logotipo ICLEP

A propósito del V Domingo de Pascua. (Evangelio: Juan 14, 1-12)

Ilustración Canva.jpg

Por Sacerdote Alberto Reyes

May 8, 2023 | 9:55 AM


Desde hace mucho tiempo, tengo una intuición que me preocupa. Si yo fuera traficante de drogas y pidiera a alguien hacer una entrega, recompensándolo con una buena suma de dinero, creo que mucha gente me diría que “no”, pero por miedo: miedo a ser descubierto, miedo a tener problemas con la justicia, miedo a meterse en líos… Tengo la intuición de que poca gente me diría: “No… porque está mal”.

Cristo se autodefine en el Evangelio como “el camino, la verdad y la vida”, es decir, como el punto de referencia de todas nuestras decisiones, y lo hace porque él “permanece en el padre” y el Padre “permanece en él”.

Esto saca del juego la absolutización de muchas otras motivaciones: lo que me gusta o me disgusta, lo que tengo o no deseos de hacer, lo que menos problemas me dé, lo que más convenga a mis intereses privados, lo que no provoque el rechazo o la molestia de otros… En realidad, seguir a Jesús como Camino, Verdad y Vida significa aprender a poner en el centro de nuestras decisiones un criterio básico: lo que está bien.

En la medida en que ese criterio empieza a vertebrar nuestras decisiones:

- Crece la paz, que nace de la fidelidad a la conciencia.

- Se ensancha nuestra libertad, porque pierde fuera en nosotros el hecho de no ser comprendidos, aceptados, apoyados o aplaudidos. Nos hacemos más resilientes ante el rechazo, la exclusión o la crítica.

- Generamos una “sana indiferencia” ante nuestros proyectos, ideales, sueños, aspiraciones… La “sana indiferencia” no significa que no nos importen nuestras metas personales o que no trabajemos por lograrlas, sino que les negamos el protagonismo del sentido de nuestra vida, porque ese protagonismo se lo hemos dado a hacer “lo que está bien”.

- Se nos descomplica la vida, porque al poner el foco en realizar “lo que está bien”, supeditamos a este foco todo lo demás, incluido nuestro afán de éxito o de protagonismo, se nos da mucho mejor “desproblematizar los problemas”, y toma más relevancia la búsqueda sincera del bien mayor para todos.

Elegir el bien no es un aprendizaje sencillo, porque sabemos que el mal y la incoherencia son caminos más fáciles y más rápidos; porque a veces vemos cómo se nos adelantan aquellos que han decidido silenciar su conciencia, y porque mantener la fidelidad al bien es un acto de fe, un salto al vacío de la mano de un Dios que no nos ahorra crucifixiones, que nos empuja muchas veces a contracorriente, y que no tiene otro modo de sosegar nuestro espíritu inquieto que repitiéndonos: “yo estoy contigo”.

0 Comentarios

Añadir comentario