Con más de sesenta años transcurridos desde su triunfo en 1959, el poder económico concentrado en unos pocos, victorias proclamadas al mundo que en nada benefician al cubano de a pie y cientos de miles de personas que decidieron abandonar el país por diferentes razones, ¿qué deberían celebrar los que todavía defienden este ideal conocido como Revolución Cubana?
Algunos de ellos aún creen en un sistema socialista que permita construir un país moderno, próspero, con servicios de salud y educación de primera calidad, donde sus ciudadanos se sientan incluidos y vivan en total armonía. No se podría añadir con libertades políticas, religiosas e individuales, porque ni siquiera forman parte de su discurso oficial.
Lamentablemente la realidad dista mucho de ese ideal que solo se percibe en la mente de unos pocos, y se muestra como una pesadilla para los millones de cubanos que no han podido escapar de la que algunos visionarios catalogan como la cárcel más grande del planeta.
Lo que exhibe hoy el régimen que gobierna esta isla ante el mundo, es un pueblo privado de todo tipo de esperanzas maniatado por una familia mafiosa y una cúpula militar. Los “Castro” han convertido a Cuba en una sociedad carcomida hasta sus más profundos cimientos, donde solo prevalece la miseria, el atraso y la desconfianza de su población de que un futuro mejor es posible.
Los cubanos poco a poco hemos perdido la energía para crecer espiritualmente, la dictadura gobernante nos ha limitado la posibilidad de pensar diferente y de soñar con cosas agradables. Muchas personas hablan de que hasta el gusto por la comida se ha reducido, al tener que ingerir alimentos que solo les garantizan unas pocas proteínas para llegar al próximo día.
El sistema que dirige esta isla ha creado un aparato de seguridad que vigila y reprime a todo el que lo cuestione, mediante el terror establece medidas y aprueba leyes absurdas que perjudican y hacen miserable a la gran mayoría de la población.
Los recientes acercamientos del régimen cubano con la federación rusa y las devotas palabras del dictador Miguel Díaz Canel hacia el presidente Vladimir Putin, hacen vislumbrar una nueva era de confrontaciones bélicas con occidente, donde esta pequeña isla del Caribe podría ser el epicentro y escenario principal. Nada bueno se percibe en el horizonte cercano para los millones de personas que vivimos en este país, si no actuamos a tiempo.
Solo la unidad de todo el pueblo, podría hacer cambiar el curso de los acontecimientos y acabar definitivamente con los responsables de tantas calamidades e injusticias.
Publicado originalmente en la edición 97 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Páginas Villareñas.
Los problemas que genera el cambio climático son una gran preocupación para las personas que habitan este planeta, y traen a colación muchos retos e interrogantes que los seres humanos tendrán que enfrentar, ya que los expertos aseguran que no tiene marcha atrás. Cuba no está exenta a este problema y precisamente por ser una isla estrecha y alargada del Caribe, es afectada por decenas de eventos meteorológicos extremos todos los años.
Las zonas de los litorales costeros son las que más sufren por los huracanes y ciclones debido a la penetración del mar. Algunos pueblos han sido devastados y su población ha perdido prácticamente todo su patrimonio con el paso de los mismos. Lluvias torrenciales que provocan la crecida de ríos causan inundaciones, hacen perder las cosechas agrícolas y mantienen a muchas localidades aisladas del resto del país hasta por varios días.
El cambio climático también causa sequías y eleva las temperaturas, perjudicando el desarrollo de la agricultura y haciendo más extensos los ciclos de distribución de agua, sobre todo a las ciudades con mayor cantidad de habitantes.
Hasta hace algunos años el Estado Cubano destina recursos para mantener planes que estaban destinados a contrarrestar los efectos del cambio climático, lamentablemente en la actualidad la crisis económica que enfrenta el país y la falta de apoyo por parte de los dirigentes, han impedido que estos se mantengan con la fuerza que se necesita.
El Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), es la entidad estatal encargada de supervisar los posibles efectos negativos del cambio climático y de alguna manera ayudar a minimizarlos o prevenirlos. Alcides Correa, funcionario del CITMA en Villa Clara, reconoció a nuestra redacción, que la falta de recursos es el principal problema que enfrenta esa institución para minimizar el impacto del cambio climático en regiones identificadas desde hace años como vulnerables.
“Hay daños que son prácticamente irreversibles, por ejemplo se han perdido hábitats de animales y plantas endémicas de nuestro país que han reducido la cantidad de ejemplares hasta considerarse en peligro de extinción”, alertó. También dijo, que estudios realizados por el grupo de monitoreo a los litorales de la provincia arrojaron que la línea de costa en las playas arenosas está retrocediendo 1,2 metros como promedio cada año.
“Para el año 2050 se estima que la economía mundial se reducirá y entre las causas de esto están los efectos del cambio climático, fundamentalmente las intensas sequías, la erosión de los suelos, el aumento del nivel del mar y los eventos meteorológicos extremos, como ciclones y huracanes”, refirió Correa.
Publicado originalmente en la edición 97 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Páginas Villareñas.
Las miradas a nuestro alrededor no pueden ser superficiales, alguien expresó con toda certeza que la vida depende del prisma con que se mire he ahí una gran verdad. La visión que tengamos acerca de la realidad que vivimos depende en gran medida de cómo vivimos y como se le quiera observar.
Tal afirmación se aprecia al abordar los problemas más complejos a los cuales se enfrenta desesperadamente la sociedad cubana y su sistema político. La perspectiva que tienen las autoridades, instituciones e ideólogos del régimen, tristemente no se corresponde con los juicios de valor que tienen los ciudadanos comunes, en particular la juventud.
En política no hay recetas, no se pueden imponer modos de actuación a capricho que no se corresponden con la realidad social en la cual los sujetos se desarrollan, es querer meter la Habana en Guanabacoa, como reza el dicho.
Analizar objetivamente los problemas del país, significa despojarse de todo ropaje ideológico y buscar las raíces del problema. Mirar el rostro flagelado de cada cubano es como mirar el mismo rostro de la nación, es como sentir el juicio severo de una gran multitud desesperanzada que condena a aquellos que sin derecho alguno le han robado sus sueños y esperanzas.
Durante más de seis décadas, millones de cubanos han vivido un doloroso calvario. Bajo la burlesca política de "Patria o Muerte y "resistencia creativa", el régimen cubano martiriza a toda una nación. Cada mañana se levanta la sufrida isla de Cuba en un complejo escenario donde cada cual vive inventando lo inimaginable para sobrevivir. Cada espacio público, de campos, pueblitos y grandes ciudades, son testigos silenciosos de la lucha constante por sobrevivir.
Las lágrimas silenciosas y el remordimiento interior, llevan el sabor amargo de una vida sufrida y marcada por las aflicciones, desesperanzas y frustraciones que la cruda realidad le impone. Para los defensores del sistema mirar la vida desde su posición privilegiada es fácil.
Ministros, embajadores, empresarios y todos aquellos que rodean a la cúpula política no saben de necesidades y carencias, pues viven en un estatus de vacas sagradas. Para entender la verdadera realidad de los cubanos hay que bajar del pedestal y andar de hombros apretados con los cubanos comunes, con una mirada desde abajo.
Publicado originalmente en la edición 160 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
El tema que abordaré a continuación es un asunto poco tratado, si es que lo ha sido, por los denominados cubanólogos del exilio, una curia muy compleja que reúne académicos y expertos en la trama cubana, además, de, exploradores y oportunistas de postín, sin olvidar a otros especímenes, parte de la congregación, que prestan servicios a los enemigos de la libertad de Cuba.
En Estados Unidos, hay un número importante de ciudadanos cubanos sobre los que pende la amenaza de deportación, por haber violado alguna legislación vigente en su lucha contra el régimen totalitario castrista, la verdadera amenaza para esta nación y para quienes defiendan la libertad y los derechos ciudadanos.
Estas personas no delinquieron para su provecho personal sino para destruir al enemigo más acérrimo de la democracia y la libertad en el hemisferio. Ellos, combaten al principal promotor de un modelo político que conculca todos los derechos de los ciudadanos del país que entrampe, como sucede en Nicaragua, Venezuela y Bolivia y amenaza cierta para muchas de nuestras repúblicas, Honduras, Argentina, Brasil y Méjico sin que el resto de los países dejen de estar entre sus objetivos.
La deportación a Cuba de cualquier ciudadano encierra serios peligros para su bienestar y vida, pero, cuando esa extradición, es de un enemigo acérrimo del régimen, como es el caso de Ramón Saúl Sánchez, y de otros compatriotas residentes en este país, podemos estar seguros que serán sujetos de las practicas más criminales y abusivas, que los esbirros del castrismo sean capaces de desarrollar, sin que la muerte sea excluida de su amplio recetario de terror.
Ramón, dejó a la Cuba que tanto ama, aunque apenas la conoció, cuando solo tenía 12 años de edad. Su vida siempre ha estado signada por el destierro con todo lo que esto implica de desarraigo y separación familiar, primando sobre toda condición, su compromiso de luchar por la libertad y la democracia para su país.
Esa obligación lo condujo a ser durante su juventud, uno de los activistas más notable y comprometido en la confrontación al totalitarismo, involucrándose en la única forma de lucha que la dictadura hizo posible, derrocar al dictador por métodos violentos.
Sánchez dijo a una periodista de la agencia EFE, las causas de las contrariedades que padecía de una forma tan precisa que a nadie debe quedarle dudas de su entereza y compromiso con los derechos de todos. Su verdad se reitera en Cuba a pesar de las décadas transcurridas, “mi patria vive la terrible soledad de la opresión, el desgarramiento de las familias y la violación de su soberanía”.
Sánchez, por actuar de acuerdo con sus convicciones, fue a prisión por cuatro años y medio. Se negó a testificar ante un gran jurado federal que investigaba un presunto atentado,1980, al desposta Fidel Castro en Nueva York. La conciencia cívica de Ramón, a la que todos tenemos derechos, pero no el coraje para ejecutarla, lo condujo a ser un objetor de conciencia a la delación que le exigían. Simplemente actuó como tantos otros ciudadanos que se oponen a participar en un conflicto bélico por motivos de conciencia.
Ramón, estuvo más tiempo en prisión que muchos delincuentes, pero esta no afectó su espíritu, al contrario, salió de la cárcel fortalecido en sus ideales y con una nueva visión de la lucha por la democracia que al principio muchos no entendían, pero su perseverancia y sacrificio ha hecho valer en el destierro y particularmente entre los que no hacen concesiones a la tiranía insular.
Sánchez se ha convertido en un líder cívico notable, con una visión hemisférica de la libertad que lo distingue. Es solidario con todos los oprimidos sin importar la frontera donde haya nacido, cree fervientemente en la No Violencia y para hacer público el reclamo de sus derechos y el de los otros, ha realizado varias huelgas de hambre y vuelto a prisión.
Este objetor de conciencia corre el riesgo de ser deportado. Su activismo desde hace muchos años se muestra en la desobediencia civil y en demandas públicas a favor de quienes buscan protección en este país y en organizar flotillas de embarcaciones para protestar en las cercanías de Cuba, porque su enemigo es el totalitarismo castrista, no los Estados Unidos de América.
A fuerza de realidad las esquinas cubanas, el lugar predilecto del ciudadano de a pie en la isla para ventilar entre similares los temas de actualidad y los agobios cotidianos, en los últimos tiempos ha cambiado de color. Otros, son los temas de las tertulias diarias.
Ya a nadie interesa, como pasaba tiempos atrás en los acalorados debates, quién es mejor: si Messi o Cristiano, o los entuertos de la pelota. Las desazones de la Serie Nacional, que va de mal en peor marcado por el descontento de los peloteros, han quedado en segundo plano. Tanto así, que la gente ha dejado de comentar el bombardeo de chícharo y picadillo bajo el cual están sujetos los peloteros después de una jornada de doble juego bajo los rigores del sol caribeño.
Tema que hace no mucho era considerado pan caliente. Hoy los temas son otros y por lo general de carácter urgentes. El asunto obligado en las esquinas es “en cuánto está el arroz o los frijoles” y si el “merolico” Fulano de Tal tiene más barata la libra de boniato que el cojo de la calle X; o si el precio del tomate volvió a aumentar esta mañana. Cristiano y Messi han dejado su fútbol en el fondo de las jabas cubanas.
Aunque la trama de estos lugares naturales de reunión parezca de menor peso, para el régimen cubano las esquinas de la isla, donde la gente suele despotricar palabras a sus anchas, siempre ha sido de sumo interés. Se trata de que un día se habla de arroz y frijoles, pero otro día, puede que no, y el régimen es complejista.
Para un gobernante, tumbarlo del poder en su cabeza es tan malo como hacerlo en realidad: no lo deja ser feliz, apenas duerme y se mira constantemente en el espejo. Se trata del síndrome del dictador: advierte enemigos por doquier. Basta apreciar los intentos de la dictadura por sindicalizar las equinas bajo el rótulo de “peñas deportivas”.
Engendros que se propagaron por todo el país desde que comenzaron a reunirse más de dos personas en un cruce de dos calles. Dos cubanos reunidos huele a peligro. La preocupación de los gobernantes es sencilla: mientras se hable de fútbol y pelota no hay problemas, sin novedad en el frente; pero, debates sobre escasez de comida y su posible responsable presupone amanecer con el pie derecho: de la falta de comida a la protesta sólo hay un paso de distancia.
Hoy en los barrios o en las peñas deportivas a lo largo del país, espacios usurpados por el régimen, de lo que menos se habla es de pelota. Hay hambre en la calle y las esquinas cubanas han cambiado de color.
Publicado originalmente en la edición 217 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.
Al cumplirse hoy, 19 de julio de 2023, el segundo aniversario de su partida a la Casa del Padre, quiero destacar algunos de los perdurable legados del gran pastor pinareño.
El primer aspecto del legado de Mons. José Siro González Bacallao (1930-2021), obispo emérito de Pinar del Río, es su sencillez y cercanía a su pueblo y fieles todos: sacerdotes, religiosas y laicos. Escuchaba, reía, sufría con el dolor ajeno, apoyaba, consolaba y acicateaba. Su brújula evangélica era la cruz, con ella jamás perdió el rumbo ni la esperanza. Fue valiente, sin alarde y sin fisura. El Obispado era la casa del pueblo. Convirtió su planta baja en un hogar de servicios del alma y del cuerpo: Cáritas y el Centro de Formación Cívica y Religiosa con la revista Vitral, el Dispensario de medicamentos y la capilla, siempre abierta, donde celebraba diariamente la Misa.
Otro de sus legados es la capacidad para trabajar en equipo y promover a los laicos. Fue tejiendo una pastoral de conjunto que tanto ha anhelado la Iglesia cubana. Sin papeleo y sin burocracia. Jamás tomó una decisión sin consulta. Aún aquellas que eran más delicadas y arriesgadas.
Bendijo y animó los proyectos de su Consejo Pastoral Diocesano, que anualmente celebraba con preparación previa y gran escucha de la opinión de sacerdotes, religiosas y laicos. Su autoridad era colegiada y delicada. La diócesis funcionaba unida en la diversidad. Respetó a los laicos y a cada una de sus vocaciones. Nos encargó misiones arriesgadas sin paternalismo y sin zafar el cuerpo, en comunión y solidario apoyo. Promovió al laicado y confió en el amor de los seglares a su Iglesia.
El tercer legado que quiero destacar dentro de muchos, es su valiente y creativo amor a Cuba, a su libertad, a su progreso, a la promoción de valores y virtudes morales y cívicas. Ante la autoridad civil, Mons. Siro siempre tuvo serenidad, firmeza y mucho respeto, con transparencia campechana, sin complicidades ni radicalismos.
Admiro su equilibrio entre valentía y moderación, entre fortaleza de espíritu y misericordia, entre fidelidad inquebrantable a Cuba y a su Iglesia. El secreto de todas estas virtudes fue su espiritualidad de entrañable amor a Cristo, a la Virgen, a Cuba y al Padre Félix Varela.
Obras eficaces de este amor fueron: la Comisión Católica para la Cultura, el Centro de Formación Cívica y Religiosa, la Revista Vitral, Cáritas, la Hermandad de Ayuda al Preso y sus Familiares, la Pastoral Juvenil con su proyecto de Audacia Apostólica, la Comisión Justicia y Paz, el Movimiento Católico de Animación Social, los Cursos de Verano para Catequistas, la Pastoral de la Salud, los Consejos Pastorales Diocesanos, entre muchas otras obras fundadas durante su ministerio.
Vivió, hasta el final, en fidelidad a Cristo el Buen Pastor. Se distinguió como un pastor que da la vida por sus ovejas, las del redil y las del monte, y no como un pastor que intenta conciliar con el lobo la vida de sus ovejas. Su causa de beatificación debería ser introducida. Todo lo que animó y defendió lo hizo por amor a Cristo, a Cuba y a su Iglesia.
MONS. JOSÉ SIRO, RUEGA POR CUBA Y POR SU IGLESIA.
(Este artículo fue publicado en la hoja dominical Vida Cristiana el 27 febrero de 2022)
Sin temor a equivocarme, en Cuba siempre se ha vendido la “guayaba”, como se dice popularmente, de que la Salud es el pilar fundamental de la Revolución castrista, pero eso es sólo fachada, propaganda y nada más, porque en la realidad la Salud cubana siempre ha sido mejor en otros países que en el nuestro propiamente.
Hoy la Salud en este país ha caído en un pozo sin fondo, donde cada día se aleja más de la superficie la solución aparente a este problema. No hay medicina, los profesionales cada vez se decepcionan más, las carencias han obligado a los médicos a desertar en masa, pues al igual que los de a pie, nuestros galenos sufren carencias, necesidades, apagones que no los dejan dormir después de haberse enfrentado a un día sumamente agotable de trabajo, sin recursos y queriendo ayudar a sus pacientes.
Ese orgullo por el cual se vanagloriaba la dictadura hoy ya no existe y desgraciadamente este mismo camino lo ha seguida la Educación, pues la decadencia de estos dos estandartes del régimen va en picada de la mano, y como mismo en su momento los hicieron brillar, hoy ellos mismos los opacan y los destrozan.
La desidia de este régimen tras haber caído en las manos de Miguel Díaz-Canel ha aumentado en un 200 %, tanto así que la medicina en Cuba hoy sólo sirve para decirle al paciente cuál es su mal, mas no para sanarlo, pues en rarísimas ocasiones en las instituciones hospitalarias de este país existen insumos para la atención médica.
Hoy por hoy, podemos asegurar que en Cuba no existe ni Salud, ni Educación, inclusive podemos asegurar que nuestro sistema de Salud Primaria no funciona a ninguno de sus niveles, pero lo peor de todo esto es que mientras nuestro país se muere, la dictadura exporta a nuestros profesionales a cambio de unos cuantos dólares por encima del bienestar de su pueblo.
Publicado originalmente en la edición 149 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque
Describir la realidad cubana, medir su cambiante pulso –allá abajo en la tierra, lejos de la cúspide comunista acomodada–, no es tan complejo como pudiera pensarse, por una razón: el afloramiento contaste de mañas, de la clase trabajadora, para burlar al sistema.
La última de estas mañas, se perdió el tiempo; se lo robaron. En el planeta existe una pregunta que deambula de cerebro en cerebro: ¿por qué los cubanos continúan asistiendo a los centros de trabajo si con el salario que perciben apenas se cubren las necesidades básicas de los primeros días de cada mes?
Queda otra cuestión suspendida: tiempos atrás los aguerridos obreros de la hoz y el martillo completaban los recursos monetarios del mes cargando hasta con el último tornillo de la fábrica, pero ahora prácticamente no hay nada que robar. Entonces, por qué van. ¡Rara esta situación!
De firmeza revolucionaria no se trata, pues en la primera oportunidad si los padres no escapan de la isla lo hacen los hijos, en hogares de nuevo tipo donde parece no muy sólida la ideología socialista –la huida por lo general es hacia el país de los malos–.
La explicación es muy sencilla: la gente, la masa trabajadora, roba tiempo. No es nada disparatado. “Aquí en este país el que no tiene nada que robar roba tiempo”, sentencia escuchada en boca de un artemiseño, trabajador sanitario. Fisioterapeutas que llegan temprano están un rato en el sitio de trabajo y luego se pierden tres o cuatro horas para dar servicio –y cobrar– en hogares particulares.
Otros individuos, mecánicos, que desaparecen de los centros de trabajo después de ‘marcar’ –registrarse en la fábrica–, para cumplir y ganarse lo suyo en negocios particulares.
Esto sucede con maestros, albañiles y médicos dueños de autos, que usan a la enfermera asistente, y en plena consulta, para comunicar a los pacientes que esperan fuera del local que la vista se pospone; mientras el galeno se dirige hacia el aeropuerto, para llevar a otro cubano que ha contratado sus servicios como taxista, no como médico. La situación tiene sus ramificaciones, una de ellas, la complicidad con el supervisor inmediato.
Usted no siempre puede ausentarse así de fácil, alguien debe cubrirle las espaldas. Por supuesto, ‘mojando’ –con una cuota de dinero– al encubridor; y puede que hasta sea propuesto para un diploma, en busca de apuntalar la ejemplaridad del estafador de tiempo. Resumiendo, ladrón de tiempo porque las horas ausentes del centro de trabajo nunca se descuentan – teóricamente, nunca se fue–.
Un detalle, luego de 64 años de comunismo en la isla casi la totalidad de los nacionales en edad laboral pudieran clasificar como ‘hombres nuevos’, el gran proyecto ideológico del castrismo. ¿Qué falló? No obstante, queda dos preguntas al final: ¿qué se harán los cubanos cuando se acabe el tiempo, qué se robarán de los centros de trabajo para terminar el mes?
Publicado originalmente en la edición 195 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa