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Opinión
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Aquí, ni pan con azúcar
Feb 10, 2023

Rafael recuerda con nostalgia, y casi saboreándose, los días de su infancia en pleno Período Especial, cuando llegaba a su casa hambriento, después de horas de mataperrear, y se iba directo a la cocina, agarraba un pan, abría el tambuche de azúcar y sobre la masa espolvoreaba tres, cuatro, cinco cucharadas del dulce. Se lo comía en un santiamén, lo desatascaba con un vaso de agua y de nuevo a mataperrear.

Me cuenta su historia porque reconoce que sus dos hijos están pasando hambre. “Ellos no lo dicen, y se conforman con lo que su mamá y yo podemos darles; pero cuando me pongo a comparar, me doy cuenta de que ellos tienen menos de lo que tuve yo, y eso me parte el corazón”, lamenta.

Rafa compra diariamente una bolsa de pan que le cuesta 250 pesos. Trae ocho panes pequeños, de esos que hay comerse dos para sentirse más o menos satisfecho. Destinan cuatro al desayuno de la familia y los otros cuatro a la merienda de sus hijos en la escuela, dos para cada uno.

“Podría ser uno para cada uno y así ahorramos algo; pero aguantar con un pancito en el estómago el día entero no es fácil. Nos da lástima. A veces mi esposa y yo no desayunamos para que ellos tengan merienda cuando vengan de la escuela porque llegan ‘fachaos’ (con mucha hambre)”, afirma.

La historia de Rafa y su mujer se multiplica en miles de hogares cubanos, donde los mayores optan por pasar hambre para que sus niños sufran un poco menos. Sin embargo, el único dilema no es conseguir el pan. A veces simplemente no pasa el vendedor porque no se consiguió la harina, o la levadura que entró era de tan mala calidad que solo sirvió para elaborar el pan normado, pero no el que se vende tan caro en el mercado negro.

Si el vendedor desaparece por varios días, la gente sabe que, cuando vuelva, la misma bolsa de ocho panes estará más cara.

“La he pagado hasta en 350 pesos. Ahora mismo el vendedor que pasa por mi cuadra la tiene en 300”, asegura Beatriz Carmona, madre de dos niños que cursan la escuela primaria. “A veces me desespero porque una bolsa de pan en mi casa no dura nada. Ellos siempre tienen hambre. Yo sé que es la edad, pero me llevan de la mano y corriendo (…) Aquí en la Habana Vieja los vendedores tienen los precios por las nubes. Como ven que esto está de nuevo lleno de extranjeros, se hacen la idea de que una va caminando y los dólares caen de los balcones”.

El incremento de turistas en el Centro Histórico no ha hecho ninguna diferencia en el poder adquisitivo de Beatriz, que trabaja para el estado y cobra 3 600 pesos mensuales para mantenerse ella y a sus dos hijos. A veces gana un extra, pero eso no significa que pueda darse gustos. La mujer lamenta que antes se podía comprar algún dulcecito, pero ahora una tortica de morón cuesta ochenta pesos.

“¿Tú sabes lo que es eso? Yo y mis hermanos crecimos comiendo torticas, era lo más normal del mundo. Ahora una sola, que tampoco es la delicia ni mucho menos, me cuesta una fortuna. Es inconcebible lo que pasa en este país”.

Beatriz recuerda cómo en su época de estudiante universitaria —no tan lejana— compraba diez torticas de morón en la dulcería “San José”, al final del bulevar de Obispo, donde costaban 0.10 centavos CUC, y con eso se mataba el hambre, a la vez que disfrutaba de un postre que le fascina desde la infancia. Hoy no puede recordar la última vez que compró dulces para ella y sus niños. Ni siquiera puede hacerlos en casa porque el azúcar de la cuota no alcanza.

Desde hace meses los retrasos e irregularidades en la entrega del azúcar —refino y crudo— por la cartilla de racionamiento golpea duramente a los cubanos, que se han visto obligados a incurrir en un gasto extra para endulzar el café, la leche o el jugo del desayuno, cuando hay.

“El bodeguero siempre tiene azúcar blanca, a cien pesos la libra, pero hoy mismo la tiene a 120, y no queda más remedio que comprarla”, cuenta Silvina Duarte, amante de la repostería, que cada día ve más reducidas sus posibilidades y gustos. La señora, que presume de haber comido dulces de todo tipo y a sus 76 años tiene la glicemia “en talla”, confiesa que nunca pensó que la crisis cubana llegaría a los campos de caña.

“Mi padre decía que en un país las cosas van mal de verdad cuando falta el pan, pero yo en el caso de Cuba diría también que cuando falta el azúcar (…) Sin esas dos cosas, tú puedes decir con seguridad que este país se jodió”.

La conclusión de Silvina coincide con la de Rafael, varias décadas más joven, aunque él pertenece a la generación que entiende que Cuba comenzó el proceso de autoaniquilación cuando se dejó arrancar las libertades individuales. A Silvina le duró un poco más la visión romántica sobre el proceso revolucionario; pero ambos, desde sus respectivas experiencias, entienden que una mesa donde falta el pan es la más pobre sobre la faz de la tierra, y que el país que alguna vez fue primer productor y exportador de azúcar en el mundo tiene que estar hundido sin remedio cuando ni siquiera puede garantizar dos libras por consumidor, una vez al mes.

 

Cortesía de  CubaNet

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“La leyenda del río”, una nueva novela de Frank Correa
Feb 8, 2023

LA HABANA, Cuba.- En su empeño por que se conozca la obra de los autores cubanos censurados por el régimen en su país, Ediciones Ilíada, en Alemania, publicó recientemente la novela La leyenda del río, del escritor y periodista independiente Frank Correa.

En esta, como en otras de sus novelas, Frank Correa nos deslumbra con su fabulación, su uso de la intertextualidad y su maña y fluidez  para narrar.

No abundan los autores cuya personalidad sea tan idéntica a su escritura como ocurre en el caso de Frank Correa. Y ese es el más inobjetable indicio de la autenticidad de un escritor.

Por la naturalidad con que escribe, sin recurrir a artificios efectistas, sin rebuscamiento alguno, cuando uno lee a Frank Correa es como si estuvieras escuchándolo, con su acento oriental, contándote una anécdota suya o de alguno de sus amigos y conocidos de Guantánamo, Santa Fe o Jaimanitas, que casi siempre  son los personajes de sus cuentos y novelas.

Ese es el caso de La leyenda del río, que narra la historia de Rascacio, un humilde poblador de Jaimanitas que se gana la vida buceando en busca de prendas perdidas por los bañistas en la playa. Rascacio, obsesionado con una vieja historia de tesoros que cuentan los pescadores, se dedica a buscar el cofre de oro y piedras preciosas que, según la leyenda, luego del naufragio de la goleta Reina Isabel en 1682, al noroeste de La Habana, enredado en un gigantesco sargazo, empujado por las corrientes marinas recorrió los océanos durante cuatro siglos hasta que finalmente una tormenta lo condujo al río de Jaimanitas.

El tenaz Rascacio, que con su determinación a no dejar que las muchas vicisitudes lo venzan recuerda por momentos al Santiago de El viejo y el mar, no ceja hasta encontrar el tesoro. Pero su enriquecimiento de la noche a la mañana lo hace blanco de la Seguridad del Estado, que lo arresta, confisca sus bienes y… No voy a contarles el final. Lean la novela.

Como si no bastara la fabulación que derrocha Frank Correa con la historia de Rascacio y el tesoro, en La leyenda del río también están las historias de Pejediente, Atila, los Bocañanga, Luisón, Chiqui, Miguelito Melón, Luisa Ojos Secos, el trovador Héctor Tortilla y decenas de otros pescadores y buscavidas de Jaimanitas. Historias tragicómicas que Frank Correa logra concatenar, una tras otra, sin apenas tomar aliento, con una habilidad pasmosa, a lo largo de toda la novela.

Algunas son delirantes, como la fiesta en casa de los Bocañanga por el centenario de Jaimanitas; el tiburón cazado en el río por Cheo, el menor de los hijos de Pejediente; el viaje de Rascacio y Amatista, su mujer, a Bayate; la noche en que luego de sacarse dos muelas que tenía soldadas a la mandíbula, Rascacio es mordido por un perro y se le infesta la herida y a Amatista se le atraganta una espina de pescado. Y ni hablar de la búsqueda del tesoro en el putrefacto fondo del río de Jaimanitas.

El autor, que lleva más de 20 años viviendo en Jaimanitas, se ha compenetrado con los moradores de ese viejo pueblo de pescadores y conoce bien esas historias, algunas de ellas si no reales, bastante parecidas a la realidad.

Los personajes de sus historias son todos patéticos náufragos de la sociedad socialista que luchan por  subsistir a como dé lugar. Y Frank Correa cuenta sus historias y a veces las de él mismo, con crudeza y realismo, sin caer en el panfleto, pero no por ello dejando de llamar las cosas por su nombre.

Nacido en Guantánamo en 1963, el futuro de Frank Correa en las letras cubanas parecía promisorio. En 1991 ganó los concursos nacionales Regino Botti, Tomás Savignón y Ernest Hemingway y le publicaron, en la colección La Fama, su libro de cuentos La elección. Pero excomulgado de la cultura oficial por sus ideas políticas, se hizo periodista independiente y, por tanto, se convirtió en un objetivo de la Seguridad del Estado.

En las dos últimas décadas, sus crónicas y artículos han aparecido en Cubanet, Diario de Cuba, Primavera Digital y ADN Cuba. Pero no ha dejado de escribir ficción y poesía. En 2012 ganó el primer premio de Nuevo Pensamiento Cubano con el cuento “La mujer del escritor”. Tiene publicadas, además de La leyenda del río, las novelas Larga es la noche, en la editorial checa Fra, Un rey sin corona y Pagar para ver, esta última por Latin Heritage Foundation y Ediciones Cenifenc, de España.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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Relaciones Cuba-EE.UU.: de las falsedades de Obama a las ambivalencias de Biden
Feb 7, 2023

LAS TUNAS, Cuba. — Es falso, según dijo el expresidente Barack Obama el 17 de diciembre de 2014, que las políticas estadounidenses respecto a Cuba no han logrado “impulsar nuestros intereses”, como tramposo resulta que los comunistas cubanos quieran aprender a “convivir de forma civilizada”, más allá de sus “diferencias”, según afirmó Raúl Castro aquel mismo día.

Ambivalente entre esas declaraciones, pretendiendo unir dos intereses diferentes e irreconciliables: el de la democracia del pueblo cubano y las pretensiones del régimen para perpetuarse en el poder, el presidente Biden no debería hacer concesiones al castrocomunismo, como no lo hicieron sus predecesores republicanos y demócratas antes que Obama, que sí consiguieron acuerdos para mantener los intereses de los Estados Unidos en la región.

Es falso que desde la administración Eisenhower hasta nuestros días los gobiernos de Estados Unidos y Cuba no hubieran mantenido de forma pública, o secreta, reuniones bilaterales. Anecdótica y particularmente ilustrativa resultó la primera de esas citas.

Aparentemente humilde, pero en realidad orgullosamente mesiánico, en abril de 1959 Fidel Castro fue a Estados Unidos a publicitar su imagen y conseguir dinero, pero sin pedirlo, sino procurando que se lo ofrecieran. “Yo no vine aquí a pedir dinero”, dijo, y recalcó: “No deben pensar en nuestro país como un mendigo”. Como respuesta, no le fue concedido un centavo ni en préstamo ni en calidad de ayuda, cuando aún decía que no era comunista.

Todos los presidentes estadounidenses, excepto Gerald Ford y George Bush (padre), sin hacer concesiones estratégicas, consiguieron del régimen de La Habana acuerdos importantes para Washington; a saber: Kennedy logró la libertad de los prisioneros de la Brigada de Asalto 2506 tras su captura en Bahía de Cochinos; Johnson, el acuerdo migratorio que posibilitó la salida de cubanos a Estados Unidos; Nixon, lo concerniente a la cooperación bilateral para impedir la piratería aérea; Carter obtuvo los acuerdos sobre limitación marítima, pesca, migratorios y, sobre todo, abrió la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, que, de hecho y sin aspavientos, funcionó como una embajada sin poseer ese rango. Ronald Reagan, sin bajar la guardia contra el comunismo, logró los acuerdos migratorios de 1984 y 1987, y, sobre todo, los convenios que hicieron volver a las tropas cubanas de Angola; Bill Clinton llevó a buen puerto los pactos migratorios de 1994 y 1995 para impedir la migración no autorizada y el narcotráfico, donde participaron militares de ambos países; George W. Bush, a quien los castrocomunistas dedicarían diatribas en cientos de páginas y miles de horas de radio y televisión, no solo hizo de Estados Unidos el mayor proveedor de productos agrícolas a Cuba, sino que logró hacer de Raúl Castro y sus soldados los guardianes exteriores de la base naval de Guantánamo cuando la convirtió en una cárcel antiterrorista.

No diga ahora la administración Biden, como antes dijo personalmente Obama, que las políticas de Estados Unidos durante décadas “no ha logrado impulsar nuestros intereses”. Los objetivos estratégicos de los Estados Unidos concernientes al régimen castrocomunista en los años de la Guerra Fría fueron cumplidos con creces. Estados Unidos no quería una alianza político militar entre la Unión Soviética y Cuba que influyera en las Américas. Mucho antes de Obama, esa alianza no existía porque la administración Reagan tuvo un rol decisivo en la desaparición de la Unión Soviética.

Los presidentes estadounidenses antes de Obama y Biden estuvieron en desacuerdo con la exportación de la llamada “revolución cubana” a los países de Latinoamérica y África. Como consecuencia, todas las guerrillas impulsadas por Fidel Castro y Che Guevara terminaron hace mucho tiempo con todos los generales en la mesa de negociaciones en Nueva York, y con Fidel Castro suprimido de las campañas africanas cuando quiso hacer de libertador de pueblos con idiosincrasia propia.

Entonces sería preferible que los socialistas en Estados Unidos admitieran su adhesión a esa ideología y que, por tal razón, además de para salvar al castrocomunismo de la crisis en que se encuentra, pretenden una relación amigable con el régimen cubano. Podrán comportarse como fariseos, con hipocresía y falsedad, pero no pretendan vendernos que cambiaron las relaciones con los comunistas por el bien de la democracia de Estados Unidos y de Cuba.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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El nuevo proyecto de Ley de Comunicación social anula la opinión pública
Feb 6, 2023

CDMX, México. – La constitución cubana de 2019 cancela la posibilidad de la prensa libre y de la opinión pública porque los medios de difusión ―el régimen solo reconoce los medios estatales de propaganda― siguen secuestrados por el único partido legal de la dictadura. En otras palabras, ni libertad de expresión para los ciudadanos, ni libertad de prensa para los periodistas. Todos los “medios” oficiales cubanos están subordinados al discurso del Departamento Ideológico del PCC.

El nuevo proyecto de Ley de Comunicación, que no fue presentado ante el Parlamento en diciembre pasado probablemente por el rechazo popular en las redes sociales, mantiene el control sobre los contenidos y permite solo los que sean “socialistas”; por lo tanto la crítica social sigue atada a los criterios de los censores del Partido. 

Lo novedoso de la ley es que permite el financiamiento de los medios oficiales como GranmaCubadebateTrabajadoresJuventud RebeldeTribuna de La Habana, etc., por patrocinadores cubanos o extranjeros; y deja que estos cobren por colocar publicidad en sus páginas impresas o digitales.

De esta forma, la ley oficializa el financiamiento internacional que ya, por ejemplo, han recibido instituciones como el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), bajo la dirección de Mariela Castro, hija del dictador Raúl Castro.

Lo perverso del asunto es que los periodistas independientes y los medios de prensa independientes al Partido no tienen ningún derecho a ser financiados porque no son reconocidos como legales dentro del país por la dictadura.

El proyecto de ley entiende la comunicación social solo en el sentido vertical del Partido-Estado hacia la sociedad, pero la ciudadanía no tiene canales abiertos para incidir en el Gobierno, en las políticas que le perjudican, ni en detener los abusos de poder de las autoridades. 

La participación popular sigue constreñida a los espacios cerrados reducidos, y a los temas que defina previamente el Partido único, lo que algunos especialistas califican de “participación parroquial” de la ciudadanía. La opinión pública no aparece en el texto de la ley, y el control popular se menciona varias veces, pero no se explica la posibilidad de hacerlo.

El 16 de enero Cubadebate publicó un artículo de la Dra. Martha Prieto Valdés con informaciones falsas sobre el proyecto de ley de Comunicación Social. En su función de jurista, esta especialista intentó persuadir a la población de que la ley respeta sus derechos de libertad de expresión, libertad de prensa y de control del Gobierno por la ciudadanía: 

“Entonces, pensando en Cuba, los medios, instituciones y organizaciones que se implican en la comunicación tienen el mandato de propiciar la realización de estos derechos; deben tener claro que, con este hacer cotidiano, expresan el pensamiento crítico que nace del pueblo para cambiar todo lo que debe ser cambiado, y preservar lo que acordamos, además de contribuir a la realización efectiva del control popular”. 

En otras palabras, los medios secuestrados por el PCC son los únicos autorizados a canalizar la crítica ciudadana y el control popular sobre el Gobierno, es decir, los censores del PCC y su Instituto de Información tienen las manos libres para silenciar la opinión pública nacional.

Esta interpretación falsa y fuera de contexto de Prieto Valdés no hace más que confirmar su respaldo a la dictadura comunista cubana y su menosprecio a los derechos e intereses del “soberano”. En la próxima sesión del Parlamento cubano esta ley se aprobará por unanimidad y a mano alzada, como viene ocurriendo desde 1976. Contraria al Derecho Internacional, la dictadura cubana no reconoce a la opinión pública.

 

Publicador originalmente en Cubanet.

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La nación cautiva y sus presos
Feb 3, 2023

Este texto fue publicado en junio de 2022, pero ICLEP lo republica por su vigencia en el caso de Lázaro Yuri Valle Roca.

Eralidis Frómeta extiende uno de sus delgados brazos, para señalar una marca en el frente de su casa, en La Habana. Oficiales de la policía política, borraron con espátulas palabras que había pintado por la libertad de su esposo, periodista independiente, preso desde junio de 2021 por cubrir una manifestación contra el régimen en la avenida Zanja.

La casa de Eralidis queda en Nuevo Vedado, símbolo del esplendor capitalista antes de 1959, y raudamente habitada por los líderes Socialistas que condenan el modo de vida burgués al tiempo que lo disfrutan. Eralidis dice que la policía política se puso nerviosa cuando ella pintó "Libertad para Lázaro Yuri Valle Roca". No querían que "los jefes" tuvieran en su propio vecindario, donde pasean tranquilos a sus perros y sus hijos aprenden a manejar los autos del estado, el recordatorio de un preso. Quedaron a penas unas sílabas trucidadas en la pared de la casa, como en la boca de cientos de presos políticos cubanos, condenados mayormente por pronunciar, escribir o distribuir palabras que al Estado no le gusta escuchar.

El control del lenguaje, establecer una métrica de qué es políticamente correcto decir y qué no, limitar el libre flujo de ideas en nombre de alguna bondad y erigir castigos para el disidente, es raíz de tiranía. El analista político Michael Knowels, en su libro Speechless, reconoce el castigo en distintas variantes, desde lo social a lo penal. Por eso Eralidis ha vivido detenciones, pero también cortes de Internet; multas, y también actos de repudio por acólitos castristas; citaciones policiales, pero difamaciones en webs afines al socialismo. Detrás de todo puede adivinarse la mano del Estado.

Día a día Eralidis usa las redes sociales para denunciar el injusto encarcelamiento de Lázaro Yuri. Sus posts van encabezados con números: 340, 341, 342. Son los días que su esposo, de 60 años de edad, y con petición fiscal de seis, pasa en la prisión de máxima seguridad Combinado del Este.

La paulatina penetración de Internet en la isla, que el régimen admitió para recibir divisas desde el exterior, pero que aplazó todo lo posible previéndolo como un terreno espinoso en su control de la información, ha ofrecido una válvula de escape para la sociedad civil. Si en la "vida real" no pueden asociarse, expresarse o reunirse, en el plano virtual sí. Por supuesto, es una empresa estatal socialista, Etecsa, la que maneja la conectividad de los cubanos. No es la libre competencia empresarial la que ofrece contratos, sino un monopolio hecho a la medida del Partido Comunista.

Eralidis lo sabe, y espera cuando no tiene acceso a internet para volver a postear sobre el calvario de su esposo. Vivir en el último estado totalitario del hemisferio occidental no es sencillo. Acá el tiempo se convierte en una melaza densa y oscura. Entre sus dedos huesudos sostiene uno de los muchos cigarros que lleva a su boca en el día para calmar la anisedad.

En los últimos días de mayo ha esto esperando una llamada. La que Fiscalía debió haber hecho desde el día 16, para fijar la fecha del juicio. El 14 de junio de 2022 se cumple un año desde que Lázaro Yuri fuera detenido por cubrir con su celular el lanzamiento de octavillas con frases de José Martí, Antonio Maceo y por la democracia en el centro de La Habana. Eralidis estrella una colilla humeante contra la mesa de la cocina y se repite: "él es inocente, él es inocente".

No hay incertidumbre como la del que enfrenta a un tirano en su propia cara. Cuba posee varios récords hemisféricos oscuros, entre ellos el del país con más encarcelados por motivos políticos. La ong Prisoners Defenders contó mil 218 entre mayo de 2021 y abril de 2022.

Familias como la de los hermanos Nadir y Jorge Martín, lo intentan todo desde el pacifismo. Marta Perdomo, madre de ambos jóvenes, presos por participar en el las manifestaciones antisocialistas del 11 de julio de 2021 (11J), publicó semanas atrás una carta abierta al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en la que solicitaba mediación con el régimen para liberar de los manifestantes, sobre los que han caído hasta condenas de más de 20 años.

"Yo, como madre, fiel cristiana protestante, le he pedido a Dios que en su infinita misericordia se apiade de nuestros presos", escribió Perdomo, al tiempo que recordaba que otras mujeres, católicas, han hecho igual desde su fe, con el objetivo de lograr la "incondicional excarcelación de aquellos que salieron a pedir libertad y cambios democráticos para nuestra isla".

Pero López Obrador, promotor del Grupo de Puebla, y entonces de visita oficial en Cuba, nunca respondió a Perdomo y las otras madres firmantes.

Semanas después de la detención de Lázaro Yuri, estalló el 11J en casi toda la isla. Una protesta ciudadana que reclamaba alimentos en un país hambriento, medicinas en una isla enferma y libertad en una nación cautiva. Sus únicos antecedentes, por la masividad, se encuentran en las ciudades de La Habana Camaguey a fines del siglo pasado.

Eralidis recuerda que el 11 de julio de 2021 salió a la Avenida 26 y tomó un viejo taxi Chevrolet hasta Centro Habana para unirse a las manifestaciones. Coreó "Patria y Vida", "Abajo [Miguel-Díaz] Canel", con todos sus pulmones, antes de que comenzara una brutal represión policial y de simpatizantes del socialismo contra los protestantes. Cuando habla de estar allí lo refiere como un privilegio. "Mi esposo no tuvo ese privilegio", lamenta, mientras recuerda su nombre. Lo repite como las madres y padres de los presos políticos. Repiten para que el silencio no trague sus vidas. Permanecer callados es dejar sellado el sepulcro que el régimen cavó en el presidio.

 

Publicado originalmente en Diario de las Américas.

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“Fellow travelers” y turismo revolucionario
Feb 2, 2023

MIAMI, Estados Unidos. — Recientemente acaba de fallecer Vittorio Garatti, el último de los tres arquitectos que diseñaron la legendaria Escuela de Arte en los terrenos del otrora Country Club habanero.

El cubano Ricardo Porro lo había invitado junto a otro italiano, Roberto Gottardi, para llevar adelante al proyecto que había sido idea del dictador Fidel Castro y uno de sus lugartenientes, Ernesto Che Guevara, mientras jugaban golf en el mencionado sitio incautado a sus dueños originales.

Por supuesto que ninguno de los tres arquitectos se interesó por dicha circunstancia “pequeño burguesa” referida a la propiedad privada y se montaron sin miramientos en el tren del castrismo.

El karma, sin embargo, suele jugar malas pasadas y tan temprano como en 1965 las obras de la Escuela se detuvieron. De hecho, la construcción siempre quedó inacabada.

La crisis económica ya empezaba a corroer la inoperancia de la dictadura y los arquitectos, al parecer, no cedieron a la hora de sugerir ideas, materiales y soluciones más baratas, incluso en términos estéticos, para sus respectivos diseños.

También se sabe que Alicia Alonso nunca estuvo de acuerdo con la parte dedicada al ballet de la mencionada Escuela, diseñada precisamente por Garatti, porque la hacía perder poder y terminó saboteando el proyecto a tal punto de que muchísimos años después Carlos Acosta, bailarín, coreógrafo y director cubano de bien ganada fama en Inglaterra, trató de terminar la construcción y establecer allí su ballet, sin contar con Garatti, quien no cesaba de quejarse por la usurpación, pero los comisarios culturales castristas se lo impidieron.

No era la primera vez que el arquitecto sufría los desmanes de la revolución que defendió con lo mejor de su oficio. Años después de que fuera cancelada la construcción de la Escuela, Garatti estuvo detenido en las mazmorras de la policía política cubana acusado de colaborar con el enemigo como espía.

Luego de tal debacle política, Porro y Garatti abandonaron la Isla, mientras Roberto Gottardi se avecindó en la misma hasta su fallecimiento.

La belleza de la Escuela de Arte entró en franca contradicción con los espantosos códigos de construcción soviéticos abriéndose paso irremediablemente en el país caribeño, que siempre se distinguió por contar con sofisticados y funcionales arquitectos hacedores del esplendor urbanístico habanero.

La fascinación por esa ciudad dilapidada y los sitios turísticos disfuncionales del país en general siguen llamando la atención y ahora The New York Times, publicación que suele entrar subrepticiamente en componendas de la dictadura con su archienemigo y salvador, los Estados Unidos, acaba de dar a conocer 52 sitios para visitar este año, donde Cuba, paradójicamente, ocupa el número 27.

Según la sección, se viaja por comida, cultura, aventura y belleza natural y la lista del presente año incluye estos y muchos otros elementos.

En el reconocido inventario anual, a Cuba la precede Salalah, Omán, en el Golfo Pérsico, por su hermosa naturaleza de cascadas de agua fresca y playas y le sigue la ciudad de Odense, en Dinamarca, donde acaban de inaugurar un extraordinario museo dedicado a la memoria de Hans Christian Andersen.

La explicación del por qué la visita a Cuba es recomendada resulta ser algo truculenta y no se ciñe solamente a valores turísticos sociales y naturales. Irremediablemente se hace presente la doctrina que sigue perturbando a la población.

Es internacionalmente conocido que la Isla se encuentra inmersa en una profunda crisis, sin remedio a la vista. Buena parte de la población solo piensa en fugarse de aquella encerrona y The New York Times enfatiza en las playas de arenas blancas, fachadas de colores pasteles, valles de riqueza tabacalera y una banda sonora musical que no cesa en sus pueblos y ciudades.

Incluso menciona a Santa Clara como “capital regional anegada en historia”, referencia velada a la batalla que allí dirigiera Ernesto Che Guevara, donde le rinden pleitesía con una estatua.

El texto termina potenciando una suerte de turismo comunitario para ayudar al dilapidado pueblo cubano como si se pudiera eludir la avaricia totalitaria sin escrúpulos.

“Menos de dos años después que históricas protestas fueran respondidas con dura represión y en lo que el país se reconstruye del huracán Ian, viajar a Cuba y apoyar a su gente, nunca ha sido tan valioso”.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

Imagen tomada de Atlántica.

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El carro del Estado es particular
Feb 1, 2023

¡Míralo como no para!!! ¡Se piensa que el carro es de él!! ¡Después dicen que no hay combustible!!! Son expresiones cotidianas de los que día a día enfrentamos la gran odisea de conseguir algo en las paradas de guaguas para llegar a nuestro destino. La realidad es que la situación del transporte en las provincias cubanas es pésima y añadirle las inescrupulosas actitudes de muchos choferes estatales.

El Ministerio del Transporte en nota publicada en el sitio oficial Cubadebate el 5 marzo de 2020, aclaró que “la obligación de detenerse en las paradas y puntos de embarque es para los vehículos pertenecientes a las entidades estatales. En coordinación con los Gobiernos provinciales se continuará el monitoreo y enfrentamiento con el máximo rigor a las violaciones que en este sentido se presentan”.

Sin embargo, son los dirigentes y funcionarios del partido, gobierno, empresas, los primeros que no tienen conciencia, no se sensibilizan y pasan en sus carros con aire acondicionado, ventanillas bacanas, asientos vacíos y no paran ni tan siquiera ante la señal del inspector de transporte o amarillo como se les conoce popularmente. ¿Qué pasaría si estos personajes tendrían que coger guagua, hacer señas y magia en la carretera para poder llegar a su casa o trabajo? ¿Qué moral tienen para exigir?

Por ejemplo, en Camagüey luego de las seis de la tarde el transporte público desaparece y durante el día las guaguas no tienen horario fijo para pasar y cuando lo hacen, la mayoría de los choferes se detienen unos metros antes de la parada oficial o simplemente no paran. La Dirección Provincial de Transporte no se pronuncia al respecto y mucho menos toman medidas para aliviar este escenario.

Ante esta difícil situación, muchos transportistas privados se aprovechan para cobrar a la población precios altos. Y a esto hay que sumarle, el cambio ilegal de las rutas de choferes de guaguas en busca de ganancias, en un escenario marcado por la inflación económica que, obliga a cada cubano de a pie, contar centavo a centavo su salario hasta el fin de mes.

Varias son las justificaciones del régimen para excusarse de la crisis del transporte que afecta a la Isla y las actuaciones de muchos que lucran y viven a costa de los recursos del pueblo, entre ellas, la histórica: afectaciones ocasionadas al país del embargo impuesto por los Estados Unidos. Mientras, el gobierno cubano invierte anualmente millones de pesos en la construcción y mantenimiento de hoteles, dejando a un lado sectores que son necesarios para garantizar una mejor calidad de vida.

La mala situación del transporte público en Cuba es un problema desde hace años, pero el régimen no hace nada para solucionarlo, y cada año prometen que mejorará y no terminan cumpliendo y es el cubano de a pie quien termina pagando las consecuencias de la ineficiente gestión y la poca capacidad de quienes gobiernan la Isla.

*LISTADO DE CHAPAS RECOGIDOS POR MI DE ALGUNOS CARROS ESTATALES QUE NO HAN PARADO

*137 576

*208 124

*056 595

*007 104

*056 595

*056 994

*148 8956

*007 085 (gobierno)

*232 016

*119 617

*237 070

*120 127

*140 140

*004 427

*076 654

*060 847

*120 104

*006 947

*137 623

*208 131 (gobierno provincial)

 

 

 

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“Cuadrando la caja”: un programa idiotizante y oportunista
Feb 1, 2023

LA HABANA, Cuba. — “Cuadrando la caja” es un programa de la televisión cubana dirigido al análisis de la economía nacional y sus relaciones con el mercado global. Se transmite semanalmente por el canal Caribe Noticias, y lo amplifica el portal Cubadebate.

Su presentadora, Marxlenin Pérez Valdés, Dra. en Historia y Filosofía, y profesora titular de Marxismo en la Universidad de La Habana, explica el tránsito de la economía cubana a nuevas formas de producción y propiedad. Pero a Chencho Amargura, el filósofo callejero de Centro Habana, no le queda clara la misión del programa por lo que ha visto hasta ahora.

Algunas de las emisiones han versado sobre: “Delitos económicos, sus caras ocultas y visibles”; “Cooperativismo, luces y sombras”; y “Utilidades excesivas en las empresas cubanas”. De entre todas, no obstante, la que dejó a pocos al margen de la discusión en las redes sociales y los cotilleos de pasillos fue la titulada: “¿Otra empresa estatal socialista es posible?”, transmitida el pasado 29 de diciembre y que contó con la intervención de Agustín Lage Dávila —hermano del defenestrado Carlos Lage—, un personajillo que se vende como científico, pero que realmente es uno de los ideólogos del conservadurismo comunista antiliberal.

Según afirmó “Tin” Lage (como le dicen sus allegados), la concentración de capital privado en un grupo de los hoy llamados oligarcas fue lo que empobreció aún más a Rusia en la década de 1990, cuando Boris Yeltsin liberalizó la economía. ¿Olvidaría el eminente miembro del cartel comunista que la mayoría de los oligarcas formados en los ’90 crecieron al compás de la Canción del Komsomol leninista? Fueron mafiosos excomunistas los que corrompieron, prostituyeron, depredaron y hundieron al Estado para aupar a Vladímir Putin, quien se convertiría en el carnicero de Chechenia, Georgia y Ucrania.

¿Temerá Agustín Lage a la insurrección de los emprendedores, la conjura de los cooperativistas o la conspiración de los cuentapropistas que traiga libertad de mercado, prosperidad, abundancia? ¿Temerá que surjan nuevos y más fuertes actores económicos que desbanquen a los obesos burócratas con pinta de oligarcas, comprometidos con el partido único, y desbaraten la piñata, como hicieron los sandinistas en Nicaragua, repartiéndose entre ellos las empresas del Estado?

En su discurso antiliberal, Agustín Lage nos recordó la frase de Francisco Franco, el caudillo ibérico: “Todo está atado, y bien atado”. En Cuba todo está atado, especialmente a los corruptos mecanismos de GAESA, con sus hoteles vacíos en medio de apagones y ruinas, ante la miopía de la Contralora General de la República, Gladys Bejerano.

Entre otras retumbantes expresiones de Agustín Lage Dávila figura su explicación de que la importancia de mantener a la empresa estatal socialista está en “su irremplazable rol para mantener la medicina gratuita”.

¿Estará en su sano juicio el bigotudo doctor? La medicina en Cuba no es gratuita, se paga a costa de los bajos salarios, principalmente de los médicos, y de los trabajadores en general. Además, la existencia de otras formas de medicina pública, como la cooperativa y la privada, lograrían una sana competencia por el bien de la salud de la ciudadanía.

El fanatismo ideológico de la moderadora Marxlenin Pérez, solazada con uno de los herederos de Fidel Castro, es un caso de estudio.

“Cuadrando la caja” es un programa idiotizante y oportunista, dedicado a defender a ultranza un sistema que empobrece y humilla a los ciudadanos, quienes, contrario a lo que dijo Agustín Lage, padecen hambre y no tienen acceso a un sistema de salud pública digno; ni siquiera pueden contar con una aspirina para aliviar el dolor de cabeza.

El círculo vicioso de corrupción e ineficiencia en que se desenvuelve la empresa estatal socialista, impide cuadrar la caja de las finanzas nacionales. La cuadratura del círculo castrista está dotada con los atributos conocidos para que sean su principal obstáculo.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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