Desarrollar una oposición política efectiva en una sociedad democrática es un asunto complejo y delicado, pero cuando se reta a una dictadura, la situación se agrava drásticamente, puesto que el propósito de los autócratas es la conservación por siempre del poder y para eso, deben destruir a los opositores, antes de que se conviertan en una fuerza capaz de destronarlos.
Esta reflexión, motivó al ex prisionero político, Amado Rodríguez, 23 años tras las rejas, decir, cuando se hacía oportuno, “en Cuba hay muchos opositores, muchos valientes, pero aún no ha sido posible en estos más de 60 años, articular una oposición eficiente porque la dictadura lo impide con sus frecuentes redadas, más el férreo control social que ejerce sobre la población” y es que uno de los primeros requisitos del absolutismo, es imponer un severo control sobre la ciudadanía a través de una represión sistemática, continua y brutal.
Otro factor es la indigencia económica de los opositores, particularmente, cuando la dictadura actúa en el marco de un sistema totalitarios. Si la guerra demanda dinero, la política no se queda atrás, así que controlar los bienes limita su desarrollo y el acceso a los mismos es traición que los gobernantes no se creen, pero sus servidores sí.
Las elecciones, aun en democracia, son difíciles y complejas, así que no es complicado imaginar bajo dictaduras como las de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, como son los falsos comicios a los que convocan, particularmente, después de las experiencias de los autócratas Rafael Correa y Daniel Ortega, quienes llamaron a elecciones sin amarrar bien el fraude.
Por otra parte, como la gestión pública es un monopolio del estado-gobierno, la operatividad política de sus contrarios es sumamente complicada, factor que no impide la aparición de los Opositores, sin que deje de ser sumamente peligroso desarrollar y articular, una oposición eficiente que pueda retar con probabilidades de éxito al gobierno.
Para integrar una oposición viable es imprescindible que se incorpore a la misma, con total compromiso, un por ciento de personas similar al sector que integra el núcleo duro del poder. Digamos, que cualquiera de nuestros déspotas tiene un 35 por ciento de la masa electoral identificado con su programa, de ser así, el opositor debe tener un respaldo similar, si quiere competir con posibilidades de éxitos, en el supuesto caso de que las elecciones no sean amañadas.
Un factor que juega plenamente a favor de esos gobernantes es la proliferación de candidatos. Cuando se presentan muchos aspirantes, aun siendo unas primarias, la fuerza opositora se divide, salvo que los pretendientes y sus partidarios, tengan una absoluta voluntad de cambio con independencia de quien lo dirija.
Además, hay una situación, a pesar de lo mucho que se ha repetido, que no ha servido de enseñanza a los líderes opositores, y es que el régimen, al estar consciente de la farsa electoral que promueve, no hace concesiones en lo que atañe al poder electoral, a sabiendas, que los opositores, por su discurso democrático, están en cierta manera obligados a participar, aunque no existan garantías suficientes para los comicios.
Enfrentar una dictadura, particularmente las populistas de cualquier signo, demanda una gran solvencia moral y mucho coraje. Los autócratas, políticos, o simples delincuentes, no respetan las diferencias y recurren al crimen sin contemplaciones, también, les sobran los perros de presa, que, creyendo, que interpretan la voluntad de sus amos, casi nunca se equivocan, despedazan a los enemigos de este.
Además, es importante destacar, que una de las características fundamentales de estos regímenes es el alto nivel de participación política de la población. Es difícil encontrar indiferentes. Se está en contra o a favor, siendo lo más notable la cólera, irascibilidad e intolerancia, que hace acto de presencia en las discusiones relacionadas con la cosa pública, una situación que invariablemente termina a favor de la autoridad.
No se debe obviar, lo considero la base de esta columna, que los depredadores políticos, sean, castro chavistas, marxistas o fascistas, no consideran a quienes se les oponen como meros rivales o adversarios, para ellos, quienes los rechazan, son enemigos a destruir física y moralmente, en consecuencia, quienes no estén de acuerdo en que sus condiciones de vida cambien por decisiones de los otros, que sus opiniones sean censuradas, deben prepararse para enfrentar enemigos mortales, que buscan nuestra destrucción.
Cuando hablamos de calidad de vida, nos referimos a un concepto que implica desde el bienestar social hasta ciertos aspectos específicos del individuo, esto incluye tanto aspectos objetivos como subjetivos, donde el propósito final es el bienestar individual.
La evaluación de calidad de vida, según estudios académicos requiere tener en cuenta varios indicadores, entre estos el bienestar físico, bienestar material propiedades, relaciones interpersonales y bienestar emocional, entre otros aspectos básicos. Ante las anteriores tesis cabe preguntarse ¿Cómo se comporta la calidad de vida en Cuba?
Evaluar la calidad de vida en Cuba, no puede ser una repetición mecánica de las variables que expresa el Índice de Desarrollo Humano, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), exige un análisis más profundo. La calidad de vida del cubano es muy mala.
La presencia de un sistema de salud en crisis, carente de medicinas, especialistas, recursos y con una pésima práctica médica, no garantiza una adecuada atención a la salud de cada ciudadano. La inseguridad tanto personal como social, ha ido en aumento, como resultado de las continuas olas de violencia y crímenes que se originan casi todos los días, a esto vale añadir el incremento de los suicidios, indicador este de la inseguridad personal que se vive en la isla.
La falta de alimentos, de una vivienda digna, unidos a la crisis del transporte y los servicios, empeoran aún más vida de los cubanos. Un país donde no se respeten los derechos humanos y libertades individuales, no puede hablar de una vida digna. Grupos poblacionales vulnerables, como ancianos y niños no tienen garantizada una existencia digna.
El promedio de vida de la tercera edad continúa decreciendo, pese al discurso de los medios oficiales. Las mentiras del régimen cubano, sobre una calidad de vida óptima en la isla, ya no pueden engañar a nadie, la triste realidad que se vive hoy en la isla es el testimonio más fidedigno de un país que vive en el umbral de la pobreza extrema y con una calidad de vida muy cuestionable.
Publicado originalmente en la edición 162 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
Muchos coinciden en que el plato fuerte en la recién concluida primera sección ordinaria de la décima legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, lo constituyó las palabras de Juan Esteban Lazo Hernández, Presidente del Parlamento cubano. Una especie de harakiri o mea culpa (mi culpa) –del régimen–.
El gentío nacional se ha quedado con la boca abierta. En el actual dilema que vive la Isla, de gente cansada, de pueblo hastiado del mismo triunfalismo sin nada dentro (hueco), la diatriba de Esteban, eclipsó tanto a los debates redundantes de los diputados como a las conclusiones de Díaz Canel.
Lazo arrasó. Se llevó el show. ¿Qué dijo Lazo Hernández? Aquí les va: “(…), prácticamente el ciento por ciento de la canasta básica se está importando. (…). Y el país no tiene dinero. (…). Estamos muy cansados ya de programas, medidas, estudios, diagnósticos y la realidad dónde está, es decir, la solución del problema dónde está.
En mayo se aprobó la ley esta [soberanía alimentaria], hace un año y dos meses y todavía estamos discutiendo si se implementó bien sino no se implementó bien, (…) y ya lleva un año y dos meses de aprobada la ley. ¿Hasta cuándo vamos a estar en esa situación?”, palabras de Lazo. Al respecto, dudas, un arcoíris.
“¡Ah!, este estaba borracho”, fueron las primeras impresiones de la gente en los barrios, apelando al hermetismo de la dictadura en cuanto a reconocer el daño que han causado a la nación; además de lo que significa tirarse de la guagua andando (acto suicida) en caso de que las palabras de Lazo sea resultado de iniciativa propia. “Su último parlamento”, decían otros.
Cuántos disidentes o gente de pueblo no hay presa en Cuba ahora mismo, acusados de haberse robado una gallina, por decir esto mismo que ha dicho Lazo en la Asamblea Nacional. Una verdad en boca de un jerarca que llueve a raudales sobre el día a día. Sólo depende de quién lo diga, será o no delito.
La gran duda de la gente está, según los comentarios apreciados en los barrios, en dilucidar si el harakiri de Lazo responde a un ataque de conciencia, por razones de honor personal, o si se trata de un suicidio por orden superior.
Lo cierto es que hay una realidad: el país no aguanta más, no existe la más mínima esperanza de mejoría – Rusia está más enredada que un bejuco– y el régimen no ha podido borrar del calendario el 11 de julio; está latente, para bien o para mal, en cuanta cabeza cubana existe.
Por tanto, las dudas de la gente sobre el seppuku (harakiri) de Esteban Lazo en la Asamblea Nacional se fundamentan en que detrás de ese aparente suicidio como sistema fallido hay algo. Más que un ejercicio de mea culpa, alguna treta que les permita conservar el poder.
Publicado originalmente en la edición 198 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa
Que hay deseos compulsivos en el pueblo cubano por la calle no es nada nuevo; y ha quedado demostrado en múltiples ocasiones a lo largo y ancho de la Isla; sin embargo, que Caimanera devino protagonista de la última sublevación popular en Cuba, eso sí es “un notición”.
El oriente de la República insular, con énfasis en tres de sus provincias: Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo, siempre ha sido considerado por los gobernantes de la isla como un bastión de la Revolución bolchevique caribeña. Por tanto, cualquier conato de rebeldía en la zona acarrea doble significación.
Pero, de las tres provincias mencionadas, Guantánamo guarda especial consideración: en su bahía se encuentra enclavada la base militar norteamericana bajo contrato legal rubricado con gobiernos anteriores, cuando existía en la Isla una verdadera República.
Profundizando en el territorio guantanamero, en máxima trascendencia tenemos al municipio Caimanera, que precisamente está muy próximo a la base militar. No es secreto que sobre dicho territorio pende constantemente el ojo alerta de los militares cubanos, y se les escapó.
Se la formaron. Allí no puede vivir cualquiera, sobre todo con olor a gusanera (como el régimen tilda a los que piensan diferente), y el resto de los nacionales de la isla precisan de un salvoconducto especial para acceder a sus predios. En otras palabras, se supone que los que están allí son los que son.
Los comecandelas adictos al comunismo. De ahí que la rebelión en Caimanera, donde el pueblo pedía libertad, gritaba Patria y Vida y tenemos hambre, guarda especial significación. Algo así como si en el seno del Comité Central del Partido Comunista ocurriera una manifestación en contra del régimen.
Caimanera, el coto privado del comunismo en Cuba, explotó. Entonces, la situación es verdaderamente crítica, y sumando, para los que ostentan el poder en Cuba. La dictadura avizora que de continuar el actual estado de calamidad en el país su legado se va por el retrete, y es cuando corre raudo y veloz hacia la mano del gobernante ruso Putin; a quien conviene socorrer al hijo bobo (improductivo) del Caribe, en su actual condición mediática de villano del planeta, amén de otras consideraciones estratégicas por la posición geográfica de la isla.
Pero, regresando a nuestro asunto, el impacto de la última rebelión popular en el país nos dice algo trascendental: en Cuba ya no quedan cotos seguros para el comunismo. O leído de otra manera, cualquier lugar te la puede formar. Ya no quedan en el país lugares seguros para el régimen. Esta es la gran lectura de la explosión popular en Caimanera. Lo de ese municipio guantanamero fue otro tipo de manifestación.
Publicado originalmente en la edición 218 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.
Entre los caprichos de la termoeléctrica matancera Antonio Guiteras, que con su descalabro arrastra a todo el Sistema Electroenergético Nacional (SEN), y el asedio de las altas temperaturas del verano, ante el apagón los cubanos comienzan de nuevo a copar portales y aceras durante la noche.
Este fenómeno, la toma de los portales, ha sido bautizado en los barrios por quienes malhumorados se ven obligados a salir de sus casas, y no le queda de otra que socializar de portal a portal, como “salir de la cueva”. Entre las críticas, siempre aparece la Guiteras o “la maldición de la Guiteras”, como suelen comentar los tertulianos de aceras. La apatía popular sobre esta industria se deriva de que siendo el mayor bloque generador del país siempre está en coma.
Pero, qué indica esta nueva arremetida sobre los espacios exteriores de los barrios. Sólo dice, este es el gran mensaje, que la recuperación tanto del SEN como del país se vislumbra como una quimera inalcanzable con el actual sistema político que rige en la Isla. Si la cabeza del SEN siempre tiene problemas, el resto del cuerpo está podrido.
Es una suerte de contagio o maldición eléctrica: cuando se va la Guiteras, al unísono, se van tres o cuatro bloques más en el resto del país; lo cual indica que habrá portales para rato en Cuba. Mosquitos, calor y descontento popular a granel. Cada noticia que llega desde Matanzas es un cubo de agua fría sobre el pueblo cubano por el papel que representa este bloque generador. Algo anda mal en esa provincia, como que no pega o ajusta, pues tanta inestabilidad debe tener alguna razón.
Los medios de prensa se hicieron eco de uno de sus últimos descalabros: tras 72 horas de aportar carga al SEN y después de una reparación que tomó cerca de 90 días, la termoeléctrica Antonio Guiteras salió del sistema por avería.
Basta seguir de cerca la secuencia de la angustiosa puesta en marcha de la máquina matancera para advertir que si no hay chapucería en las acciones de reparación, es la hermana de esta. El asunto está, de ahí la eternización de los portales, que cada parada de esta termoeléctrica toma un periodo de cuatro días de enfriamiento para retomar las acciones de reparación; lo cual profundiza el sufrimiento de la gente.
Publicado originalmente en la edición 197 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa
La inflación se ha convertido en centro de los problemas del cubano común y en el punto más crítico que identifican las autoridades en sus políticas económicas. Lo evidencian el ascenso prolongado de precios en mercados mal abastecidos, mientras los salarios permanecen estáticos, y la lentitud del gobierno para implementar estrategias que ha enunciado públicamente.
En un intento desesperado por frenar este fenómeno económico, el régimen cubano ha diseñado varias estrategias económicas, sin resultado alguno, entre ellos el control de los precios y salarios, en una errada política de reordenamiento salarial y fiscalización de precios.
No hay que ser un dotado economista para entender que los controles de precios y salarios resultan ineficaces como curas para la inflación existente por estos días en Cuba. En algunas oportunidades aliviaron momentáneamente los síntomas de la inflación, en otras redujeron las expectativas de inflación, sin embargo, en todos los casos, dichos controles duran poco tiempo y nunca fueron totalmente efectivos en lo que se refiere a los fines previstos.
Estos controles o reordenamiento monetario de salarios y precios, lejos de disminuir el proceso inflacionario han provocado un efecto pernicioso en la economía, de modo tal que empeoran la situación inflacionaria. Los actuales índices de inflación que existen en Cuba, según fuentes oficialistas (dato conservador) alcanza el 45 %.
Si bien es cierto que los procesos inflacionarios son los de mayor complejidad que puede enfrentar una economía y no existen soluciones sencillas y rápidas para enfrentarla y revertir sus efectos es cierto que este fenómeno requiere una solución urgente.
Ante el incremento de los índices de inflación el régimen cubano adopta una agresiva política de multas contra comerciantes privados, condenando el efecto de un fenómeno que él ha generado. Una vez más los economistas cubanos siguen obviando las cosas importantes y utilizando argumentos absurdos.
No existe receta mágica para resolver el problema de la inflación, solo hay una solución y parece que no la ven o no quieren asumirla: garantizar una adecuada producción de bienes materiales y alimentos, que satisfagan las crecientes necesidades de la población, esta es la receta.
Es la única posibilidad de disminuir los precios de los productos y que los salarios se conviertan en un medio de vida. El discurso tradicional del régimen cubano ya cansa y agota, el bloqueo es la eterna excusa, las causas reales están en un modo de producción obsoleto e incapaz, y un sistema político en colapso total. Si los controles de precios y salarios resultan ineficaces como cura, ¿de qué otras medidas se dispone?
Publicado originalmente en la edición 161 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
Güines, Mayabeque, Cuba, (ICLEP). Se mantiene hoy en Güines la presencia cada vez más visible de consumidores de bebidas alcohólicas, a raíz de los problemas sociales y la desigualdad generada por el reordenamiento monetario y la inflación.
Esta enfermedad, conocida también como dipsomanía, se encuentra entre las 10 primeras causas de muerte en Cuba según estudios realizados por una comisión de expertos del Hospital Carlos J. Finlay, en el que concluyeron que alrededor de un 45% de la población mayor de 15 años consumen bebidas alcohólicas.
Al respecto, la doctora Sunilda Borges Rosillo, especialista en Medicina General del Hospital Municipal Aleida Fernández, explicó a Cimarrón que “el alcoholismo sirve de base a otras enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, la cirrosis hepática y otras de gran relevancia”, además, señaló que los individuos consumidores de estas sustancias son propensos a enfermedades cardiacas y mentales tales como la depresión, el estrés y hasta pueden llegar a atentar contra su propia vida.
Según la experta, el consumo de bebidas alcohólicas en su mayoría está asociado a carencias emocionales, sociales y afectivas, pero en general uno de los detonantes más presentes en quienes padecen esta enfermedad siempre es la falta de oportunidades por el sistema social en que vivimos.
“Como dicen muchos por ahí, ‘en este país hay que vivir borracho o loco’, realmente es preocupante ver la cantidad de personas que están recurriendo al alcohol después de todo esto del dinero, del dólar, del MLC y todo eso que formaron que al final viraron el país al revés, para mí eso influyó mucho en la cantidad de tomadores que hay hoy”, comentó al medio la señora Nora Labrador Mariño, vecina de la calle 74.
Pese a no ser para nada barata la adquisición de bebidas alcohólicas en todo el país, la necesidad de utilizarlas como aliciente a diario obliga a los consumidores de estas a priorizarlas por encima, inclusive hasta de sus alimentos, ya que la dictadura brinda mayor alcance al vicio que a la comida.
Publicado originalmente en la edición 151 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque
Me gustaría empezar este artículo de opinión de una forma diferente, me gustaría invitar a todo el que lo lea a que reflexione y piense: ¿hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que la dictadura nos siga quitando cosas? Hemos perdido la libertad, la ideología, el valor de antaño y ahora hasta la alegría que siempre ha caracterizado al cubano, esa que nos otorgó la condición de ser los únicos en el mundo que se ríen hasta de sus propias desgracias.
Hoy, esto ya no es tan así, ya el cubano apenas ríe y si lo hace es por no llorar; porque seamos honestos, como está la vida lo menos que tiene uno es deseos de reír. Hay que estar aquí, ver con nuestros propios ojos en lo que ha quedado este país después de 64 años de comunismo, y lo más triste es no tener la certeza de hasta cuándo va a durar este augurio que nos consume el alma poco a poco.
Siempre se ha dicho, y no hay nada más cierto, que la solución a todo esto está en nuestras propias manos, nadie nos va a quitar el yugo de encima, somos nosotros los únicos responsables de sacudirnos ese miedo que aún queda a lo que pueda pasar y dar el enorme paso hacia un futuro mejor.
Sólo esperemos que el día que tomemos el valor que falta para dar tal paso no sea demasiado tarde y que aún podamos rescatar a este país del fango donde por tantos años lo ha metido la dictadura ladrona y brutal, que ha quitado de cada rostro cubano hasta el brillo y la alegría de vivir.
Volvamos a ser esos cubanos jocosos y ocurrentes, elocuentes, familiares y divertidos que antaño fuimos y no lo que somos ahora, que sólo muestra lo peor del ser que se siente oprimido y obstinado por la forma en que vive, seamos dueños de nuestro destino y no esclavos de nuestro presente.
Publicado originalmente en la edición 151 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque