Kiki Álvarez y Esteban Insausti. Fotos tomadas de sus perfiles en Facebook.
Por ICLEP
Oct 24, 2025 | 9:05 AM
El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) rescindió los contratos de los realizadores Kiki Álvarez y Esteban Insausti, en un movimiento que claramente constituye una represalia política por sus posiciones críticas frente a la censura y las políticas culturales del Estado cubano.
El propio Álvarez, reconocido director de La Ola (1995) y Jirafas (2014), denunció el 16 de octubre en su perfil de Facebook que se enteró de su despido al acudir a reclamar el impago de sus honorarios. Según relató, una funcionaria le informó que la vicepresidenta del ICAIC había ordenado, el pasado 1 de agosto, el cierre de sus contratos y los de Insausti.
El realizador calificó la medida como una falsificación de su renuncia. “Leyendo el expediente me entero que se me otorgó la baja por decisión propia (o sea porque yo lo solicité), aunque no existe ningún documento adjunto que pruebe esa solicitud. ¿Una ficción? ¿Un delirio de interpretación?”, escribió.
En su publicación, Álvarez repasó varios episodios recientes que, a su juicio, pudieron motivar la ruptura. Entre ellos, su negativa a participar en un debate convocado por el ICAIC, su rechazo a recibir una medalla conmemorativa por el aniversario de la institución, y sus denuncias sobre irregularidades en el Fondo de Fomento al Cine.
El cineasta explicó que el 23 de septiembre había hecho pública su decisión de no asistir al foro “El debate de ideas en el cine”, convocado por el ICAIC, en publicación realizada en la página de Facebook de la Asamblea de Cineastas Cubanos: “¿Un debate de ideas dentro de una institución que no reconoce el ejercicio cívico y estético de un número considerable de cineastas cubanos? Hace mucho tiempo que dejé de creer en esos debates ‘curativos’ que no trascienden el espacio físico en el que ocurren”, expresó en ese momento.
Álvarez también citó al realizador español Jaime Rosales para describir la disyuntiva que enfrenta todo creador bajo un sistema autoritario: “Un cineasta tiene dos opciones y solo dos: o convertirse en un resistente o en un colaborador”.
“Si ese no fue el hecho que culminó la ruptura entre el ICAIC y yo, cuál fue: ¿Mi renuncia a participar como realizador en una película sobre el asesinato de Kennedy? ¿Mi renuncia a recibir la medalla por el 62 aniversario del ICAIC? ¿Mis denuncias públicas a las irregularidades de las recientes convocatorias del Fondo de Fomento? ¿Mi pertenencia al grupo de representantes de la Asamblea de Cineastas Cubanos?”, increpó abiertantamente el realizador.
Denunció además que la institución violó el artículo 51 del Código de Trabajo cubano, que obliga a notificar con al menos 15 días de antelación la terminación de un contrato. “Incumplieron el deber de informarme con 15 días de antelación a la anulación del contrato como dicta la ley”, afirmó.
Su texto, titulado “En la intemperie”, concluye con una reflexión sobre la deriva del cine cubano oficial y la pérdida de espacios para la creación independiente:
“Nuestra relación siempre fue tensa, marcada por mi deseo de contribuir a convertirte en un Instituto de Cine capaz de propiciar, fomentar y articular las nuevas formas de producción independientes... A mí en cambio no me excluyes: la mayor parte de mi cine la hice sin ustedes y eso nadie lo puede cambiar”.
La decisión del ICAIC también afectó al realizador Esteban Insausti, autor de obras como, quien ha sido igualmente activo en la defensa de la Asamblea de Cineastas Cubanos, un espacio de articulación crítica frente a la censura institucional.
El caso ha generado una oleada de solidaridad entre artistas e intelectuales dentro y fuera de Cuba, que consideran estos despidos como parte de una política sistemática del régimen para silenciar las voces disidentes en el ámbito cultural.