Cuando de alimentar al pueblo se trata, hay que dejar todo discurso triunfalista, barnizado con la caduca ideología política. No se llevan planes de producción a la mesa, sino alimentos tangibles, reales. Los cubanos están cansados de las promesas oficiales, que no pasan de ser promesas. El país necesita producir, ese es nuestro gran problema.
La falta de producción de bienes y servicios, es algo bien complejo, por varias razones, primero la deteriorada infraestructura económica y en segundo lugar la incompetencia de nuestros economistas. Resulta absurdo tantas medidas y estrategias, que no logran concretarse en la práctica, porque no se ajustan a la realidad que se vive.
El régimen solo defiende un sistema político, que no se sustenta en un sistema de producción real es como pretender sostener un castillo en el aire. Los economistas cubanos no han hecho nada, salvo ejercicios de dirección, que han empeorado la situación económica. La subjetividad ha primado sobre la objetividad del momento, como un intento desesperado de sobrevivir a la muerte inminente. Es hora de renunciar al discurso vano e inútil. Como decir que el 2023 es promisorio, en que realidad vive la dirigencia del país.
Si usted observa este mundo con los ojos y los oídos abiertos y lee los reportes del Fondo Monetario Internacional, y de otros organismos internacionales, sabrá que el futuro inmediato y mediato es gris con tendencia a negro. No se trata de seguir adoptando medidas que no se cumplen y otras que no se pueden cumplir, ni de echarle las culpas a los territorios, o a algunos dirigentes, se trata de buscarle soluciones reales y urgentes a los problemas y carencias, y dejar de usar el Bloqueo como la excusa de todo. Cansa una sociedad, que a cada paso está contaminándose con la mentira y la incompetencia, de quienes deben hacerla mejor. La realidad es superior a la ficción que el régimen cubano pretende vender.
No podemos continuar ofreciendo una realidad, que no existe, que muestra un modo de vida que no es real. Quien quiera ganarse el aplauso del pueblo deberá servir al pueblo, con la transparencia y sacrificios que ello exige. La dignidad y el valor del gobernante se miden, no por las palabras que pretenden acariciar el oído, sino por las obras que benefician y dignifican. Durante la tregua fecunda, nuestro Martí escribió a Máximo Gómez: "General un pueblo no se manda como un ejército". Esa ha sido la norma durante más de 65 años. Un pueblo se gobierna con la verdad por delante y ofreciéndole un futuro mejor y real.
Publicado originalmente en la edición 151 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano
Un hombre está al borde de un precipicio a punto de saltar cuando otro le grita: ¡detente, no saltes!
Saltador: ¿Por qué no?
Segundo hombre: ¡Porque hay muchas razones para vivir!
Saltador: ¿Cuáles?
Segundo hombre: ¿Eres religioso?
Saltador: Sí.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres cristiano o budista?
Saltador: Cristiano.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres católico o protestante?
Saltador: Protestante.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres episcopal o bautista?
Saltador: Bautista
Segundo hombre: Magnífico. ¿Eres de la original Iglesia Bautista de Dios o de la Reformada Iglesia Bautista de Dios?
Saltador: De la Reformada Iglesia Bautista de Dios.
Segundo hombre: Yo también. ¿Eres de la Reformada de 1879 o de la de 1915?
Saltador: De la reformada de 1915.
Segundo hombre, insultado y empujándolo al precipicio: ¡Hereje! ¡Muérete, bazofia!
Llegué a esta ocurrencia investigando la teoría de Sigmund Freud sobre el “Narcisismo de las pequeñas diferencias”. En su tesis, Freud argumenta que “son precisamente diferencias menores entre personas afines las que forman la base de sentimientos de hostilidad entre ellas”. Llamó a este fenómeno narcisismo de las pequeñas diferencias.
En ciencias políticas el narcisismo de las pequeñas diferencias explica por qué comunidades con similares contextos étnicos, lingüísticos y culturales, y en ocasiones en territorios adyacentes, tienden a encerrarse en feudos. En muchos casos de conflictos étnico-nacionalistas el odio más profundo aparece en comunidades que, por la mayoría de las apariencias, muestran muy pocas diferencias significativas.
Por ejemplo, la violencia en Kirguistán entre las poblaciones uzbeka y kirguís, las tóxicas confrontaciones en el Punjab, Irlanda del Norte, Chipre, Sri Lanka, y en Bélgica entre belgas franco y flamencoparlantes; la crueldad en la guerra de los Balcanes, el salvajismo de hutus y tutsis en Rwanda y Burundi, el conflicto iraní shiíta-sunnita, y muchos más. Claro, cuando comienza el conflicto otras diferencias y tópicos actúan como multiplicadores de la hostilidad.
Con su narcisismo de las pequeñas diferencias Freud nos da un marco analítico de explicación causal, pero no mucho más. Se ha sugerido que la angustia es narcisista por naturaleza porque es como si nos estuviéramos mirando a nosotros mismos en un espejo.
He llegado a pensar en el narcisismo de las pequeñas diferencias considerando las divisiones en los movimientos opositores, particularmente en la historia de Cuba desde las guerras por la independencia en el siglo 19 hasta las últimas seis décadas de oposición al castrismo. Algunos episodios, como el vergonzoso abandono del patriota cubano Carlos Manuel de Céspedes por sus compatriotas, tuvieron consecuencias trágicas. Céspedes, que en 1868 liberó a sus esclavos e inició la Guerra de los Diez Años, fue posteriormente depuesto en un golpe de liderazgo. El nuevo gobierno cubano no le permitió exiliarse y le negó una escolta. Sin protección, las tropas españolas lo mataron en 1874.
La oposición cubana al régimen de Castro, desde sus orígenes en 1959, ha estado fragmentada, compuesta por una miríada de grupos carentes de unidad operacional. A veces las diferencias tienen sustrato político o filosófico, pero también son resultado de diferencias tácticas, revanchismo, y ambiciones personales de protagonismo. Esta desunión persevera hasta hoy, a menudo iniciada o explotada por los omnipresentes servicios castristas de contrainteligencia.
Pero son cubanos que trágicamente pelean unos con otros agresivamente, a pesar de un objetivo predominante de oposición a la ideología comunista. ¿Se trata de una manifestación de narcisismo de las pequeñas diferencias?
Comprensiblemente, los grupos de oposición no pueden aspirar a estar de acuerdo en todo en sus divergentes programas político-económicos. Pero, como fue el caso de los Padres Fundadores, es necesario trabajar conjuntamente con quienes pueden profesar ideas políticas diferentes, pero tienen voluntad de unirse sobre aspectos específicos y derechos.
Más que crítica, el narcisismo de las pequeñas diferencias de Freud ofrece a los grupos de oposición una pauta para la introspección constructiva.
El último libro del Dr. Azel es “Reflexiones sobre la libertad”
Los cubanos que en algún momento se detienen a presenciar el principal informativo de la televisión cubana, el noticiero estelar de las 8:00 P.M., pueden notar que un individuo salta como la figura principal de este noticiario: DíazCanel. Es una promoción abrumadora, como queriendo demostrar algo; algo carente. Se abre con él y más tarde, a modo de cascada, vuelve una y otra vez a lo largo del informativo.
No hay un respiro para el televidente. Estadísticas conservadoras de aquel que se sienta frente al televisor, números no oficiales que se comentan en los barrios, arrojan que alrededor de un tercio del tiempo del noticiero es empleado por el presidente. Respecto a lo anterior (el tercio empleado por Canel), debemos aclarar las posibles fluctuaciones, debido al carácter elástico del informativo, que un día dura 35 minutos y otro una hora.
Planteado de otro modo, a qué responden las incontables apariciones del presidente de la República en el Noticiero Nacional de la Televisión cubana. ¿Qué se quiere decir con esto al pueblo cubano? Lo que salta a primera vista: el aparato ideológico del Partido Comunista pretende, aunque sea de modo subliminar – para aquel que voltee cara y oídos en cada aparición del presidente–, que el hombre se está ocupando; si bien la realidad nacional cada día va de mal en peor. Estamos en presencia de una promoción abrumadora y escandalosa, a la imposición de una figura a como dé lugar; similar a la fabricación de un líder sin pedigrí popular; algo tan cuestionado por el régimen en otras latitudes del orbe, en mayor medida, en Estados Unidos.
¿Qué ha traído esta avalancha de Díaz Canel en el noticiero? Lo que antes era visto ya no se ve. La gente no se molesta en prender la televisión, para ver ‘el NTV de Díaz-Canel’. Otros, seleccionando intervalos de tiempo, prenden el aparato cuando suponen el segmento del pronóstico del tiempo o los deportes, luego, lo vuelven a desconectar. Existe una realidad, el grueso de los cubanos ignora este espacio. Lo ignora por una razón: es una promoción en la justa medida de la incapacidad del régimen; y los tiempos de la muela han quedado atrás.
Publicado originalmente en la edición 186 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa.
Es bueno, necesario, y ya urgente, pensar el futuro de Cuba. Eso hemos hecho en el VIII Encuentro del Centro de Estudios Convivencia este fin de semana del 25 y 26 de febrero de 2023, comenzando con la conmemoración del 170 aniversario de la muerte del Venerable Padre Félix Varela y haciendo en la práctica lo que el “santo cubano” nos enseñó a hacer primero: pensar Cuba.
Ese mismo día la comunidad científica de la Isla declaraba al sacerdote y patriota entero como el “Fundador de la Ciencia Cubana”. Es muy significativo que ahora se regrese a lo que hace más de un siglo se le ha reconocido al Padre Varela, y también lo que le fue ocultado por décadas después de 1959: su condición de sacerdote católico, su santidad ya declarada por el Apóstol José Martí y su calidad de pionero en las ciencias, al introducir en Cuba los primeros laboratorios de física y química que fueron puestos a disposición de los alumnos del Seminario San Carlos y San Ambrosio, matriz cristiana de la nación cubana.
Ciento setenta años después un grupo de cubanos de los dos pulmones: Isla y de la Diáspora, nos hemos encontrado por octava ocasión para pensar Cuba y continuar el Itinerario de Pensamiento y Propuestas para la Patria.
Ha sido el mejor encuentro de todos los que hemos organizado en Convivencia: por la calidad sustancial de los contenidos y aportes, por el número de los participantes, por la diversidad de formas de pensamiento, por el respeto irrestricto a la opinión plural, por el talante proactivo y realista de las propuestas, por la altura de miras, por la serenidad de los debates. También por la honestidad y la profesionalidad de los conferencistas y por el método parlamentario de las plenarias y equipos de trabajo, que nos permitió ejercer la democracia en vivo.
Pero, sobre todo, ha sido significativo por lo que considero más importante: el ambiente de fraternidad, el clima de alegría, el compartir de cuatro generaciones de cubanos de las más diferentes opciones políticas, todas pacíficas. Por el clima familiar entre creyentes, agnósticos y ateos, por la presencia de dos sacerdotes cubanos, dos religiosas cubanas y numerosos laicos comprometidos, por el intercambio de experiencias sin discriminaciones, sin conflictividad generacional, sin descalificaciones.
Comprobar que se puede debatir serenamente, que se pueden construir consensos entre la Isla y la Diáspora y entre muy diferentes escuelas políticas, económicas, diversas y complementarias formaciones académicas, provoca y consolida una experiencia de esperanza realista en el futuro de Cuba.
Esta visión levanta el ánimo sin olvidar, al contrario, precisamente acicateados por la más grande crisis estructural, antropológica y social que ha vivido nuestro país. Hemos pensado nuestro futuro con los pies bien puestos en nuestra realidad sufriente, con el corazón pegado a los miles de presos políticos, perseguidos y muertos en la Isla, en las selvas o en los mares, que nos sirven de ejemplo e inspiración. Ha sido una experiencia que nos habla de que es posible levantar la cabeza, erguir el alma y pensar el futuro sin alienarnos del presente y sin desmemoria del pasado.
Hemos experimentado que en la diferenciación y complementación de roles de la sociedad civil cubana se necesitan también los laboratorios de pensamiento y propuestas, llamados think tanks, cuyo lugar se ubica en el espacio intermedio entre la academia y la comunidad política. Por un lado, toma de la academia la formación, la información y la altura de análisis, aplicándolos en propuestas más concretas y específicas.
Al mismo tiempo, aporta a la comunidad política, y a otras instancias de la sociedad civil, un servicio de estudio que los ritmos del activismo, la inmediatez y el agobio de la existencia cotidiana, no permiten detenerse a crear, estructurar visiones y pensamiento elaborado que los think tanks pueden poner al servicio de todos.
Ha sido una experiencia edificante y llena de semillas de esperanza. Vivir en dos días, con un pequeño grupo de alrededor de cuarenta personas, lo que deseamos poder vivir en el futuro de Cuba libre, democrática y próspera.
No es una utopía, no es cuento, no es plan, es experiencia vivida y compartida en los encuentros de Convivencia, nunca mejor nombre y proyecto de vida. En la evaluación, los participantes expresaron de diferentes maneras esta sensación de sanación y esperanza. Yo me uno a algunos de ellos que lo expresamos así:
Esta es, en pequeña matriz, en fecunda semilla, la Cuba en que yo quiero vivir.
La rivalidad y enemistad política no debe conducir a la victimización del adversario, como lo hacen los regímenes de corte castrista y sus pares como el marxismo y el nazi fascismo, todos inspirados en ideas que conciben la gestión de gobierno como actos divinos que no pueden ser cuestionados.
Los partidarios de esos regímenes actúan como si fueran feligreses de una cofradía. Invocan la palabra de su señor con devoción y si les ordenan el degüello de sus víctimas no tienen reparo en ejecutarlos, sin embargo, a pesar de la maldad que muestran, hay personas que pueden tener dudas en victimizar a estos victimarios cuando reniegan de la fe por la cual estuvieron dispuestos a acabar con la vida y el derecho de los otros.
Los victimarios no deben ser convertidos en víctimas, sin embargo, es necesario, por sanidad moral y física, que reconozcan sus culpas. El olvido, perdón o castigo es potestativo de aquellos a quienes abusaron, pero la sociedad tiene el derecho de exigir un acto de contrición de quienes usaron la maldad como forma de vida. No debe haber crimen sin castigo.
El castrismo, como sus secuelas de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, más otros gobernantes proclives a la Tentación Totalitaria como calificara Jean François Revel, son generadores de victimarios de variada intensidad criminal, empero, en todos esos mandatos sin excepción, se han producido deserciones de depredadores de oficio que, en ocasiones, se transforman de renegados a oportunistas, capaces de imponer a sangre y fuego la Nueva Palabra si tienen oportunidad.
A través de los años he conocido y compartido con algunos renegados. Personas de bien que reconocen haberse equivocado y tuvieron el coraje de rectificar su rumbo combatiendo al riesgo que fuera necesario, incluido la cárcel, la motivación de sus probables injusticias. Confieso que admiro a esas personas, aunque no tanto como a aquellos que nunca se dejaron obnubilar por la utopía. Merecen respeto por su rectificación, pero más que todo, por su decisión de combatir a quien lo convirtió en instrumento de odio.
La vigencia de este tema lo aprecié recientemente en una conferencia auspiciada por la Fundación de los Derechos Humanos en Cuba que dirige Tony Costa, conducida hábilmente por la periodista Maite Luna, que mostró el alto número de sujetos, que, en su complicidad con el totalitarismo, actuaron con extrema crueldad y vesania, contra personas que solo estaban haciendo uso
Desde hace ya algunos años, el desarrollo local como forma de levantar la decadente economía del país ha sido un punto presente en cada discurso de la dictadura, pero a pesar de que esto es algo que se dice y redice, en la realidad no pasa más allá de la palabra y los planes de algunos dirigentes poco visionarios. Si bien no es menos cierto que parte de las grandes economías mundiales provienen del desarrollo local como pilar fundamental para el sustento familiar y social de las comunidades, e inclusive del país, en Cuba la economía de desarrollo local basada en los principios de la privatización de pequeñas y medianas empresas no avanza por culpa del propio régimen.
Desde las sombras dirige el enfoque de los emprendedores bajo sus propios intereses, poniéndoles frenos burocráticos y absurdos que para nada tienen que ver con el concepto de este tipo de mercado emergente. Uno de los problemas más frecuentes para la funcionabilidad de estos negocios que verdaderamente aportarían a la economía, es la persecución constante de actores vinculados a la dictadura que burocratizan y entorpecen el negocio privado, así como la inexistencia de mercados mayoristas para el abastecimiento de las materias primas a todas estas minindustrias.
Cabe reconocer que hoy la mayor parte de los servicios que necesita la población están siendo cubiertos por los particulares, quienes a pesar de todos estos contratiempos siguen importando todos los recursos de países como Panamá, Nicaragua o México, cubriendo así ese bache comercial creado por el propio régimen en sus mismos establecimientos. Pero desgraciadamente, mientras existan en este país personas que frenen el desarrollo local por temor al enriquecimiento de quien sí quiere trabajar, el sector privado nunca pasará de pequeñas y medianas empresas a grandes negocios que aporten a sus conciudadanos mejores condiciones de vida, empleos bien pagados e inclusive la tan añorada prosperidad que necesitan los cubanos.
Publicado originalmente en la edición 140 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque
El desabastecimiento de alimentos es un problema generalizado desde el occidente hasta el oriente del país, lo que genera cada día más indignación entre la población que, a pesar de contar con el dinero, la mayoría de las ocasiones no puede adquirir los productos que necesita. Esta escasez no solo se está viendo en las tiendas en moneda nacional, sino también en las de MLC (Moneda Libremente Convertible); mientras la dictadura apuesta por un plan de soberanía alimentaria, los pinareños buscan una forma de sortear la carestía diaria, pero la mayoría de las veces no la encuentran. El aceite, por ejemplo, en estos últimos días ha estado más escaso que nunca, aunque desde hace años viene presentando problemas.
La situación con este líquido graso hoy es crítica, ni siquiera el que la dictadura vende en las bodegas (250 ml por persona) ha llegado a las manos del pueblo, esto ha dado lugar nuevamente a que el precio de un litro de aceite oscile por los 1300 pesos, que es la mitad del salario de un trabajador. Este producto con el que sí cuenta el sector privado, ¿de dónde sale? A contrabando de los centros de la dictadura, acaparado hasta por los mismos directivos que se llevan la mayor parte del negocio, por eso nunca llega directamente al pueblo.
El abasto de aceite al mercado cubano pende del hilo de la capacidad de compra en el exterior, en otras palabras, del financiamiento con que se cuente. Cuba importa el refinado a granel para envasarlo en plantas ubicadas en La Habana y Camagüey, y compra también soja en grano para producirlo en la única fábrica del país que está en Santiago de Cuba; lo que quiere decir que la isla depende de los productos de otros países, no es capaz de buscar una solución para producir desde adentro, siempre como un parásito mientras el pueblo llora de tanta necesidad.
Publicado originalmente en la edición 249 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Panorama Pinareño
Estados Unidos se fundó sobre la premisa de que la libertad es un valor universal. Thomas Jefferson, en la Declaración de Independencia, fue inequívoco: “Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Pero ¿realmente la libertad es valorada universalmente por todos los pueblos, en todas partes, en todo momento?
Históricamente, no se puede argumentar que la libertad es un valor universal. El profesor Jesse Rufus Fears, al dar una conferencia sobre la Historia de la Libertad, señala que la gran civilización egipcia que construyó las pirámides ni siquiera tenía una palabra para libertad en su vocabulario; China y Mesopotamia nunca desarrollaron una idea clara de libertad; y en China, las enseñanzas de Confucio se referían al orden y no a la libertad.
En condiciones de tensión, muchos pueblos han estado dispuestos a renunciar a sus libertades políticas e individuales para proteger a su nación de los ataques extranjeros. La Ley Patriota de EE. UU., que reducía las libertades individuales al ampliar los poderes de los organismos encargados de hacer cumplir la ley, fue promulgada por el Congreso tras los ataques del 11 de septiembre. La Ley Patriota es un ejemplo contemporáneo de una decisión nacional para disminuir la libertad.
Y, sin embargo, prácticamente todos los presidentes estadounidenses han articulado la política exterior estadounidense sobre la premisa de que la libertad es un valor universalmente deseado, y hemos librado varias guerras para defender el principio de la libertad universal. Pero, ¿qué sucede cuando los individuos de otras naciones no valoran la libertad como nosotros? ¿Deberían ser obligados a ser libres?
La libertad se define más fácilmente como tener la capacidad de actuar sin restricciones. La libertad está relacionada, pero no es idéntica al concepto de libertad. Ser libre es ser autodeterminante; tener libertad es estar liberado de algo. La libertad está asociada con las instituciones; la libertad es personal. Para mantener esta discusión alejada de debates filosóficos esotéricos sobre la libertad, estoy pensando aquí en la libertad en el contexto sociopolítico.
Y para enmarcar mejor la cuestión de si la libertad es un valor universal, tomemos prestado el desglose de la libertad del profesor Fears en tres componentes de libertad nacional, política e individual. La libertad nacional es la libertad de una nación para ser independiente del dominio o control extranjero. La libertad política es la libertad de elegir a nuestros propios funcionarios de gobierno, el derecho a decir lo que queremos en el discurso político y a darnos las leyes bajo las cuales seremos gobernados. La libertad individual es la libertad de vivir como elijamos, siempre y cuando no dañemos a nadie más.
Estas libertades no necesariamente se encuentran juntas. Por ejemplo, se puede decir que Corea del Norte o Cuba tienen libertad nacional, pero no libertad política o individual. El Imperio Romano se enorgullecía de sus libertades individuales, pero carecía de libertad nacional o política ya que todas las naciones que lo componían estaban gobernadas por Roma.
En los Estados Unidos hemos logrado una integración notable y equilibrada de la libertad nacional, política e individual. Pero de eso no se sigue que todas las naciones quieran nuestro tipo de libertad. Hemos encontrado nuestro acuerdo de libertad enormemente útil y beneficioso, y creo que es el mejor arreglo social que se ha ideado hasta ahora. Pero otras sociedades pueden necesitar encontrar formas de organizar sus naciones de manera que reflejen mejor sus propias tradiciones y cultura. A pesar de nuestras propias intenciones bien intencionadas, si la libertad no es un valor universal, debemos aceptar de mala gana la libertad de otros pueblos para definir su propia identidad.
Puede que la libertad no sea un valor universal, pero es duradero. En la primavera de 2019, visité Riga, Letonia, donde en 1818 el bulevar principal se llamó Alexander Street en honor al zar Alejandro. Cuando Letonia obtuvo su independencia por primera vez en 1923, el bulevar pasó a llamarse Freedom Street. Ese nombre provocativo no convenía a los ocupantes nazis durante la Segunda Guerra Mundial que la rebautizaron como Calle Adolf Hitler. Más tarde, cuando los soviéticos ocuparon Letonia, la rebautizaron como Calle Lenin. Pero cuando Letonia recuperó su independencia en 1990, el famoso bulevar, una vez más, se convirtió en Freedom Street. Que siempre permanezca libre.
El último libro del Dr. Azel es “Sobre la Libertad”