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Opinión
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La papa y el aceite en un país por hacer: Cuba
Apr 17, 2023

Como si fueran pocas las fatalidades, en sucesión, por estos días una nueva contradicción agita la opinión ciudadana en los barrios de la Cuba profunda: después de un año esperando la temporada de papas en la Isla, ahora no hay aceite; y no lo hay “ni en los centros espirituales”, como suele decir la gente en la calle. Colapsó la producción nacional.

No puede ser que no salgamos de una fatalidad para inmediatamente comenzar con otra, que los números no siempre se pueden ir de un solo lado. ¡¿Hasta cuándo?! No hay ámbito de la vida nacional que escape al contrasentido, a lo ilógico, a la fatalidad. Cuando no es el suministro eléctrico es la producción de azúcar o las arbitrariedades con los medicamentos; y los cubanos ya están cansados de esto. Un ejemplo ilustrativo: la crisis en el sector eléctrico, específicamente, en la tenencia de este vital servicio en los hogares cubanos.

Ayer el apagón era por falta de generación, hoy, es por caos en las líneas de transmisión; y nadie duda que, mañana, será por el polvo del Sahara. El resultado es que siempre el régimen tiene una justificación engavetada, de oficio, para la disfuncionalidad del país; y, al final del día, la gente continúa sin esto o aquello, años tras años.

En otros rincones planetarios alguien pudiera pensar que lo del aceite, ahora que después de un año de espera está la cosecha de papas, no es como para cortarse las venas. A lo sumo, es alimento y hervida pasa igual. Pero no es así, la papa frita es un símbolo universal al cual los cubanos, ni siquiera los niños, tienen derecho; después de salivar frente a la TV con los dibujos animados.

Algo esperado cada año con ansiedad, al menos, para disfrutarla una o dos veces en función de la disponibilidad de aceite. No disponer del conjunto completo – papa, aceite, dando por sentado la tenencia de combustible, otro de los problemas–, más que un indicador de muestra de las calamidades nacionales, es tema político más que económico; y con matices ideológicos: ¿por qué la gente bajo el comunismo no puede comer papa fritas?

El tema que se ha traído a este trabajo pudo ser otro cualquiera, de fatalidades tenemos lleno el morral, solo que el desencuentro del aceite y la papa, alimento que en su variante frita hace brillar los ojos, es lo que más comenta el ciudadano común en la Cuba de los barrios.


Publicado originalmente en la edición 189  del medio de comunicación comunitario del ICLEP,  El Majadero de Artemisa.

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A propósito del II Domingo de Pascua. (Evangelio: Juan 20, 19-31)
Apr 17, 2023

Todos nosotros hemos tenido experiencia de eso que llamamos “dobles discursos”, cuando una persona hace promesas, o defiende en discursos impecables ciertos comportamientos o ciertos valores cuando, en realidad, no tiene la intención ni de cumplir sus promesas, ni de vivir aquello que predica. Los “dobles discursos” pueden ser totalmente conscientes, y muchas veces lo son, pero pueden ser inconscientes, pueden ser auto engaños, dobles discursos que nos creemos nosotros mismos.

Juan pone en boca de Tomás una declaración hacia Jesús: “Señor mío y Dios mío”. Juan escribe su Evangelio en la época del emperador Domiciano, que quería ser honrado como señor y dios y cuyas órdenes empezaban diciendo: “Domiciano, nuestro señor y nuestro dios ordena que…” Ante esta pretensión, Tomás, símbolo de la Iglesia, de todo aquel que sigue a Cristo, dice refiriéndose a Jesús: “Señor mío y Dios mío”. Pero, ¿qué ha sucedido antes?

Ha sucedido que los discípulos estaban encerrados “por miedo a los judíos”. Los “judíos”, para el apóstol Juan son los incrédulos, los que se oponen a la propuesta de Jesús, los que se sienten incómodos con la luz de Cristo. Son los que no aceptan el Evangelio como propuesta de vida y no sólo se oponen a los cristianos sino que los atacan, los acosan, los persiguen… Y los discípulos están asustados, tienen miedo y se repliegan, se “refugian” entre muros seguros, se avergüenzan de ser discípulos. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia…

Ante esta realidad, Jesús “se deja ver”. El texto no dice que “se aparece” sino que “se deja ver”, porque siempre está, su presencia es permanente. Y muestra sus manos, signos del obrar humano, de la propuesta de un mundo mejor donde se trabaje por construir la paz, el amor, la justicia, la vida. Es el modo de recordarnos que existimos como Iglesia para hacer presente y visibles las manos del Señor, para realizar su obra. Y esto es imposible si Cristo no es “mi Dios y Señor”, aquel que me hace caminar por encima de mis miedos.

Por eso Jesús les desea la paz, la serenidad que nace no de la ausencia de problemas sino de la certeza de que, pase lo que pase, él está. Por eso “sopla” sobre ellos, y Juan usa un verbo que solamente se utiliza dos veces en el Antiguo Testamento: cuando Dios “sopla” aliento de vida para crear al ser humano, y en la visión de Ezequiel de los huesos secos, donde el “soplo” de dios hace revivir lo muerto. Cristo “sopla” su aliento de vida sobre los discípulos y luego pide “perdonar los pecados”, con una expresión que significa “echar fuera el mal, hacer desaparecer lo injusto”, pero acoger esta misión es imposible si Cristo no es “mi Dios y Señor”, aquel que me hace caminar por encima de mis miedos.

Tomás duda, le cuesta fiarse, le cuesta “lanzarse”, le cuesta confiar en la fuerza del Evangelio y enfrentarse a un mundo agresivo donde aparentemente es inútil hablar de amor, de justicia, de paz, un mundo donde aparentemente el cristianismo está destinado a fracasar.

Pero Tomás, símbolo y modelo nuestro, no se deja secuestrar por su inseguridad, no deja que sus temores tengan la última palabra, y se reafirma en su condición de discípulo proclamando a Jesús como su Dios y Señor, como el único que puede hacerlo caminar por encima de sus miedos.

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Hatuey y los hatueyes de hoy
Apr 10, 2023

Uno de los primeros hombres que bañó con su sangre la tierra cubana ante la conquista española, fue sin duda, el cacique Hatuey. Proveniente de la vecina isla de La Española (actual territorio compartido entre Haití y República Dominicana), Hatuey llegó a Cuba con el fin de concientizar a sus pacíficos pobladores del peligro tan grande que representaba para ellos, esos extranjeros de allende el mar.

La tarea fue difícil para el cacique indómito, pocos le creyeron. La geografía jugó un papel oportuno para los conquistadores españoles. La palabra de Hatuey sólo pudo ser escuchada por caciques de la región oriental del país. No era fácil escudriñar dentro de los corazones de aquellos que no experimentaron en carne propia, los sufrimientos y padecimientos que Hatuey relataba.

Pueblos y familias cautivas por soldados con armas que escupían fuego, no era un concepto a digerir por hombres pacíficos que lanzaban flechas para cazar y defenderse de otros como ellos, nada pacíficos, que incursionaban cada cierto tiempo en sus territorios.

De ahí que la misión de Hatuey no pudo desarrollarse a cabalidad, muy pocos se opusieron al colonizador y menos aún tomaron la iniciativa en la batalla. Más tarde Pánfilo de Narváez pacificó la isla, entiéndase, arrasó con quienes se le opusieron.

Los conquistadores comprendieron pronto la labor que Hatuey desarrollaba entre los suyos, en términos modernos lo hubieran calificado de ideólogo. Por ello su captura se convirtió en prioridad. Lo persiguieron, acosaron y tomaron prisionero.

Lo que sucedió es de todos sabidos, fue quemado vivo en las proximidades del río Yara. Los detalles debieron haber sido muy ricos para la historia. No obstante, fue un diálogo el que trascendió, imbricado con elementos reales y leyenda: ¿quieres ir al cielo?, preguntó un fraile al indio rebelde antes de ser quemado. Hatuey respondió con una pregunta: ¿y los españoles van al cielo?, el sacerdote afirmó. La respuesta del cacique fue lógica: si ellos van yo no quiero ir.

Nadie quiere ir en otra vida al mismo lugar de quienes le están asesinando en ésta, porque repetirían el crimen. Cualquiera de nosotros en circunstancias parecidas, hubiera respondido igual. Hatuey no rechazó la doctrina del Reino de los Cielos. Rechazó al hombre cruel que lo atormentaba y pretendía continuar siendo su verdugo por la eternidad.

Los cubanos recordamos a Hatuey por la cerveza que lleva su nombre, memoria indigna. Quizás otros, con algo de cultura, lo identifican con el poema del Cucalambé (Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo): “Con un cocuyo en la mano y un gran tabaco en la boca, un indio desde una roca contempla el cielo cubano...”

Una pregunta válida es ¿dónde está Hatuey? En la etiqueta de una cerveza promocionada con palabras que despiertan el paladar, o en los versos del Cucalambé narrando su despedida de Guarina en medio de vocablos como: yagruma, atejes, corojos, siguarayas, palmas, y otros que, nos hacen latir de añoranza por la Isla distante.

Hatuey está en la patria, y ésta en mí y en ti. El cacique rebelde es el acicate que impide olvidar el sufrimiento colectivo de todo un pueblo, que vive bajo el mismo cielo que él contempló. La entrega desinteresada de Hatuey para que los cubanos no pasaran por lo que los suyos experimentaron, fue el gesto más bello de nuestra primera historia.

Hubo esclavos africanos que sin conocer posiblemente el mito de Hatuey tuvieron su misma impronta escapando del yugo esclavista y formando sus Palenques en el monte. Estos cimarrones eran perseguidos, golpeados con el látigo y ahorcados, pero no se rindieron.

En la Demajagua se alzaron los primeros mambises junto a esclavos recién liberados que lucharon y lo sacrificaron todo por la patria. El incendio de Bayamo fue prueba de la determinación de emancipación.

Más tarde en otra guerra se logró la independencia de España y Hatuey fue revindicado. Muchos mambises y españoles murieron, también las mujeres, niños y ancianos de la impedimenta junto a campesinos reconcentrados fuera de sus comarcas.

Hoy los conquistadores ibéricos fueron reemplazados por cubanos indignos, que a nombre de una ideología, extorsionaron las mentes de muchos, mutilaron y mutilan a los hatueyes que levantaron sus voces y manos contra la dictadura.

Conocí de hogueras dentro de los cañaverales para matar a opositores; de fusilamientos a lo largo y ancho del país; de torturas y asesinatos en las cárceles; mujeres en cámaras frías; disparos que cercenaron cuerpos o desbarataron testículos; de muertos asfixiados en una rastra sellada; de campesinos reconcentrados en el extremo occidental de la islas en los llamados pueblos cautivos, en represalia por ayudar a los alzados contra el régimen.

No se me olvidan los niños, mujeres y hombres, que murieron cuando hundieron el remolcador en que pretendían huir del país; los jóvenes de Hermanos al Rescate desintegrados por cohetes en el aire en aguas internacionales; el hostigamiento y represión en las calles contra las Damas de Blanco que marcharon por la liberación de sus familiares y lo siguen haciendo por la libertad del país sin miedo a morir sospechosamente como su líder en un hospital; los opositores pacíficos acosados y detenidos por breve tiempo después de ser golpeados y hasta uno de ellos muerto en un parque villaclareño; las muertes de presos políticos en huelgas de hambre y el asesinato del líder y un miembro del Movimiento Cristiano Liberación en un montaje falso de accidente automovilístico.

Tampoco se me olvidan muchas cosas más, pero es imposible relatarlas en unas líneas. Pero me causa un gran dolor ver mentes infantiles mutiladas repitiendo como loros el eslogan de turno bajo una pañoleta, jurando ser -quizás sin saberlo- como un hombre cruel y asesino.

Cuando creí conocerlo todo me quedaban cosas por aprender. Vi encarcelados a opositores tan pacíficos, como lo fueron nuestros indios y esclavos; periodistas que se atrevieron a pensar independientemente; a poetas que se negaron a ir al mismo cielo que el opresor; a médicos, enfermeras y personal sanitario combatiendo el ébola en África sin derecho a retornar a la isla si contraían la enfermedad, utilizados como propaganda de la tiranía.

Experimento el ser hijo de un pueblo esclavo que ante el látigo castrista se niega a desaparecer como los indios y cimarrones. Pero al agudizar mi vista, veo a traidores que complacen a la tiranía para mantener su “modus vivendi” y que ésta sobreviva aunque el pueblo quede castrado o exterminado.

Pero todos los patriotas y mártires con pupilas dilatadas por el fuego que se dispone a devorarlos, no renuncian al mito de Hatuey.

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Castro y Chávez, criminales transnacionales
Apr 9, 2023

Mi desconocido, pero apreciado y respetado amigo, Américo Darío Gollo Chávez, un venezolano que honra el gentilicio, tiene la opinión de que los tiranos solo mueren cuando sus obras desaparecen, en consecuencia, Fidel Castro y Hugo Chávez, están vivitos y coleando como popularmente se decía en la Cuba que perdimos, por solo hacer referencia al nefasto legado de dos sujetos que además de destruir a sus países de nacimiento, perjudicaron seriamente el resto del hemisferio. 

Para desgracia de venezolanos y cubanos, esos dos opresores se apropiaron de ambas naciones con la complicidad de amplios sectores de la población gracias al encanto que ejercieron sobre muchos de sus compatriotas, logrando, como consecuencia, un alto nivel de servidumbre, lo que hizo posible unos regímenes de gran capacidad destructiva.  

Lo primero a afirmar sobre Castro y Chávez, es que traicionaron a sus respectivas naciones. Fueron crueles hasta con sus partidarios y brutalmente feroces con sus opositores, demostrando una incapacidad absoluta en la generación de riquezas, aunque contaron con poderes absolutos en la gestión económica. 

Los regímenes que impusieron fueron un rotundo fracaso, con la excepción de su sobrevivencia y el hecho de haber extendido sus maléficas propuestas, a otras naciones como Bolivia, Nicaragua y en su momento, al Ecuador de Rafael Correa.    

Fidel Castro entregó la Isla a la extinta Unión Soviética por más de treinta años, convirtiendo al país en un satélite de Moscú y así recibir los subsidios necesarios que le permitirían perpetuarse en el poder, e imponer un sistema de control sin precedentes en el hemisferio.  

La dependencia de Moscú se institucionalizó en la Constitución de 1976, que, en su Preámbulo, decía, “Apoyado…en el internacionalismo proletario, en la amistad fraternal y la cooperación de la Unión Soviética y otros países socialistas y en la solidaridad de los trabajadores y pueblos de América Latina y el mundo” y se concretó con el absoluto respaldo a las incursiones imperialista del Kremlin, particularmente África y Afganistán. 

Fidel Castro, copió al detalle del modelo soviético y hasta corrigió algunas debilidades de este, haciendo que el totalitarismo establecido en la Isla fuera mucho más férreo que el de la metrópoli, como afirman ciudadanos que residieron en los dos países.   

Por su parte Hugo Chávez, otro depredador, traicionó a su país sometiéndolo ciegamente a la voluntad imperial de Fidel Castro. Venezuela, se transformó en una especie de provincia de Cuba, sin dudas, la más rica, que proveía al despotismo insular de los bienes necesarios que era incapaz de producir. 

El legado de Chávez es tan devastador, quizás más, por las amplias riquezas del país sudamericanos, que el de los hermanos Castro. El militar golpista quebró el ritmo institucional que el país había asumido en 1958, e incentivo la corrupción gubernamental a cotas inimaginables. Despilfarró miles de millones de dólares, empobreciendo a unas de las naciones más ricas del hemisferio. 

Aun aquellos que muestren simpatías hacia Hugo Chávez y Fidel Castro, si les resta un mínimo de sentido común, deben concluir que ambos mandatarios fueron nefastos para sus países con independencia de la justicia que pudieran implicar sus propuestas políticas y sociales, las que enarbolaban mientras manipulaban y reprimían a la población.  

Tal y como apunta el amigo Gollo Chávez, los regímenes de ambos autócratas les han sobrevivido, agrego, en las personas de otros dos incapaces, Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel, cuya gestión es tan precaria como la de sus antecesores, llevando a no pocas personas a olvidar quienes fueron en realidad los constructores de esas dictaduras, responsabilizando a los actuales déspotas de los crímenes del presente y también de los del pasado. 

Hay que trabajar intensamente para que Fidel Castro y Hugo Chávez no se transformen, gracias a la gestión de sus admiradores, en dioses benefactores cuyos discípulos no fueron capaces de interpretarlos correctamente, algo que podría ocurrir con Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia, dos subproductos del castro chavismo. 

Castro y Díaz Canel, Chávez y Maduro, son géneros lógicos de propuestas ideológicas y políticas que a través de la historia han resultado en fracasos, no solo por su intrínseca maldad y desconocimiento de la condición humana, además de que su implementación obliga a un control social que violenta los más elementales derechos de las personas.  

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A propósito del Viernes Santo. (Evangelio: Juan 18, 1-19, 42)
Apr 8, 2023

Uno de los modos de aprender es por asociación: unimos unas frases a otras y las repetimos, de modo tal que nada más decir las primeras palabras, todo lo demás va llegando, en su debido orden. Es lo que nos sucede cuando empezamos a rezar diciendo: "Padre nuestro..."

Los hebreos hacían este ejercicio con los salmos, y repitiéndolos una y otra vez, asociaban frase tras frase hasta aprendérselo, de modo tal que, según las circunstancias que vivían, les brotaba de su interior un salmo u otro.

A Jesús, en la cruz, le brota espontáneamente un salmo: el salmo 22, que empieza diciendo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?... te llamo de día y no respondes".

Luego, como acostumbraban hacer los hebreos, el salmo mira al pasado, hace "anamnesis", recuerda situaciones similares y dice: "en ti confiaban nuestros padres... y los ponías a salvo; a ti gritaban y quedaban libres, en ti confiaban y no los defraudabas".

Y vuelve entonces al presente: "pero yo soy un gusano, no un hombre... al verme se burlan de mí" y dicen: "acudió al Señor, que lo ponga a salvo, que lo libre si tanto lo quiere".

Sin embargo, nada de esto lo hace perder la fe porque "desde el vientre materno tú eres mi Dios". Por eso pide: "no te quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre", y necesito tu auxilio porque "estoy derramado como agua, tengo los huesos descoyuntados; mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas; tengo la garganta seca como una teja, la lengua se me pega al paladar".

Por eso, "no te quedes lejos, fuerza mía, apresúrate en socorrerme". Y cuando eso ocurra "contaré tu fama a mis hermanos, en plena asamblea te alabaré", porque aquel a quien clamo "no ha sentido desprecio ni repugnancia de la desgracia de un desgraciado, no le ha escondido el rostro; cuando pidió auxilio, le escuchó".

No es un salmo de desesperanza sino todo lo contrario: es la oración de alguien que pone su confianza absoluta en Dios, a quien considera su fuerza y su esperanza.

No es tampoco el salmo de un improvisado, sino de alguien que ha trabajado profundamente su intimidad con Dios. Por eso, aunque humanamente no existen ni esperanzas ni horizontes, la fe logra sostenerlo.

Es cierto que, por mucha fe que se tenga, las cruces necesitan un tiempo para "asentar el golpe", para respirar profundo y calcular la batalla que la vida nos presenta, a veces de modo repentino e inesperado. Pero luego de ese "primer momento", viene la gran diferencia entre maldecir la cruz y lo que la provoca, y hundirse en el dolor y la amargura, o creer, desde lo más profundo, que Dios no permite sufrimientos inútiles, que Dios sólo deja al sufrimiento tocar a nuestra puerta cuando nos trae una bendición, que Dios no permite la muerte sin la resurrección.

Y desde esa certeza, levantarse, caminar, buscar, hasta encontrar la luz, tantas veces escondida en medio de la noche.

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Las redes sociales: piedra en los zapatos del régimen cubano
Apr 7, 2023

Hace un tiempo atrás el impopular presidente Miguel Díaz Canel, pese al uso manipulador que hacen las redes sociales, aseguraba que eran las que estaban confundiendo al pueblo. Desde entonces la campaña oficialista ha tratado por todos los medios y vías de desacreditar la información que circula en este espacio virtual. Empeños frustrados, que se mueven en el vacío. Las redes sociales han desmantelado el velo tradicional del silencio y han comenzado a brindar una imagen real de Cuba, que muy pocos tenían.

Pretender acallar su protagonismo, cuando de información sobre la isla se trata, es imposible. Para los cubanos, las redes sociales son seguidas, como una buena plataforma de denuncia social, que se ha convertido en un látigo contra la dictadura impuesta a un pueblo por más de 62 años. La apertura y posibilidad de hacer periodismo ciudadano, donde se denuncian diariamente los problemas y represiones, le está quitando el sueño a la dictadura cubana. En ocasiones o casi siempre los cubanos utilizaban los medios establecidos por el sistema, antes de llegar a las redes sociales o a la prensa independiente, por miedo a las represalias. Hoy ese paradigma ha cambiado, pese a la presencia de la represión contra la prensa independiente, y el uso de las redes sociales ha desplazado al monopolio comunicacional del régimen.

El intento de acallar las voces opuestas al discurso oficial, se ha visto frustrado. No puede concebirse que el pueblo no pueda expresar la insatisfacción hacia un régimen que solo hace promesas y pretende sostenerse con consignas. Las redes sociales, han echado por tierra el discurso mediático, del oficialismo. Cada palabra que circula por internet, desde la isla, son palabras del cansado y hambriento cubano, censurarlas solo generan más comentarios, y lo más triste es que cada denuncia viene acompañada con pruebas y eso sí les preocupa. A la élite política de Cuba, no le basta con haberse perpetuado en el poder. Ahora pretenden acallar las voces de más de once millones de cubanos, algo que se les ha ido de la mano. En estos tiempos de teléfonos celulares, redes e internet, ya no pueden seguir con las farsas, ya no pueden mentir a esta nueva generación, o llamar enemigos a todo aquel que se queja del mal que han hecho. No es limitar las formas de comunicación, ni los contenidos, sino generar mensajes coherentes y humanos, que se corresponda con la realidad, solo así desaparece el temor a las redes.

 

Publicado originalmente en la edición 153 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano

 

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A propósito del Jueves Santo. (Evangelio: Juan 13, 1-15)
Apr 7, 2023

Cuando Jesús intenta lavar los pies a Pedro y éste se resiste, Jesús no le dice: si no dejas que te lave los pies no tienes nada que ver conmigo; sino: si (YO) no te lavo los pies. Es Jesús el que insiste en lavar los pies. En otras palabras, es como si Jesús le dijera: no impidas que yo te lave los pies, no impidas que yo muestre la identidad de Dios, que es amor, que es servicio, porque si lo impides, no tienes nada que ver conmigo.

El Jueves Santo es la celebración de la Pascua, del “paso” del Señor, del Dios que viene una y otra vez a nuestras vidas trayendo siempre una experiencia de liberación. Por eso, este día trae consigo una súplica: deja a Dios pasar, déjalo cuestionar tus ídolos, tus altares, tus preferencias; déjalo sustituir tus seguridades; déjalo tocar tus miserias, esas a las que nos aferramos porque nos hacen más llevaderas nuestras esclavitudes. Deja a Dios pasar...

Y hay muchos modos de dejar a Dios pasar.

Cuando sirves, cuando ayudas, cuando cuidas al otro, y lo acompañas, lo proteges, lo miras, lo escuchas, lo consuelas, lo tratas bien estás dejando a Dios pasar por tu vida.

Cuando perdonas y cambias el puño en mano, y eliges abrir las puestas que cerraron la soberbia y la rabia, o el disgusto, la decepción o el dolor estás dejando a Dios pasar por tu vida.

Cuando buscas comprender, y prefieres la compasión al juicio, y tratas de entender que nadie hace daño de gratis, que la maldad nace muchas veces de heridas sufrientes, de inseguridades inconfesables o miedos escondidos estás dejando a Dios pasar por tu vida.

Cuando decides alegrar la vida de alguien, y sorprenderlo con un gozo que no espera, y prestarte a ser instrumento de Providencia y de mano que bendice en su necesidad doliente estás dejando a Dios pasar por tu vida.

Cuando te reconcilias: con tus errores que te condenan, con aquellos a los cuales alejaste sin motivo, con los familiares que no te gustan, con la Iglesia que un día abandonaste estás dejando a Dios pasar por tu vida.

Cuando decides confesarte, y reconocer que en tu vida hay mal, y pecado que daña y te daña; cuando te decides a hacer un camino hacia la eucaristía que Jesús creó para alimento de tu alma estás dejando a Dios pasar por tu vida.

Y cuando dejas pasar a Dios, tu vida se ilumina, con una luz que no se queda en ti, sino que empieza a tocar las oscuridades de otros, porque el paso de Dios libera siempre: te libera el alma, pero también las manos, los pies y la mirada.

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Política, Arte y Deporte
Apr 6, 2023

Son tres actividades independientes, pero cuando las artes y los deportes, como cualquier disciplina, se desarrollan bajo un manejo dictatorial, aún peor, totalitario, como es el estado cubano, la gestión, individual o colectiva, queda sujeta a la voluntad gubernamental. 

Habrá quienes no entiendan las protestas, que, dicho sea, no son contra los deportistas, sino contra el régimen que representan, aunque como ciudadanos, ellos también tienen derechos y deberes con su comunidad. 

Confieso que recuerdo con amargura aquellos días de condenas a muerte que se cumplían en 24 horas, que muchos deportistas y artistas destacados, premiados en el exterior, en sus primeras declaraciones a la prensa dedicaban sus galardones a Fidel Castro o simplemente decían que éste era su inspiración.   

Las distinciones que obtienen los deportistas bajo esa clase de regímenes son producto de sus esfuerzos, pero el gobierno las capitaliza e instrumenta una campaña de propaganda que contribuye a la desinformación y a la dependencia del atleta. Algo similar ocurre con los avances científicos o de cualquier tipo que se puedan producir en el país, hacen creer, difunden los resultados, como progresos genuinos del sistema, no de la nación, menos, de los individuos que con su talento y dedicación, alcanzaron el éxito.

Un premio o reconocimiento a un cubano que representa la isla, por la condición totalitaria del sistema, se refleja en el haber del régimen y conduce a un sector de los que se oponen, a no sentir el triunfo como algo nacional, como un suceso que pertenece a todos.

He participado en protestas contra la dictadura en eventos deportivos. Confieso que no es sencillo. Me he sentido como el personaje del libro “Las dos mitades del Vizconde” de Ítalo Calvino, que describía a un aristócrata dividido físicamente por la mitad por una bala de cañón, lo que repercutía en la conducta contradictoria de los dos hemisferios del sujeto.  

Compleja la situación que presentó Calvino en su breve novela, similar a la que padecemos los que enfrentamos regímenes totalitarios capaces de apropiarse de la totalidad de los valores de una nación. Cierto que están los que no tienen problemas con sus mitades, ellos son un todo y como ariete se conducen sin sufrir las consecuencias. 

A principios de la década del 80, en un estadio de Valencia, Venezuela, se celebró un certamen deportivo al que asistieron boxeadores cubanos. 

Fue una jornada intensa. Junto a Kemel Jamis, ex prisionero político, y dos compatriotas más, nos personamos en el recinto con un par de grandes letreros que decían, “Bienvenidos hermanos deportistas cubanos” y otro, “Condenamos tiranía Castro-Comunista”, la reacción de parte de los esbirros de la dictadura, cubanos y venezolanos no se hizo esperar, por suerte, para nuestra integridad física, efectivos de la Guardia Nacional intervinieron y nos sacaron del estadio bajo custodia.  

Protestar es un derecho, máxime cuando no se agrede a las personas ni se dañan propiedades públicas o privadas.  

El totalitarismo introduce al ciudadano en un debate perenne. Conciencia, sentimientos, intereses, política e ideología, se enfrentan en un debate constante, que complica agudamente arribar a la conciliación. El régimen que impera en Cuba es tan absorbente e incluyente que por mucho que se esfuerce el individuo, no puede sustraerse de la influencia del sistema, salvo que rompa de manera absoluta con sus raíces y lo que de ellas derivan.

Esta percepción en alguna medida también se fundamenta en que el mesianismo totalitario, más allá de la voluntad y hacer de cada ciudadano, inculcó durante décadas la certeza de que la Patria y Fidel Castro eran una única entidad, absolutismo que condujo a la creencia de que cualquier decisión individual contraria, repercutiría negativamente en los valores y compromisos de la Nación.

Todo esto genera un enfrentamiento irreconciliable entre las dos supuestas mitades, no solo en los aspectos deportivos o similares. Incide en todo, hasta en la ayuda que puedas prestar a un familiar, porque la realidad es que el totalitarismo como un gigantesco embudo lo engulle todo.

¿Pero qué hacer? El totalitarismo es una sucia trampa que nos corroe. En la Isla todo está secuestrado, incluso nuestros seres queridos, y ¿puede haber Patria, sin familia?