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Por el periodista ciudadano Tomás Guerra
Nov 23, 2025 | 9:00 AM
La Habana, Cuba, (ICLEP). Carlos Sanabria es uno de los miles de trabajadores por cuenta propia que sobreviven en Cuba gracias a la reventa de productos. Es una minúscula pieza del gran engranaje del caos económico que impera en el país, que tiene a la inflación en desbocado galope y a los precios por las nubes.
Sanabria, residente en el reparto Miraflores del municipio Arroyo Naranjo, es un personaje cotidiano en el barrio. Él es, de todos los vendedores particulares, el que más barato vende, por eso lo busca una gran clientela.
“Yo trabajo sin intermediarios, por eso es que no se encarece tanto el producto. Voy directamente al campo y lo traigo”, señaló.
Cuando llega a vender por la mañana son tantas las ristras de cebollas que carga en el cuello que apenas se le ve la cara. Carlos tiene un pregón característico para anunciar su producto y dice que siempre ha vivido de ese trabajo.
“Desde muy joven me iba a Güira de Melena a buscar las mejores del país. Estoy acostumbrado al trabajo. Hay un dicho que dice: a mal tiempo, buena cara. Entonces, ¿para qué afanarte, preocuparte, poner cara fea? Soy cristiano. Me gano el dinero honradamente”, relató.
Niurka Prado, vecina de calle 8 y 5ta B, en Miraflores, dice que hace más de 15 años que ve a Carlos todos los días vendiendo cebollas en la calle, con el cuello lleno de ristras y con la misma sonrisa de siempre.
“Es un peleador de estos tiempos. Un caballo de batalla. Yo le compro siempre y converso un poco con él porque es un hombre que transmite paz. Algo que necesitamos los cubanos”, dice finalmente Niurka.
Publicado originalmente en la edición 264 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.