En 1891, José Martí escribió en su memorable ensayo Nuestra América: "El vino de plátano, y si sale agrio es nuestro vino." una expresión muy alejada de la realidad y de lo que el régimen pretende imponernos todos los días. Cuando el Apóstol, hablaba del vino, no quiso decir que tenía que salir agrio, más bien dejaba la posibilidad de aceptar que si salía con un mal sabor, era nuestra responsabilidad y no la de nadie más. Algo muy contrario a lo que pregona la dinastía gobernante en la Isla. Lo que sucede en Cuba, es nuestro problema, el vino se ha hecho con nuestras manos, son nuestros problemas y sobretodo lo tenemos que resolver.
Las excusas y el culpar a los vecinos, nunca ha sido la mejor receta para arreglar los problemas de casa. Una mirada desde adentro nos lleva a una reflexión precisa. La vida se mueve dentro de dos categorías: causa y efecto, somos responsables de nuestras decisiones y tenemos que asumirlas . Muchas preguntas tienen una sola respuesta. ¿Por qué Estados Unidos estableció un embargo sobre la Isla desde la década del 60'?.Porque el régimen cubano, quitó y expropió propiedades que no le pertenecían, que pese a cual quier argumento que se esgrima, violan uno de los de los derechos más sagrados que existen: el derecho de propiedad. ¿Por qué se ha agudizado la actual crisis económica en el país, si tenemos las mismas industrias y tierras de cultivo que antes de 1959?. Por la incompetencia y fracaso de un modelo político, dependiente, incapaz de garantizar un desarrollo adecuado de las fuerzas productivas y una dirigencia acomodada a los placeres del poder.
¿Cómo entender que una isla que llegó a ser la azucarera del Caribe no se produzca azúcar suficiente para garantizar el consumo interno?. Por la falta de visión del régimen, que destruyó la infraestructura industrial que sostenía a esta importante industria. Muchas son las preguntas, pero las respuestas están aquí, dentro del país. Cuando Martí hablaba del vino, no fue nunca su idea dejar por sentado que tenía que ser agrio por naturaleza u obligación, que debíamos conformarnos con ello o aceptarlo de manera pesimista o fatalista. Esto constituye una afrenta a su pensamiento y una manera sutil de sembrar en cada cubano una actitud de resignación y aceptación. Nadie puede obligarnos a tomar un vino agriado, no es la norma en las buenas mesas.
Publicado originalmente en la edición 153 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
Si hace unos meses atrás a los pinareños de a pie les costaba trabajo poder pasar unos días de vacaciones en alguno de los hoteles de la provincia, ahora será imposible, pues las nuevas modalidades de pago impuestas por la dictadura que garantizan el servicio, impiden que estos tengan acceso a las instalaciones. Los precios para acceder a hoteles como La Ermita, El Rancho San Vicente o Los Jazmines, nunca han sido asequibles para las personas que viven de un salario, por lo que visitar alguno de estos lugares significaba años de ahorro; pero ahora sí se le fue la mano al régimen.
Si a la población le sorprende que tiene que pagar la estadía en euros y que por día son 35 por persona, algo que se venía comentando hace meses, más le sorprende que para poder hospedarse en uno de esos lugares tiene que obligatoriamente presentar su pasaporte, pues con el número del mismo los trabajadores del hotel crean una tarjeta en la que tienen que depositar los euros y así poder pagar la reserva. Tener pasaporte nunca ha sido costumbre de los cubanos, pues viajar para otro país siempre ha sido un dolor de cabeza, pasaporte solo tenían aquellos que pensaban viajar por reclamaciones familiares, cuestiones de trabajo, entre otras muy reducidas opciones, pero hoy se ha convertido en una necesidad a pesar de que la dictadura entorpece cada día más los trámites para poseerlo.
Esta situación de veras que causa dolor, tal parece una burla a la clase más baja mientras la dictadura encontró una nueva modalidad para seguir enriqueciéndose; pero a la vez da risa pues las pocas ofertas gastronómicas hacen que ni los pocos extranjeros que vienen quieran quedarse, los trabajadores de estos lugares aseguran que después de estas nuevas alternativas no han tenido visitantes y eso es de esperarse. Lastimosamente, los pinareños hoy no tienen centros para vacacionar y han tenido que ir buscando sus propias alternativas, como piscinas particulares, en las cuales pagan en moneda nacional y encuentran variedades de productos.
Publicado originalmente en la edición 251 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Panorama Pinareño
La Habana, Cuba. Una inquietud ciudadana, que gana en fuerzas, radica en el sinsentido de los inagotables recorridos de la alta clase dirigente por todo el país; que cuando no es uno es otro, o varios a la vez. Viajes extremadamente costosos e inútiles mientras se hacen incontables llamados al ahorro. Un día cualquiera de enero pasado, el Noticiero de Televisión (NTV) fue fiel testigo: Salvador Valdés Mesa, Vicepresidente de la República, visitando La Palma, provincia Pinar del Río; Esteban Lazo, Presidente del Parlamento Cubano, en el municipio Batabanó, Mayabeque; Díaz-Canel, el Presidente, para la zona oriental del país; Teresa Amarelle Boué, la 1ra. Secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas, en otra provincia del Centro del país; etc.
Despliegue promiscuo, aguacero cotidiano. Cuando las personas de pueblo se refieren al sinsentido de estos viajes centran su atención en un elemento clave: no cumplen objetivo, es energía tirada al mar. Cada uno de estos recorridos acarrean una secuencia de elementos negativos. En esta secuencia negativa destaca: qué lógica tiene una visita de control cuando los que van a visitar saben día, hora, minuto y lugar por donde llegará la visita; qué utilidad tiene que las personas que interactuarán con el alto dirigente son personas escogidas de antemano, las cuales se saben con precisión milimétrica cada letra a decir; qué sentido tiene este derroche de recursos si una vez la figura da la vuelta todo vuelve a lo mismo.
Pudiera pensarse que el objetivo fundamental es trasmitir la sensación de que las máximas figuras del país se están ocupando de los problemas de la nación, esto es, que no están en Varadero disfrutando de los beneficios del poder. Porque existe un segundo daño colateral: cómo usted va a estar lanzando sobre el éter cubano constantes llamados al ahorro mientras derrocha los recursos del pueblo en viajes fatuos, casi todos compuestos por un cuantioso séquito. Necesitan escucharse a sí mismos para satisfacción del ego ideológico, para creerse sus propias mentiras e imaginar bien la obra, arriba, en su mundo de fantasía, ajenos a lo que piensa y desea el pueblo cubano: libertad para vivir. Vivir como seres humanos. Esa es la razón de tanto viaje derrochador, el autoengaño. El país está lejos de mejorar con alguno de estos viajes de la alta claque dirigente cubana.
Publicado originalmente en la edición 209 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.
La intolerancia tiene una desproporcionada mala reputación. Se define comúnmente como falta de voluntad para aceptar criterios, creencias o conductas diferentes de los propios, y a menudo se equipara con fanatismo y estrechez mental. En algunos casos, como la intolerancia religiosa, se justifica su mala reputación y esa intolerancia debe combatirse. El filósofo francés Voltaire nos ofrece un ejemplo con su vigorosa defensa de la tolerancia religiosa en el histórico caso de Jean Calas.
Jean Calas era un comerciante hugonote (Protestante Francés) en Tolouse, Francia, en los 1700. Francia era entonces un país mayormente Católico Romano. El catolicismo era la religión estatal y las personas no tenían derecho a practicar una fe diferente. En octubre 1761 uno de los hijos de Calas, MarcAntoine, apareció muerto en la tienda familiar. Se rumoró entonces que Jean Calas había matado a su hijo porque MarcAntoine pretendía convertirse al catolicismo. La histeria anti-hugonote estalló entre la población católica romana y Calas fue arrestado y acusado de asesinar a su hijo para evitar su conversión al catolicismo.
Al inicio Calas atribuyó el crimen a un intruso desconocido, pero posteriormente insistió en que su hijo se había suicidado. Aparentemente, como el suicidio se consideraba entonces un crimen contra uno mismo y los cadáveres de los suicidas eran profanados, Calas intentó que el suicidio de su hijo pareciera un asesinato, pero después dijo la verdad. A pesar de abrumadora evidencia de que era un suicidio, Calas fue torturado brutalmente en un intento de hacerle admitir su culpabilidad. Fue destrozado en la noria, estrangulado y reducido a cenizas, pero declaró su inocencia hasta el final.
Voltaire se interesó en el caso, y mediante una vigorosa campaña de prensa el filósofo convenció a la opinión pública de que los prejuicios anti-protestantes influenciaron el caso y que MarcAntoine, en efecto, se había suicidado. Finalmente Jean Calas fue exonerado póstumamente y Voltaire, en su Tratado sobre la Tolerancia (1763) utilizó el caso para criticar a la Iglesia Católica por su intolerancia
¿Pero qué ocurre con otras formas de intolerancia como la intolerancia política? Vivimos en una sociedad democrática pluralista que demanda tolerancia para opiniones políticas. La Izquierda política hoy, en centros universitarios y dondequiera, ha mostrado gran intolerancia política demonizando a aquellos con opiniones diferentes como malvados o estúpidos. El problema con esta intolerancia es no solamente su indecencia, sino que promueve “monocultivo intelectual”. Tal indolente intolerancia es autocontradictoria.
Por otra parte, hay una versión relativista de la tolerancia políticamente correcta que es gravemente errada. Ese criterio sostiene que una persona tolerante debe ser imparcial y tomar posiciones neutrales frente a las convicciones de otros. Ese concepto relativista sostiene que no hay ideas mejores o más ciertas que otras y por tanto no se debe permitir juzgarlas. Tal tolerancia es también irracional.
Algunas ideas son mejores que otras, y existe la intolerancia virtuosa. Nuestro discurso social a menudo proclama la intolerancia como inaceptable, y defiende su erradicación. Eso es insensato; la intolerancia puede ser una fuerza positiva. Yo soy intolerante con la idea de que nuestras libertades civiles deban restringirse en base al género, raza o religión. Soy intolerante con ideas colectivistas que restringen nuestras libertades. Soy intolerante con religiones fundamentalistas incompatibles con gobiernos democráticos. Soy intolerante con pedófilos. Y soy intolerante con cobardes intelectuales que lanzan insultos en vez de entablar debates inteligentes. Supongo no ser una persona muy tolerante.
No es cuestión de tolerancia o intolerancia sino de defender verdades, razonamientos sensatos, y honestidad. La tolerancia no debe ser un fin en sí mismo, ni la intolerancia debería demonizarse siempre. La intolerancia es necesaria para combatir falsedades y opresión.
A pueblos oprimidos no se les debe pedir ser más tolerantes con sus gobiernos, sino estimularlos a ser visiblemente intolerantes. En ocasiones, como Voltaire, debemos combatir la intolerancia. En otras, como Rosa Parks, debemos ser intolerantes, desobedecer la autoridad, y sentarnos en la parte delantera del ómnibus.
El último libro del Dr. Azel es “Reflexiones sobre la Libertad”.
La Habana, Cuba. Históricamente y debido al cerco del régimen, los cubanos han navegado durante estas últimas seis décadas bajo el temor de ‘esto o de aquello otro’. En realidad, se andaba con el miedo incrustado en los huesos, pero esta situación ha dado un vuelco. Ejemplo del juicio anterior es el consumo abierto de carne de res por parte de los humildes, aquellos que la dictadura dice defender mientras los priva de lo que ellos disfrutan. Consumo a sabiendas de que puede ser inicio de una catástrofe arrolladora, incluso, el fin de la unión familiar. Tiempos atrás, quien se hacía de un pedazo de esta carne tenía que cocinarla de madrugada y con la casa enteramente cerrada, para evitar que el fuerte olor estimulara la masticadura y la enérgica salivación en los vecinos circundantes. En otras palabras, que el caldero te podía echar pa’ lante. Hoy, esto ha cambiado.
Usted puede entrar por la punta de un barrio, sea periférico o en el Vedado habanero, y aquel olor tabú lo arropa en su recorrido, tanto por el arrabal como por la placa citadina más distinguida, hasta la salida del lugar. Sin dejar de lado la causa del porqué este aroma dejó de ser un misterio, que a esta altura del Partido Comunista en la isla todos saben cuál y quién es el autor de la miseria crónica. Este asunto, que pudiera parecer ingenuo lleva en sí una poderosa enseñanza: la fuerza del pueblo, contra esto no hay dictadura que valga.
El aroma que hoy inunda la inmensidad de los barrios en la isla no es otra cosa que aire de libertad. Muestra el poder de un pueblo, en este caso de un pueblo hambriento, al cual no lo detiene el camión de años que pende como espada de Damocles sobre su cabeza. ¿Cómo se desafía lo que puede acabar contigo? Incluso, llevarte a la muerte dentro de una de las cárceles del régimen. ¿Cómo se desafía ese poder aparentemente inexpugnable y todo poderoso? Reza un fallo popular que lo que más potente se esconde está a la vista de todos.
El pueblo cubano parece que todavía desconoce su fuerza, su poder transformador. ¿¡Qué otra cosa que se proponga no puede hacer el pueblo cubano!? Pero, dónde está ahora mismo la virtud de saberse “pueblo transformador’ sino en ese aroma que en Cuba dejó de ser un misterio; y que ya es demasiado tarde para que la gente no vea. Ahí está, en su barrio, ahora mismo, y no hay tanta cárcel para encerrar a tanta gente. El olor que nunca mata está en la calle y no es otra cosa que aroma a libertad.
Publicado originalmente en la edición 209 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.
Muchos no conocen la historia. ¿Quién politizó los deportes, la pelota, el boxeo, y todo? ¿Quién se adueñó de nuestra Isla?
¿Fui yo, fue usted, fue el viejo Atanacio, fue Ñico Pan de Gloria, fueron nuestros padres, fue mi abuelo? No, fue un monstruo que convirtió a la Isla en su latifundio personal. Y al morir todo quedó igual. Nuestro archipiélago fue heredado por Raúl, por su hijo Alejandro Castro, por Díaz Canel y por Antonio Castro Soto del Valle, en la foto.
Teníamos cuatro tines de béisbol ajenos a todos los gobiernos de nuestro país. Los desaparecieron, los convirtieron en montones de conjuntos y la gente comenzó a llamarlos con mucha razón “los equipos de Fidel”.
Antes el pelotero era un ser independiente, libre, iba y venía al extranjero, y nadie sabía ni le interesaba si Roberto Ortiz, Willy Miranda, Edmundo Amorós, eran priistas, batistianos, auténticos, ortodoxos, católicos, protestantes o testigos de Jehová.
Cuando los castristas se cogen el béisbol, entonces una victoria del team cubano representa “una victoria de la revolución”, las medallas las entregaba Fidel y después uno de sus edecanes, o a veces su hijo Antonio.
Les exigen adhesión a los peloteros, son víctimas con un poquito más de privilegios. Y cuando salen al exterior vienen en representación del régimen comunistas de Cuba. A mí me son antiflogitinicos antiespasmódicos.
Y no son ellos solos, si vienen un grupo de campesinos, o de ingenieros, de basquebolistas, igual llegan en una misión de la Cuba castrista.
Los médicos cubanos en Venezuela, en Africa, los que están en esos países son comisionados de la tiranía. Y el régimen recibe una enorme tajada en dólares de las ganancias.
Y el mayor éxito del castrismo es que todos los que salen de Cuba en esas condiciones: artistas, cantantes, boxeadores, músicos, comediantes, peloteros, logran dividirnos aún más.
A mi no me dividen porque ya yo estoy dividido, me da lo mismo si es un pelotero, un acróbata de un circo, un esgrimista o un ajedrecista, todo el que brinque el charco, y denuncie con todos los hierros al régimen opresor le digo “bienvenido seas, que Dios te acompañe”.
Mientras el que se quede firme representando la basura aquella “pa’llá pa’llá” no lo quiero ver ni en pintura.
El que quiera culparme por mi proceder está errado, la culpa es de los hermanos Castro, de pinchos y mayimbes, y de una tiranía perversa que ha pulverizado a Cuba por 64 años tres meses y medio.
POSDATA
Y que conste, el equipo cubano -a pesar de la aplastante derrota- debe sentirse contento porque Fidel vivo le hubiera dado cuatro bofetadas a varios de los jugadores y fusilado al manager.
En cierta medida la ola represiva del totalitarismo cubano contra activistas pro democracia, médicos, escritores, periodistas y bibliotecarios independientes, sancionados todos a largas condenas de prisión, fue una especie de aldabonazo para muchos de los que se negaban a ver y escuchar la continuada crueldad del castrismo.
Las detenciones, a 44 años de los Castro en el poder, no se ejecutaron contra ciudadanos armados o individuos que preparaban actos de sabotaje, sino contra hombres libres, conscientes de sus prerrogativas, que buscaban disfrutar sus derechos a plenitud negados por la dictadura.
Sin embargo, lo más angustiante, es que han trascurrido dos décadas sin que el estado policiaco cubano haya reducido la represión contra la población, como muestran las cifras de encarcelados de la organización Prisoners Defenders, 1066, con 11 nuevos sancionados el pasado mes de febrero.
Lo esperanzador es que, aunque la represión es una característica esencial de las dictaduras, la cárcel, por inhumana que sea, no ha conducido a las víctimas a abjurar de sus compromisos, como me comentaba recientemente Regis Iglesias, ex prisionero político de aquellas cruentas jornadas que se extendió del 14 de marzo al 4 de abril del 2003.
Iglesias un destacado activista que fungía como portavoz del Movimiento Cristiano Liberación, ocho años tras las rejas, expreso su orgullo porque entre los arrestados de la Primavera ninguno había traicionado la causa, mientras en Cuba permanecían entre otros, Iván Hernández Carrillo y de nuevo se encontraban en la cárcel, por su indomable espíritu libertario, Félix Navarro y José Daniel Ferrer, quien desde la prisión, de Mar Verde, Santiago de Cuba, escribió, “No a la farsa electoral”, refiriéndose a las espurias votaciones del día 26 de este mes convocada por el régimen castrista, según informa la Asamblea de la Resistencia Cubana.
Durante la conversación, algo que consideró de particular relevancia, dijo, “No fuimos 75, éramos más, por ejemplo, Orlando Zapata Tamayo no se cuenta en esa cifra y es el único mártir de aquella ola represiva”, embate en el que también fue arrestada una mujer, la economista Marta Beatriz Roque Cabello, otra insigne prisionera política cubana.
Zapata Tamayo, albañil y plomero, un rebelde con la causa más digna que se pueda concebir, cumplía una sanción de 36 años de cárcel cuando decidió en la prisión de Kilo 8, Camagüey, iniciar una huelga de hambre que terminó con su vida 83 días después.
Debemos tener presente que los actos represivos masivos de cualquier dictadura, Cuba, Venezuela o Nicaragua, son el resultado del miedo crónico que padecen los tiranos, como se evidenció recientemente en la Patria de Rubén Darío, cuando los Bonnie and Clyde centroamericanos, Daniel Ortega y Rosario Murillo, desterraron a más de 200 personas y le quitaron la ciudadanía a otras 300, entre ellas a la poetisa Gioconda Belli.
Ellos, no ignoran que están sentados sobre las bayonetas y que los oprimidos solo esperan el momento en que puedan deslastrarse de los abusadores. Las cadenas no son de gusto de nadie, como se ha demostrado en la historia en numerosas ocasiones. Cierto que no faltan represores, pero los luchadores por la libertad no reniegan de sus obligaciones.
Cuba ha sido escenarios de numerosas olas represivas. En 1959, como consecuencia de la fracasada conspiración de agosto, fueron conducido a prisión más de un centenar de ciudadanos, entre ellos, Roberto Martín Pérez quien cumplió 28 años encarcelado, después, se vivieron los numerosos arrestos como represalia por la gran cantidad de personas que partían para las montañas y llanos para alzarse en armas.
Casi simultáneamente se produjo la que tal vez ha sido la marejada más brutal de la dictadura, los arrestos posteriores al desembarco de los expedicionarios de Bahía de Cochinos,1961, en esa jornada Fidel y Raúl Castro se vistieron de gala porque usaron los estadios deportivos de la Isla para encerrar a sus opositores, 12 años antes que Augusto Pinochet, lo hiciera en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos, en Santiago.
Que el espíritu de rebeldía no ha sido asesinado por la dictadura lo pudimos apreciar en las protestas del 11 de julio del 2021, una gesta gloriosa para todos los que rechazamos al régimen totalitario castrista, que como es de esperar, tampoco cesara de instrumentar abusivas campañas represivas contra la población.
Ya no resulta de asombro para los pinareños el tener que buscar por sus propios medios un carro para trasladar a su difunto. Pagar a un chofer particular por el servicio se vuelve cotidianidad para aquellos que, desgraciadamente, pierden a un ser querido. Si para algunos ingratos, cuando una persona muere no necesita tantos galardones, para otros esta terrible situación por la que pasa la provincia no es más que una gran falta de respeto de la dictadura. Pues en medio del dolor, los familiares tienen que hacer todos los trámites por su medio y cargar con el fallecido hasta el último minuto.
Por estos días las funerarias tienen todos los carros detenidos debido a la escasez de piezas de repuesto o por falta de chapistería, mientras los directivos se pasean en autos de lujo y la dictadura invierte en grandes cantidades de coches para el turismo. Fácilmente pudiera invertir en reparar los pocos carros fúnebres que hoy se encuentran fuera de servicio, para al menos resolver los problemas funerarios.
Pero esto no es lo único que ha ido de mal en peor en las funerarias de la provincia, las cajas donde se transporta al fallecido tienen una pésima calidad, se desclavan fácilmente, además de que estéticamente son desagradables; los cristales tienen defectos, no hay clavos, ni madera, ni vergüenza. El pueblo se siente indignado y con toda la razón. Y reclamar, ¿a quién?
Si a los que pueden resolver esta situación no les importa. Para los comunistas, que son los propios culpables de que Cuba esté cuesta abajo, hay de todo. También la confección de coronas está detenida por falta de materias primas, e ir a los particulares a comprar ramos resulta bastante difícil pues los precios más altos no pueden estar. Esto conllevada a tener que hacer los velorios con cajas deplorables y para colmo, sin flores.
Publicado originalmente en la edición 250 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Panorama Pinareño