Cuba, nuestra isla en decadencia, cada día continúa hacia un abismo, hacia un descalabro total, impulsada por la dictadura que busca y siempre ha buscado como único interés esclavizar al pueblo para que los dirigentes, o más bien los dictadores y sus allegados, puedan continuar llevando sus vidas de lujo.
Cuando uno piensa que va a tener un respiro, pues vuelve a meter la mano la dictadura y desestabiliza ese aparente confort que pensábamos tener.
Analicemos un poco la bancarización, según los especialistas del estado, este proceso catapultará la economía cubana a otro nivel, lo temible es que como siempre ese nivel debe ser más debajo de donde estamos porque realmente aquí cuando pensamos que estamos mal, siempre descubrimos que en el sótano de los fracasos del régimen siempre hay otra planta más.
Muchas personas por estos días se expresan en contra de este proceso, puesto que de ser impuesto a voluntad de la dictadura como está previsto sería un gran impedimento para la mayoría de la población, pues, seamos realistas, ¿cuántas personas tienen móvil que soporte las plataformas de pago?, o más bien, ¿cuántas personas tienen un móvil?, es imposible que la bancarización pueda ser efectiva.
A esto le podemos sumar otra serie de factores como la mala conectividad al realizar los pagos, tanto por las plataformas Transfermóvil, Bancarremota o Enzona, e igualmente para el pago por tarjetas magnéticas mediante los posts que nunca funcionan.
No obstante, el empeño del régimen está puesto en llevar a la digitalización de la moneda toda la economía cubana, aún cuando no cuentan con la tecnología necesaria para esto, claro, también es porque gracias a sus fallos financieros consecutivos y la insuficiencia de efectivo los obliga a tomar medidas desesperadas al respecto.
La realidad es que el pueblo no está contento con estas medidas, así como tampoco tienen ni los conocimientos, ni la costumbre y mucho menos los recursos para esto, pero al estado parece no importarle y va a seguir hacia adelante, así que hoy podemos decir que la suerte está echada, eso va a ser la solución o el fracaso total, y la estocada final a la dictadura.
Publicado originalmente en la edición 154 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque
Según el diccionario, la esquizofrenia es “un trastorno mental que dificulta establecer la diferencia entre lo que es real e irreal”. El esquizofrénico vive dentro de su propio mundo, puede ver y oír cosas que constituyen para él la realidad, pero que, en verdad, sólo existen en su mente.
Anda por las redes un resumen de la última Mesa Redonda que cabe perfectamente en esta definición de “esquizofrenia”. Nos han dicho a todos, públicamente, que “no hay combustible y que habrá muchos cortes de luz, pero que debemos tener confianza; que por la falta de combustible sólo funcionará el transporte imprescindible, pero que debemos resistir; que por la misma razón energética se pondrá en marcha el teletrabajo e incluso se cerrarán escuelas, pero que sólo necesitamos más confianza; que tampoco se podrá trasladar la canasta básica a las bodegas y que además no hay dinero para comprar los artículos de dicha canasta, pero que todo se afronta con más resistencia; y que a pesar de esta situación lo que tenemos que hacer es defender la Revolución porque, evidentemente, ‘sí podemos’ salir de esto”.
Es un discurso esquizofrénico, pero no es nuevo, de hecho, hemos crecido rodeados de mensajes esquizofrénicos: “hacer más con menos”, “construir un socialismo sostenible”, “resistir y vencer” …
También es cierto que nosotros entramos en el juego de la esquizofrenia social: nos quejamos de puertas hacia adentro y aplaudimos de puertas hacia afuera, nuestros hijos pasan hambre, pero no faltamos al desfile del primero de mayo, no tenemos medicamentos, pero nos apuntamos a los actos de repudio…
Aún así, vamos poco a poco mostrando signos de sanación y de cordura. Es verdad que hemos tenido hitos importantes en este proceso de sanación social: el movimiento San Isidro, el plantón de intelectuales y artistas el 27 de noviembre del 2020 frente al Ministerio de Cultura, las manifestaciones masivas del 11 y 12 de julio del 2021, por sólo citar algunos ejemplos. Pero más allá de esto, hoy estamos asistiendo a un crecimiento de la honestidad ciudadana en los comentarios en la calle, en los sitios públicos, en las redes sociales, así como a un aumento de la conciencia crítica de diferentes actores de la sociedad civil, que han sido capaces de hacer declaraciones y de tomar acciones para deshacer el espejismo patológico de una sociedad feliz, perfecta y adherida fervientemente a su Revolución.
Escritores, artistas, periodistas, cuentapropistas, animalistas, profesores universitarios, el colectivo gay, comunidades religiosas, madres, jóvenes… han alzado su voz y, sin saberlo, han puesto en práctica algo que Santa Teresa de Jesús le pedía constantemente a Dios: que hiciera crecer en ella “la terca esperanza y la santa osadía”.
Porque eso es lo que pide nuestro presente histórico, si no queremos morir de hambre, inanición y oscuridad: la unidad de todos los actores de la sociedad civil, cada uno en su campo, cada uno con su pequeño aporte, aferrados a la terca esperanza de que un cambio social en Cuba es posible, y empujando el muro de esta cárcel en la dirección correcta, con santo atrevimiento, con audacia creativa, con el valor que da esa esperanza.
Las recientes medidas de bancarización impuestas por la dictadura realmente muestran un serio paso atrás entre la relación de esta con respecto a las Mipymes, ya que debido al nivel de efectivo que las últimas manejan y a las formas en que deben adquirir la mercancía, las medidas va más en contra de su desarrollo que en una cooperación bilateral entre el estado y el sector privado.
Supuestamente, el régimen pretende con esta medida facilitar las transacciones entre los actores económicos de la sociedad, pero realmente esto lo que hace es aumentar el control de la dictadura sobre el dinero de cada persona o negocio.
Esto pudiera considerarse como una estrategia para eliminar las Mipymes y muchos negocios privados que no les conviene realizar sus transacciones mediante las plataformas electrónicas; ciertamente la bancarización y el reordenamiento sólo afianzan las pésimas medidas económicas que la dictadura desesperadamente impone para intentar resolver un desastre que ellos mismos crearon.
Las Mipymes no son las únicas afectadas sino también el pueblo en general; y no por el control de la dictadura, sino por las dificultades que esto supone sobre las transacciones entre las personas, pues no todos cuentan con las medidas necesarias para poder realizar las operaciones digitales.
También existe un gran sector de la población que tampoco posee los conocimientos necesarios para enfrentar este cambio, principalmente la tercera edad.
Esperamos que esta nueva medida no sea otra más de las que le cuesta más al pueblo de lo que le aporta, y que no sea de las que siguen bacheando la economía dirigiéndola hacia un abismo sin fondo del cual ya le es sumamente difícil salir.
Publicado originalmente en la edición 153 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque
La historia está llena de líderes populistas que, teniendo medios para producir cambios favorables han corrompido su función en el poder. No hablan la verdad y no son reales sus intenciones. Esta es la realidad de Cuba en enero de 1959.
Este populismo que se alimenta de luchas monumentales y confusión, generalmente termina en una crisis política, por no poder sostener lo prometido, ya desenmascarado, escondiendo sus reales propósitos. Esta tendencia es asumida por el régimen cubano, desde su llegada al poder y en la práctica no es una ideología, es una estrategia para asumir y permanecer en el poder, producto de un sistema que sigue fallándole a la gente.
En octubre de 1960 Fidel Castro declaraba con espíritu triunfalista, tras la firma de la Ley de Reforma Urbana, que se había cumplido con el Programa del Moncada, contenido en La llamada historia me absolverá.
En este documento explicaba Fidel Castro, de forma concreta los principales problemas de la nación hacia los cuales se dirigirían todos los esfuerzos. Ellos eran: el problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo.
Una afirmación atrevida para el momento y que llegó a ser aceptada por un pueblo que esperaba cambios .Las medidas implementadas por el régimen cubano daban laimpresión de que estos grandes problemas eran resueltos, pero 70 años después la realidad es otra bien diferente, el cacareado programa nunca se llegó a cumplir.
El problema de la Vivienda en Cuba sigue sin resolverse, al presente muchas familias cubanas viven en condiciones inhumanas, alojadas en cuartuchos, la espera de una vivienda digna, la tierra entregada a los campesinos no es suya en la práctica, la expropiación de estas es un peligro al que están sujetos.
De igual forma las empresas e industrias arrebatadas a sus dueños, en su mayoría han sido destruidas y el país hoy no tiene garantizada una estructura industrial sólida. A esto se le suma un alto índice de desempleo, bajo el término oficial de "interruptos".
El problema de la salud del pueblo no está totalmente garantizado, contamos con un Sistema de Salud Pública en crisis. El sistema educacional cubano, si en un momento tuvo algún logro, hoy se aprecia poco, la cuestionable calidad de los procesos ha minado sus bases.
Una mirada profunda a la realidad de Cuba, en el año 2023, permite interpretar la realidad, con un sentido más realista. El programa del Moncada solo fueron fuegos artificiales que no produjeron resultados.
Es por ello que corresponde a cada cubano aprender a ver con mirada profunda, despojados del modelo populista. Solo una ciudadanía preocupada, educada y con mecanismos institucionales efectivos y eficientes puede evitar que el país se vea gobernado por falsos mesías, redentores y salvadores.
Publicado originalmente en la edición 163 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella, así reza un viejo pensamiento político. La Corrupción Administrativa en Cuba no es un fenómeno nuevo y se registra desde finales de la época colonial, la república y hasta los días de hoy parece ser un mal endémico imposible de erradicar. Hablar de corrupción política y administrativa en Cuba no es algo nuevo.
Forma parte del estilo de vida de funcionarios y personeros del régimen, a cualquier nivel, desde el mismo enero de 1959. La corrupción puede ser entendida desde varios puntos de vista, pero en esencia no es más que el uso de funciones públicas de forma ilícita para obtener beneficios privados.
Es una acción u omisión reservada únicamente a los que administran los recursos materiales, financieros y humanos como son los cuadros, dirigentes y funcionarios. En los años setenta del pasado siglo, el régimen cubano mostró signos notables de corrupción se manifiesta el crecimiento de los casos detectados de malversación y otros delitos económicos asociados a la llamada propiedad socialista estatal.
En la década del 90 el régimen se vio obligado a realizar reformas al Código Penal para enfrentar el fenómeno de la corrupción y en la parte especial de dicho código se introdujeron nuevas conductas relacionadas a estas prácticas.
La corrupción en la isla no se ha detenido, como resultado de la crisis del sistema político. En muy común identificar a todos los niveles, las formas más comunes de corrupción entre ellas: el uso ilegítimo de información privilegiada, los sobornos, el tráfico de influencias, la evasión fiscal, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, entre muchas otras.
Según estadísticas sobre el Índice de percepción de la corrupción, publicados en el sitioDatosmacro.com, Cuba ocupaba el puesto 64 de 180 países analizados, y un porcentaje de 46% en el índice de corrupción. Una cifra conservadora, debido a la censura y control de la información par parte del régimen.
La corrupción administrativa de cuadros del Estado y del Gobierno, en la isla está entre los peores males que tiene el régimen castro comunista, alimentado por la impunidad. Estos cuadros del Estado y del Gobierno, designados por el régimen para velar por sus recursos e intereses, son los principales coautores de las ilegalidades que pululan por todo el país.
Publicado originalmente en la edición 163 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
Durante décadas hemos escuchado decir a los máximos dirigentes del Estado Cubano en la radio y televisión nacional, que Cuba posee un sistema educacional de primera calidad semejante al de países del primer mundo. Los que vivimos aquí conocemos la triste verdad y que esos anuncios solo son patrañas para hacer creer al mundo que el sistema socialista es capaz de garantizar lo que la población verdaderamente necesita. Solo con caminar por nuestros pueblos y ciudades uno puede darse cuenta que a muchos de nuestros jóvenes no los motiva permanecer en las escuelas y continuar los estudios en niveles superiores, sino que prefieren buscar otras maneras de salir adelante en la vida. Yuniel Puentes, estudiante de duodécimo grado en el preuniversitario Osvaldo Herrera, asegura que la escuela no le interesa y que la mayoría de sus compañeros piensan igual.
“Es una realidad que los que estudian por muchos años y hacen una carrera universitaria luego de graduarse deben realizar el servicio social y perder años de su vida en centros de trabajo que les pagan una miseria y no aprenden nada útil. Esa es mi forma de pensar y la vida me ha demostrado que tengo razón”, refirió.
El joven cuenta que su hermano es ingeniero civil graduado en el año 2015 y que en la actualidad trabaja en una empresa del Ministerio de la Construcción donde le pagan 4200 pesos cubanos en un mes. “No quiero esa vida para mí, prefiero trabajar en un negocio particular donde se gana mucho más o luchar para irme del país y buscar un mejor futuro.
Si consigo hacerlo no necesito un título universitario, porque miles de cubanos graduados en las universidades que han emigrado, no pueden convalidarlos y ejercer como profesionales en esos lugares”, opinó. Ana Iris Marrero, profesora en la Universidad Central desde hace más de 30 años, opina que la desmotivación por continuar los estudios que sufren los jóvenes y el deseo de abandonar el país, es un problema grave que el Estado debe resolver cuanto antes .
“Hasta que el gobierno y sus dirigentes principales no reconozcan que la educación cubana está en crisis nada se va a arreglar. Todo sería diferente si lo que está escrito en papel se cumpliera en la práctica. Lamentablemente la realidad dista mucho de lo que necesita el país y cada día se aleja más de su propósito fundamental, formar jóvenes preparados que aporten a la economía y a la sociedad”, acotó Marrero.
Publicado originalmente en la edición 101 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Páginas Villareñas.
La difícil situación económica que vive la nación cubana en la actualidad está influyendo en el comportamiento social de los que permanecen en el país. Pareciera que a las personas que habitan en esta isla no les importa lo que sucede a su alrededor, y que sólo se preocupan de sobrevivir a costa de lo que sea. Es una realidad palpable que en nuestros barrios prevalece la ley del más fuerte, y que la vida diaria se ha convertido en una lucha feroz por la supervivencia.
Lamentablemente el respeto, la consideración por el prójimo y la solidaridad entre vecinos, valores muy característicos de nuestra sociedad, han desaparecido casi por completo, dando espacio al desprecio, la violencia y las faltas de respeto entre conocidos. Hasta hace sólo unos pocos años era común ver a los vecinos comportarse como familia, la gente se ayudaba en los momentos difíciles y de escasez. Se brindaban lo poco que tenían, azúcar, un puñadito de sal, dos cubetas de agua y una pastilla para el dolor de cabeza, eran compartidos sin ningún problema. Las relaciones fluían a pesar de los inconvenientes materiales.
Hoy en día todo es diferente, la gente se pelea y se agrede por cualquier cosa. Se conocen casos de peleas violentas entre conocidos, simplemente por no compartir el agua que llega por el acueducto, o por el lugar en una cola para comprar algo deficitario. Un triste ejemplo de lo expuesto anteriormente ocurrió hace solo tres semanas en el poblado Los Güiros, cuando dos familias se enfrentaron a machetazos luego de acusarse mutuamente de acaparar el agua que estaban recibiendo por el acueducto.
Es verdad que las limitaciones que se viven causan mucho estrés, pero nada justifica estos hechos y que personas que enfrentan el mismo problema, descarguen su ira e impotencia entre ellos mismos.
Todo esto tiene como responsable al sistema que ha imperado en este país por más de seis décadas. Son pocos todavía los que se atreven a descargar sus sentimientos contra el verdadero causante de nuestras desgracias.
Los más viejos de casa les inculcan a los más jóvenes el miedo a protestar ante el régimen gobernante, sin embargo no vacilan en decirles que si alguien en la calle se mete con ellos cojan un palo y se lo rajen en la cabeza.
Esto constituye una paradoja que daña profundamente a la sociedad cubana, convirtiéndola en violenta pero manejable y dócil por los que gobiernan y originan sus problemas.
Publicado originalmente en la edición 101 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Páginas Villareñas.
La violencia de género es un mal que se está haciendo cada día más común en nuestra sociedad. En los últimos meses las redes sociales se hacen eco de estos sucesos, denunciado el maltrato, la violencia y los crímenes mortales que sufren las mujeres cubanas. Muchos internautas leen con asombro estadísticas que algunos sitios digitales publican sobre la cantidad de feminicidios que se han cometido en lo que va de año.
La plataforma Yo Si Te Creo en Cuba registra que desde enero hasta julio del presente año, 54 mujeres perdieron la vida a manos de otras personas. Lamentablemente ni la radio ni la televisión nacional controladas por el régimen, dan seguimiento a esta situación que tanto preocupa a nuestro pueblo.
Irma Aguilar López, activista de un grupo contra la violencia de género en Santa Clara, opina que la poca visibilidad que tienen estos sucesos en los medios de información oficial, el desconocimiento que tienen las mujeres sobre lo que se considera maltrato, e incluso la falta de severidad en el actuar de la ley sobre los que cometen este delito, favorece que estos sucesos sigan creciendo en nuestra sociedad.
“En nuestro trabajo conocemos de muchos eventos violentos que se cometen en contra de las mujeres en los que ni siquiera se realizan denuncias. Algunas nos dicen que para que van a denunciar, si son los esposos o los familiares los que las maltratan. En otros casos reconocen que el miedo les impide dar a conocer que sufren violencia de género”, comentó. También dijo, que lamentablemente un grupo importante de mujeres aceptan que sus parejas las maltraten y hasta golpeen.
“Es muy difícil lograr convencer a personas que ven como un suceso normal, que sus maridos impongan su criterio por la fuerza y que no les den participación en la toma de decisiones. Tenemos testimonios de señoras que han sido víctimas de golpizas y abusos por décadas que son incapaces de denunciarlos. En estos casos el apoyo de las familias de origen es fundamental para poder cambiar el panorama”, refirió.
La activista, quien en un momento de su vida fue víctima de este flagelo, opina que el abuso contra las féminas no puede seguir tratándose de manera fría y pasajera solo en pequeños espacios como el grupo al que ella pertenece. “Necesitamos de mayor un mayor y verdadero compromiso por parte del Estado, sus instituciones y de la sociedad en general, para revertir el problema. Nuestras hijas, hermanas, primas o madres, pueden ser víctimas de la violencia de género y necesitar de nosotros para enfrentarlo”, advirtió.
Publicado originalmente en la edición 100 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Páginas Villareñas.