Al terminar el Servicio Militar Obligatorio, SMO, depués de 3 años y 2 meses, regresé al habanero Seminario San Carlos y San Ambrosio, de donde me sacaron para enviarme a una Unidad de Castigo llamada 5009. Posteriormente pasé por los campos de Matanzas y Camagüey, de allí fui trasladado a una División Tiempo de Guerra 1580, que hoy día es una cárcel.
Fuí muy feliz al verme de nuevo en el Seminario, a pesar de la nostalgia por estar separado de mis padres y hermanos que con mi consentimiento y deseo, habían partido hacia Estados Unidos para salvar a mis hermanos del comunismo.
En ese ambiente de estudios leía incansablemente de todo, pero en especial la literatura clásica, tanto de esa época como de los valores.
Entre esos libros encontré la novela de Stendhal “El Rojo y el Negro” o “Le Rouge et le Noir” en francés. Trata de los primeros años en la Francia del siglo XIX, su historia, sociedad, intrigas políticas y religiosas, pero en especial de la ambición y el amor.
El protagonista es Julián Sorel, un provinciano de origen humilde pero muy inteligente, capaz de recitar de memoria párrafos del Nuevo Testamento en latín, y gracias a su sicología contradictoria escaló poco a poco en la sociedad y en la religión. Fue un seminarista envidiado por su inteligencia y capacidad intelectual.
Conoció el amor infiel y por conveniencia, aunque al final de su vida antes que lo ajusticiaran, se dió cuenta que estaba enamorado de su primer amor.
El título parece ser por una elección que hizo en un momento de su vida en que vió en la sacristía de una abadía al rey inclinándose para besar el anillo del cardenal.
El color rojo simbolizaba al rey y el negro al clero, por lo que la ambición de Julián Sorel buscando el mayor poder prefirió escoger el negro de la sotana sacerdotal al rojo del rey que se inclinó ante el cardenal.
El mundo ha cambiado y ya la sotana negra ha perdido (gracias a Dios) poder humano, concentrándose en un poder espiritual, a pesar de los muchos escándalos de abuso sexual.
En mis tiempos de SMO desprecié el verde olivo del poder dictatorial (antiguo rojo de la realeza) y me reafirmé en el negro de la sotana sacerdotal, pero gracias a Dios, el resto de los seminaristas que pasaron por las mismas experiencias y yo, escogimos el negro, pero sin ambiciones de poder, más bien todo lo contrario, porque en Cuba comunista representaba el camino del martirio o de la represión y hostigamiento perenne. Llenos de orgullo no éramos Julián Soler.
Posteriormente representaron en la T.V. una versión de esta obra, donde el protagonista era el actor Evelio Taillacq, quién también demostró abandonando el país, que tampoco tenía ambición de poder.
Se cree erróneamente que Marx quiso decir con esta frase que los sacerdotes inventan la religión para acallar a las masas que sufren y que, debido a su sufrimiento, son potencialmente rebeldes. En realidad, la lógica de Marx es un poco más compleja que esta simple interpretación, pero ciertamente su visión implica que la religión es un obstáculo para la liberación del ser humano.
En mi adolescencia, escuchar a mis profesores de Marxismo acusar a la Iglesia de “opio” me dejaba perplejo. Para mis profesores, que nunca habían puesto un pie en una iglesia ni se habían tomado el trabajo de dialogar con un cura, la Iglesia era, por definición, un narcótico social, un lastre que inmovilizaba la mente e impedía ver la verdad.
Para mis profesores de Marxismo, incapaces de cuestionar una coma de los contenidos marxistas, la religión debía desaparecer porque lo único que hacía era encadenar al ser humano a dogmas que le impedían pensar con libertad.
Yo, en mi ingenuidad adolescente, los escuchaba y no entendía nada, porque en mi experiencia, la religión había sido siempre todo lo contrario: una invitación a una continua renovación, a un continuo cambio; un acicate en la búsqueda de la libertad interior, una llama que alentaba la pasión por la verdad. En mi experiencia, era precisamente la religión la que nunca me permitió sumergirme cómodamente en el opio del no pensar, ni en el opio del miedo a actuar.
Los años me quitaron la adolescencia y me reforzaron mi pasión por la religión, tanto que hoy mi vida gira en torno a la predicación de Aquel que fundó la religión cristiana. Y yo estoy convencido de que…
Si mi Iglesia habla de Cristo como “Camino, Verdad y Vida” y no dice nada sobre la falta de libertad religiosa que impide que ese Cristo llegue a este pueblo a través de las escuelas, la radio, la televisión, la prensa… estaría siendo opio del pueblo.
Si mi Iglesia predica a un Cristo que dice: “La verdad los hará libres”, no puede dejar de decirle a este gobierno: “mientes, mientes cuando hablas de un presente paradisíaco que no existe, mientes cuando prometes un futuro que nunca vendrá, mientes cuando dices que respetas la libertad, mientes cuando dices que no mientes”. Y tampoco puede decirle a este pueblo que mienta “para no tener problemas”, que acepte la doble moral, que se adapte a las cadenas de lo “políticamente correcto”, porque, si lo hiciera, estaría siendo opio del pueblo.
Si mi Iglesia muestra a un Cristo que dice: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia” y no dice nada sobre los miles de encarcelados por pedir públicamente la libertad y la democracia en esta tierra, estaría siendo opio del pueblo.
Si mi Iglesia enseña a un Cristo cercano, atento y misericordioso, y no habla del hambre, la precariedad y la inseguridad existencial de la gente, estaría siendo opio del pueblo.
Si mi Iglesia se muestra orgullosa de un Cristo que vino a traernos “vida y vida abundante”, y no denuncia la falta de esperanza y de futuro de esta tierra, estaría siendo opio del pueblo.
Si mi Iglesia celebra a un Cristo que asume la cruz por ser consecuente con sus valores y no hace ver cómo el miedo a las represalias secuestra lo mejor de nuestras almas, estaría siendo opio del pueblo.
La historia es a veces sorprendentemente irónica, porque los mismos que acusan a la Iglesia de vivir alejada de la realidad del pueblo y de no tener el valor de comprometerse con la verdad, cuando toman el poder y establecen su verdad, no soportan a una Iglesia que despierte las conciencias, y la maldicen porque se niega a ser instrumento para adormecer esas conciencias, la maldicen porque se niega a ser opio del pueblo.
Los máximos dirigentes del sistema político y económico implementado en Cuba en enero de 1959 tienen como característica en sus discursos, la resistencia a ofrecer datos y cifras entendibles sobre el desempeño de la economía, las finanzas y logros alcanzados, que se vinculan directamente en el beneficio de la población. Cada vez que el Ministro de Economía o incluso el presidente cubano hablan sobre estos asuntos en la Televisión Nacional, lo hacen de una forma muy enrevesada, de la cual el pueblo muy poco o nada puede analizar.
Cada fin de año en las transmisiones de los encuentros de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se analizan por horas temas que muchas personas no entienden, usándose en ellos, un lenguaje que parece sacado del más popular de nuestros trabalenguas o cuentos de ciencia ficción. Los “Cuadros”, en sus intervenciones, hablan sobre escenarios económicos complejos a nivel internacional y aseguran que estos son la causa de nuestros problemas. Lo único visible para la población, es la eterna espera por tiempos mejores para el cubano de a pie y la incertidumbre de qué sucederá en el nuevo año.
De una manera o de otra se habla de un crecimiento económico que es invisible para el pueblo, y se festejan victorias revolucionarias en el plano de la salud y educación, que ni el más enajenado de los residentes en esta isla puede comprender. Cuando terminan estas sesiones de la Asamblea Nacional no se permite al más común de los mortales hacerse una idea certera sobre cuál ha sido el comportamiento de la economía, qué estrategias específicas se proponen y que hará el Gobierno para superar los miles de problemas que siguen surgiendo en la construcción del socialismo cubano. Cualquier análisis popular realizado en una esquina sobre la situación de la economía nacional parece mucho más adecuado y basado en la realidad, que los que se hacen en estos encuentros del máximo órgano legislativo.
Un ejemplo concreto, fue las opiniones ciudadanas descritas sobre la implementación del Ordenamiento, las que estuvieron mucho más acertadas que las emitidas por el propio Ministro de Economía Alejandro Gil. Al final, la clase gobernante cubana logra lo que pretende, desmotivar al cubano común sobre nuestra realidad, haciendo cada año más incomprensible el discurso oficial sobre los temas importantes del país.
Publicado originalmente en la edición 89 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Páginas Villareñas.
Desgraciadamente el exilio político cubano no ha logrado concretar su máxima aspiración, destruir el régimen totalitario que impera en la Isla, sin embargo, como afirmó el escritor José Antonio Albertini en una conferencia sobre personalidades del destierro, los exiliados cubanos y sus legados, son un referente de progreso y creatividad, a tener en cuenta en la Cuba de mañana.
No podemos pasar por alto el elevado número de académicos que aportan su talento en Universidades estadounidenses y de otros países. Es prácticamente imposible nombrar una profesión, oficio o desarrollo empresarial en la que no participé un cubano, aun mÁs, individuos que en la Isla padecían una horrible miseria, cuando arriban a este país u otro donde concurren las libertades, son capaces de forjarse un futuro, demostrando así, que el castrismo además de violar sus derechos, los obliga a vivir en la miseria por lo inviable del sistema.
Soy un ferviente admirador de lo que han hecho los cubanos fuera de la Isla, sin dejar de luchar contra el régimen que los llevó al destierro, cierto que no han faltado ovejas negras, pero también es verdad que la presencia cubana desde 1959 a la fecha ha contribuido seriamente, sin desconocer la contribución de exiliados de otros países, al crecimiento y desarrollo de esta región del país.
Un ejemplo notable es la obra de vida de Esperanza Bravo de Varona, recientemente fallecida, una mujer cuya cordialidad y buen trato competía con su eficiencia.
El legado de Esperanza y su equipo integrado por damas de igual talante, Ana Rosa Núñez, Lesbia Orta Varona, Rosa Abella y Gladys Gómez de Rosie y varias personas más, consiste en la creación de la Colección de Herencia Cubana de la Universidad de Miami, un registro del repertorio más grande de documentos relacionados con Cuba fuera de su territorio, con el agregado de que ese archivo contiene, sino toda, la mayoría de las obras del exilio, creaciones que el totalitarismo rechaza por su naturaleza excluyente.
Muchas son las disciplinas que han contado con el aporte de los isleños, siendo el periodismo una de ellas, destacándose entre otros Carlos Alberto Montaner, Ricardo Brown, Roberto Rodríguez Tejera y Agustín Acosta. La investigación es otra actividad en la que Enrique Ros y Juan Clark marcaron pautas sin olvidar el gigantesco esfuerzo de solidaridad humana del Miami Medical Team donde el admirado doctor Manuel Alzugaray, formó un equipo donde curó combatientes en Angola, Nicaragua y el lejano Afganistán.
No hay campo de la creación intelectual que los exiliados cubanos no hayan incursionado, siendo la muestra más reciente la película “Plantadas” de Lilo y Camilo Vilaplana, un excelente film que no hubiera sido posible sin el compromiso que asumió Reinol Rodríguez, un destacado combatiente contra el totalitarismo que se alista en cualquier gestión honesta contra el mal que ha destruido la República.
Reinol, con la colaboración de numerosas personas y entidades, recaudó los recursos necesarios para producir un testimonio vivo del presidio de mujeres más cruento y despiadado que ha vivido nuestro continente, los Vilaplana, pusieron su indiscutible talento para recoger algunos de los episodios más trágicos de nuestra historia.
Las escenas de las películas no son productos de la imaginación, como no lo fueron las de “Plantados”. Todo lo que Ud. ve en ambos filmes ocurrió, a pesar de que muchos conciudadanos no podían ver ni escuchar como consecuencia de la férrea censura del régimen, aunque es justo decir, que a la dictadura no le faltaron cómplices para cometer sus crímenes.
Las torturas que sufrió Gloria Agudín, incluido el simulacro de fusilamiento, tuvieron lugar en octubre de 1960 en el hospital de tuberculosos de Topes de Collantes, convertido en prisión, por los hermanos Castro, al igual que los castigos que sufrieron todas las prisioneras, entre otras, Ana Lázara Rodríguez, Gloria Lasalle, Isabel Tejera, Cary Roque y Alicia del Busto, una de las promotoras de este testimonio fílmico.
Las ominosas huelgas de hambre fueron difíciles decisiones de numerosas mujeres, entre ellas de María Amalia Fernández del Cueto y de Maritza Lugo, como el propio Albertini recoge en su magnífico libro,” Cuba y Castrismo, Huelgas de Hambre en el Presidio Político”, al igual que la caminata de Olguita Morgan, hasta el paredón de fusilamiento de La Cabaña donde fueron ejecutados miles de cubanos, entre ellos su esposo el comandante William Morgan.
Duele salir a la calle y ver rostros deprimidos y demacrados, ausentes de todo rasgo de alegría, personas cabizbajas, pensativas y casi ahogadas en penas y carencias gracias a este estado fallido en el que vivimos. No hay que ser psicólogo ni entendido en temas de economía para saber que, todo ese dolor y aflicción que hoy se refleja en la cara de nuestros vecinos, familiares y amigos, vino junto con el reordenamiento monetario y con la constante inflación que enfrentamos a raíz de todos estos cambios, los cuáles, lejos de facilitarnos la vida, solo llegaron para complicarla más.
No es la primera vez que se habla de este tema, tampoco es que huela a gastado, aunque cabe reconocer que ver las caras de las personas, de esos transeúntes que caminan diariamente por las calles de la ciudad como zombis, como hojas movidas por el viento, no es más que la realidad reflejada en el espejo de la incertidumbre que fue sembrada por la dictadura en los corazones de todos los cubanos
. Fue, ha sido y continuará siendo difícil adaptarse al nuevo sistema económico que enfrentamos, donde un peso ya no vale, donde el trabajo no es más que una forma para ocupar el tiempo y no una manera de llevar a nuestras mesas algo de alimento con nuestros propios esfuerzos. Cada día es una agonía en bucle, cada persona es un mundo aparte y cada uno enfrenta esos problemas que, si bien son cotidianos y colectivos, no es menos cierto que también cada hogar tiene sus propias preocupaciones.
Cómo explicar a nuestros hijos lo que les espera por simplemente haber nacido en un país como este; cómo hacerles entender que nunca conocerán por si mismos esa alegría de antaño que se disfrutaba en cada esquina, en cada parada de guagua, en cada cola y que hoy no es más que solo un vago recuerdo aplastado por la horrible realidad que nos impusieron; cómo explicarles que jamás volverán a ver la felicidad en el rostro del cubano.
Publicado originalmente en la edición 141 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque
Ya han pasado casi cinco meses del paso del huracán Ian por la provincia pinareña y aún los hogares se encuentran sin techos ni ventanas, y remendados con nylon; la población continúa desesperada, mientras la dictadura engaña al pueblo con cifras falsas de colaboración en el Noticiero, la Mesa Redonda y en todas sus páginas oficialistas.
Los materiales de construcción permanecen ausentes de los rastros y las donaciones recibidas de otros países, repartidas sabrá Dios en qué lugar, porque nadie ha sido testigo de ellas. Tal vez quedaron entre los dirigentes barrigas llenas de la provincia que pretenden mejorar su casa o convertirlas en un hotel cinco estrellas.
Los delegados de las circunscripciones junto a los trabajadores sociales ya no saben qué explicación darles a las tantas quejas de la población; es real que no es su culpa que no hallan materiales para ofertar, pero sobre ellos la dictadura dejó la responsabilidad de calmar al pueblo. La población está consciente de que, si hay afectados por ciclones de años anteriores viviendo en temporales o albergues, sería casi imposible recibir los materiales para las afectaciones de este más reciente; pero la dictadura en un inicio prometió tanto, que el pueblo creyó que muy pronto tendrían casa nueva.
El paso de los días los ha ido desengañando y no les ha quedado otra opción que remendar lo poco que les dejó Ian, hasta que por sus propios medios puedan hacer algo mejor. Es muy doloroso ver las condiciones infrahumanas en las que hoy muchos niños y ancianos enfermos se encuentran obligados a vivir. Las madres tienen que pasar las noches frías protegiendo a los más pequeños de la luna y el sereno, porque la capacidad de la dictadura no alcanza para al menos vender los materiales que el pueblo necesita para vivir de forma digna. Es mejor invertir en lujosos centros que les llamen la atención a los visitantes de otros países para así ganar más y más dinero.
Publicado originalmente en la edición 249 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Panorama Pinareño
Cuando de alimentar al pueblo se trata, hay que dejar todo discurso triunfalista, barnizado con la caduca ideología política. No se llevan planes de producción a la mesa, sino alimentos tangibles, reales. Los cubanos están cansados de las promesas oficiales, que no pasan de ser promesas. El país necesita producir, ese es nuestro gran problema.
La falta de producción de bienes y servicios, es algo bien complejo, por varias razones, primero la deteriorada infraestructura económica y en segundo lugar la incompetencia de nuestros economistas. Resulta absurdo tantas medidas y estrategias, que no logran concretarse en la práctica, porque no se ajustan a la realidad que se vive.
El régimen solo defiende un sistema político, que no se sustenta en un sistema de producción real es como pretender sostener un castillo en el aire. Los economistas cubanos no han hecho nada, salvo ejercicios de dirección, que han empeorado la situación económica. La subjetividad ha primado sobre la objetividad del momento, como un intento desesperado de sobrevivir a la muerte inminente. Es hora de renunciar al discurso vano e inútil. Como decir que el 2023 es promisorio, en que realidad vive la dirigencia del país.
Si usted observa este mundo con los ojos y los oídos abiertos y lee los reportes del Fondo Monetario Internacional, y de otros organismos internacionales, sabrá que el futuro inmediato y mediato es gris con tendencia a negro. No se trata de seguir adoptando medidas que no se cumplen y otras que no se pueden cumplir, ni de echarle las culpas a los territorios, o a algunos dirigentes, se trata de buscarle soluciones reales y urgentes a los problemas y carencias, y dejar de usar el Bloqueo como la excusa de todo. Cansa una sociedad, que a cada paso está contaminándose con la mentira y la incompetencia, de quienes deben hacerla mejor. La realidad es superior a la ficción que el régimen cubano pretende vender.
No podemos continuar ofreciendo una realidad, que no existe, que muestra un modo de vida que no es real. Quien quiera ganarse el aplauso del pueblo deberá servir al pueblo, con la transparencia y sacrificios que ello exige. La dignidad y el valor del gobernante se miden, no por las palabras que pretenden acariciar el oído, sino por las obras que benefician y dignifican. Durante la tregua fecunda, nuestro Martí escribió a Máximo Gómez: "General un pueblo no se manda como un ejército". Esa ha sido la norma durante más de 65 años. Un pueblo se gobierna con la verdad por delante y ofreciéndole un futuro mejor y real.
Publicado originalmente en la edición 151 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
Un hombre está al borde de un precipicio a punto de saltar cuando otro le grita: ¡detente, no saltes!
Saltador: ¿Por qué no?
Segundo hombre: ¡Porque hay muchas razones para vivir!
Saltador: ¿Cuáles?
Segundo hombre: ¿Eres religioso?
Saltador: Sí.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres cristiano o budista?
Saltador: Cristiano.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres católico o protestante?
Saltador: Protestante.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres episcopal o bautista?
Saltador: Bautista
Segundo hombre: Magnífico. ¿Eres de la original Iglesia Bautista de Dios o de la Reformada Iglesia Bautista de Dios?
Saltador: De la Reformada Iglesia Bautista de Dios.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres de la Reformada de 1879 o de la de 1915?
Saltador: De la reformada de 1915.
Segundo hombre, insultado y empujándolo al precipicio: ¡Hereje! ¡Muérete, bazofia!
Llegué a esta ocurrencia investigando la teoría de Sigmund Freud sobre el “Narcisismo de las pequeñas diferencias”. En su tesis, Freud argumenta que “son precisamente diferencias menores entre personas afines las que forman la base de sentimientos de hostilidad entre ellas”. Llamó a este fenómeno narcisismo de las pequeñas diferencias.
En ciencias políticas el narcisismo de las pequeñas diferencias explica por qué comunidades con similares contextos étnicos, lingüísticos y culturales, y en ocasiones en territorios adyacentes, tienden a encerrarse en feudos. En muchos casos de conflictos étnico-nacionalistas el odio más profundo aparece en comunidades que, por la mayoría de las apariencias, muestran muy pocas diferencias significativas.
Por ejemplo, la violencia en Kirguistán entre las poblaciones uzbeka y kirguís, las tóxicas confrontaciones en el Punjab, Irlanda del Norte, Chipre, Sri Lanka, y en Bélgica entre belgas franco y flamencoparlantes; la crueldad en la guerra de los Balcanes, el salvajismo de hutus y tutsis en Rwanda y Burundi, el conflicto iraní shiíta-sunnita, y muchos más. Claro, cuando comienza el conflicto otras diferencias y tópicos actúan como multiplicadores de la hostilidad.
Con su narcisismo de las pequeñas diferencias Freud nos da un marco analítico de explicación causal, pero no mucho más. Se ha sugerido que la angustia es narcisista por naturaleza porque es como si nos estuviéramos mirando a nosotros mismos en un espejo.
He llegado a pensar en el narcisismo de las pequeñas diferencias considerando las divisiones en los movimientos opositores, particularmente en la historia de Cuba desde las guerras por la independencia en el siglo 19 hasta las últimas seis décadas de oposición al castrismo. Algunos episodios, como el vergonzoso abandono del patriota cubano Carlos Manuel de Céspedes por sus compatriotas, tuvieron consecuencias trágicas. Céspedes, que en 1868 liberó a sus esclavos e inició la Guerra de los Diez Años, fue posteriormente depuesto en un golpe de liderazgo. El nuevo gobierno cubano no le permitió exiliarse y le negó una escolta. Sin protección, las tropas españolas lo mataron en 1874.
La oposición cubana al régimen de Castro, desde sus orígenes en 1959, ha estado fragmentada, compuesta por una miríada de grupos carentes de unidad operacional. A veces las diferencias tienen sustrato político o filosófico, pero también son resultado de diferencias tácticas, revanchismo, y ambiciones personales de protagonismo. Esta desunión persevera hasta hoy, a menudo iniciada o explotada por los omnipresentes servicios castristas de contrainteligencia.
Pero son cubanos que trágicamente pelean unos con otros agresivamente, a pesar de un objetivo predominante de oposición a la ideología comunista. ¿Se trata de una manifestación de narcisismo de las pequeñas diferencias?
Comprensiblemente, los grupos de oposición no pueden aspirar a estar de acuerdo en todo en sus divergentes programas político-económicos. Pero, como fue el caso de los Padres Fundadores, es necesario trabajar conjuntamente con quienes pueden profesar ideas políticas diferentes, pero tienen voluntad de unirse sobre aspectos específicos y derechos.
Más que crítica, el narcisismo de las pequeñas diferencias de Freud ofrece a los grupos de oposición una pauta para la introspección constructiva.
El último libro del Dr. Azel es “Reflexiones sobre la libertad”