logotipo ICLEP
Opinión
IMG
Evitando lo inevitable
Mar 5, 2021

Publicado originalmente en la edición 57 del medio de comunicación comunitario de ICLEP Páginas Villareñas.

Evitando lo inevitable

Por la periodista ciudadana Lisandra González

Por estos días de nuevo confinamiento. Todos los ciudadanos que residimos en la ciudad hemos observado un incremento notable de la presencia policial en los lugares donde existe gran afluencia de público, colas en tiendas, carreteras, parques y hasta los barrios más humildes, están fuertemente custodiados, los agentes se mantienen día y noche observando todo lo que se mueve y se toman atribuciones que muchas veces están fuera de la ley.

Piden la documentación a todo el que les parezca, registran y husmean en bolsos, maletas o carteras privadas en plena calle, incluso a riesgo de contraer la Covid, todo sin motivo alguno y en la gran mayoría de las ocasiones de una manera violenta o prepotente y por supuesto sin el consentimiento de los propietarios. Solo pareciera que quieren que las personas sientan miedo y se queden en sus viviendas tranquilos sin salir a las calles.

Los cubanos desgraciadamente tenemos que salir todos los días a las calles para sobrevivir, compramos y vendemos productos de primera necesidad que es imposible adquirir por la vía normal en establecimientos y puntos de venta estatal debido a la crisis permanente que vivimos, jabón, aceite, carne, ropa y hasta medicamentos son comercializados de esa manera, y en plena pandemia hay que salir a buscar lo que el gobierno no garantiza.

Por estos días aguantamos todo tipo de humillaciones de agentes del orden corruptos que ni siquiera se cuidan a la hora de atropellarnos, nos insultan, faltan al respeto y nada se puede hacer contra eso.

Cualquier persona común pudiera pensar que estas actuaciones y la fuerte presencia policial pretenden protegernos del mortal virus, desgraciadamente la realidad es otra, su único y verdadero objetivo es que no salgamos a la calle y con ello evitar protestas masivas por la gran crisis que vivimos. Muchas protestas contra el gobierno se han generado en aglomeraciones de personas que explotan ante la imposibilidad de conseguir un producto de primera necesidad, y esto el régimen gobernante en este país lo sabe muy bien.

Muchas multas y decretos son aplicados por los agentes de la ley solo con el propósito de cumplir una meta y de meter miedo, detienen a ciclistas y peatones que no cometen violaciones, solo para realizar trabajo psicológico e implantar el terror en la población. Muchos ejemplos como estos pueden palparse en el día a día de los cubanos, las leyes solo son utilizadas para el beneficio de una minoría y siempre con el objetivo de perpetuar en el poder a un grupo de corruptos.

Perder el miedo es el único camino que nos queda para apurar lo inevitable.

IMG
El futuro de nuestros viejos
Mar 5, 2021

Publicado originalmente en la edición 103 del medio de comunicación comunitario del ICLEP El Espirituano

El futuro de nuestros viejos

Por el periodista ciudadano Fauri Martín

Cuba es hoy uno de los países que presenta los mayores índices de envejecimiento de la población a nivel internacional y dentro del área de América Latina. Según refieren y reconocen estadísticas oficiales del régimen el 20,6% de la población cubana ya tienen más de 60 años. Esta dinámica demográfica comienza a preocupar a muchos cubanos, quienes ven en peligro el futuro, calidad de vida y bienestar general de este grupo etario vulnerable, y más en medio de la compleja situación socioeconómica que enfrenta la isla, después de iniciada por el régimen la mal llamada tarea reordenamiento, proceso de ajuste que ha convertido la vida de la población en un verdadero campo de batalla para lograr sobrevivir.

En este difícil escenario de crecientes limitaciones y carencias se desenvuelve la vida de nuestros ancianos. Como cubanos que somos y el sentido de amor y respeto que tenemos por la familia, nos preocupa a todos como sobrevivirán nuestros viejos, por llamarles cariñosamente de alguna manera, a la política restrictiva del sistema político cubano, y sobre esta preocupante es que se hace necesario dialogar.

Cuando en enero del 2021 se aplicaba en la isla el asfixiante paquetazo oficialista, algo estaba bien claro, ninguna política de reformas económicas en Cuba ha resuelto problema alguno y menos el de garantizar la seguridad de los grupos vulnerables dentro de la sociedad.

Muy ajeno al discurso oficial, de que en Cuba nadie quedará desamparado, la población de la tercera edad está enfrentando una situación extremadamente difícil, la falta de alimentos básicos, las escasas pensiones, que malamente dan para pagar en servicio eléctrico y medicamentos cuyos precios también han subido, unido a los altos precios de productos y servicios sociales han empobrecido considerablemente a esta población longeva.

El discurso oficial, en relación con este grupo etareo, no ha pasado de una retórica llena solo de promesas que parecen no cumplirse.

Basta una mirada a cualquier calle de la isla para contrastar la realidad entre lo que realmente sucede y lo que se promete. Por doquier pululan ancianos mendigando, hurgando en basureros, tirados en espacios públicos esperando que pase un buen samaritano que le extienda su mano y le ofrezca una moneda para comprar algo de comer.

Otros tantos dependen y viven de la misericordia de algún familiar allegado, para quienes llegan a convertirse en una carga, que muchas veces termina con el internamiento en un asilo. No podemos voltear la cara a un lado y la verdad es dura, aunque duela, pero el futuro de la tercera edad en la isla es incierto y al régimen parece no importarle, su mirada solo está puesta en salir de la crisis actual. Que socava las bases del poder político.

Nuestros viejos hoy están esperando porque su vida se tome en cuenta.

IMG
Esperando por los buenos sentimientos
Feb 28, 2021

Publicado originalmente en la edición 57 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Páginas Villareñas.

Esperando por los buenos sentimientos

Por la periodista ciudadana Rachel García

Vivimos en una sociedad extraña donde los sentimientos negativos por desgracia han triunfado sobre los positivos, casi todo lo que se hace termina mal y al final a muy pocos les importa. De una u otra manera, la apatía el desinterés y la chapucería han llegado para quedarse en nuestras vidas, lo que por supuesto hace todo cada día más difícil, y más sombrío sin que se observe una luz en el horizonte.

Todo esto provoca que la vida en este país y sobre todo en los centros de trabajo para muchos transcurra de manera robótica y que sentimientos muy humanos como el deseo de superación y de hacer las cosas bien por solo poner dos ejemplos prácticamente hayan desaparecido, dando espacio a la mentira y a la justificación por todo lo que se hace mal.

A todo esto, se agregan rasgos como la incompetencia, descontrol, el facilismo o la permanente y muy criticada burocracia, que para nuestro asombro sigue floreciendo para tormento de muchos y beneficios de unos pocos, que la aprovechan y alimentan con tal de sacar ganancias y beneficios personales.

Casi todo atenta contra el progreso, consignas ideológicas con más de sesenta años que ya nadie entiende pero que siguen anunciándose para aparentar un falso apoyo al régimen gobernante, o el enemigo omnipresente que siempre está ahí para echarle la culpa de todo, esto las grandes multitudes todavía no lo cuestionan, por lo menos abiertamente.

Los formalismos, justificaciones y la falta de exigencia de la sociedad en general ante lo mal hecho y los sentimientos negativos, facilitan el trabajo de los manipuladores, aprovechados y los mediocres que permanecen en el poder.

Los problemas sociales aumentan cada día y con ellos los sentimientos de odio y conformismo, primero agredimos o pasamos por encima de un vecino en una cola para comprar un producto deficitario, que criticar al verdadero responsable de nuestros problemas, el régimen gobernante.

También preferimos seguir luchando o robando en nuestros centros de trabajo antes que salir a las calles a exigir al gobierno, resultados que nos beneficien de verdad, o por qué no, su renuncia inmediata.

La historia escrita en estos últimos sesenta años demuestra que los sentimientos de todo un pueblo se pueden manipular y utilizar para el beneficio de una clase dominante, seguir aguardando o creyendo por lo prometido, parece un asunto irracional.

Todavía estamos a tiempo de regalarles a nuestros hijos o nietos, un futuro de oportunidades verdaderas y reales en el que los buenos sentimientos vuelvan a florecer.

IMG
Patria, vida, muerte y el ejemplo de Fidel
Feb 25, 2021

Por Frank Calzón

Es triste reconocer que las declaraciones y las proclamas contra las nuevas generaciones que demandan el cambio y se niegan a emigrar, tienen un rancio olor

La canción “Patria y Vida” ha tenido tal impacto que el régimen no ha podido ignorarla. Es una contrapropuesta a la narrativa de “la continuidad” del régimen: más hambre, miseria y muerte. Es un himno a la esperanza y a la libertad, una respuesta que ha conmovido los cimientos del partido y un reto a la trágica consigna de “Patria o Muerte” del desaparecido dictador.

La frase de Fidel repetida hasta el cansancio fue un esfuerzo castrista para desvirtuar el pensamiento de José Martí: “Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”. Y también: “Un pueblo está hecho de hombres que resisten, y hombres que empujan: del acomodo que acapara, y de la justicia que se rebela: de la soberbia, que sujeta y deprime, y del decoro, que no priva al soberbio de su puesto, ni cede el suyo: de los derechos y opiniones de sus hijos todos está hecho un pueblo, y no de los derechos y opiniones de una sola clase de sus hijos”.

Un examen de la historia por décadas tergiversada por el régimen demuestra la falacia doble del concepto: la patria de que hablaba el Líder Máximo poco tenía que ver con las luchas por la independencia ni las raíces de la nacionalidad. En cuanto a morir, para Fidel era el lógico destino de los jóvenes soldados que enviaba a matar y vencer, o en su defecto a morir, en África al servicio de los diseños imperiales de la Unión Soviética. El grito del dictador de “morir, antes que retroceder” demostró ser una mentira más del embustero-en-jefe.

Fidel retrocedió en el Moncada, dejando abandonados a la muerte a sus compañeros, mientras que la Iglesia le salvaba la vida. Durante el Bogotazo, la sublevación en la capital colombiana a donde había acudido para asistir a un congreso estudiantil financiado por Juan Domingo Perón, Fidel alentó a los colombianos a asaltar estaciones de policía, sin darle mucha importancia al costo en vidas humanas. Años después, Guillermo Belt, el embajador cubano en Bogotá durante los disturbios me relató como el joven Castro busco refugio en la embajada. El embajador, que después de la revolución castrista partió al exilio con su esposa, le salvó la vida al futuro comandante-en-jefe, incluyéndolo en un avión de carga de ganado con destino a La Habana. Quizás de aquella aventura proviene la obsesión de Fidel con Ubre Blanca, la pobre vaca, que murió cuando intentaba romper otro récord de producción lechera, siguiendo las órdenes del comandante.

¿Qué puede decirse de lo que queda de aquel proyecto revolucionario democrático por el que murieron Frank País y tantos otros, cuando Alpidio Alonso, el ministro de Cultura se ve obligado a amenazar públicamente a jóvenes artistas, cuya popular canción según el funcionario, es una amenaza yanqui contra la soberanía nacional? Es triste reconocer que las declaraciones y las proclamas contra las nuevas generaciones que demandan el cambio y se niegan a emigrar, tienen un rancio olor.

Las palabras de Alpidio Alonso están inspiradas en el terror desatado por Fidel Castro contra los jóvenes que subrepticiamente se reunían hace 50 años para escuchar las melodías prohibidas de los Beatles. Aquellos jóvenes, junto a gays y testigos de Jehová, fueron recogidos en La Rampa por camiones del ejército y enviados sin más contemplaciones a los campos de trabajo forzado de las UMAP. La arbitrariedad fue denunciada por Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Mario Vargas Llosa y otros intelectuales. Las arbitrariedades de hoy ya el mundo entero las está denunciando.

IMG
El informe secreto de Jrushchov y el fin del culto a Stalin
Feb 25, 2021

Por Luis Cino

El 24 de febrero de 1956, en una sesión a puerta cerrada para los delegados del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), el Primer Secretario Nikita Jrushchov dio lectura durante casi cuatro horas al informe sobre los crímenes de Stalin.

Aquel documento solo daba cuenta de los crímenes contra los comunistas durante las purgas en el Partido y el Ejército Rojo entre 1937 y 1938, en las que hubo 690 000 víctimas.

Quedaron fuera del informe las víctimas no comunistas, que fueron muchísimas más durante los 29 años que duró el régimen de terror de Stalin. Nada se dijo de los seis millones de ucranianos muertos de hambre durante la colectivización forzada (1932-1933); de las decenas de miles de zeks que murieron en los gulags; de los deportados a Siberia; de los polacos, lituanos, alemanes del Volga, tártaros de Crimea, ingushes y chechenos desplazados de sus tierras.

En el XX Congreso no se habló sobre aquellos crímenes de lesa humanidad, que nada tuvieron que envidiar a los de los nazis. No fue hasta cinco años después, en 1961, durante el XXII Congreso del PCUS, que Nikita Jrushchov se referiría al total de las víctimas del estalinismo, y no solo a los comunistas purgados.

Jrushchov propuso erigirles un monumento a las víctimas de Stalin, pero nunca se llegó a construir.

Con su informe al XX Congreso del PCUS ─lleno de hipócritas eufemismos tales como “errores” y “abusos” para referirse al exterminio de millones de personas─ Jrushchov se propuso ─y en buena medida consiguió─ disculpar al sistema comunista al circunscribir solo al régimen de Stalin la política criminal que había estado vigente desde el triunfo de la revolución bolchevique en 1917.

El informe le sirvió a Jrushchov para desembarazarse del clan de estalinistas que obstaculizaban las reformas del llamado “deshielo” o desestalinización. Poco más de un año después, todos ellos habían sido apartados de sus funciones en el Partido Comunista y el gobierno. Todos menos uno: el propio Jrushchov, que había sido primer secretario del Partido Comunista en Ucrania en los años 30, cuando los fusilamientos y las deportaciones forzadas estaban en su apogeo.

Años después, en sus memorias, un arrepentido Jrushchov –pero solo de los crímenes contra los comunistas─ escribiría: “Aquellos que fueron fusilados por centenares de miles permanecerán sobre nuestras conciencias (…) Ahora sabemos que las víctimas de la represión eran inocentes. Tenemos la prueba irrefutable de que, lejos de ser enemigos del pueblo, eran hombres y mujeres dedicados al partido, a la revolución, a la causa leninista de la edificación del socialismo y el comunismo (…) ¿Cómo pretender que no sabíamos lo que sucedió? Sabemos lo que era el reinado de la represión y de la arbitrariedad en el partido y debíamos decir al congreso lo que sabíamos (…) En la vida de cualquiera que ha cometido un crimen, llega un momento en que la confesión le asegura la indulgencia, si es que no la absolución…”.

¡Conmovedor alegato el de este Poncio Pilatos comunista!

El informe al XX Congreso del PCUS posibilitó que el mundo comprendiera, por boca del nuevo jerarca del Kremlin, que no eran “infundios de la prensa burguesa de Occidente” las atrocidades que se contaban de la Unión Soviética.

El informe de Jrushchov y, unos meses después, en noviembre de 1956, la intervención soviética que ahogó en sangre la rebelión en Hungría marcaron un punto de inflexión en la historia del comunismo.

Es triste que hoy muchas personas en el mundo todavía se nieguen a reconocer la naturaleza intrínsecamente criminal del comunismo, un sistema que no solo produjo a Lenin y Stalin, sino también a Mao, Pol Pot, la dinastía de los Kim y muchos otros sicópatas similares.

 

Cortesía de Cubanet

IMG
El derribo de las avionetas de hermanos al rescate...
Feb 24, 2021

Por Angelica Mora

Con cada 24 de febrero mi dolor aflora como la primera vez en que oí la noticia del derribo de las dos avionetas de Hermanos al Rescate. No podía creer que un hecho así pudiera suceder. Realmente era como una pesadilla…


El gobierno de Cuba había ordenado el derribo de dos pequeños aviones de un grupo del exilio que ayudaba a buscar balseros en el corredor marítimo entre Cuba y el estado de Florida. Cuatro jóvenes habían sido asesinados durante su misión humanitaria: Carlos Costa, Armando Alejandre, Mario de la Peña y Pablo Morales.


Hace 20 años, al suceder ese crimen, yo estaba en mi casa en Virginia, porque era fin de semana.


Recuerdo que corrí hacia mi automóvil para dirigirme a la sede de Radio Martí en Washington DC. donde trabajaba desde hacía varios años como periodista. El traslado de las oficinas de Radio y TV Martí a Miami se haría realidad dos meses después.


Mientras manejaba iba pensando en la tragedia, pero especialmente en uno de ellos, Carlos Costa, a quien había conocido personalmente y con quien había volado buscando náufragos en las aguas del Estrecho de la Florida.


Me había tocado volar con los Hermanos al Rescate en dos ocasiones, debido a que el directorado de Radio Martí quería que los periodistas narráramos directamente cómo se llevaban a cabo los rescates en el mar de los cubanos que salían huyendo del régimen castrista.


Existía una campaña para hacerlos desistir de realizar la peligrosa travesía, pero también se les quería salvar -si estaban perdidos- y se les recomendaba llevar ropa de colores fuertes como naranja y amarilla para que fuera fácil de ver desde arriba en las avionetas.  Y se les pedía además, llevar espejos en las frágiles embarcaciones para reflectar el sol y hacer señales.


Quisiera no haber contado con este triste privilegio de haber volado en las avionetas y no tener en mis vivencias haber compartido esa camaradería con los pilotos, especialmente con Carlos Costa, uno de los mártires que fueron asesinados en el aire, por orden directa de los hermanos Castro.


Como dije, formé parte de la misión de rescate como observadora y periodista de Radio Martí. La búsqueda de los balseros en el mar, en el estrecho de la Florida, era materia de urgencia para poder salvar vidas. Pese a las advertencias de los peligros que contenía la travesía, familias enteras se lanzaban al mar en forma desesperada para tratar de huir del infierno llamado Cuba.


En la emisora habíamos creado un programa llamado ¨Puente Familiar”, que grababa constantemente los recados desde las dos las orillas -Cuba y Estados Unidos- y donde se trataba de informar de los que habían llegado a salvo a sus seres queridos, que habían quedado atrás. Y estos también podían enviar sus mensajes, que eran retransmitidos constantemente, varias veces al día y luego en un resumen semanal.


Cuando volé con los Hermanos al Rescate iba con el propósito de ver la forma en que este grupo desarrollaba su trabajo de recorrido de la enorme franja del estrecho buscando sobrevivientes.
Mientras se realizaban los preparativos de los vuelos conversaba con la tripulación. Me hice amiga de un joven lleno de entusiasmo llamado Carlos Alberto Costa. Teníamos un vínculo que lo compartíamos riendo: Uno de mis hijos estaba en la misma escuela de aviación en la Universidad de Aeronáutica Embry-Riddle localizada en Daytona Beach, a la que había asistido Costa. Mi hijo también se llama Carlos “y es un volado” bárbaro. Cómo nos reíamos antes de partir, con los cuentos de la Universidad y las coincidencias.


Le contaba que mi hijo nos había hecho comprar un pequeño condominio en Daytona para poder ir y venir de la Escuela, pero lo habíamos adquirido muy tarde, cuando casi tenía terminados los estudios. “No importa, me decía Costa, es una inversión para el futuro”. Así era de práctico este muchacho risueño, con un alma limpia, que lo único que quería –junto con el grupo- era ofrecer sus conocimientos para ayudar a sus infortunados hermanos en la Isla.


Desde el aire era sobrecogedor ver la inmensidad de las aguas, que como un espejo trizado en miles de pedazos, era fracturada por las olas.


En una ocasión Hermanos al Rescate encontró un grupo al borde de la muerte, muy deshidratados, y que llevaban días en Cabo Sal. Agitaban algunos, a duras penas, camisas color naranja. Aún guardo una que me regalaron. Era una tarea agobiante el rescate humanitario en esos años del gran éxodo de los 90.


Emboscada
Sin embargo, los hermanos Castro, tenían un plan contra la Organización Hermanos al Rescate, que les estaba molestando, con llamados de aperturas democráticas y lanzamientos de panfletos con copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Fidel y Raúl Castro pensaron, fraguaron y ejecutaron el plan de tender una trampa al grupo para derribar las pequeñas avionetas, en otro de los crímenes que algún día tendrán que pagar.


Este 24 de febrero, el exilio cubano conmemora el décimo octavo aniversario del derribo. Fueron alcanzadas dos avionetas desarmadas. La masacre se la encargaron a aviones de guerra MiG de la Fuerza Aérea cubana.


Raúl Castro
Hoy uno de estos aviones de caza MIG tiene dos estrellas rojas en su fuselaje, concedidas por el régimen cubano en premio y reconocimiento por la victoria de haber derribado las dos indefensas avionetas
El gobernante Raúl Castro, fue quien planificó y ordenó el derribo de las dos avionetas. Una grabación inédita con su propia voz, así lo confirmó: “Yo decía que traten de tumbarlos arriba del territorio, pero ellos entraban en La Habana y se iban ….


“Claro -sigue diciendo Raúl Castro- con un cohetazo de esos, avión-avión, lo que viene para abajo es una bola de fuego y que va a caer arriba de la ciudad…”.


“Bueno, túmbenlos en el mar cuando se aparezcan; si no, consulten los que tienen las facultades”.
Luego hay otra grabación de 11 minutos y 32 segundos que registra una conversación en la sede provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Holguín y confirma el reconocimiento por parte Raúl Castro de haber organizado y dado la orden de ejecutar los derribos.


El encuentro se celebró el 21 de junio de 1996 con la participación de funcionarios gubernamentales y periodistas de la cadena nacional Radio Rebelde. La charla con los periodistas, a quien en dos ocasiones Castro advierte que “no publiquen nada de esto”, fue grabada por personal técnico de Radio Rebelde. Esa fuente hizo llegar una copia desde Cuba a El Nuevo Herald a través de la agencia Nueva Prensa Cubana, con sede en Miami.


Las declaraciones de Castro tuvieron lugar pocos días antes de que se conociera públicamente un informe de la Organización Internacional de Aviación Civil de Naciones Unidas (OACI), el cual confirmó que las dos avionetas Cessna C-337 fueron abatidas en aguas internacionales por cazas MiG de la fuerza aérea cubana. El régimen castrista siempre sostuvo que las avionetas fueron abatidas dentro de las 12 millas que demarcan sus aguas territoriales. Las conclusiones de la OACI tomaron en cuenta los documentos aportados por ambos países, así como las posiciones marítimas del crucero Majesty of the Seas y del barco pesquero Tri-Liner, cuyos respectivos tripulantes presenciaron la destrucción de las avionetas.

Aunque la luz verde para actuar contra las avionetas siempre se atribuyó a Fidel Castro tras sus confesiones al periodista Dan Rather para la cadena televisiva CBS, en julio de 1996, la grabación apunta directamente a que Raúl Castro tuvo en sus manos la planificación y la orden del derribo. Todo indica que la decisión se tomó premeditadamente durante una reunión con altos mandos militares el 13 de enero de 1996, fecha en que aviones de Hermanos al Rescate violaron el espacio aéreo cubano y lanzaron proclamas sobre La Habana. “Yo aclaré que [la decisión] había que descentralizarla si queremos que jugara su papel, y a cinco generales se les dio las facultades”, explica en la grabación Raúl Castro. “Ellos [Hermanos al Rescate] iban a ir incrementando esto y no se tuvo más remedio que tomar esta decisión”.

IMG
El fracaso de la empresa cubana
Feb 24, 2021

Publicado originalmente en la edición 102 del medio de comunicación comunitario del ICLEP El Espirituano

El fracaso de la empresa cubana

Por la periodista ciudadana Deyvis Madrigal

Cuando se inició la tarea ordenamiento en el mes de enero los principales representantes y portavoces del régimen cubano no cesaron de hablar del papel del sector empresarial cubano en este nuevo intento de poner a flote la desbastada economía nacional. Muchas fueron las explicaciones al respecto y todas tenían en común una imagen triunfalista que colocaba todas las esperanzas de mejoras en las empresas estatales.

Pero pasado dos meses de iniciado el pretendido reordenamiento de la economía ¿cuál es la realidad? No hay que ser un economista o especialista en esta materia para comprender la realidad. Resulta imposible que las empresas estatales puedan enfrentar los retos que se les ha impuesto. Con una maltrecha infraestructura, y una autonomía que la hace responsable de una gestión empresarial que por años estuvo dependiendo del estado, del cual recibía los pocos recursos disponibles, es imposible que pueda aportar algún beneficio a la actual política de reajuste.

Muy contrario a lo que la realidad está mostrando, muchas de estas empresas han logrado con grandes esfuerzos y con créditos bancarios pagar los salarios a sus trabajadores, y en lo que se espera de febrero la estrategia de pago tendrá que ser la misma, si los bancos quieren otorgar nuevos créditos, cuestión que hoy parece que será discutible. Desde esta penosa realidad que se revierte en el agravamiento de la crisis socioeconómica que hoy viven millones de cubanos en la isla, el mito de la empresa como salvadora de la sociedad cubana, parece colapsar.

No se puede generar riqueza social con empresas incapaces de superar el viejo mal de la dependencia. Y no porque no puedan y quieran. Sin pretender imponer modelos, lo que queda claro es que el modelo económico cubano, rectorado de alguna forma, ya sea visible o invisible por parte del gobierno, no propiciará los cambios y mejoras que el pueblo espera. Otros han entendido este mensaje y han sido creativos utilizando los resortes que permitan avanzar, sin temores.

Como alguien dijo, no se pueden cazar conejos con gatos. No puede haber resultados en términos económicos con un sector empresarial que hoy no puede ni sabe cómo andar bajo las presiones y exigencias que le impone el régimen.

En economía no hay milagros, todo depende de la capacidad de respuesta que tenga el sector industrial y empresarial cubano y esa capacidad solo existe hoy en los reglamentos y decretos emitidos por el régimen para poner en marcha el mal llamado ordenamiento.

Una vez más el sistema político cubano choca con sus propias limitaciones, heredadas de los viejos modelos económicos del socialismo, cuya efectividad ha dejado de ser real.

IMG
Los últimos días de Zapata
Feb 23, 2021

Hace 11 años nuestro hermano de causa Orlando Zapata Tamayo entregaba su vida por la libertad de Cuba. En aquel entonces me encontraba enfermo y preso en el Hospital Nacional de Recluso, de la prisión Combinado del Este en La Habana, cumpliendo una condena de 25 años de cárcel. Yo estaba relativamente cerca de Zapata y pude documentar como transcurrieron sus últimos días. Hoy les vuelvo a regalar lo que escribí en el 2010 como un homenaje a uno de los más grandes cubanos de estos tiempos.

Los últimos días de Zapata

Por Normando Hernández

La brisa de la mañana es fría. Los rayos del sol se empecinan, inútilmente, en calentar el interior de las blancas estructuras de hormigón, que como gigantes sepulturas almacenan a miles de muertos vivos de la Prisión del "Combinado del Este".

La noticia corre como reguero de pólvora. Los guardias, los presos, los doctores y doctoras, las enfermeras y enfermeros y el personal civil del Hospital Nacional de Reclusos (HNR), comentan sobre el misterioso preso que trajeron alrededor de las cero horas bajo un fuerte operativo de la Policía Política y al cual, salvo poquitísimas excepciones de los trabajadores del HNR, han visto.

Nadie sabe decir cómo se llama el recluso. Si es blanco o negro, joven o viejo. El misterio se presta para la especulación: "Es un Preso Político de Camagüey al que los guardias dieron una paliza y está grave", dicen unos.

Otros afirman: "Es un Preso Político que se está muriendo y lo trajeron de Camagüey para que muera en la Habana". La mayoría asegura: "Es un Preso Político que trasladaron desde Camagüey porque lleva como ochenta días en huelga de hambre y se está muriendo". Todos coinciden: "Es un Preso Político, lo trajeron de Camagüey y está grave". Los militares de la Seguridad del Estado guardan silencio.

Es martes, 16 de febrero de 2010.

El misterioso prisionero respira con dificultad. Las flemas lo ahogan, lo asfixian. El guardia corre, está asustado. Intercepta a un recluso en la entrada de la Sala de Terapia Intensiva y jadeando, con el rostro lívido le dice:"¡Corre, apúrate!… ¡Busca al electricista!… ¡Que venga rápido! ¡Es urgente!". El extractor no funciona. Supuestamente tiene problemas de electricidad.

Los doctores logran estabilizar a quien agoniza.

Avanza el día y la presencia de oficiales de la Seguridad del Estado, vestidos de civil, aumenta. El terror que irradia las figuras de estos autómatas que se adueña de tirios y troyanos. Pocos quieren hablar del recién llegado. Los que hablan lo hacen en susurro y vigilando de que nadie lo escuche.

En horas de la tarde la tensión se incrementa. El HNR está tomado, literalmente, por miembros de la Contra Inteligencia de la Seguridad del Estado.

Oficiales del Ministerio del Interior (MININT), tiran un cable telefónico por la azotea del hospital e instalan un puesto de mando en el cubículo 2 de la Sala de Terapia Intensiva, a la cual no dejan entrar ni a los guardias de la institución médica. Monitorean todo lo que ocurre en el cubículo 3 donde muere, lentamente, un Prisionero de Conciencia.

Pasan uno, dos días. Es 18 de febrero y comienza a filtrarse lo que tan oculto quieren mantener los militares de la Policía Política. El Preso de Conciencia en verdad está grave, se está muriendo. Su nombre: Orlando Zapata Tamayo.

Contando el martes 16, han pasado cuatro días de que Zapata llegara al HNR. Desde entonces un desfile de doctores en medicina de diferentes especialidades, traídos de otras instituciones médicas, lo visitan a diario.

Zapata está conectado a equipos médicos que controlan sus signos vitales y otros que lo mantienen respirando, con vida. También lo alimentan por vía parenteral. Pero ya es tarde. El daño es irreversible. Quienes lo vieron llegar señalaron: "Este hombre ya está muerto".

El sábado 20 se conoce que a Zapata le arrancaron la vida en Camagüey. Así lo interpretaron disidentes de esta provincia cubana cuando denunciaron que, a Orlando Zapata Tamayo, los guardias de la Prisión "Kilo 8" le dieron una salvaje paliza y después, sin darle ninguna asistencia médica, lo escondieron en una celda de castigo, durante dieciocho días, para que nadie viera las lesiones que le provocaron.

Además, este tiempo lo mantuvieron sin ofrecerle agua para obligarlo a desistir de la huelga de hambre que había comenzado el 3 de diciembre de 2009, exigiendo se respetaran sus derechos de prisionero político.

Señalaron los disidentes que cuando sacaron a Zapata de la prisión y lo llevaron para el hospital Amalia Simoni ya estaba como muerto.

Su señora madre, Reyna Luisa Tamayo, pudo constatar las lesiones que le provocaron los militares cuando lo golpearon: "Tenía hematomas en la espalda, los hombros y otras partes del cuerpo", señaló.

El sonido al ser cerrada la puerta de un auto indica que llegó la madre de un héroe. Los presos que ingresados están en el hospital se suben encima de las camas, de las sillas, de las rejas… para admirar en silencio y ver subir por la escalinata del HNR a una Mariana de estos tiempos que viene vestida de blanco, con paso firme, seguro; con el corazón en el medio del pecho; henchida de valor, de ternura, de amor… para el hijo que entrega la vida por un ideal.

La vemos sin derramar lágrimas porque ya se le acabaron de tanto llorar los abusos, las torturas… que ha sufrido y sufre ese héroe que salió de sus entrañas. Ya se le agotaron las lágrimas de tanto llorar por ver a su amado hijo morir lentamente durante casi siete años de injusto y cruel encierro dentro de las prisiones castristas.

Reyna Luisa Tamayo, mira al frente. Nada ni nadie desvía su atención. Tiene un solo pensamiento. El pensamiento que tiene toda madre cuando ve morir, en cámara lenta, a su hijo: "Si puedo dar la vida para que él viva, con gusto la doy"

Zapata no responde al llamado de su madrecita. Está inconsciente, tiene algodones encima de los ojos y también está un poco rígido. "Se encuentra muy grave", aseguran los médicos a la señora Tamayo.

El domingo 21 la peregrinación de médicos al HNR continúa. La ambulancia sigue entrando a todas horas, hasta por la madrugada. Trae aparatos médicos, medicamentos y sabrá Dios cuantas cosas más en el sentido bueno y malo de la palabra. Pero es por gusto. La vida de Zapata se apaga poquito a poquito.

"El teatro que han montado los representantes del gobierno cubano es dantesco, indignante", comentan algunos de los prisioneros del Grupo de los 75, que se encuentran encarcelados en la Prisión "Combinado del Este" y aseguran:

"El Gobierno de Cuba quiere dar a entender que se preocupa por la vida de Zapata. Lo que si no va a decir nunca es que, desde el 20 de marzo de 2003, está castigando, golpeando, torturando, asesinando de forma lenta y premeditada a este héroe cubano.

"Lo que si no va a decir nunca es que lo sancionaron a tres años de prisión por disentir del gobierno de los hermanos Castro y que le fueron sumando años a su condena en amañados juicios sumarísimos, sin ninguna garantía procesal, hasta llegar a 32 años de privación de libertad.

"Simplemente por exigir se respeten sus derechos de prisionero de conciencia, por exigir se respeten los derechos de todos los presos y además les den un trato digno de ser humano. ¡Que hipocresía! ¡Que bajeza! ¡Que maquiavelismo el de este gobierno que alevosamente asesina de forma lenta, con toda impunidad y luego monta una obra teatral para ocultar el asesinato!".

Lunes 22; 4:30 de la tarde. Con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, los hombros caídos, la cabeza gacha con la mirada fija en el piso y el rostro compungido se dirige hacia la Sala de Terapia Intensiva, acompañado por dos doctores, el también doctor y especialista en anestesiología, mayor Mariano Izquierdo, jefe de los servicios médicos del MININT en Ciudad de La Habana.

Aparenta estar preocupado, triste y no es para menos. Cualquier ser humano que tenga un ápice de humanidad también lo estaría. Zapata Tamayo está llegando a su fin. Se está muriendo, hace algunas horas, entró en coma. No lo pueden ni mover pues le podría ir en ello la vida. Un riñón no le funciona.

Médicos y oficiales de la Seguridad del Estado juegan con los sentimientos de la Sra. Reyna, quién destruida está por ver a su hijo morir lentamente, sin poder hacer nada a su favor.

Estos militares la ilusionan, la esperanzan, le aseguran que si Zapata necesita un trasplante de riñón ellos lo harán. ¡Que desvergüenza! ¡Qué falta de pudor! Hace apenas unas semanas atrás torturaron a Zapata durante 432 horas sin darle agua y ahora hablan de trasplantarle un riñón.

Alrededor de las 7:00 de la noche el aparato que controla los signos vitales de Zapata da la alarma. Los médicos corren. ¡Zapata se muere! ¡Está muerto! ¡No! Dicen que logran salvarlo.

Los doctores se ven asustados, los militares también. Están todos compungidos. Pasada las 9:00 pm ocurre lo inconcebible: Zapata es trasladado al hospital Hermanos Ameijeiras. Lo sacan de la Sala de Terapia Intensiva del HNR acostado en una camilla.

Lleva un suero puesto, tiene vendas que cubren todo su rostro y que solo dejan ver los agrietados labios que rodean un tubo plástico que tiene introducido por la boca. No da signos de vida y su cuerpo, consumido por 82 días en huelga de hambre, va tapado con una sábana blanca hasta el cuello. "¡Hay que trasladarlo con cuidado, no se puede mover!"… Dice un médico a quienes cargan la camilla.

La madrugada es fría. Las estrellas tiemblan, de emoción, allá en el infinito. Dios acoge en su paraíso a un hombre que bendijo en vida, dándole el valor de los héroes, la resistencia de los mártires, el espíritu de los Dioses. Acoge a un hombre que muere por amar a la Patria que lo vio nacer, por amar al prójimo como a sí mismo.

Acoge a un humilde albañil cubano de 42 años y de la raza negra. Acoge a Orlando Zapata Tamayo que después de 83 días en huelgas de hambre dando una lección universal de entereza, de patriotismo, de principio, de convicción… entrega su vida -según los médicos oficialistas – a las 3 y 14 horas de la madrugada del 23 de febrero de 2010.

Hoy más que nunca usted vive Zapata. Usted no ha muerto. Los dignos cubanos y cubanas lo honran, lo glorifican y lo recuerdan en nuestro Himno Nacional que dice:

"Morir por la patria es vivir".