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Opinión
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El poder de reprimir al pueblo en manos de analfabetos
Oct 8, 2021

Mayabeque, Cuba, (ICLEP) - El poder mal otorgado y en las manos equivocadas es un arma de doble filo, resulta ser que yo mismo he sido testigo de lo que pueden hacer analfabetos con poder de reprimir al pueblo sin tener que rendirles cuentas a autoridades de mayor instancia.

Este tipo de actos es y siempre ha sido nocivo para la sociedad, personas que se creen que por su cargo u ocupación pueden pasar por encima de las personas como si fuesen hormigas, con respeto para estos insectos tan trabajadores.

El ejemplo más claro que he visto ha sido el de las personas que trabajan para la brigada especial del ministerio del interior (MININT) en especial las boinas negras que sin querer discriminas son jóvenes que en su mayoría solo tienen noveno grado y no saben dirigirse a la población que supuestamente deberían defender.

He sido testigo y victima tanto del personal del MININT como del personal civil los cuales siendo totalmente del mismo grupo social que uno tienden a recurrir al maltrato y al empoderamiento de sus cargos para humillarnos y maltratarnos sin piedad siendo como ya dijimos solo ciudadanos comunes y corrientes como lo somos todos. No sé si ha sido la COVID-19 que ha cambiado el carácter de las personas, pero ya integrarse en una cola es estar en una clase social diferenciada, ahí se encuentran los maltratados y en el lugar donde se realiza la cola se encuentran los maltratadores los cuales amparados en sus cargos se aprovechan pare ejercer el poder por sobre las demás personas.

El personal del MININT que permanece en las tiendas generalmente solo está para garantizar el cumplimiento de las normas de seguridad a causa de la pandemia, aunque se atribuyen poderes que no les corresponden y ahí exactamente es donde comienza el maltrato.

He visto ese tipo de situaciones sin discriminar sexo, edad o raza, se da en todos los lugares y en todo momento, estas personas muestran claramente un bajo nivel cultural volviéndose incapaces de interactuar correctamente con la sociedad y generando elevados niveles de estrés en un pueblo que de por sí ya está estresado de más.

Las decisiones del régimen nunca han tenido en cuenta el bienestar del pueblo, el pensamiento cuadrado y retrógrado de miles de dirigentes retrasa la funcionalidad de los servicios y la incapacidad de las autoridades desplegadas en las calles molestan en gran medida a los vecinos los cuales solo desean tener un buen día, pero que, por culpa de estas personas casi nunca sucede. Eso solo es, ha sido y seguirá siendo consecuencia de poner el poder de reprimir en manos de analfabetos sociales.

 

Publicado originalmente en la edición 107 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque

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Es muy lindo hablar desde fuera, pero para entender a los cubanos hay que vivir en Cuba
Oct 6, 2021

Mayabeque, Cuba - No estoy en contra de las personas que desde su ideología social defienden al régimen cubano esas personas hablan basándose en superfluos conocimientos del funcionamiento del país, pero si ellos vivieran dentro de esta isla carel seguramente no pensarían igual.

Todos tenemos derecho a elegir como queremos pensar y lo que queremos defender, solo que para poder criticar o defender una idea debemos centrarnos en hechos probados con base en la realidad cotidiana y eso solo se logra estando literalmente en la boca del león.

Cuba es una bella isla de parajes tropicales preciosos, es una reserva de la biosfera y su naturaleza caribeña es única, pero su sistema social también es único, su forma de funcionar es obsoleta y disfuncional para las sociedades modernas.

No se trata de politizarlo todo, seamos realistas, vivimos en sociedad de consumo y en un mundo que cada día se desarrolla y avanza, mientras el mundo aboga por eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero en Cuba se está cambiando la tecnología rusa por tecnología china de hace cinco años atrás, mientras en el mundo la internet, por solo citar un ejemplo conocido, avanza a pasos agigantados, habiendo pasado por las 4 generaciones y estrenando la 5ta generación aún hay lugares donde solo existe la segunda generación.

Vivimos en una isla donde es más importante la manera en que piensas que la forma en que centras ese pensamiento en el desarrollo social, en un lugar donde la libertad es solo un sueño que no todos pueden alcanzar, en un país donde actualmente la esclavitud existe, donde el racismo se disimula y donde la hipocresía es el plato fuerte del gobierno imperante.

Esto para entenderlo hay que vivirlo, el que ve desde fuera ve una isla que envía sus médicos a salvar vidas, que comparte lo poco que tiene, que quiere prosperar, pero la realidad es otra, mientras el régimen envía médicos a otros países, aquí las personas mueren por la desatención médica, mientras el régimen exporta lo que tiene el pueblo duerme sin comer porque no hay nada que llevarse a la boca y mientras justifican el mal funcionamiento del sistema comunista el resto del mundo se desarrolla rápidamente.

Aquí la vida es difícil para el cubano de a pie, aquí poder comer todos los días es un lujo, aquí tener un medicamento para el dolor es un lujo. Esa realidad no la ven sino los que están dentro de la boca del león, eso solo lo sabe el que lo vive y el que lo sufre en carne propia.

Cuba no es, ni nunca ha sido lo que aparenta, esas personas que desde fuera defienden a la dictadura solo las invito a residir en el país como un cubano común, las invito a montarse en una guagua, a hacer una cola, a enfrentarse a una tienda en MLC con un salario mísero para ver si realmente no cambian la forma de pensar.

 

Publicado originalmente en la edición 107 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cimarrón de Mayabeque

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¿Y los barrios del resto de Cuba qué?
Oct 5, 2021

La actual –y de moda– cruzada oficialista por los barrios de La Habana, muchos de ellos barrios marginales y desatendido por el régimen hasta la fecha 11/J, lejos del efecto triunfalista que se persigue nos ha mostrado que tenemos un país por hacer, desde los cimientos. Un país donde la miseria nos ha llevado a la última carta de la baraja: los malos sentimientos hacia nuestros semejantes; donde prevalece el sálvese quien pueda, todo por no permitir a los cubanos libertades económicas que hagan más digna la vida en la isla, bajo el supuesto de no ceder soberanía; lo que está llevando a un punto sin retorno, donde un día el régimen lo perderá todo.

Es tal la obstinación de los secuaces de la nomenclatura, el atrincheramiento ideológico de quienes a espaldas de la miseria de los cubanos cobijan ideales a golpes de prebendas, que han perdido el contacto con la realidad.

La grande de las preguntas sería: La Habana no, ¿cómo está el resto del país? ¿Qué se sabe sin escondrijos y falsedades de los barrios de Matanzas, Holguín y Tunas? ¿Ha llegado alguna información del sucedido triste y penoso en el hospital de Cárdenas durante la pandemia? ¿Qué come la gente después de los primeros días del mes cuando se agota la mísera canasta básica? ¿De dónde saca capital el padre de familia para dar de comer a los hijos si no es robando todo lo que pueda de su centro de trabajo? Lo triste del caso, roba el obrero y roba el jefe, y así no hay país que salga a flote. Estás son palabras desde el corazón que solo la prensa independiente tiene el coraje de publicar. Lo que hay aquí es el dolor de un pueblo.

Retomando el tema sanitario, sabían ustedes señores andarines de barrios habaneros, preocupados más por atajar con curitas la explosión social que por resolver la vida de la gente – tapando un hueco en la calle no se resuelven los problemas de fondo–, sabían ustedes que una cama de terapia intensiva en el hospital de cárdenas durante el pico pandémico, antes de la llegada de los médicos militares, valía 5 000 pesos, de lo contrario, las personas morían en los pasillos.

No hay que ir muy lejos basta acercarse a los médicos integrantes de la brigada Henry Reeve que se incorporaron a las labores en dicho hospital, escuchar sus historias; si es que realmente existe voluntad de saber, conocer que sucede en el país, dónde están las grietas para resolver los problemas que hoy se están chupando a la isla. ¡Si se quiere saber!, porque la práctica ha sido la contraria en estos 62 años: barrer bajo la alfombra para tupir al imperialismo yanqui; y el imperialismo pa’ arriba y nosotros pa’ abajo.

Somos habaneros y sentimos por La Habana, pero Cuba es toda la isla y ante todo sentimos como cubanos.

Tiene que haber un despegue que enrumbe el país, apartado de la muela y de la justificación perenne del bloqueo. Alguien, un sabio que ahora no recuerdo dijo un día “La justificación es la prostitución del carácter”. Basta de conducir el carácter de todo un pueblo al burdel, a la mentira, para no reconocer los problemas que tenemos.

Denle libertad a la prensa oficialista para que ayuden al país. No a los barrios de La Habana, sino a toda la isla. Cuba es más que El Tamarindo o el Fanguito, el resto de los barrios de la isla también esperan.

 

Publicado originalmente en la edición 174 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero

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Rebelión en Cuba: Díaz-Canel, un matón como el Che
Aug 1, 2021

Rebelión en Cuba: Díaz-Canel, un matón como el Che

Por Dr. Oscar Elías Biscet

Los cubanos viven un proceso libertario, donde se reencontraron en la lucha por su liberación con las categorías más hermosas de la existencia humana: la vida y la libertad. Los isleños, su reencuentro con su designio y sus objetivos reparadores de sus sueños rotos por 62 años de tiranía castrocomunista, rechazan el traumatismo sistémico vivido en una perenne oscuridad, que se exacerba por la falta de libertad.


El régimen castrista con su poderoso control totalitario de la sociedad hizo uso de las ciencias como instrumentos para subyugar y corromper a la gente. En muchos prevalecieron trastornos de salud, manifiestos en el abuso o dependencia del alcohol, síndrome de Estocolmo, los trastornos de estrés postraumático, síndrome ansioso depresivo y el trastorno de indefensión aprendida e incluso utilizó la psiquiatría como tortura para doblegarlos en la hipocresía y romper la virtud del disentimiento político de los ciudadanos.


Este mes de julio la humanidad recuerda dos grandes procesos de profundo cambio para el mundo: la Revolución Americana, 1776, y la Revolución Francesa, 1789. También los cubanos tuvieron un 4 de julio de 1851, donde los criollos se levantaron en rebeldía contra el despotismo colonial y buscaron su patria independiente y soberana. Ese espíritu de patriotismo y cubanía se reveló en el orgullo de toda una nación en la rebelión de liberación este 11J.


La rebelión libertaria en Cuba fue un estallido social nacional, en todas las provincias, desde ciudades y pueblos del occidente al oriente del país. Desde la fundación de la Republica, 1902, hasta la actualidad, régimen castrosocialista, 1959-2021, nunca antes en la historia nacional hubo expresiones de descontento popular de esa gran magnitud, en varias localidades, espontáneas y pacíficas de la ciudadanía, exigiendo su libertad, incluso, desde el período de la llegada de los primeros europeos a la isla cubana, 1492, hasta el surgimiento de la República Cuba.


En realidad, el jefe del Partido Comunista de Cuba (PCC), Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pudo engañar a académicos, catedráticos, universitarios y politólogos en sus sueños de encontrar en su persona el Gorbachov cubano, aunque siempre expresó que era continuidad. Lo cierto es que el pueblo cubano le quitó la máscara de la bondad y la democracia y puso al descubierto la esencia de la violencia brutal de individuo y su Partido Comunista. Simplemente Díaz-Canel mostró su enseñanza ideológica y deseo de la niñez en ser un matón como el Che.


El orgullo cubano arde junto a la libertad en Cuba. Mientras el sucesor designado Miguel DíazCanel, el Partido Comunista y su régimen buscar aplastar esos anhelos de libertad. Díaz-Canel, en una arenga pública, ordenó el uso de la violencia extrema a sus secuaces, al estilo de las camisas pardas hitleriana (SA), los camisas negras de Mussolini y los colectivos del madurismo.


Díaz-Canel y el Partido Comunista son los responsables intelectuales de los linchamientos de alrededor de media decena de personas, aunque no se conoce la magnitud de este hecho por el control totalitario de la presa, información general y las comunicaciones, y del ejercicio del exceso de fuerza brutal militar policiaca en las palizas desmedidas a la población en las protestas pacíficas, que las cancillerías de un grupo de 21 países democráticos condenaron por las graves violaciones de los derechos humanos.


Esos crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen castrocomunista deben ser documentados y sancionados en la Naciones Unidas por un Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), asimismo en la Corte Penal Internacional (CPI) y EEUU debe liderar junto a varios países las condenas, velar por los cumplimientos de las sanciones y entre todos acelerar la desintegración de la tiranía.


La administración estadounidense sancionó a Álvaro López Miera, Ministro de la FAR y la Brigada Especial Nacional del Ministerio del Interior. Aunque un enfoque más realista sería sobre el Secretario del Comité Central del PCC, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, la organización política del Partido Comunista de Cuba, su régimen e individuos ejecutores en la práctica de la violencia extrema y los crímenes de lesa humanidad.


Durante los días de rebelión ciudadana, cinco generales murieron en la isla, levantando suspicacias en muchas personas. Quizás fueron muertes por ejecuciones extrajudiciales, no lo sabemos, reafirmar esos conceptos sería caer en la teoría de las conspiraciones, aunque es una forma habituar de deshacerse de los personajes molestos a la cúpula del régimen.


No obstante, estos generales estaban comprometido con la tiranía; uno de ellos cumplió la orden de Raúl Castro de derribar dos avionetas donde murieron cuatro pilotos en labores humanitarias en el Estrecho de la Florida e inclusive disfrutó de sus muertes como lo hacía el Che Guevara cuando fusilaba a los opositores al régimen en la fortaleza de la Cabaña. Lo seguro es que todos intervinieron en las guerras imperialistas de Fidel Castro en África y posiblemente participaron directamente en los múltiples crímenes de guerra, sobre todo en Angola. Estos casos de crímenes de guerra son imprescriptibles y están pendientes por la justicia.


La libertad es parte del pensamiento cotidiano de los cubanos y esto rompió las ataduras impuestas por una sociedad de miedo. No importa el terror de estado, la dictadura castrista tiene sus días contados. Ahora es continuar la rebelión ciudadana, enriquecerse en las teorías del desafío político que las propician y organizarse para la desintegración definitiva del régimen tiránico para dar pasos irreversibles a la República de Cuba libre.

 

Cortesía Diario Las Américas

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El periodista cubano Henry Constantín tras su arresto: “El pueblo entendió que es capaz de poner en jaque al régimen”
Jul 30, 2021

Por Lucas Goyret

 

Henry Constantín Ferreiro es director del diario disidente La Hora de Cuba y vicepresidente regional de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en ese país. Mientras cubría el reciente estallido social en la isla contra la dictadura castrista fue arrestado durante diez días. Junto a él fueron detenidas Neife Rigau e Iris Mariño, diseñadora y fotógrafa, respectivamente, del portal independiente de noticias.

Los tres fueron excarcelados el pasado miércoles 21 de julio, pero se encuentran en arresto domiciliario, acusados de desorden público.

En diálogo con Infobae, detalló cómo fueron los días de reclusión, entre interrogatorios, amenazas e incomunicación, pero celebró la magnitud de las protestas, que fueron brutalmente reprimidas por las fuerzas de seguridad del régimen: “Hay muchísima gente que se ha despertado, que entendió que somos un pueblo como todos los demás, con gran capacidad de poner en jaque al régimen”.

Pese a la violencia y persecución, Constantín Ferreiro aseguró que “los cubanos han aprendido de la represión”, y opinó que por estas horas debe haber “grandes diferencias” en el seno de la dictadura: “Saben que dentro del país hay un grave peligro”.

Con relación a los reclamos de los cubanos que exigen una mejor calidad de vida por los constantes apagones, la escasez de alimentos y medicinas, y el fuerte impacto del coronavirus, el director de La Hora de Cuba sostuvo que el régimen de Miguel Díaz-Canel no impulsará grandes cambios, a menos que Estados Unidos “flexibilice ciertas cosas”: “Están guardando esa posibilidad sólo como carta de cambio con el gobierno de Biden (...) Nos tienen como rehenes ante los americanos”.

-¿Cómo fue su detención?

-Fue sobre las 3 pm del domingo 11 de julio cuando estaba llegando en un triciclo eléctrico, con varias personas, entre ellas mi novia [Neife Rigau], a la plazoleta Las tres esquinas, en Camagüey. El vehículo entró por una calle y al final había agentes de la policía. La protesta estaba a dos o tres cuadras. No pudimos llegar porque apenas me bajé, dos agentes me agarraron, me empujaron para quitarme el teléfono, me inmovilizaron, me esposaron y me ubicaron en una patrulla. Grité varias veces mi nombre y profesión para que la gente que estaba en el lugar lo reportara. De ahí me llevaron directo a la Segunda Unidad de la Policía, donde estuve desde el domingo hasta el jueves; el jueves me trasladaron a la Unidad Provincial de Operaciones, que es un centro de interrogatorio, con doble puerta de riesgo cada celda, y donde hay todavía más incomunicación entre los detenidos. También detuvieron a mi novia, Neife Rigau, y a Iris Mariño, una colega. Estuvimos allí hasta el miércoles 21 de julio. Nos liberaron por un cambio de medidas: la prisión provisional la cambiaron por reclusión domiciliaria, en espera de juicio. Nos acusan de desorden público, que puede llevar de 3 meses a 5 años de prisión, dependiendo de los agravantes.

-¿Hay agentes de seguridad custodiando su domicilio en este momento?

-Ayer vi un individuo en plan de vigilancia, de civil, pero no todo el tiempo los veo. Yo estoy adentro trabajando, publicando, conversando con colegas, trato de no asomarme mucho tampoco. Solo una vez he visto la vigilancia.

-¿Cómo fueron esos días de detención? ¿Sufrió golpizas o violencia física? ¿Pudo tener contacto con familiares o abogados?

-En todo el tiempo de detención tuve 11 eventos de interrogatorio, de coerción. A veces eran más bien charlas. Había desde simples capitanes de la seguridad del Estado, hasta el teniente coronel del departamento de instrucción penal de Camagüey. La herramienta principal que usaron contra mí, lo más duro, fue la amenaza. Ya no por promover las protestas, que yo nunca promoví, yo sólo me movilicé el 11 de julio para cubrirlas, sino por mi trabajo en La Hora de Cuba. Para ellos mi trabajo responde a un esquema de dominación sobre Cuba por parte del imperialismo norteamericano, sin ningún tipo de prueba. Yo soy completamente independiente. En base a esas acusaciones me hablaron de que podía tener de 10 a 20 años de prisión. Entonces ya no se trataba de las protestas, porque yo ni siquiera llegué. Tenemos imágenes mías, que todavía no publiqué, siendo detenido en la plazoleta, rodeado de policías, que demuestran que no estaba en la manifestación. Los interrogatorios eran prácticamente todos los días; el aislamiento fue muy riguroso, no tenía manera de recibir información del exterior, ni siquiera sobre la salud de mi novia, quien tuvo problemas con la alimentación. Lo peor fue la incomunicación y las amenazas, y un fuerte allanamiento que sufrí a mi vivienda. Me llevaron a mi casa esposado mientras hacían el registro. Llegué a contar 23 individuos, entre ellos coroneles, teniente coronel, cuatro boinas negras, y varios vehículos en la calle. Todo para registrar mi domicilio. Se llevaron bienes digitales para revisar todo el material audiovisual. El día que me liberaron me los devolvieron.

-¿Ya había estado detenido alguna vez?

-Si, estuve tres o cuatro veces. Por mi profesión, siempre por intentar cubrir algún evento.

-¿Qué diferencia hubo de aquellas veces a esta última?

-En esas ocasiones la duración fue menor, el máximo no había llegado a tres días. Esta vez estuve diez días detenido. Además, la evolución legal del proceso. Una sola vez se inició una investigación, pero no llegó a la Fiscalía. No hubo un expediente en manos de la Fiscalía, esta vez sí. Eso implica un riesgo probable de prisión, o al menos molestias y preocupaciones durante bastante tiempo.

-¿Teme que lo condenen a prisión?

-Todo puede pasar. El régimen está en crisis por lo que pasó el 11 de julio. Las probabilidades son grandes. Nos liberaron por la presión que había en los medios, por diferentes grupos... Mi novia tiene mucha visibilidad en la iglesia católica, y yo al ser vicepresidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, había mucho revuelo. Todo eso ayudó. Pero cuando estás con amenaza de juicio, es un riesgo latente, pueden apretar el acelerador en cualquier momento. Puede disolverse con el tiempo también, o terminar en otra medida, pero también puede terminar en una condena a prisión breve, que ya lo han hecho otras veces. El hecho de que no haya evidencias en mi contra no me sirve porque conozco casos de personas que sin pruebas han sido condenadas. El aparato judicial no lo controlan los fiscales ni los jueces, lo controla el Ministerio del Interior.

-Varios periodistas fueron detenidos durante las protestas...

-Es prácticamente una lucha de supervivencia continua. En primer lugar porque para hacer periodismo necesitas publicaciones de historias, y conseguir eso implica un riesgo constante. Cada vez que hay eventos, la policía está atenta a todo y a todos. En Camagüey hace bastante que no pasaba algo grande, por eso hasta ahora no había vigilancia constante, pero imagino que a partir de ahora habrá cada vez más. Es una tarea muy dura. Publicar contenidos es muy complicado, entre la vigilancia y los cortes de internet. Dirigir un medio es como estar subido a una tabla en el océano en medio de un tifón. Todo el tiempo tienes que estar pensando cómo sobrevivir y evitar que tus colaboradores sean enviados a la cárcel. Además Cuba está atravesando una crisis económica más grande de la que teníamos. No sólo somos periodistas, somos ciudadanos a los que nos impacta esta realidad.

-Pasaron más de dos semanas del estallido de las protestas. ¿Cómo sigue la situación en el país? ¿Pese al gran despliegue de las fuerzas de seguridad continúan las manifestaciones o bajó la tensión?

-No he recibido reportes recientes. Hay vigilancia en las calles, de civiles y militares. Algunas zonas están tomadas por los boinas negras. Hay una tranquilidad forzada porque el despliegue paramilitar y oficial es abrumador. La gente además está recuperándose de las heridas: muchos han sido detenidos, otros pasaron mal rato o tienen algún familiar detenido, y eso inmoviliza a la gente. Pero los problemas de la población siguen ahí, entre apagones, salarios bajos, escasez, el coronavirus, la ausencia de vacunas, y decenas de problemas más. Mientras, en el régimen sigue el mismo grupo de personajes que ya tanta gente detesta, que solo saben reprimir. Apenas han hecho algunos pequeños cambios cosméticos, como autorizar a viajeros la entrada de medicamentos y alimentos, autorizar alguna venta de crédito, pero más nada. El Estado también anunció que va a repartir un módulo de alimentos, pero estamos hablando de tres libras de arroz, un poco de frijoles, dos latas de pescado, cantidades que no alcanzan ni para 15 días, y para toda una familia. Ojalá estén pensando en cambios profundos, pero yo creo que están guardando esa posibilidad sólo como carta de cambio con el gobierno de Biden, para que Estados Unidos flexibilice ciertas cosas. Nos tienen como rehenes ante los americanos, por eso no creo que eviten los problemas que ya hay.

-¿Y ve alguna posibilidad de acercamiento con Estados Unidos ahora con Biden en el poder?

-Biden ha dado señales con el tema de las remesas y la ampliación del personal de la embajada. Es una intención de marcar cierta diferencia. Pero si ahora hacen concesiones pueden verse demasiado débiles ante una dictadura represiva. La esperanza del régimen a que Biden restablezca varias cosas hizo que sean más suaves en la represión, porque podríamos haber visto una represión aún mayor. Pero la represión que hubo, que fue fuerte, puede congelar los impulsos de Biden. Ellos siguen recibiendo ayuda de China, Rusia, la Venezuela de Maduro, todos países que no acatan las medidas del embargo.

-¿Esa represión que hubo es síntoma de debilidad? ¿Cómo ve por estas horas a la cúpula de la dictadura?

-Después de un primer momento de unidad en el que todos se vieron en riesgo, debe haber bastantes diferencias de criterio. Sobre todo en el tema de cuánto reprimir. Algunos deben desear reprimir más, pero ahora hay miles de opositores, antes eran muchos menos. La gente ya probó lo que es protestar, gritar… Saben que dentro del país hay un grave peligro. Los que no tienen las trazas de Castro deben preferir no llenarse las manos de sangre. También debe haber un debate fuerte de qué hacer con internet. Todo empezó por las redes sociales. Las bloquearon, pero han tenido que normalizarlas. El uso de las redes sociales es una fuente de ingreso muy grande, no se pueden dar el lujo de perderla. Es muy caro el internet en la isla. Debe haber preocupación de qué hacer con eso; seguramente evalúan penetrarlas al máximo. El monopolio de las comunicaciones es parte del monopolio de la familia Castro, por eso deben estar pensando qué hacer con ese tema. Otro punto que deben estar analizando es qué hacer con los americanos: ¿reprimimos más o soltamos gente para ver si Biden da más concesiones?

-¿Preocupa que a fuerza de represión y detenciones el régimen logre bajar la tensión, o lo que ya ocurrió marcó un antes y un después?

-El 11 de julio amanecimos con la seguridad de que no iba a haber esa magnitud de protestas. A la tarde pensamos radicalmente lo opuesto. Estamos más que satisfechos. Nos quedamos cortos en lo que pensábamos, los ingredientes están ahí. Si se disuelve, o no queda en nada, es poco probable, pero se ha avanzado más de lo que se pensaba.

-¿Cómo analiza la respuesta de la comunidad internacional? ¿Hay mayor conciencia sobre lo que ocurre en la isla? En la OEA varios países se negaron a tratar el tema en una sesión extraordinaria, ¿por qué piensa que evitan abordar la crisis cubana?

-Las imágenes de la represión ayudaron a que algunos actores se movieran con más claridad. Hubo un pronunciamiento de Josep Borrell, más fuerte de lo que se esperaba. Sin ser fuerte como quisiéramos, ya no echaba la culpa al bloqueo. Eso indica un avance. La represión ha sido incontrastable. Por supuesto la maquinaria diplomática cubana es enorme. El número de embajadas nuestras en el mundo es superior a las de España. El esfuerzo por ganarse partidarios por todo el planeta, sobre todo en las Américas, es enorme. En el caso de la OEA, la diplomacia de los médicos esclavos cubanos, que son empobrecidos para venderlos a buen precio, sobre todo a países del Caribe, funciona. Son países que saben que si muestran una relación agresiva con el régimen cubano pueden perder los médicos, que ayuda a determinados políticos a ganar elecciones. Muchos se cierran ante la represión, piensan en su política exterior. Al margen de que ahora hay varios gobiernos simpatizantes del régimen castrista, como López Obrador en México, y el nuevo presidente de Perú [Pedro Castillo]. Todo termina repercutiendo en Cuba de esa manera, como con las posturas más suaves de la Unión Europea, que tiene a los hoteles españoles dominando las playas cubanas.

-Para muchos este estallido social es el principio del fin. Otros, en cambio, son más escépticos. ¿Cómo ve el futuro de Cuba?

-Hay muchísima gente que se ha despertado, que entendió que somos un pueblo como todos los demás, con gran capacidad de poner en jaque al régimen. La sociedad civil ya sabía que podía rebelarse, pero los demás no sabían. Ahora perseguidos y todo, sienten que se puede protestar, con riesgo, pero se puede. Antes la justificación era que más nadie los iba a seguir, “somos un pueblo de carneros”, decían algunos. Todo eso se ha derrumbado. Ellos mismos saben que no están enfrentados a un pueblo pasivo, están enfrentados a un volcán activo, y eso da tremenda esperanza. Aunque todo se silencie y se retome una cierta normalidad, basta que los de arriba cometan un error para que todo vuelva a empezar. Los cubanos han aprendido de la represión, la próxima no será igual.

Cortesía Infobae

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Pueblo cubano protesta contra el régimen
Jul 12, 2021

La Habana, 12 de julio de 2021, (ICLEP) - Miles de cubanos salieron a las calles este domingo en varias ciudades en una protesta sin precedentes contra el régimen del mandatario Miguel Díaz-Canel.

Las manifestaciones ocurrieron en un contexto de desesperación de los ciudadanos por la escasez de prácticamente todos los productos de primera necesidad, el colapso de muchos hospitales por un rebrote del COVID-19, la falta de medicamentos, los apagones y el hambre que sufre la población ante la indiferencia del régimen.

El mandatario cubano, en cadena nacional, ordenó a los simpatizantes del régimen a enfrentar a sus conciudadanos, lo que fue interpretado como un llamado a una guerra civil.

El régimen cortó el acceso a la internet y reprimió al pueblo con palos y piedras, con gases lacrimógenos, disparó contra la población indefensa y entre mucha más violencia arrestó a decenas de manifestantes incluyendo a periodistas.

Las protestas fueron apoyadas por miles de cubanos en todo el mundo, por políticos, por ONG que defienden los derechos humanos y la libertad de expresión y prensa, así como por el gobierno de los Estados Unidos.

Al momento de redactor esta nota las calles de Cuba están militarizadas y el pueblo continúa sin acceso a internet y siendo reprimido por el régimen. No se tienen noticias de nuevas protestas, aunque no se descarta que estén ocurriendo.

 

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Otro día más de tristeza en la vida
Jun 10, 2021

Publicado originalmente en la edición 99 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cimarrón de Mayabeque

Otro día más de tristeza en la vida

Por el periodista ciudadano Jorge Gómez

Hubo un tiempo en el que yo despertaba en las mañanas y pensaba que eran tiempos terribles, pensaba que ya la cosa no podía ir a peor, pero nada más lejos de la realidad, siempre en la vida se puede ir a peor y sobre todo en este país.

Desde que comenzó este desordenamiento monetario, porque esto no tiene otro nombre o por lo menos no para mí, ahí fue donde me di cuenta de que de verdad la cosa iba para peor y lo más jodido del caso es que cada día se pone todo más malo.

Esos tiempos en que pensábamos todos que estábamos mal, pero que al menos las familias se reunían, los amigos compartían, se jugaba dominó en las esquinas y se podía ir a algún lugar, aunque fuera malo o no tuviera las condiciones, esos, esos eran buenos tiempos y no lo sabíamos.

Eran tiempos difíciles para el cubano de a pie, si, lo eran, pero estos son peores, ya la gente no sonríe, ya el humor del cubano, ese que nos caracterizaba dondequiera que estuviéramos se acabó, hoy las personas caminan con la cabeza gacha como avergonzados y en esos me sumo yo.

Miles de veces me he preguntado ¿por qué aguantamos tanto?, ¿por qué permitimos que el régimen nos quite la alegría?, si ya nos han quitado la libertad durante tanto tiempo, no podemos permitir que nos quiten también los deseos de vivir.

Parece mentira que ya uno no habla con las personas, más bien discutimos como animales, ya uno no se relaciona, preferimos aislarnos y no precisamente por la COVID-19 que realmente no es la peor enfermedad que nos afecta, realmente la peor enfermedad que tiene el cubano, más bien el país es la dictadura Castro/Canel que ha consumido al pueblo en vida.

Me da tristeza levantarme en las mañanas pensando que será otro día igual, deseando que acabe el día para que llegue la noche como si eso fuese un remedio aun sabiendo que cuando amanezca nuevamente será lo mismo, nos hemos convertido en adictos a pasar el tiempo sin darnos cuenta de que eso es lo más valioso que tenemos porque el tiempo se acaba y con él la vida y es muy triste ver hacia atrás y darnos cuenta de cuanto pudimos hacer para ser felices y no lo hicimos.

Yo considero que ya la dictadura nos ha quitado bastante, no podemos permitir que nos robe también el tiempo, las ganas y la fuerza para hacer de nuestra vida lo que deseamos que sea, no podemos permitirles que nos sigan sumiendo en la depresión mientras que los dictadores y sus hijos viven vidas de reyes a costa de nosotros.

Es por esto, por lo que he decidido que no voy a dejarme aplastar, no voy a dejar que la dictadura me quite lo que es mío por derecho.

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Más Cojo que tú
Jun 9, 2021

Publicado originalmente en la edición 151 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cocodrilo Callejero

Más Cojo que tú

Por el periodista ciudadano Raúl Pérez Rivero

Hoy, de los pretendidos valores y quimeras del hombre nuevo no queda nada. Cada día queda menos, si es que alguna vez hubo algo. Las personas se agarran de un clavo caliente para sobrevivir y esto significa pisotear al otro. Se simula, se atropella y se va con todo encima del vecino en cuanta cola aparece. Si esto es unidad entre cubano, como pregona el régimen en su propaganda viciada y repleta de irrealidades, mejor nos ahorramos lo contrario.

Tan es así, que ser cojo en la Cuba de hoy se ha convertido en negoció y hasta estatus social. Un cojo con todas las de la ley, esto es, un supercojo, cuando llega a una cola todos se apartan. “Pase usted su majestad”, parecen decir las miradas de los presentes. Los otros cojos que quedan fuera, en la cola que ellos organizan aparte, comentan admirados biografía, santo y seña del supercojo que yace dentro de la tienda, revisando estantes. Y si entre los de la cola hay disputa, aparece el escalafón: “Yo soy más cojo que tú”.

No obstante, la admiración social por los cojos, una oportunidad que no tiene todos en las colas, y como se trata de cubanos, los efectos secundarios de este fenómeno social no tardan en aparecer. El primero de ellos, cuando traen algo a la tienda la longitud de la cola de los cojos duplica la cola de la gente sin afectación física. Aún se investiga de dónde han emergido tanta cantidad de carnés de impedidos físicos. ¡Claro que de la corrupción no es! Quien tiene posibilidad de otorgarlos le lucha uno a parientes y amistades. Como dijo un moreno que más parecía boxeador: “Hay veces que la cojera se lleva por dentro”. Otros dicen que ya el relajo de la cojera apesta. Hasta para comprar cerveza dispensada u otra cosa se presenta el carné de cojo. Donde todavía no se ha apreciado el fenómeno es en funerarias, los cojos no están apurados por este servicio.

Pero, no todo queda aquí. El mimetismo del cubano para con el socialismo es impresionante. Un ejemplo, los cuentapropistas que operan bicitaxis tienen asignado cuatro cupos para llevar el gas de cocción a impedidos físicos, cada vez que llega el camión con suministros desde Matanzas. Pero, Los Arabos está atiborrado de cojos. La solución, ha surgido una empresa: quien paga más por el servicio es más cojo. Tiene que rotar. Esto ha derivado en que no se necesite pie dislocado o mal formado para avanzar en el escalafón. El dinero, aquella cosa de la cual el socialismo nació enemistado, es quien manda. No es preciso carné ni comisión médica para certificar la invalidez.

El pueblo se ha llenado de supercojos; aquellos que de una forma u otra siempre están en la punta de la fila cuando llegan suministros al territorio.

Lo anterior no es otra cosa que un ejemplo de lo que ha hecho el socialismo en Cuba. De hombre nuevo nada. Doble moral a borbotones. El ‘Cojo Nuevo’ se desdobla en una cola como el mejor de los actores. El rostro es sufrimiento todo. Miran para el cielo en busca de clemencia divina, debido al sufrimiento que proviene de la extremidad lacerada, y una lágrima cae al piso. Hasta deseo de dejarle el pollo nos invade. Así va la isla, entre consignas y hordas poseídas por la doble mora. Unos más cojos que otros.