Captura de vídeo CBC News: The National / YouTube
Por la periodista ciudadana Silvia Alonso Urrutia
Jun 6, 2024 | 10:00 AM
El escándalo que ha desatado la desaparición del cadáver del turista canadiense Faraj Allah Jarjour en Varadero, no solo es un duro golpe a la maltrecha industria de la chimenea sin humo en la Isla, sino que ha puesto al descubierto una serie de irregularidades al interior del sector.
Antes que todo, respeto y condolencias de este medio ciudadano a la familia de Allah Jarjour. Primero, el suceso le ha dado la vuelta al mundo. Segundo, nada escapa al relajo reinante en Cuba, ni sectores priorizados como el turismo; muestra de un sistema y de un régimen en descomposición.
Hoy, luego de un mes de que el cadáver de Faraj permaneciera más de ocho horas en la playa, montarse en un avión para veranear en las hermosas playas de Varadero asusta, sobre todo, para personas de la tercera edad; sector mayoritario en el arribo a este balneario matancero. No es cosa de juego lo que ha sucedido, no es un asunto aislado que se olvida a los pocos días. Cuando se entra en detalles espanta y deja copia permanente en el subconsciente de las personas.
¡Qué no exista una ambulancia ni carroza fúnebre es bárbaro! El pensamiento colateral, qué quedará para los cubanos. ¿Tiene o no el nacional derecho natural a manifestarse en las calles? ¿Se justifica la represión desmedida del régimen? ¿Dónde está la mano del imperialismo yanqui en este bochornoso suceso?
Las respuestas sobran. Uno de los elementos de análisis que deja este lamentable hecho refiere a la poca seriedad, por encima de las carencias que puedan existir –aunque para difuntos jerarcas si están disponibles vistosas carrozas–, con que se manejó el hecho. Los empleados de la morgue acudieron a recoger el cuerpo en un auto cualquiera; como quien llega a recoger un saco de papas, después de una eternidad, a la vista de los curiosos, sobre una silla de playa cubierto con una sábana.
No obstante, del primer impacto la familia de Faraj no resultó inmune del desastre cubano de hoy, lo peor estaba por venir: el cadáver se extravió. Un mes perdido por errores en La Habana. Señores lectores, qué es esto, de qué país estamos hablando. Finalmente, para consuelo de la familia, el cuerpo del difunto fue hallado, según el aviso del gobierno canadiense, en una ciudad al norte de Moscú; donde estaba enterrado luego de que las autoridades cubanas lo enviaran por error.
Las reacciones en redes sociales no se han hecho esperar. “Desgraciadamente, para nosotros, Cuba se acabó”, dice un turista canadiense. Al canciller cubano Bruno Padilla costará más que condolencias y disculpa a la familia de Jarjour para lavar el sabor amargo que ha dejado este escandaloso suceso. Para concluir, reiteramos nuestro respeto y compartimos el dolor de la familia agraviada, pero esto es Cuba en dictadura y debe quedar claro para el resto del mundo; es, turismo por dentro, donde ni los cadáveres escapan a la debacle nacional.
Publicado originalmente en la edición 237 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero