2021 la cantidad de hombres sometidos a la patrulla-horno aumentó, mientras que el de Damas de Blanco descendió. Ángel Moya parece tener la respuesta para ese nuevo balance: "Aunque la campaña Todos Marchamos no ha concluido, fue interrumpida en marzo de 2020 por la Covid-19". El régimen aprovechó el avance de la pandemia e impuso restricciones de movilidad y reunión aún mayores.

También cambió de táctica: "Ni siquiera dejaban llegar a Santa Rita a las Damas. Frente a la casa donde vivimos Berta y yo, sede nacional del movimiento, [los agentes de la Seguridad del Estado] armaban actos de repudio enmascarados en congas, llevaban niños de las escuelas, ancianos de Casas de Abuelos; hasta el Centro Nacional de Educación Sexual llevó una comitiva de gays para agredirnos".

 

Torturar y degradar

En los últimos dos años, la mirilla de esta técnica represiva hizo contacto con nombres más nuevos en la oposición. El 19 de abril de 2021, la periodista Mary Karla Ares fue detenida camino a una entrevista. No imaginaba que la patrulla donde la trasladaron hasta la Cuarta Unidad de Policía del Cerro se convertiría en un lugar de tortura. "La dejaron por más de cuatro horas encerrada dentro del auto bajo el sol", contó Normando Hernández, editor de la veinteañera. Una de las dos agentes vestidas de civil que la custodiaban le espetó codazos en la cabeza.

El productor Michel Matos, del Movimiento de artistas contestatarios San Isidro (MSI), vivió hora y media de pat