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Opinión
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Rebelión en Cuba: Díaz-Canel, un matón como el Che
Aug 1, 2021

Rebelión en Cuba: Díaz-Canel, un matón como el Che

Por Dr. Oscar Elías Biscet

Los cubanos viven un proceso libertario, donde se reencontraron en la lucha por su liberación con las categorías más hermosas de la existencia humana: la vida y la libertad. Los isleños, su reencuentro con su designio y sus objetivos reparadores de sus sueños rotos por 62 años de tiranía castrocomunista, rechazan el traumatismo sistémico vivido en una perenne oscuridad, que se exacerba por la falta de libertad.


El régimen castrista con su poderoso control totalitario de la sociedad hizo uso de las ciencias como instrumentos para subyugar y corromper a la gente. En muchos prevalecieron trastornos de salud, manifiestos en el abuso o dependencia del alcohol, síndrome de Estocolmo, los trastornos de estrés postraumático, síndrome ansioso depresivo y el trastorno de indefensión aprendida e incluso utilizó la psiquiatría como tortura para doblegarlos en la hipocresía y romper la virtud del disentimiento político de los ciudadanos.


Este mes de julio la humanidad recuerda dos grandes procesos de profundo cambio para el mundo: la Revolución Americana, 1776, y la Revolución Francesa, 1789. También los cubanos tuvieron un 4 de julio de 1851, donde los criollos se levantaron en rebeldía contra el despotismo colonial y buscaron su patria independiente y soberana. Ese espíritu de patriotismo y cubanía se reveló en el orgullo de toda una nación en la rebelión de liberación este 11J.


La rebelión libertaria en Cuba fue un estallido social nacional, en todas las provincias, desde ciudades y pueblos del occidente al oriente del país. Desde la fundación de la Republica, 1902, hasta la actualidad, régimen castrosocialista, 1959-2021, nunca antes en la historia nacional hubo expresiones de descontento popular de esa gran magnitud, en varias localidades, espontáneas y pacíficas de la ciudadanía, exigiendo su libertad, incluso, desde el período de la llegada de los primeros europeos a la isla cubana, 1492, hasta el surgimiento de la República Cuba.


En realidad, el jefe del Partido Comunista de Cuba (PCC), Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pudo engañar a académicos, catedráticos, universitarios y politólogos en sus sueños de encontrar en su persona el Gorbachov cubano, aunque siempre expresó que era continuidad. Lo cierto es que el pueblo cubano le quitó la máscara de la bondad y la democracia y puso al descubierto la esencia de la violencia brutal de individuo y su Partido Comunista. Simplemente Díaz-Canel mostró su enseñanza ideológica y deseo de la niñez en ser un matón como el Che.


El orgullo cubano arde junto a la libertad en Cuba. Mientras el sucesor designado Miguel DíazCanel, el Partido Comunista y su régimen buscar aplastar esos anhelos de libertad. Díaz-Canel, en una arenga pública, ordenó el uso de la violencia extrema a sus secuaces, al estilo de las camisas pardas hitleriana (SA), los camisas negras de Mussolini y los colectivos del madurismo.


Díaz-Canel y el Partido Comunista son los responsables intelectuales de los linchamientos de alrededor de media decena de personas, aunque no se conoce la magnitud de este hecho por el control totalitario de la presa, información general y las comunicaciones, y del ejercicio del exceso de fuerza brutal militar policiaca en las palizas desmedidas a la población en las protestas pacíficas, que las cancillerías de un grupo de 21 países democráticos condenaron por las graves violaciones de los derechos humanos.


Esos crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen castrocomunista deben ser documentados y sancionados en la Naciones Unidas por un Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), asimismo en la Corte Penal Internacional (CPI) y EEUU debe liderar junto a varios países las condenas, velar por los cumplimientos de las sanciones y entre todos acelerar la desintegración de la tiranía.


La administración estadounidense sancionó a Álvaro López Miera, Ministro de la FAR y la Brigada Especial Nacional del Ministerio del Interior. Aunque un enfoque más realista sería sobre el Secretario del Comité Central del PCC, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, la organización política del Partido Comunista de Cuba, su régimen e individuos ejecutores en la práctica de la violencia extrema y los crímenes de lesa humanidad.


Durante los días de rebelión ciudadana, cinco generales murieron en la isla, levantando suspicacias en muchas personas. Quizás fueron muertes por ejecuciones extrajudiciales, no lo sabemos, reafirmar esos conceptos sería caer en la teoría de las conspiraciones, aunque es una forma habituar de deshacerse de los personajes molestos a la cúpula del régimen.


No obstante, estos generales estaban comprometido con la tiranía; uno de ellos cumplió la orden de Raúl Castro de derribar dos avionetas donde murieron cuatro pilotos en labores humanitarias en el Estrecho de la Florida e inclusive disfrutó de sus muertes como lo hacía el Che Guevara cuando fusilaba a los opositores al régimen en la fortaleza de la Cabaña. Lo seguro es que todos intervinieron en las guerras imperialistas de Fidel Castro en África y posiblemente participaron directamente en los múltiples crímenes de guerra, sobre todo en Angola. Estos casos de crímenes de guerra son imprescriptibles y están pendientes por la justicia.


La libertad es parte del pensamiento cotidiano de los cubanos y esto rompió las ataduras impuestas por una sociedad de miedo. No importa el terror de estado, la dictadura castrista tiene sus días contados. Ahora es continuar la rebelión ciudadana, enriquecerse en las teorías del desafío político que las propician y organizarse para la desintegración definitiva del régimen tiránico para dar pasos irreversibles a la República de Cuba libre.

 

Cortesía Diario Las Américas

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El periodista cubano Henry Constantín tras su arresto: “El pueblo entendió que es capaz de poner en jaque al régimen”
Jul 30, 2021

Por Lucas Goyret

 

Henry Constantín Ferreiro es director del diario disidente La Hora de Cuba y vicepresidente regional de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en ese país. Mientras cubría el reciente estallido social en la isla contra la dictadura castrista fue arrestado durante diez días. Junto a él fueron detenidas Neife Rigau e Iris Mariño, diseñadora y fotógrafa, respectivamente, del portal independiente de noticias.

Los tres fueron excarcelados el pasado miércoles 21 de julio, pero se encuentran en arresto domiciliario, acusados de desorden público.

En diálogo con Infobae, detalló cómo fueron los días de reclusión, entre interrogatorios, amenazas e incomunicación, pero celebró la magnitud de las protestas, que fueron brutalmente reprimidas por las fuerzas de seguridad del régimen: “Hay muchísima gente que se ha despertado, que entendió que somos un pueblo como todos los demás, con gran capacidad de poner en jaque al régimen”.

Pese a la violencia y persecución, Constantín Ferreiro aseguró que “los cubanos han aprendido de la represión”, y opinó que por estas horas debe haber “grandes diferencias” en el seno de la dictadura: “Saben que dentro del país hay un grave peligro”.

Con relación a los reclamos de los cubanos que exigen una mejor calidad de vida por los constantes apagones, la escasez de alimentos y medicinas, y el fuerte impacto del coronavirus, el director de La Hora de Cuba sostuvo que el régimen de Miguel Díaz-Canel no impulsará grandes cambios, a menos que Estados Unidos “flexibilice ciertas cosas”: “Están guardando esa posibilidad sólo como carta de cambio con el gobierno de Biden (...) Nos tienen como rehenes ante los americanos”.

-¿Cómo fue su detención?

-Fue sobre las 3 pm del domingo 11 de julio cuando estaba llegando en un triciclo eléctrico, con varias personas, entre ellas mi novia [Neife Rigau], a la plazoleta Las tres esquinas, en Camagüey. El vehículo entró por una calle y al final había agentes de la policía. La protesta estaba a dos o tres cuadras. No pudimos llegar porque apenas me bajé, dos agentes me agarraron, me empujaron para quitarme el teléfono, me inmovilizaron, me esposaron y me ubicaron en una patrulla. Grité varias veces mi nombre y profesión para que la gente que estaba en el lugar lo reportara. De ahí me llevaron directo a la Segunda Unidad de la Policía, donde estuve desde el domingo hasta el jueves; el jueves me trasladaron a la Unidad Provincial de Operaciones, que es un centro de interrogatorio, con doble puerta de riesgo cada celda, y donde hay todavía más incomunicación entre los detenidos. También detuvieron a mi novia, Neife Rigau, y a Iris Mariño, una colega. Estuvimos allí hasta el miércoles 21 de julio. Nos liberaron por un cambio de medidas: la prisión provisional la cambiaron por reclusión domiciliaria, en espera de juicio. Nos acusan de desorden público, que puede llevar de 3 meses a 5 años de prisión, dependiendo de los agravantes.

-¿Hay agentes de seguridad custodiando su domicilio en este momento?

-Ayer vi un individuo en plan de vigilancia, de civil, pero no todo el tiempo los veo. Yo estoy adentro trabajando, publicando, conversando con colegas, trato de no asomarme mucho tampoco. Solo una vez he visto la vigilancia.

-¿Cómo fueron esos días de detención? ¿Sufrió golpizas o violencia física? ¿Pudo tener contacto con familiares o abogados?

-En todo el tiempo de detención tuve 11 eventos de interrogatorio, de coerción. A veces eran más bien charlas. Había desde simples capitanes de la seguridad del Estado, hasta el teniente coronel del departamento de instrucción penal de Camagüey. La herramienta principal que usaron contra mí, lo más duro, fue la amenaza. Ya no por promover las protestas, que yo nunca promoví, yo sólo me movilicé el 11 de julio para cubrirlas, sino por mi trabajo en La Hora de Cuba. Para ellos mi trabajo responde a un esquema de dominación sobre Cuba por parte del imperialismo norteamericano, sin ningún tipo de prueba. Yo soy completamente independiente. En base a esas acusaciones me hablaron de que podía tener de 10 a 20 años de prisión. Entonces ya no se trataba de las protestas, porque yo ni siquiera llegué. Tenemos imágenes mías, que todavía no publiqué, siendo detenido en la plazoleta, rodeado de policías, que demuestran que no estaba en la manifestación. Los interrogatorios eran prácticamente todos los días; el aislamiento fue muy riguroso, no tenía manera de recibir información del exterior, ni siquiera sobre la salud de mi novia, quien tuvo problemas con la alimentación. Lo peor fue la incomunicación y las amenazas, y un fuerte allanamiento que sufrí a mi vivienda. Me llevaron a mi casa esposado mientras hacían el registro. Llegué a contar 23 individuos, entre ellos coroneles, teniente coronel, cuatro boinas negras, y varios vehículos en la calle. Todo para registrar mi domicilio. Se llevaron bienes digitales para revisar todo el material audiovisual. El día que me liberaron me los devolvieron.

-¿Ya había estado detenido alguna vez?

-Si, estuve tres o cuatro veces. Por mi profesión, siempre por intentar cubrir algún evento.

-¿Qué diferencia hubo de aquellas veces a esta última?

-En esas ocasiones la duración fue menor, el máximo no había llegado a tres días. Esta vez estuve diez días detenido. Además, la evolución legal del proceso. Una sola vez se inició una investigación, pero no llegó a la Fiscalía. No hubo un expediente en manos de la Fiscalía, esta vez sí. Eso implica un riesgo probable de prisión, o al menos molestias y preocupaciones durante bastante tiempo.

-¿Teme que lo condenen a prisión?

-Todo puede pasar. El régimen está en crisis por lo que pasó el 11 de julio. Las probabilidades son grandes. Nos liberaron por la presión que había en los medios, por diferentes grupos... Mi novia tiene mucha visibilidad en la iglesia católica, y yo al ser vicepresidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, había mucho revuelo. Todo eso ayudó. Pero cuando estás con amenaza de juicio, es un riesgo latente, pueden apretar el acelerador en cualquier momento. Puede disolverse con el tiempo también, o terminar en otra medida, pero también puede terminar en una condena a prisión breve, que ya lo han hecho otras veces. El hecho de que no haya evidencias en mi contra no me sirve porque conozco casos de personas que sin pruebas han sido condenadas. El aparato judicial no lo controlan los fiscales ni los jueces, lo controla el Ministerio del Interior.

-Varios periodistas fueron detenidos durante las protestas...

-Es prácticamente una lucha de supervivencia continua. En primer lugar porque para hacer periodismo necesitas publicaciones de historias, y conseguir eso implica un riesgo constante. Cada vez que hay eventos, la policía está atenta a todo y a todos. En Camagüey hace bastante que no pasaba algo grande, por eso hasta ahora no había vigilancia constante, pero imagino que a partir de ahora habrá cada vez más. Es una tarea muy dura. Publicar contenidos es muy complicado, entre la vigilancia y los cortes de internet. Dirigir un medio es como estar subido a una tabla en el océano en medio de un tifón. Todo el tiempo tienes que estar pensando cómo sobrevivir y evitar que tus colaboradores sean enviados a la cárcel. Además Cuba está atravesando una crisis económica más grande de la que teníamos. No sólo somos periodistas, somos ciudadanos a los que nos impacta esta realidad.

-Pasaron más de dos semanas del estallido de las protestas. ¿Cómo sigue la situación en el país? ¿Pese al gran despliegue de las fuerzas de seguridad continúan las manifestaciones o bajó la tensión?

-No he recibido reportes recientes. Hay vigilancia en las calles, de civiles y militares. Algunas zonas están tomadas por los boinas negras. Hay una tranquilidad forzada porque el despliegue paramilitar y oficial es abrumador. La gente además está recuperándose de las heridas: muchos han sido detenidos, otros pasaron mal rato o tienen algún familiar detenido, y eso inmoviliza a la gente. Pero los problemas de la población siguen ahí, entre apagones, salarios bajos, escasez, el coronavirus, la ausencia de vacunas, y decenas de problemas más. Mientras, en el régimen sigue el mismo grupo de personajes que ya tanta gente detesta, que solo saben reprimir. Apenas han hecho algunos pequeños cambios cosméticos, como autorizar a viajeros la entrada de medicamentos y alimentos, autorizar alguna venta de crédito, pero más nada. El Estado también anunció que va a repartir un módulo de alimentos, pero estamos hablando de tres libras de arroz, un poco de frijoles, dos latas de pescado, cantidades que no alcanzan ni para 15 días, y para toda una familia. Ojalá estén pensando en cambios profundos, pero yo creo que están guardando esa posibilidad sólo como carta de cambio con el gobierno de Biden, para que Estados Unidos flexibilice ciertas cosas. Nos tienen como rehenes ante los americanos, por eso no creo que eviten los problemas que ya hay.

-¿Y ve alguna posibilidad de acercamiento con Estados Unidos ahora con Biden en el poder?

-Biden ha dado señales con el tema de las remesas y la ampliación del personal de la embajada. Es una intención de marcar cierta diferencia. Pero si ahora hacen concesiones pueden verse demasiado débiles ante una dictadura represiva. La esperanza del régimen a que Biden restablezca varias cosas hizo que sean más suaves en la represión, porque podríamos haber visto una represión aún mayor. Pero la represión que hubo, que fue fuerte, puede congelar los impulsos de Biden. Ellos siguen recibiendo ayuda de China, Rusia, la Venezuela de Maduro, todos países que no acatan las medidas del embargo.

-¿Esa represión que hubo es síntoma de debilidad? ¿Cómo ve por estas horas a la cúpula de la dictadura?

-Después de un primer momento de unidad en el que todos se vieron en riesgo, debe haber bastantes diferencias de criterio. Sobre todo en el tema de cuánto reprimir. Algunos deben desear reprimir más, pero ahora hay miles de opositores, antes eran muchos menos. La gente ya probó lo que es protestar, gritar… Saben que dentro del país hay un grave peligro. Los que no tienen las trazas de Castro deben preferir no llenarse las manos de sangre. También debe haber un debate fuerte de qué hacer con internet. Todo empezó por las redes sociales. Las bloquearon, pero han tenido que normalizarlas. El uso de las redes sociales es una fuente de ingreso muy grande, no se pueden dar el lujo de perderla. Es muy caro el internet en la isla. Debe haber preocupación de qué hacer con eso; seguramente evalúan penetrarlas al máximo. El monopolio de las comunicaciones es parte del monopolio de la familia Castro, por eso deben estar pensando qué hacer con ese tema. Otro punto que deben estar analizando es qué hacer con los americanos: ¿reprimimos más o soltamos gente para ver si Biden da más concesiones?

-¿Preocupa que a fuerza de represión y detenciones el régimen logre bajar la tensión, o lo que ya ocurrió marcó un antes y un después?

-El 11 de julio amanecimos con la seguridad de que no iba a haber esa magnitud de protestas. A la tarde pensamos radicalmente lo opuesto. Estamos más que satisfechos. Nos quedamos cortos en lo que pensábamos, los ingredientes están ahí. Si se disuelve, o no queda en nada, es poco probable, pero se ha avanzado más de lo que se pensaba.

-¿Cómo analiza la respuesta de la comunidad internacional? ¿Hay mayor conciencia sobre lo que ocurre en la isla? En la OEA varios países se negaron a tratar el tema en una sesión extraordinaria, ¿por qué piensa que evitan abordar la crisis cubana?

-Las imágenes de la represión ayudaron a que algunos actores se movieran con más claridad. Hubo un pronunciamiento de Josep Borrell, más fuerte de lo que se esperaba. Sin ser fuerte como quisiéramos, ya no echaba la culpa al bloqueo. Eso indica un avance. La represión ha sido incontrastable. Por supuesto la maquinaria diplomática cubana es enorme. El número de embajadas nuestras en el mundo es superior a las de España. El esfuerzo por ganarse partidarios por todo el planeta, sobre todo en las Américas, es enorme. En el caso de la OEA, la diplomacia de los médicos esclavos cubanos, que son empobrecidos para venderlos a buen precio, sobre todo a países del Caribe, funciona. Son países que saben que si muestran una relación agresiva con el régimen cubano pueden perder los médicos, que ayuda a determinados políticos a ganar elecciones. Muchos se cierran ante la represión, piensan en su política exterior. Al margen de que ahora hay varios gobiernos simpatizantes del régimen castrista, como López Obrador en México, y el nuevo presidente de Perú [Pedro Castillo]. Todo termina repercutiendo en Cuba de esa manera, como con las posturas más suaves de la Unión Europea, que tiene a los hoteles españoles dominando las playas cubanas.

-Para muchos este estallido social es el principio del fin. Otros, en cambio, son más escépticos. ¿Cómo ve el futuro de Cuba?

-Hay muchísima gente que se ha despertado, que entendió que somos un pueblo como todos los demás, con gran capacidad de poner en jaque al régimen. La sociedad civil ya sabía que podía rebelarse, pero los demás no sabían. Ahora perseguidos y todo, sienten que se puede protestar, con riesgo, pero se puede. Antes la justificación era que más nadie los iba a seguir, “somos un pueblo de carneros”, decían algunos. Todo eso se ha derrumbado. Ellos mismos saben que no están enfrentados a un pueblo pasivo, están enfrentados a un volcán activo, y eso da tremenda esperanza. Aunque todo se silencie y se retome una cierta normalidad, basta que los de arriba cometan un error para que todo vuelva a empezar. Los cubanos han aprendido de la represión, la próxima no será igual.

Cortesía Infobae

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Pueblo cubano protesta contra el régimen
Jul 12, 2021

La Habana, 12 de julio de 2021, (ICLEP) - Miles de cubanos salieron a las calles este domingo en varias ciudades en una protesta sin precedentes contra el régimen del mandatario Miguel Díaz-Canel.

Las manifestaciones ocurrieron en un contexto de desesperación de los ciudadanos por la escasez de prácticamente todos los productos de primera necesidad, el colapso de muchos hospitales por un rebrote del COVID-19, la falta de medicamentos, los apagones y el hambre que sufre la población ante la indiferencia del régimen.

El mandatario cubano, en cadena nacional, ordenó a los simpatizantes del régimen a enfrentar a sus conciudadanos, lo que fue interpretado como un llamado a una guerra civil.

El régimen cortó el acceso a la internet y reprimió al pueblo con palos y piedras, con gases lacrimógenos, disparó contra la población indefensa y entre mucha más violencia arrestó a decenas de manifestantes incluyendo a periodistas.

Las protestas fueron apoyadas por miles de cubanos en todo el mundo, por políticos, por ONG que defienden los derechos humanos y la libertad de expresión y prensa, así como por el gobierno de los Estados Unidos.

Al momento de redactor esta nota las calles de Cuba están militarizadas y el pueblo continúa sin acceso a internet y siendo reprimido por el régimen. No se tienen noticias de nuevas protestas, aunque no se descarta que estén ocurriendo.

 

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Otro día más de tristeza en la vida
Jun 10, 2021

Publicado originalmente en la edición 99 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cimarrón de Mayabeque

Otro día más de tristeza en la vida

Por el periodista ciudadano Jorge Gómez

Hubo un tiempo en el que yo despertaba en las mañanas y pensaba que eran tiempos terribles, pensaba que ya la cosa no podía ir a peor, pero nada más lejos de la realidad, siempre en la vida se puede ir a peor y sobre todo en este país.

Desde que comenzó este desordenamiento monetario, porque esto no tiene otro nombre o por lo menos no para mí, ahí fue donde me di cuenta de que de verdad la cosa iba para peor y lo más jodido del caso es que cada día se pone todo más malo.

Esos tiempos en que pensábamos todos que estábamos mal, pero que al menos las familias se reunían, los amigos compartían, se jugaba dominó en las esquinas y se podía ir a algún lugar, aunque fuera malo o no tuviera las condiciones, esos, esos eran buenos tiempos y no lo sabíamos.

Eran tiempos difíciles para el cubano de a pie, si, lo eran, pero estos son peores, ya la gente no sonríe, ya el humor del cubano, ese que nos caracterizaba dondequiera que estuviéramos se acabó, hoy las personas caminan con la cabeza gacha como avergonzados y en esos me sumo yo.

Miles de veces me he preguntado ¿por qué aguantamos tanto?, ¿por qué permitimos que el régimen nos quite la alegría?, si ya nos han quitado la libertad durante tanto tiempo, no podemos permitir que nos quiten también los deseos de vivir.

Parece mentira que ya uno no habla con las personas, más bien discutimos como animales, ya uno no se relaciona, preferimos aislarnos y no precisamente por la COVID-19 que realmente no es la peor enfermedad que nos afecta, realmente la peor enfermedad que tiene el cubano, más bien el país es la dictadura Castro/Canel que ha consumido al pueblo en vida.

Me da tristeza levantarme en las mañanas pensando que será otro día igual, deseando que acabe el día para que llegue la noche como si eso fuese un remedio aun sabiendo que cuando amanezca nuevamente será lo mismo, nos hemos convertido en adictos a pasar el tiempo sin darnos cuenta de que eso es lo más valioso que tenemos porque el tiempo se acaba y con él la vida y es muy triste ver hacia atrás y darnos cuenta de cuanto pudimos hacer para ser felices y no lo hicimos.

Yo considero que ya la dictadura nos ha quitado bastante, no podemos permitir que nos robe también el tiempo, las ganas y la fuerza para hacer de nuestra vida lo que deseamos que sea, no podemos permitirles que nos sigan sumiendo en la depresión mientras que los dictadores y sus hijos viven vidas de reyes a costa de nosotros.

Es por esto, por lo que he decidido que no voy a dejarme aplastar, no voy a dejar que la dictadura me quite lo que es mío por derecho.

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Más Cojo que tú
Jun 9, 2021

Publicado originalmente en la edición 151 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cocodrilo Callejero

Más Cojo que tú

Por el periodista ciudadano Raúl Pérez Rivero

Hoy, de los pretendidos valores y quimeras del hombre nuevo no queda nada. Cada día queda menos, si es que alguna vez hubo algo. Las personas se agarran de un clavo caliente para sobrevivir y esto significa pisotear al otro. Se simula, se atropella y se va con todo encima del vecino en cuanta cola aparece. Si esto es unidad entre cubano, como pregona el régimen en su propaganda viciada y repleta de irrealidades, mejor nos ahorramos lo contrario.

Tan es así, que ser cojo en la Cuba de hoy se ha convertido en negoció y hasta estatus social. Un cojo con todas las de la ley, esto es, un supercojo, cuando llega a una cola todos se apartan. “Pase usted su majestad”, parecen decir las miradas de los presentes. Los otros cojos que quedan fuera, en la cola que ellos organizan aparte, comentan admirados biografía, santo y seña del supercojo que yace dentro de la tienda, revisando estantes. Y si entre los de la cola hay disputa, aparece el escalafón: “Yo soy más cojo que tú”.

No obstante, la admiración social por los cojos, una oportunidad que no tiene todos en las colas, y como se trata de cubanos, los efectos secundarios de este fenómeno social no tardan en aparecer. El primero de ellos, cuando traen algo a la tienda la longitud de la cola de los cojos duplica la cola de la gente sin afectación física. Aún se investiga de dónde han emergido tanta cantidad de carnés de impedidos físicos. ¡Claro que de la corrupción no es! Quien tiene posibilidad de otorgarlos le lucha uno a parientes y amistades. Como dijo un moreno que más parecía boxeador: “Hay veces que la cojera se lleva por dentro”. Otros dicen que ya el relajo de la cojera apesta. Hasta para comprar cerveza dispensada u otra cosa se presenta el carné de cojo. Donde todavía no se ha apreciado el fenómeno es en funerarias, los cojos no están apurados por este servicio.

Pero, no todo queda aquí. El mimetismo del cubano para con el socialismo es impresionante. Un ejemplo, los cuentapropistas que operan bicitaxis tienen asignado cuatro cupos para llevar el gas de cocción a impedidos físicos, cada vez que llega el camión con suministros desde Matanzas. Pero, Los Arabos está atiborrado de cojos. La solución, ha surgido una empresa: quien paga más por el servicio es más cojo. Tiene que rotar. Esto ha derivado en que no se necesite pie dislocado o mal formado para avanzar en el escalafón. El dinero, aquella cosa de la cual el socialismo nació enemistado, es quien manda. No es preciso carné ni comisión médica para certificar la invalidez.

El pueblo se ha llenado de supercojos; aquellos que de una forma u otra siempre están en la punta de la fila cuando llegan suministros al territorio.

Lo anterior no es otra cosa que un ejemplo de lo que ha hecho el socialismo en Cuba. De hombre nuevo nada. Doble moral a borbotones. El ‘Cojo Nuevo’ se desdobla en una cola como el mejor de los actores. El rostro es sufrimiento todo. Miran para el cielo en busca de clemencia divina, debido al sufrimiento que proviene de la extremidad lacerada, y una lágrima cae al piso. Hasta deseo de dejarle el pollo nos invade. Así va la isla, entre consignas y hordas poseídas por la doble mora. Unos más cojos que otros.

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Cuba no es el peor país del mundo, pero su régimen es el peor de la historia
Jun 7, 2021

Publicado originalmente en la edición 99 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cimarrón de Mayabeque.

Cuba no es el peor país del mundo, pero su régimen es el peor de la historia

Por la periodista ciudadana Jeniffer Castillo

Cuando de países se trata Cuba nuestra tierra es una de las más hermosas, por sus bellezas naturales, su flora y su fauna, su gente y sus playas, es una lástima que todo eso sea opacado por el pésimo régimen que dicta en la isla. No por gusto cuando Colón descubrió nuestra tierra expresó que “esta es la tierra más bella que ojos humanos hayan visto”, claro en ese momento Cuba era una tierra virgen y próspera, pero todo eso cambió cuando el mayor dictador que ha conocido la historia se dio cuenta que podía esclavizar y adoctrinar a todo un pueblo para cumplir sus caprichos.

El régimen cubano siempre ha utilizado como estrategia moldear los cerebros a su conveniencia para crear (en el mejor sentido de la palabra) carneros dispuestos a ir al matadero sin chistar.

Desde pequeños en las escuelas siembran en nosotros y en nuestros hijos la semilla del comunismo castrista que tiene como único objetivo aplastar nuestras ideas, nuestros sueños y la forma en que quisiéramos vivir para dejarnos como los despojos humanos que durante 62 años hemos sido.

Por ese motivo podemos decir donde nos paremos que nuestro país es lindo, que estamos orgullosos de ser cubanos, pero que condenamos y repudiamos al régimen que impera en la isla los cuales nunca han sido elegidos por el pueblo y es por eso que podemos decir que ellos no nos gobiernan, ellos nos tienen presos en la mayor cárcel del mundo.

Nunca en la historia de los cubanos desde 1959 se ha podido decir que este sistema dictatorial ha hecho algo meritorio de reconocer por los cubanos porque si algo han hecho siempre ha tenido un interés atrás y un alto precio a pagar sacándonos de nuestros lomos el dinero con el que viven ellos felizmente y disfrutan de las mieles del poder y las bondades de tener a su disposición la fortuna de todo un pueblo.

Podemos decir que somos víctimas de nuestros carceleros, pero no podemos decir que nos de pena ser cubanos, eso es un orgullo que los dictadores con su repudiable gestión han empañado ante los ojos del mundo entero, Cuba no es potencia médica, no es potencia educacional, no es potencia de nada, su régimen es un parásito que chupa de todo el que puede y después se va dejando una estela de pobreza y calamidad donde quiera que le dan entrada.

El gobierno cubano es el único que se apropia de las buenas ideas de su pueblo, las comercializa, las patenta a nombre del régimen y al verdadero talento solo le dan un pedazo de papel con un reconocimiento que no es más que un mero cliché para decir que al menos te reconocieron lo hecho. Ha habido gobiernos malos en diferentes países del mundo, pero ninguno tan duradero como este, ninguno que haya acabado con todo un pueblo y es por eso que podemos decir a ciencia cierta que Cuba no es mal país, pero su régimen si es el peor de la historia

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Patrulla-Horno, una tortura cubana desapercibida
Jun 5, 2021

Patrulla-Horno, una tortura cubana desapercibida

Por Yoe Suárez

Volvió en sí tendido sobre la acera, con un círculo de curiosos y militares a su alrededor. Minutos antes, al reportero y activista Alexis Pérez lo habían detenido oficiales de la Seguridad del Estado cubana, mientras reportaba un desalojo en la periferia habanera. Junto a otros opositores políticos, aquel día de octubre de 2019 fue hacinado en la parte trasera de una patrulla hermetizada bajo el cenit del trópico.

Adentro pesaba más el ambiente, unos hombres aspiraban con dificultad lo que otros exhalaban y el cuerpo frágil de Alexis se apagó: "No puedo precisar cuánto estuvimos amontonados, porque por el calor asfixiante y la recirculación de dióxido de carbono perdí el conocimiento. Cuando abrí los ojos de nuevo, estaban reanimándome, y la Policía gritaba a la gente que se alejara".

La escena describe una tortura usual del castrismo en la última década: retener por una hora o más, en vehículos herméticamente cerrados, muchas veces bajo el sol, a personas incómodas para el régimen. Aprovechando el clima húmedo y abrasador de Cuba, en un espacio recubierto de metal, el método patrulla-horno puede provocar sensación de asfixia, desmayos, irritación cutánea, vómitos, deshidratación, etc. El uso, inclusive, de compuestos químicos está documentado.

En marzo de 2019, el opositor Ángel Moya fue detenido en la calle mientras hacía jogging en La Habana. Los militares "cierran las cuatro ventanillas herméticamente y me dejan bajo el sol", relató. "Golpeé los cristales y les dije que los bajaran para que me entrase aire, pero dijeron que no". Lanzó patadas contra una puerta de la patrulla. Una ventanilla se abrió, pero en vez de aire fresco recibió una dosis de spray pimienta. La irritación en las mucosas de ojos y nariz empeoró al ambiente calcinante.

El movimiento opositor femenino Damas de Blanco (DDB), liderado por Berta Soler, esposa de Moya, ha documentado casos similares, donde la tortura patrulla-horno es combinada con el uso de compuestos sintéticos. En octubre de 2019, Micaela Roll, Marieta Martínez, Zulema Jiménez y María Josefa Ancón fueron detenidas violentamente tras ir a misa en la iglesia habanera de Santa Rita, y lanzar octavillas contra el socialismo por calles cercanas, en la campaña "Todos Marchamos".

Todas detectaron "un olor químico fuerte" en las patrullas donde terminaron herméticamente encerradas horas bajo el sol. A Micaela le faltó el aire, Marieta acabó vomitando tras ser abandonada lejos de su casa y María Josefa sintió su "cabeza grande" antes de desmayarse.

En marzo de 2017, Berta Soler denunció ante la Fiscalía General de la República que en la capital y en provincias con delegaciones de DDB las activistas eran "detenidas, sometidas a actos de repudio y encerradas en autos patrulla, donde permanecen al sol durante varias horas", y luego eran "abandonadas en zonas boscosas e inhóspitas alejadas de la ciudad". Soler expuso cómo les obligaban a desnudarse, permanecer incomunicadas, sufrían robos con fuerza del dinero en sus pertenencias, actos vandálicos en sus hogares, y decomisos de juguetes para niños, laptops, cámaras y otros equipos.

La normalización de relaciones entre los Gobiernos de la Isla y Estados Unidos "avanzó; sin embargo, en Cuba las violaciones de derechos humanos han aumentado abismalmente", acusó la misiva, en referencia al proceso de "deshielo" diplomático protagonizado por Barack Obama y Raúl Castro. En 2018, otro informe enumeraba métodos de los policía política contra las Damas de Blanco. Entre ellos, la tortura patrulla-horno "con las ventanillas cerradas para causar sensación de asfixia".

Soler y Moya documentaron domingo tras domingo atrocidades que veían o vivían. Jóvenes, ancianas, negras, blancas, operadas de cáncer de mama, terminaban la mayoría en la Escuela de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), en Tarará, esposadas por horas en sillas, mientras policías de ambos sexos llenaban sus cuerpos de piñazos y patadas. Desnudar, escupir, vejar, morder. Al otro domingo, marchar. Y, otra vez, desnudar, escupir, vejar, morder.

"Al iniciar Todos Marchamos eran 200 damas, hoy se mantienen 24", reveló Moya. "La mayoría se exilió". Ni él ni Soler recuerdan un colectivo feminista en Cuba que se pronunciara contra la violencia a la que fueron sometidas aquellas mujeres.

El ciclo de la represión se extendió por decenas de semanas. La sucesión de desmanes en los informes entre 2015 y 2020 suplanta el horror de las primeras lecturas por cierto cansancio. Similar efecto a la seguidilla de asesinatos de mujeres en 2666, la novela del chileno Roberto Bolaño.

El opositor y analista político Antonio Rodiles, lo describe como parte de una nueva lógica represiva propia de Raúl Castro: "Cuando sistematizas esos arrestos, dejan de ser noticia, aburren". Y la visibilidad en la prensa internacional es un factor de protección vital para los activistas. Ángel Moya recuerda pocas veces a la prensa extranjera acreditada reportando los violentos arrestos.

La patrulla-horno en datos

El procesamiento de unos 300 materiales de organizaciones pro derechos humanos (como Prisoners Defenders o el Instituto Cubano por la Libertad de Expresión), referencias en la prensa, denuncias en redes sociales, videos testimoniales, y entrevistas con víctimas, reveló 117 casos del método de tortura patrulla-horno entre septiembre 2013 y abril 2021. Este no es un inventario total, muchos más casos pueden aparecer, pero deja un retrato de la represión castrista.

En la Isla crece el desabastecimiento de alimentos y medicinas, y el peso cubano está cada vez más devaluado. La situación de desespero ha hecho que la protesta pública se haya convertido casi en una constante bajo un régimen que limita las libertades de asociación, reunión y expresión. Solo en abril de este año, el Observatorio Cubano de Conflictos sumó 203 protestas, un 10% más que el mes anterior.

La represión por parte del Gobierno también ha crecido, y con ella, la utilización de la patrulla-horno como método de tortura. Del segundo período de Raúl Castro (2013-2018), califican 52 casos, y 65 del periodo correspondiente a Díaz-Canel (2018-2021), quebrando el mito de que "sin un Castro en el poder" Cuba irá mejor.

El 93% de las denuncias de patrulla-horno corresponde a activistas políticos, y el 75% tuvo lugar en La Habana, donde acontece buena parte de las movilizaciones sociales, incluyendo la campaña "Todos Marchamos". Con esa iniciativa, que lanzó a las calles mayormente a Damas de Blanco, las denuncias de mujeres torturadas (86) superan a las de hombres (31).

Soler recuerda que en abril de 2015 el movimiento que lidera "inició sin nombre aquella campaña, distribuyendo y exhibiendo fotos de presos políticos en el transporte urbano". Después, se sumaron activistas de otros movimientos, entre ellos Rodiles y su equipo de Estado de Sats, fundamental en la documentación de las manifestaciones. La campaña, que iniciaba después de asistir a misa en Santa Rita y de un encuentro de las Damas en el parque Ghandi, adoptó el nombre de Todos Marchamos. El objetivo era exigir la libertad de los presos políticos.

La recopilación de datos de Berta Soler y Ángel Moya ha sido constante dentro de la oposición. Otros grupos, como Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) o el Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR), cuyos hombres se unieron a Todos Marchamos, no cuentan con reportes tan minuciosos y de tan larga data sobre agresiones contra sus miembros. Quizá por ello la estadística incluye muchas más mujeres. Unos 200 informes semanales, mensuales y anuales de 2015 a 2020 corresponden a Damas de Blanco, y solo especifican condiciones represivas sufridas por sus activistas.

Los primeros registros sobre Todos Marchamos aluden a la presencia de hombres insolados por horas en patrullas hermetizadas, aunque muchas veces eran metidos en furgonetas UAZ de la era soviética. "Ahí es peor que en patrullas o guaguas —dijo Rodiles—, porque el metal no tiene aislante con el interior, las ventanillas son aberturas pequeñísimas o están selladas, y hacinaban dentro a una buena cantidad de detenidos, entre ocho y diez en los dos bancos laterales y otros tirados en el piso".

En 2020 y 2021 la cantidad de hombres sometidos a la patrulla-horno aumentó, mientras que el de Damas de Blanco descendió. Ángel Moya parece tener la respuesta para ese nuevo balance: "Aunque la campaña Todos Marchamos no ha concluido, fue interrumpida en marzo de 2020 por la Covid-19". El régimen aprovechó el avance de la pandemia e impuso restricciones de movilidad y reunión aún mayores.

También cambió de táctica: "Ni siquiera dejaban llegar a Santa Rita a las Damas. Frente a la casa donde vivimos Berta y yo, sede nacional del movimiento, [los agentes de la Seguridad del Estado] armaban actos de repudio enmascarados en congas, llevaban niños de las escuelas, ancianos de Casas de Abuelos; hasta el Centro Nacional de Educación Sexual llevó una comitiva de gays para agredirnos".

 

Torturar y degradar

En los últimos dos años, la mirilla de esta técnica represiva hizo contacto con nombres más nuevos en la oposición. El 19 de abril de 2021, la periodista Mary Karla Ares fue detenida camino a una entrevista. No imaginaba que la patrulla donde la trasladaron hasta la Cuarta Unidad de Policía del Cerro se convertiría en un lugar de tortura. "La dejaron por más de cuatro horas encerrada dentro del auto bajo el sol", contó Normando Hernández, editor de la veinteañera. Una de las dos agentes vestidas de civil que la custodiaban le espetó codazos en la cabeza.

El productor Michel Matos, del Movimiento de artistas contestatarios San Isidro (MSI), vivió hora y media de patrulla-horno. "Fue un rato muy desagradable, apabullante. Toda mi ropa se empapó terriblemente de sudor, porque te trancan y cierran las ventanas del vehículo. Comencé a sudar y sudar, sientes que vas a colapsar", relató en octubre pasado. A veces el oficial de la Seguridad del Estado encargado de su detención se asomaba por las ventanillas cerradas y Matos pidió que bajara una. Pero "decía que eso no se podía hacer".

A Alexis Pérez Lescailles y la activista María Josefa Ancón tampoco les permitieron consumir alimentos y agua mientras permanecían detenidos, con las ventanillas cerradas, en septiembre de 2019. "Yo estaba en Centro Habana junto a otros activistas que logramos burlar el cerco policial a nuestras viviendas, para asistir a la Marcha de los Girasoles, promovida por la dirección de la UNPACU para el día siguiente", relató el hombre sobre la protesta contra el sistema que consistía en salir a las calles con una de esas flores.

Pero en la noche del sábado 8, previo a la movilización, fueron arrestados y llevados a una estación del extremo sur habanero. Permanecieron dentro de la patrulla 17 horas. La detención coincidió con parte del horario de extremo calor en el trópico, entre 12:00 meridiano y 5:00 de la tarde. "Es necesario que el mundo vea toda la represión, la violencia y las detenciones arbitrarias realizadas por el aparato represivo más sofisticado que ha existido jamás contra activistas pacíficos", dijo Pérez Lescailles a la prensa, una vez liberados. A Ancón la soltaron cerca de su casa, a él lejos. Es el período en patrulla-horno más extenso del que haya testimonio, y uno de los pocos que ha podido documentarse. En la patrulla, Pérez Lescailles logró filmar a Ancón y a sí mismo con un celular.

El líder del MONR, José Díaz Silva, también pudo tomar fotos meses antes. Fue esposado, pero con los brazos hacia delante y, como Alexis, no le fue retirado su móvil, precaución que en los últimos años han cuidado los oficiales de la policía política antes de interrogatorios o en detenciones.
 
Con el crecimiento del servicio de datos móviles, Facebook es cada vez más una vía común para la denuncia ciudadana. Díaz posteó: "Tenerte dentro del carro patrulla bajo el sol y ponerte las esposas de hierro apretadas hasta el hueso. El que lo ha sufrido sabe lo negra que es esta tortura".

El promedio temporal de sometimiento a la patrulla-horno es de aproximadamente tres horas. Pero incluso a los reportes más breves de patrulla-horno el científico y opositor Oscar Casanella no duda en calificarlos de tortura. Su primera vez, en 2020, pasó una hora dentro de un auto policial hermetizado y al sol. El 4 de abril de 2021 fueron más de siete. En aquel momento, sus captores le negaron usar el servicio sanitario o beber agua, mientras se deshidrataba por las profusas sudoraciones.

"Estuve en una calle muy cerca de casa, allí parquearon, y todo ese tiempo mi esposa me tuvo por desaparecido", explicó Casanella. "Por la radio oí de una movilización en el barrio San Isidro", narró. Al ser liberado, supo que decenas de personas entorno a la sede del MSI corearon canciones antisistema frente a fuerzas policiales.

Si bien la patrulla-horno tiene características propias de tortura, el foco mediático y de las ONG defensoras de derechos humanos no está aún sobre ese método. Por un lado, ofrecen lógica prioridad al calvario de los presos políticos y, por otro, no parecen reconocer la patrulla-horno como tortura.

En el catálogo de la Seguridad del Estado sobresalen otras técnicas, aprendidas de la KGB y la Stasi, como afectar el sueño de los detenidos, la exposición a altas temperaturas o el uso prolongado de esposas. Y la patrulla-horno puede incluir técnicas como las dos últimas, además de acompañarse con tratos degradantes e inhumanos, léase golpes, negación de alimentos, agua o servicios médicos.

El periodista Boris González Arenas lo comprobó el 30 de diciembre de 2014. Fue arrestado intentando cubrir "El susurro de Tatlin", performance de Tania Bruguera que consistía en instalar un micrófono en la explanada de la Plaza de la Revolución, para pudiera expresar lo que deseara quien lo deseara. El pueblo hablaría en dirección al sitio donde Fidel Castro dictó varios discursos.

González Arenas acabó, junto a otros, en el centro de detención Vivac, de Calabazar. "Allí estuvimos apiñados en un vagón al menos dos horas al sol, fue intencional", relató. "Entre la cabina del chofer y nosotros había una rejilla, y algo de aire entraba por ahí desde las ventanillas del piloto y copiloto. La puerta del final sí era una buena entrada. Pedimos a los policías abrirla, pero un oficial de la Seguridad del Estado prohibió hacerlo".

González Arenas pasó el 31 de diciembre tras las rejas. A la medianoche entonó junto a sus compañeros de celda el himno nacional. El primero de enero, mientras la propaganda oficial celebraba el triunfo de la Revolución, 16 activistas se unieron frente al Vivac "para exigir la liberación de los detenidos del 30 de diciembre", recordó Alexis Pérez Lescailles, que estaba entre ellos. Como evangélico, se decía: "Quien defienda los derechos humanos es un colaborador voluntario y consciente de Dios". Por eso llegó allí.

"La represión fue brutal", dijo. Fue encerrado por horas en una patrulla hirviente. "Pusieron las esposas metálicas con tal presión que me lastimaron el radio del brazo derecho y fracturaron totalmente el cúbito del izquierdo". Trasladado a la estación de Santiago de las Vegas, en La Habana, Pérez Lescailles sintió más dolor. Rabió por asistencia médica. Un oficial de la Policía consideró darla, pero el de la policía política lo prohibió. "Hoy tengo una deformación en la muñeca izquierda y se nota a simple vista".

 

Un cambio de estrategia

En 2003 Fidel Castro ordenó fusilar a tres jóvenes, y detener y juzgar a 75 opositores y periodistas. La arremetida se conoció como Primavera Negra. "En ese contexto el régimen pagó su costo político, y tuvo señalamientos por la violación de derechos humanos", explicó Antonio Rodiles.

Cinco años después, un anciano Raúl Castro sustituyó en el poder a su enfermo hermano mayor. "Cuando sueltan a los presos políticos de la Primavera Negra, en 2010, por mediación de la Iglesia Católica, Raúl Castro, ya en el poder, busca la vía de no recaer en la posición de acusado", dijo Rodiles. "Por eso habilita los 'arrestos exprés'. No dejan de ser violentos, pero buscan hacerlos frecuentes para desgastar y derrotar por cansancio".

El segundo período de Raúl Castro y lo que va del de Miguel Díaz-Canel tienen un denominador común que los distingue del de Fidel: cambiaron los fusilamientos y las condenas de más de 20 años para opositores, por "arrestos exprés", detenciones cortas, y gran cantidad de confinamientos menos largos. Nobleza no: cambio de estrategia. Buscan hacer al castrismo menos atroz a los ojos del mundo.

En ese esquema represivo se inserta otro fenómeno: el uso de vehículos como "celda" durante las detenciones cortas. Del segundo mandato de Raúl Castro se identificaron 58 casos de encierro en vehículos y 440 en el de Díaz-Canel, mayormente experimentados por mujeres opositoras.

La Dama de Blanco María del Carmen Cutiño cree que el régimen gusta de usar patrullas como celdas porque no deja registros de las detenciones en los libros de las estaciones de Policía. Así es más difícil evidenciarlas ante organizaciones de derechos humanos. Sin embargo, mantener encerrados por horas en vehículos oficiales a ciudadanos es una práctica no reconocida por manuales policiales en otros países de América Latina.

La Ley de procedimiento policial de Uruguay menciona a los autos patrulla, por ejemplo, como "medio para el traslado de los detenidos", nunca como un espacio para retenerlos. El Manual de Funciones de la Policía Nacional de Colombia, refiere esos vehículos únicamente como medio de transporte. El Reglamento de la Policía Estatal de Jalisco, México, sostiene lo mismo.

Ni siquiera en Venezuela, con un régimen atado al castrismo, existen reportes de patrullas-celda o patrullas-horno. "Nosotros no tenemos reportados casos bajo ese patrón", afirmó para este reportaje Liliana Ortega, fundadora de Cofavic, organización no gubernamental defensora de los derechos humanos en ese país desde 1989.

De 2013 a 2021 uno de cada cuatro casos de encierros en vehículos cumple con características de la tortura patrulla-horno. En 2018, a raíz de continuas denuncias, el Gobierno cubano entregó un informe al respecto a Naciones Unidas. "Nadie está facultado para ordenar torturas u otros tratos a ellas vinculados", sostuvo el documento. Aunque reconoció que "en la legislación penal cubana no está definido el delito de tortura de forma expresa".

Añadió que el proceso de 1959, "humanista y ético, puso fin" a la tortura como "política de Estado". El Gobierno de Cuba es signatario de la Convención contra torturas y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, pero el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina no reconoce adhesión real del castrismo a ese u otros instrumentos de derechos humanos.

La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura en Chile reconoció como tortura el "exponer deliberadamente a una persona a temperaturas muy elevadas o muy bajas con la finalidad de causar sufrimiento físico o mental". Human Rights Watch lo refrendó en 2005, cuando algunos soldados americanos sometieron a temperaturas extremas a presuntos yihadistas.

El diario del Partido Comunista de Cuba, Granma, se subió a esa ola de denuncias, diciendo que Estados Unidos "se ha especializado, ha capacitado a su ejército, ha exportado sus métodos" de tortura como la "humillación, temperaturas extremas, posiciones incómodas".

A esos tres elementos sometieron en una sesión de patrulla-horno a Marisol Fernández el verano de 2018. Mientras permanecía en el carro 522, hermetizado, bajo el sol, los oficiales de la Policía con chapilla 27021 y 01979 la maltrataron verbalmente y amenazaron, al tiempo que le tomaban videos, como si se tratara de un animal enjaulado. A Fernández "se le irritaron los ojos", relató un informe de las Damas de Blanco0. Debió atenderse con un médico que "le diagnosticó una conjuntivitis alérgica debido al sudor y el calor".

El doctor Alexander Pupo, residente en la ciudad de Holguín, aseguró que métodos como la patrulla-horno dejan consecuencias a nivel corporal y orgánico. "Esos largos períodos de tiempo en un espacio caluroso y cerrado pueden provocar deshidratación, con crisis de hipoglucemias asociadas a prolongados ayunos dentro de esas mazmorras móviles".

La opositora Regla Ríos pasó de 9:00 de la mañana a 3:00 de la tarde encerrada en patrullas. "Parecía que me habían echado un cubo de agua arriba", narró en referencia a la pérdida de líquido por traspiración. "No puedo tocar mi cara porque arde, tengo la piel irritada por el sol que cogí junto con el sudor". El ayuno forzoso, algo que "constantemente hacen", le produjo fatiga.

"Si la persona padece enfermedades crónicas como diabetes o EPOC, puede tener un desenlace fatal de desencadenarse una crisis de estas en el encierro", indicó Pupo. "El estado de ansiedad prolongado, sumado a las fobias y la sensación de asfixia, puede causar infartos del miocardio o llevar a un estado depresivo, que conduzca al suicidio", afirmó.

El psiquiatra Emilio Arteaga coincide con Pupo, y añade que la patrulla-horno es "la exacerbación del estrés intencional agudo mediante calor, malestar corporal, deshidratación, terror, angustia, indefensión, el efecto 'yo te tengo', 'eres mío', 'no te puedes defender'".  

Anisley Martínez vivió seis horas de eso en 2013: "A una le da temor, miedo, hasta falta de aire estar ahí". Rogó a un policía que abriera al menos cinco minutos una ventanilla o moviera la patrulla a la sombra, "pero me dijo que tenía órdenes de arriba" de mantenerla hermetizada y al sol.

El método "es sutil y grosero, una paradoja", sintetizó Arteaga, exiliado en España. "Las torturas y presiones sicológicas son las favoritas de la Seguridad del Estado, para no dejar evidencias visibles", y sus consecuencias, cree, son medibles a mediano y largo plazo.

Para el especialista, quienes han pasado este tipo de situaciones las reviven, son capaces de generar "núcleos de distorsión de la realidad, que van de estados disociativos a distorsiones de tipo delirante. O sea: provoco tal nivel de amenazas y exposición al peligro, que terminas configurando una estructura paranoide. Y la gente dice 'es que está paranoico'. No, es que te indujeron ese estado".

Mientras aumenta el número de protestas públicas y, detrás, la represión, una pregunta lógica que queda en el aire es si el régimen optará por incrementar métodos de torturas como la patrulla-horno, desapercibida aún a los ojos de entidades pro derechos humanos, pero con secuelas funestas para las víctimas.

 

Reportaje en alianza editorial Diario de Cuba con CONNECTAS.

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La multitudinaria protesta de poca gente
Jun 4, 2021

Publicado originalmente en la edición 166 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Amanecer Habanero

La multitudinaria protesta de poca gente

Por el periodista ciudadano Frank Abel García

No siempre para significar un hecho o plantear una demanda hay que recurrir al volumen, al gentío. Ocurre en muchos puntos de la isla, con mayor magnitud en La Habana. No se necesita la acumulación de muchas personas ni de marcha multitudinaria por grandes avenidas para trasmitir una carga emotiva que toca la sensibilidad y el orgullo de todo un pueblo.

Es el caso de madres con niños pequeños, que no tienen donde vivir, usurpando locales; muchas veces locales estatales que han sido abandonados desde hace años. Acciones que muestran que el país no anda bien. Que se necesitan cambios urgentes.

En la edición 164, que se publicó el 30 de abril, reporteros de este medio informativo cubrieron dos hechos extraordinarios. Uno más insólito que otro. El primero, un grupo de madres con sus niños pequeños, una de ellas en cinta, había penetrado en un local abandonado de la calle Muralla, en Habana Vieja. Estas madres no tenían donde vivir.

El otro hecho, que por connotación ocupó primerísimos lugares en lo más descargado de las redes sociales, laceró aún más la sensibilidad de los cubanos: una mujer con su pequeña hija plantó un colchón en señal de protesta en plena avenidas del Cerro. Incluso, a riego de la vida: los carros continuaban pasando a toda velocidad junto a ellas. Se trata de otra madre sin hogar, desesperada.

En estos casos, y en los muchos que se han dado de usurpación de locales, las protagonistas son madres abatidas. Porque hay que estar verdaderamente desesperado para mostrar al mundo la miseria en que se vive; y, todavía más, para poner en peligro tu vida y la de tu hija en una manifestación solitaria. Son ejemplos donde las personas echan a un lado el pudor debido al sinsentido de la tragedia que viven.

Ese es el legado de promesas rotas, incluso, aún vigentes en la actual constitución: “cada cubano tiene derecho a una vivienda digna”. Es como para reír, de la misma manera en que el régimen ríe en la cara de estas madres desesperadas. Es meritorio comentar estos casos que recientemente inundaron las redes sociales, no pasar por alto estos hechos, por una razón: continuarán pasando.

Debido a la profunda crisis habitacional que experimenta el país un número creciente de cubanas y cubanos se han visto forzados a ocupar locales estatales abandonados. Estos hechos, unidos a la ineptitud de régimen, son inevitables y lamentablemente continuarán sonando. Solo que en cada uno de ellos va la más descarnada protesta de la que se tenga conocimiento: la protesta de las madres.

Algo debe ocurrir, un sacudión gigante, para que las aguas tomen su nivel y las madres cubanas recuperen su dignidad. No hay pasaje escondido, basta un dedo acusador, uno solo, el de una sola madre que prefiere perder la vida junto su hija en una calle transitada de la capital, para que desde una sola persona la protesta se convierta en multitudinaria. Tan gigante que arrase con el corazón de la gente.