Foto de Shyamli Kashyap en Pexels
Por el periodista ciudadano Pedro Machado
Sep 25, 2025 | 9:15 AM
Nidia Vázquez, residente en el edificio No. 4 del reparto Chibás, en Guanabacoa, busca patas de gallinas para hacerle un caldo a su hijo Reinier que contrajo dengue y está tirado en cama. Ella dice que ese es el remedio más eficaz, pero encontrar patas de gallinas hoy en Cuba es un sueño. La prensa oficial, en la voz del doctor Francisco Durand, jefe del departamento de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud, dio una alerta a finales de julio sobre la propagación de esta enfermedad endémica en Cuba, que se transmite por la picada del mosquito Aedes Aegypti.
A pesar de que el Estado cubano ha organizado una infraestructura para combatirlo y durante años ha destinado recursos para esta lucha anti vectorial, su desempeño ha sido ineficaz y sus resultados desalentadores porque cada cierto tiempo los brotes de dengue cobran enfermos y hasta vidas en la población cubana. José Macuto, un vecino de Obispo y Aguiar, en La Habana Vieja, trabajó durante años como jefe de brigada de lucha contra el Aedes Aegypti en un policlínico, cuando la campaña contra el mosquito estuvo en su apogeo.
Él reconoció que ya no fumigan, no se inspeccionan las viviendas, no se da abate ni se realizan los auto focales. También dice que hay un inventario infinito de fosas desbordadas, de salideros y tupiciones, pero el Gobierno no cuenta con recursos para resolverlos y aseguró que la cruzada contra el dengue está muerta.
En el diccionario médico se establece como dengue, o fiebre quebrantahuesos, a la infección vírica que se transmite de mosquito a personas. La mayoría no presentan síntomas y cuando aparecen suelen ser fiebre alta, dolor de cabeza, dolor en el cuerpo, náuseas y erupciones en la piel. En los casos más grave el dengue puede ser mortal.
Se trata con medicamentos que alivian el dolor, pero hasta hoy no hay ningún tratamiento específico. “Lo mejor son las patas de gallina, que no hay”, repite Nidia, que ha caminado todo el reparto Chibás y no ha encontrado ni siquiera una uña del ave. “Por el momento lo tengo en cama y bajo mosquitero, para que no le trasmita la enfermedad a más persona si lo llega a picar otro mosquito, con tanto apagón”.
Publicado originalmente en la edición 259 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.