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Opinión
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“Fellow travelers” y turismo revolucionario
Feb 2, 2023

MIAMI, Estados Unidos. — Recientemente acaba de fallecer Vittorio Garatti, el último de los tres arquitectos que diseñaron la legendaria Escuela de Arte en los terrenos del otrora Country Club habanero.

El cubano Ricardo Porro lo había invitado junto a otro italiano, Roberto Gottardi, para llevar adelante al proyecto que había sido idea del dictador Fidel Castro y uno de sus lugartenientes, Ernesto Che Guevara, mientras jugaban golf en el mencionado sitio incautado a sus dueños originales.

Por supuesto que ninguno de los tres arquitectos se interesó por dicha circunstancia “pequeño burguesa” referida a la propiedad privada y se montaron sin miramientos en el tren del castrismo.

El karma, sin embargo, suele jugar malas pasadas y tan temprano como en 1965 las obras de la Escuela se detuvieron. De hecho, la construcción siempre quedó inacabada.

La crisis económica ya empezaba a corroer la inoperancia de la dictadura y los arquitectos, al parecer, no cedieron a la hora de sugerir ideas, materiales y soluciones más baratas, incluso en términos estéticos, para sus respectivos diseños.

También se sabe que Alicia Alonso nunca estuvo de acuerdo con la parte dedicada al ballet de la mencionada Escuela, diseñada precisamente por Garatti, porque la hacía perder poder y terminó saboteando el proyecto a tal punto de que muchísimos años después Carlos Acosta, bailarín, coreógrafo y director cubano de bien ganada fama en Inglaterra, trató de terminar la construcción y establecer allí su ballet, sin contar con Garatti, quien no cesaba de quejarse por la usurpación, pero los comisarios culturales castristas se lo impidieron.

No era la primera vez que el arquitecto sufría los desmanes de la revolución que defendió con lo mejor de su oficio. Años después de que fuera cancelada la construcción de la Escuela, Garatti estuvo detenido en las mazmorras de la policía política cubana acusado de colaborar con el enemigo como espía.

Luego de tal debacle política, Porro y Garatti abandonaron la Isla, mientras Roberto Gottardi se avecindó en la misma hasta su fallecimiento.

La belleza de la Escuela de Arte entró en franca contradicción con los espantosos códigos de construcción soviéticos abriéndose paso irremediablemente en el país caribeño, que siempre se distinguió por contar con sofisticados y funcionales arquitectos hacedores del esplendor urbanístico habanero.

La fascinación por esa ciudad dilapidada y los sitios turísticos disfuncionales del país en general siguen llamando la atención y ahora The New York Times, publicación que suele entrar subrepticiamente en componendas de la dictadura con su archienemigo y salvador, los Estados Unidos, acaba de dar a conocer 52 sitios para visitar este año, donde Cuba, paradójicamente, ocupa el número 27.

Según la sección, se viaja por comida, cultura, aventura y belleza natural y la lista del presente año incluye estos y muchos otros elementos.

En el reconocido inventario anual, a Cuba la precede Salalah, Omán, en el Golfo Pérsico, por su hermosa naturaleza de cascadas de agua fresca y playas y le sigue la ciudad de Odense, en Dinamarca, donde acaban de inaugurar un extraordinario museo dedicado a la memoria de Hans Christian Andersen.

La explicación del por qué la visita a Cuba es recomendada resulta ser algo truculenta y no se ciñe solamente a valores turísticos sociales y naturales. Irremediablemente se hace presente la doctrina que sigue perturbando a la población.

Es internacionalmente conocido que la Isla se encuentra inmersa en una profunda crisis, sin remedio a la vista. Buena parte de la población solo piensa en fugarse de aquella encerrona y The New York Times enfatiza en las playas de arenas blancas, fachadas de colores pasteles, valles de riqueza tabacalera y una banda sonora musical que no cesa en sus pueblos y ciudades.

Incluso menciona a Santa Clara como “capital regional anegada en historia”, referencia velada a la batalla que allí dirigiera Ernesto Che Guevara, donde le rinden pleitesía con una estatua.

El texto termina potenciando una suerte de turismo comunitario para ayudar al dilapidado pueblo cubano como si se pudiera eludir la avaricia totalitaria sin escrúpulos.

“Menos de dos años después que históricas protestas fueran respondidas con dura represión y en lo que el país se reconstruye del huracán Ian, viajar a Cuba y apoyar a su gente, nunca ha sido tan valioso”.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

Imagen tomada de Atlántica.

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El carro del Estado es particular
Feb 1, 2023

¡Míralo como no para!!! ¡Se piensa que el carro es de él!! ¡Después dicen que no hay combustible!!! Son expresiones cotidianas de los que día a día enfrentamos la gran odisea de conseguir algo en las paradas de guaguas para llegar a nuestro destino. La realidad es que la situación del transporte en las provincias cubanas es pésima y añadirle las inescrupulosas actitudes de muchos choferes estatales.

El Ministerio del Transporte en nota publicada en el sitio oficial Cubadebate el 5 marzo de 2020, aclaró que “la obligación de detenerse en las paradas y puntos de embarque es para los vehículos pertenecientes a las entidades estatales. En coordinación con los Gobiernos provinciales se continuará el monitoreo y enfrentamiento con el máximo rigor a las violaciones que en este sentido se presentan”.

Sin embargo, son los dirigentes y funcionarios del partido, gobierno, empresas, los primeros que no tienen conciencia, no se sensibilizan y pasan en sus carros con aire acondicionado, ventanillas bacanas, asientos vacíos y no paran ni tan siquiera ante la señal del inspector de transporte o amarillo como se les conoce popularmente. ¿Qué pasaría si estos personajes tendrían que coger guagua, hacer señas y magia en la carretera para poder llegar a su casa o trabajo? ¿Qué moral tienen para exigir?

Por ejemplo, en Camagüey luego de las seis de la tarde el transporte público desaparece y durante el día las guaguas no tienen horario fijo para pasar y cuando lo hacen, la mayoría de los choferes se detienen unos metros antes de la parada oficial o simplemente no paran. La Dirección Provincial de Transporte no se pronuncia al respecto y mucho menos toman medidas para aliviar este escenario.

Ante esta difícil situación, muchos transportistas privados se aprovechan para cobrar a la población precios altos. Y a esto hay que sumarle, el cambio ilegal de las rutas de choferes de guaguas en busca de ganancias, en un escenario marcado por la inflación económica que, obliga a cada cubano de a pie, contar centavo a centavo su salario hasta el fin de mes.

Varias son las justificaciones del régimen para excusarse de la crisis del transporte que afecta a la Isla y las actuaciones de muchos que lucran y viven a costa de los recursos del pueblo, entre ellas, la histórica: afectaciones ocasionadas al país del embargo impuesto por los Estados Unidos. Mientras, el gobierno cubano invierte anualmente millones de pesos en la construcción y mantenimiento de hoteles, dejando a un lado sectores que son necesarios para garantizar una mejor calidad de vida.

La mala situación del transporte público en Cuba es un problema desde hace años, pero el régimen no hace nada para solucionarlo, y cada año prometen que mejorará y no terminan cumpliendo y es el cubano de a pie quien termina pagando las consecuencias de la ineficiente gestión y la poca capacidad de quienes gobiernan la Isla.

*LISTADO DE CHAPAS RECOGIDOS POR MI DE ALGUNOS CARROS ESTATALES QUE NO HAN PARADO

*137 576

*208 124

*056 595

*007 104

*056 595

*056 994

*148 8956

*007 085 (gobierno)

*232 016

*119 617

*237 070

*120 127

*140 140

*004 427

*076 654

*060 847

*120 104

*006 947

*137 623

*208 131 (gobierno provincial)

 

 

 

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“Cuadrando la caja”: un programa idiotizante y oportunista
Feb 1, 2023

LA HABANA, Cuba. — “Cuadrando la caja” es un programa de la televisión cubana dirigido al análisis de la economía nacional y sus relaciones con el mercado global. Se transmite semanalmente por el canal Caribe Noticias, y lo amplifica el portal Cubadebate.

Su presentadora, Marxlenin Pérez Valdés, Dra. en Historia y Filosofía, y profesora titular de Marxismo en la Universidad de La Habana, explica el tránsito de la economía cubana a nuevas formas de producción y propiedad. Pero a Chencho Amargura, el filósofo callejero de Centro Habana, no le queda clara la misión del programa por lo que ha visto hasta ahora.

Algunas de las emisiones han versado sobre: “Delitos económicos, sus caras ocultas y visibles”; “Cooperativismo, luces y sombras”; y “Utilidades excesivas en las empresas cubanas”. De entre todas, no obstante, la que dejó a pocos al margen de la discusión en las redes sociales y los cotilleos de pasillos fue la titulada: “¿Otra empresa estatal socialista es posible?”, transmitida el pasado 29 de diciembre y que contó con la intervención de Agustín Lage Dávila —hermano del defenestrado Carlos Lage—, un personajillo que se vende como científico, pero que realmente es uno de los ideólogos del conservadurismo comunista antiliberal.

Según afirmó “Tin” Lage (como le dicen sus allegados), la concentración de capital privado en un grupo de los hoy llamados oligarcas fue lo que empobreció aún más a Rusia en la década de 1990, cuando Boris Yeltsin liberalizó la economía. ¿Olvidaría el eminente miembro del cartel comunista que la mayoría de los oligarcas formados en los ’90 crecieron al compás de la Canción del Komsomol leninista? Fueron mafiosos excomunistas los que corrompieron, prostituyeron, depredaron y hundieron al Estado para aupar a Vladímir Putin, quien se convertiría en el carnicero de Chechenia, Georgia y Ucrania.

¿Temerá Agustín Lage a la insurrección de los emprendedores, la conjura de los cooperativistas o la conspiración de los cuentapropistas que traiga libertad de mercado, prosperidad, abundancia? ¿Temerá que surjan nuevos y más fuertes actores económicos que desbanquen a los obesos burócratas con pinta de oligarcas, comprometidos con el partido único, y desbaraten la piñata, como hicieron los sandinistas en Nicaragua, repartiéndose entre ellos las empresas del Estado?

En su discurso antiliberal, Agustín Lage nos recordó la frase de Francisco Franco, el caudillo ibérico: “Todo está atado, y bien atado”. En Cuba todo está atado, especialmente a los corruptos mecanismos de GAESA, con sus hoteles vacíos en medio de apagones y ruinas, ante la miopía de la Contralora General de la República, Gladys Bejerano.

Entre otras retumbantes expresiones de Agustín Lage Dávila figura su explicación de que la importancia de mantener a la empresa estatal socialista está en “su irremplazable rol para mantener la medicina gratuita”.

¿Estará en su sano juicio el bigotudo doctor? La medicina en Cuba no es gratuita, se paga a costa de los bajos salarios, principalmente de los médicos, y de los trabajadores en general. Además, la existencia de otras formas de medicina pública, como la cooperativa y la privada, lograrían una sana competencia por el bien de la salud de la ciudadanía.

El fanatismo ideológico de la moderadora Marxlenin Pérez, solazada con uno de los herederos de Fidel Castro, es un caso de estudio.

“Cuadrando la caja” es un programa idiotizante y oportunista, dedicado a defender a ultranza un sistema que empobrece y humilla a los ciudadanos, quienes, contrario a lo que dijo Agustín Lage, padecen hambre y no tienen acceso a un sistema de salud pública digno; ni siquiera pueden contar con una aspirina para aliviar el dolor de cabeza.

El círculo vicioso de corrupción e ineficiencia en que se desenvuelve la empresa estatal socialista, impide cuadrar la caja de las finanzas nacionales. La cuadratura del círculo castrista está dotada con los atributos conocidos para que sean su principal obstáculo.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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Cuba: ¿Unidad o pluralidad en la oposición?
Jan 31, 2023

LA HABANA, Cuba. — En Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro, cuando estaba contra las cuerdas, y valiéndose de una falsa oposición —la llamada “oposición funcional”—, logró disolver el gobierno interino de Juan Guaidó y dividir a la verdadera oposición entre los que aceptan dialogar con el oficialismo y los que no. En eso, como en la represión pura y dura, le ha sido muy provechosa la asesoría de la Seguridad del Estado cubana.

En Cuba, donde ni siquiera hay los atisbos de democracia que quedan en los países del llamado socialismo del siglo XXI, la Seguridad del Estado ha tenido éxito en sembrar la división y los antagonismos en los movimientos opositores al castrismo.

Paradójicamente, la fragmentación, el individualismo, la improvisación, la espontaneidad, han hecho mucho más difícil el trabajo de los represores. Una oposición unida hubiese sido para la Seguridad del Estado más fácil de descabezar; pero los represores optaron por dividir. Entonces, atizando las diferencias y los bretes para tener a los opositores enfrentados y que no logren ponerse de acuerdo ni siquiera sobre los muchos puntos que tienen en común, la policía política se ha visto enfrascada en un rompecabezas en el que pasa mucho trabajo para seguir el hilo de las tramas creadas por sus infiltrados y provocadores, o de las que brotan entre los opositores por celos, ansias de protagonismo, intolerancia, etc.

Un exilio numeroso, militante, con recursos económicos y una fuerte presencia en la política estadounidense, ha hecho que existan paralelamente dos oposiciones a la dictadura: una interna y otra en el exterior. A veces las tácticas, estrategias e intereses de ambas se interfieren; y a través de sus infiltrados y provocadores la Seguridad del Estado ha aprovechado esta situación para avivar los conflictos dentro de las facciones opositoras.

Se ha dado el caso de que algunas organizaciones del exilio —tampoco exentas de la infiltración del G2—, para adelantar sus agendas, han provocado la fractura o duplicación de proyectos en Cuba que tenían resultados tangibles.

La cuestión no es sacrificar o subordinar proyectos que funcionan por otros que están en veremos, a ver si resultan y qué sale de ellos. No necesariamente lo novedoso es lo mejor.

No es que apostemos al malo o regular conocido (del que ya sabemos sus méritos y también de la pata que cojea) antes que al bueno por conocer. La vida nos ha enseñado a dudar de los tipos carismáticos y con condiciones naturales de liderazgo; también de los demasiado valientes y de labia fácil. Si vamos a buscar nuevos líderes, las experiencias pasadas y recientes indican que hay que ser cautelosos. No necesitamos caudillos, ya bastantes hemos tenido en la historia, sino ciudadanos responsables y políticamente maduros, capaces de hallar soluciones mediante el consenso y el debate.

Es lógico el cansancio por los tantos documentos que periódicamente emiten determinados líderes opositores; que desconfiemos del lenguaje populista como para complacer a todos y la ingenuidad respecto a la posibilidad, casi impracticable —al menos por ahora—, de desmontar la dictadura a partir de sus propias leyes.

Los mínimos resquicios que por descuido deja la “legalidad socialista” no son como para hacerse demasiadas ilusiones y creer que la disidencia, diezmada, aún sin acabar de salir de los muros del ghetto y sin conquistar las mentes y los corazones demasiado apáticos y asustados de la población, está en capacidad de imponer condiciones al régimen. ¡Qué decir entonces de proyectos que dictan su ultimátum a la dictadura como si las fuerzas opositoras, luego de controlar varias provincias, estuviesen a las puertas de La Habana!

No será con documentos ni conceptos políticos que resultan abstractos ante tanto agobio cotidiano que se logre la movilización popular.

Reunir en un proyecto a muchos de los más importantes nombres de la oposición y la sociedad civil puede resultar decisivo para conseguir la unidad, pero la experiencia nos ha enseñado que las firmas, por sí solas, no bastan. Pronto algunos de los firmantes empezarán a disentir de algunos puntos y hasta de las comas, o argumentar que no leyeron bien el texto, o que no están conformes con que su firma aparezca más arriba, más abajo o junto a la de fulano o mengana. Luego vendrá el regateo de méritos y la habitual sarta de descalificaciones mutuas. Entre ellas, la más socorrida: la acusación de que “el otro” trabaja para la Seguridad del Estado.

Más que una falsa unidad impuesta bajo dudosos presupuestos y de armar concertaciones improvisadas, se deben buscar los puntos de concordancia y el modo de que los diferentes proyectos opositores se complementen. Si las afinidades no son lo suficientemente fuertes para cohesionarnos, mantengamos entonces el pluralismo.

Cuando digo que no debemos perder la pluralidad, no es que abogue por la olla de grillos en que a veces parece convertirse la oposición. Hablo de pluralismo, pero con respeto y tolerancia a la hora de debatir.

Ahora mismo no hay muchos líderes opositores dispuestos a sacrificar sus proyectos en pos de uno común, con resultados a mediano o largo plazo. Menos todavía que acepten subordinarse modestamente a otro líder.

Por forzar una unidad para la que no estamos preparados no debemos sacrificar la pluralidad dentro de la oposición, la diversidad de enfoques y visiones. Es algo que ya tenemos adelantado en el camino a la democracia, donde se busca el consenso y no la unanimidad. Tengámoslo en cuenta antes de precipitarnos a las filas de otro partido único, a aplaudir las órdenes de un Disidente en Jefe.

 

Publicado originalmente en la web Cubanet.

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No “se ha perdido el orgullo por ser cubano”
Jan 30, 2023

Lo ha soltado en el programa Mesa Redonda el profesor de la Universidad de La Habana Fabio Fernández Batista y la sentencia ha corrido como pólvora en las redes sociales. Me imagino que de no haber sido planeada esa “ruptura” en el patrón narrativo altamente censurado de un programa televisivo como ese, que responde y se debe directamente al régimen cubano, ahora mismo debe estar ardiendo el Departamento Ideológico del Partido Comunista mientras los verdugos acomodan la cabeza del intrépido panelista en la picota.

Realmente es difícil imaginar que una disrupción así haya sido planeada por el “sistema”, en tanto resulta contraproducente para una dictadura obsesionada con proyectar discursivamente una idea de “unidad monolítica”, pero de esta gente tan torpe en el manejo de su propia imagen uno puede esperar cualquier cosa, más cuando no “de pronto” deciden debatir el asunto del “patriotismo” sino precisamente la víspera de otra ronda de conversaciones de alto nivel con representantes del gobierno de los Estados Unidos.

No dudo que, frente al “enemigo” por seducir, por ablandar, el numerito “incendiario” haya sido apenas ese show necesario para contar con al menos una prueba reciente de que las cosas van cambiando en Cuba, porque si algo no se les puede negar a los funcionarios e ideólogos cubanos —y el profesor Fabio es esas dos cosas— es la capacidad histriónica que les permite desdoblarse en el personaje que el contexto político demande. Todo sea por alcanzar el “objetivo común”, es decir, oxigenar a un régimen que se asfixia, o escapar de él cuando las cosas no salen como los “actores” quisieran.

Y si bien esa frase de “se ha perdido el orgullo de ser cubano” no podía salir de la boca de Miguel Díaz-Canel o de cualquiera de sus más cercanos, el show “seductor” había que montarlo con actores secundarios de modo que no fuera tomado como una “declaración oficial” sino como esa “oportuna” (aunque muy desafortunada) señal de “apertura” tan necesaria para un gobierno que llega a la mesa de negociaciones con un denso historial de represión política, e incluso con un nuevo Código Penal que castiga el disentimiento.

Porque si la víspera de la visita de Barack Obama, en marzo de 2016, un show similar en objetivos fue montado en el popular programa humorístico “Vivir del cuento”, incluso con el mismísimo presidente estadounidense como parte del elenco, esta vez no se podía repetir el “escándalo”, no solo porque no se trata de la visita de Biden, sino porque ya es más que conocido que “Vivir del cuento”, sin dudas muy jocoso, ha sobrevivido a la censura solo porque es el botón de muestra que usa el Departamento Ideológico del Partido Comunista para vender al mundo la idea de que “han cambiado”.

Y por supuesto que han cambiado, si comparamos estos tiempos actuales con los de Fidel Castro (tiempos en que al doctor Fabio y a Pánfilo los hubieran guardado en paradero desconocido bajo siete llaves o hubieran terminado como custodios en el zoológico de 26, así como Roberto Robaina pasó de canciller a guardaparque), pero sucede que jamás deberíamos olvidar que estos nuevos “directores de teatro” han nombrado su obra “Continuidad” (no “Cambio”), y que si “cambian” lo hacen como el pescador cambia de carnada y anzuelo cuando el pez “se le hace el difícil”.

Cambiar, sí, pero de estrategia. Aunque la vejez de estos seductores ya no les deja disimular la decadencia y las “malas intenciones”. Y por donde quiera que observemos el disfraz que visten, asoman los costurones y demás chapucerías. Porque afirmar así tajantemente que “se ha perdido el orgullo de ser cubano”, y que tal generalización brote de un señor doctorado —haya sido planeada o ciertamente espontánea su participación—, es una chapucería ideológica que no tiene consistencia alguna con la realidad, en tanto se toma una parte como si fuese el todo, e incluso se confunde la emigración y el exilio con una acción de repudio o “dejación” de la nacionalidad, cuando realmente lo que está sucediendo en nuestra sociedad —dispersa por el mundo— y sobre todo con los jóvenes es una conjunción de fenómenos mucho más complejos y alarmantes.

Ahora que las redes sociales nos permiten vulnerar y sondear el ámbito privado ajeno, es posible que encontremos ejemplos de sobra de esa “pérdida del orgullo de ser cubanos”, pero igual encontraremos pruebas de actitudes totalmente opuestas o que se ubican en diferentes zonas de algo que no es un espacio de solo dos extremos, positivo y negativo, sino más bien un espectro de sentimientos por lo nacional que nada tiene que ver con esa estúpida idea de “ser como yo digo o no eres”, que es la plasmada por el régimen en su fórmula represiva y excluyente de “patria socialista”, y que funcionarios e ideólogos como el propio Fabio refrendaron en la “Nueva Constitución”.

Si bien es cierto que hay cubanos y cubanas que se avergüenzan de serlo, también lo es que no se trata de un fenómeno exclusivo de esta época, como tampoco una actitud generalizada que sirva para definir la actual. Lo que quizás tras la “generalización” del profesor se esconda una muy mala intención, y es la de excluir (vituperando y castigando) del concepto de “patriotismo” toda manifestación que no comulga o se distancia de esa nefasta idea de “patriotismo” promovida por el castrismo donde se intenta confundir la lealtad al gobierno con la lealtad a la patria.

Entonces en ese punto, bajo ese concepto manipulado, falseado, oportunista y antipatriótico de lo que es “patria”, sin dudas habría millones de cubanos y cubanas que no sienten “orgullo” de ser “patriotas” porque simplemente asocian “patria” con “dictadura”, con falta de libertades, con represión.

Pero en todo caso es “pérdida del orgullo”, no por convicción sino por confusión, por manipulación ideológica, y entonces esa distorsión del concepto de “patriotismo”, inducida con total mala intención, al punto de quebrar el amplio concepto de “nacionalidad” —y de usar y retirar este como premio o castigo por la lealtad política—, es en realidad un crimen brutal contra todo un pueblo.

Sobradas manifestaciones de patriotismo hay tanto dentro de Cuba como en la lejanía geográfica y estas no se reducen a repetir consignas, leerse las obras completas de Martí y vestir una guayabera. Se puede hablar en inglés, soñar en francés, vestir de Prada, aborrecer el clima tropical y el sabor del guarapo, y aún continuar siendo tan patriotas como el que más pueda sentirse haciendo lo contrario. Porque si no, ¿en dónde pondríamos a Celia Cruz y a Alejo Carpentier, por solo nombrar dos indiscutibles patriotas que tomaron decisiones distintas con respecto al régimen de Fidel Castro?

No se trata de “pérdida del orgullo de ser cubanos” a lo que estamos asistiendo por estos días, se llama, en todo caso que quisiéramos generalizar, “hartazgo de vivir eternamente oprimidos”, y en ese caso no hay mejor muestra de patriotismo que tomar distancia del opresor y hacer lo que entendamos que debemos hacer para recobrar la libertad negada.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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Para Joe Biden y sus asesores: Cuba penaliza el emprendimiento
Jan 27, 2023

*ICLEP republica este texto, que vio la luz en mayo de 2022, por su pertinencia en el contexto actual de las relaciones entre la tranía cubana y la administración demócrata de Joe Biden.

 

En el año 2012 después de mucha burocracia y por supuesto, antes de ser blanco de la policía política yo logré obtener una licencia de trabajador privado "cuentapropista". Mi licencia era de transportista.

Yo había regresado de una beca en Suiza donde ahorré dinero durante 2 años e invertí en un carro americano y mis padres que trabajaban en Angola también compraron este tipo de carros. Ellos además compraron una casa y la pusimos a rentar.

Creamos un negocio familiar y con amistades para trabajar con el turismo y en la práctica funcionábamos como una agencia de viaje a la cual le llamamos qvainside.

Cada vez que nosotros los cuentapropistas lográbamos obtener ingresos decentes, la dictadura cubana y su aparato burocrático (ONAT, Ministerio de Transporte, MININT) arremetían contra nosotros subiendo impuestos descomunalmente, "reordenando el transporte para impedirnos ir a otras provincias o a lugares turísticos (como la república idependiente de Varadero o de los cayos turísticos), para toparnos los precios, para obligarnos a ir por rutas y calles específicas.

Los policías e inspectores vivían todo el tiempo deteniendo a los transportistas por cualquier motivo o sin motivo alguno y aplicando grandes multas o exigiendo altos sobornos para permitirnos continuar trabajando.

Uno trabajaba muy asustado, con miedo, con estrés y con frecuencia uno terminaba detenido en una estación de policía por cosas como tener el carné de la licencia operativa un poco estrujada y no querer sobornar al policía.

Nunca hubo un real mercado mayorista con piezas de repuestos a precios terrenales. Las baterías, radiadores, alternadores, motores de arranque, gomas ... solo se encontraban a altísimos precios en el mercado negro.

Yo conocía e interactuaba con cuentapropistas de todas las provincias y constaté que estos problemas y mi indignación no era un fenómeno ni personal, ni local, ni siquiera provincial sino de alcance nacional.

La ley tributaria sufría varias modificaciones en un año, casi cada 6 meses el PCC inventaba alguna regulación nueva para maltratar mas al cuentapropista y reducir al máximo el margen de ganancia.

En uno de los reordenamientos, a mí y a muchos de mis amigos no nos dieron licencia operativa para trabajar fuera de la provincia, sin embargo a otros cuentapropistas que hicieron exactamente los mismos trámites (e incluso algunos tenían vehículos en peor estado que el de nosotros) sí les dieron licencia para trabajar en todo el país, algo totalmente discrecional y que luego me entero que respondía a temas de confiabilidad, de integralidad revolucionaria, de sobornos o relaciones con los altos funcionarios y por supuesto, algunos de estos transportistas privilegiados eran colaboradores de la policía política.

El 31 de octubre de 2020 cuando me manifesté con unos carteles exigiendo libertades económicas para el pueblo por las calles Belascoaín y San Rafael, fui violentamente detenido y ahora hago un corte en la historia de ese día para abreviar. Fui interrogado por varios oficiales de la Seguridad del Estado que me amenazaron con procesarme por sedición.

Estos represores me aseguraron que "la Revolución no iba nunca a permitir que creciera el sector privado ni que se enriqueciera porque esto pondría en peligro a la propia revolución". También me dijeron que ellos no permitirían que en Cuba se aplicara un modelo como el de Vietnam o China, porque en las condiciones de Cuba, terminaríamos de vuelta en el capitalismo y el neoliberalismo.

Mi conclusión es que remover a la dictadura es una condición necesaria para permitir el crecimiento del sector privado. La dictadura sabe que para subsistir necesita mantener débil, pequeño y controlado al sector privado.

Joe Biden, estás cometiendo un grave error y lo estás haciendo en el peor momento, luego de que la dictadura aprobara un abusivo y medieval Código Penal.

 

Tomado de Atlántica.

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Deshielo sin ruido, pero por la puerta grande
Jan 26, 2023

LA HABANA, Cuba. — Hasta los cubanos más despistados han comenzado a preguntarse qué pasará en los próximos meses con tantos acontecimientos sucediéndose, algunos a favor y otros en contra del régimen cubano. Al tiempo que este se niega a pagar una deuda con la justificación improbable de que la misma fue negociada a espaldas de Fidel Castro, Western Union retoma sus operaciones en la Isla y The New York Times ha publicado una nota promocionando a la Isla como destino turístico, elogiando sus playas, sus plantaciones de tabaco, la ¿alegría? de su gente y hasta las protestas, que a partir de ahora también formarán parte de los temas que el turista no debe perder la oportunidad de abordar al tratarse de un hecho épico, único y quizás irrepetible.

Tan satisfactoria ha sido la publicación del diario neoyorquino que el Ministerio del Interior la replicó, porque es grande y vergonzosa la connivencia de la izquierda norteamericana con el órgano represivo que ha llenado las cárceles de presos políticos y desterrado a varios cubanos en los últimos años, sirviéndose para ello de las propias aerolíneas estadounidenses.

Es obvio que lo que importa es el dinero, principalmente el que pueda ser absorbido por el régimen. Hasta ahora no se ha explicado por qué la Western Union no entregará las remesas en efectivo y en dólares, para que cada beneficiario maneje su dinero como le dé la gana; sino que solo ofrece la opción de depositarlas en cuentan ancladas a bancos cubanos, todos controlados por la dictadura. Los nuevos términos de operabilidad de la empresa favorecen principalmente al castrismo, que podrá disponer de un volumen mayor de divisas justo cuando enfrenta al menos dos demandas por no pagar deudas contraídas hace más de veinte años.

Mientras ellos mueven ese dinero como estimen conveniente, los cubanos deben conformarse con comprar lo poco que hay en las tiendas en MLC, cada vez más caro, o vender la moneda libremente convertible en el mercado negro. Acumularla no es recomendable teniendo en cuenta que de la noche a la mañana el régimen podría decretar su fin, como hizo con el CUC, y canjearla a moneda nacional según la tarifa que se le ocurra, ocasionando enormes pérdidas a los ciudadanos.

Mientras cientos de cubanos que no poseen patrimonio ni patrocinador buscan alcanzar en balsa las costas estadounidenses a riesgo de ser regresados, y miles se disponen a invertir en un patrocinador como antes se preparaban para costear la travesía desde Nicaragua, la Casa Blanca hace todo lo posible para resolverle el problema a la dictadura, con el pretexto de ayudar al pueblo.

Del lado de acá, sin embargo, no se observan mejoras económicas ni buena voluntad en las altas esferas. No se contempla una amnistía que beneficie al menos a los presos del 11J que no cometieron “actos vandálicos”, como tampoco se aprecia un crecimiento esperanzador del sector privado fuera de esos negocios “estratégicos” que se hallan en buenos términos con la cúpula.

El éxodo como mecanismo de presión a Washington funcionó una vez más porque no estaba en funciones un presidente radical. De lo contrario la historia hubiera sido otra. Habría bastado una firma para decretar el cierre total de la frontera sur, dejando a López Obrador con un tremendo conflicto que lo habría obligado a cerrar su propia frontera con Guatemala, y así sucesivamente, en un efecto dominó que hubiera forzado a Nicaragua a eliminar, o al menos suspender temporalmente esa lucrativa exención de visa para los cubanos, que tantos millones de dólares aportó a los corruptos regímenes de Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel.

Una sola firma habría bastado para que cada día en Cuba se reeditara el 11J. Pero todo fue muy bien calculado y la Casa Blanca se dejó apabullar. Casi 300 000 cubanos llegados a Estados Unidos, y otros miles desperdigados por el mundo, para que ahora vengan a hablar de parole y que The New York Times insista en presentar a Cuba como el paraíso que demócratas y republicanos saben muy bien que no es.

Tal vez Cuba va camino a la anexión. Tal vez sí es la fruta madura, que ahora rueda hacia las manos del vecino por obra de los inicuos que le arrancaron toda posibilidad de ser verdaderamente independiente y soberana.

Es difícil hallarle una explicación a todo lo que está ocurriendo entre las flexibilizaciones de Washington y el ocultamiento de información por parte del régimen con respecto al litigio que se tramita ante un tribunal de Londres. La parte cubana miente descaradamente a la vez que esconde la identidad de los presuntos culpables que habrían puesto en riesgo la soberanía del país al negociar con “fondos buitre” sin autorización de un gobierno que siempre se ha jactado de saberlo todo.

Hay que ser idiota para creer que unos funcionarios lograron burlar al ojo codicioso del castrismo, como también hay que serlo para tragarse el cuento de que la misteriosa empresa Orbit S.A. ha dejado a los militares fuera del negocio multimillonario al que estaban acostumbrados. Más sensato sería aceptar que Estados Unidos está facilitando la mayor cantidad posible de dólares al régimen cubano para que este pueda liquidar algunas deudas, y respire.

Así las cosas, solo falta quitar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo para que este deshielo, que se ha tramitado sin ruido, siga su curso por la puerta grande.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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Patria
Jan 25, 2023

Mi abuelo paterno, Alejandro (Cuco) Núñez, fue el primer gran patriota que conocí en mi vida de manera personal. Lamento no haberlo aprovechado más, cuando murió yo apenas era un adolescente. Cuco Núñez era alto, casi seis pies de estatura. Caminaba algo encorvado y con los brazos abiertos. Siempre usaba un sombrero de ala ancha, un cuchillo largo con su funda en el cinto, y alpargatas. Tenía una memoria enciclopédica, tanto para recitar las décimas de Celestino García, y algunas propias, como para hablar largamente de las Guerras de Independencia, con datos, fechas y anécdotas, que aprendió de veteranos mambises. De hecho, hubo mambises en sus ascendentes. Era gallero, preparaba gallos de lidia, pero eso quedó ahí, no trascendió a nadie de la familia. Fue un hombre carismático y conversador, la gente le hacía corro, lo mismo en una fiesta que en un funeral. Tenía una voz fuerte, algo cascada por fumar tabaco. Recuerdo que una de sus muletillas era "y ese negocio". Lo del patriotismo era muy en serio. A su primera hija la nombró Cuba. A la segunda quería ponerle América, pero esa vez mi abuela se puso en sus trece, y quedó como María del Carmen. El asunto es que mi abuelo Cuco fue un patriota cabal, y jamás soportó al comunismo ni a Fidel Castro.
No es el límite geográfico lo que está en centro del conflicto sobre el patriotismo. Es el límite ideológico. Lo que está en crisis no es el patriotismo en sí mismo, sino la carga ideológica con que trataron de fusionarlo, el discurso que se implantó hace seis décadas en Cuba y que pretendió crear una unión indisoluble entre patriotismo, fidelismo y socialismo. Ese mismo límite permite a Oliver Zamora referirse al patriotismo de un extranjero que asesinó cubanos como el Che Guevara, pero le impide aceptar el patriotismo de una cubana completa como Celia Cruz, que puso el nombre de Cuba muy en alto, tanto por su arte, como por su imagen pública. El problema es, por tanto, la ideología. Una ideología que agotó todos sus recursos, porque también agotó todas las posibilidades, y por supuesto, la paciencia del pueblo cubano, que tampoco es infinita. No se trata de crear nada para atraer a la gente con un ideas renovadas usando las plataformas modernas, ni "buscar soluciones de acuerdo al momento actual", creo que estamos todos cansados de la misma oración. Sólo debemos rescatar lo originario, lo que siempre estuvo ahí.
La diversidad no es una amenaza, por el contrario, es la mayor riqueza. La única manera que tiene nuestro país de superar el agujero negro en que hemos caído, es abrirnos a la diversidad que forma a Cuba. La ideología en Cuba siempre ha tratado de uniformar, porque esa es la naturaleza de las ideologías. Y no tiene ningún sentido hablar de diversidad cultural, religiosa y sexual si no se habla de la diversidad política. Negar el patriotismo o la cubanía a los críticos y opositores al régimen, por el simple hecho de serlo, no ha sido un simple error, sino el resultado de una perversa estrategia cuidadosamente diseñada. Si una ideología es excluyente, si divide a los cubanos, es antipatriota. Sólo estamos asistiendo a las consecuencias de algo tan absurdo. La patria, como la familia, tiene que ser necesariamente congregante.
Por lo demás, no hay nada de patriotismo en el hecho de resistir en una cola. Es totalmente absurdo el discurso que busca edulcorar la miseria. La realidad es que el pueblo sufre miseria, y es algo humillante, una injusticia que clama al cielo. Hay algo de cierto en lo que dijo el profesor, más allá de que haya sido o no un guión preconcebido: el patriotismo no está siendo impugnado por nadie en específico . Es simplemente la realidad que contradice y también desborda todo el discurso ideológico.
No me preocupa el patriotismo. Confío en que los cubanos de bien seguiremos amando a Cuba más allá del lugar donde estemos, y vamos a seguir deseando lo mejor para nuestro país. Sé que Cuba se va a rehacer, al igual que nuestro orgullo nacional.

*Tomado de Atlántica