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Por el periodista ciudadano Frank Correa
Oct 11, 2025 | 10:35 AM
No es un eslogan, es una realidad. Cuba fue desde su fundación un país eminentemente agrícola, con una producción de azúcar, café, tabaco, frutas, viandas y vegetales de un volumen en crecimiento que satisfacía la necesidad nacional y creaba un excedente destinado a la exportación a otros países.
Pero con la revolución y sus leyes de Reforma Agraria, más la cadena de errores y obviedades que caracterizaron los siguientes 60 años, aquella superproducción de la agricultura cubana quedó varada y pasó poco a poco al olvido. Sistemáticos periodos de crisis y deterioro del sector agrícola han derivado en una subrepticia economía de supervivencia.
La inflación, los incumplimientos de planes de producción y pagos, la absurda política de represión y extorsión contra el campesino, la nefasta política estatal de acopio y la institucionalización del intermediario, convirtieron a la agricultura en un sector de bajo rendimiento y desmotivación para los que tienen que labrar la tierra y cultivarla.
¿Cómo se organiza la producción agrícola en Cuba?
La revolución desechó las leyes tradicionales y hábitos de cultivo del campesinado nacional. A partir de 1959 la política agraria pasó a manos del Estado y la colectivización conformó una estructura de tenencia de las tierras que priorizó a las empresas estatales y sus múltiples experimentos: Unidades Básicas Presupuestadas (UBP), Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPA), Cooperativas de Producción Agropecuarias (CPA), Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), y finalmente los productores privados, que quedaron a la zaga.
Aunque las empresas estatales cuentan con el apoyo de leyes encaminadas a darles más ventajas sobre los agricultores independientes, sus políticas ineficaces han entorpecido el crecimiento y la productividad de la agricultura. La gestión privada con mayor eficiencia por naturaleza choca con una barrera de dificultades normativas y trabas burocráticas.
Las oportunidades para los agricultores particulares son escasas, sesgadas por normas jurídicas que acorralan al productor en un callejón sin salida y los repliegan a una forma de producción de corte esclavista.
La última propuesta del Gobierno para salvar al país de la debacle alimenticia en que vive fue en abril de 2021, cuando aprobó un plan de 63 medidas para estimular la producción en el campo.
Este plan, como tantos otros en 60 años, terminó fracasando. Por la misma causa de siempre: la imposición de las ineficientes reglas del Estado y el Partido en una labor que solo el hombre de la tierra, en condiciones ideales de trabajo y con una remuneración que lo estimule realmente a continuar el trabajo, puede hacer producir el campo cubano.
La Asociación de campesinos independientes en 2019 hizo un llamado de alerta al Gobierno sobre la hambruna que se avecinaba. Escribió una carta dirigida a las máximas autoridades del Estado sobre proposiciones de los campesinos para salir de la crisis, pero nunca recibieron respuestas.