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La verdadera raíz de la corrupción en Cuba

Foto de Ricardo IV Tamayo en Unsplash

Por el periodista ciudadano Pedro Luis Hernández

Sep 29, 2025 | 1:00 PM


Cuando un gobernante tiene el control absoluto de todos los bienes y recursos, y cuando la moralidad y la honradez en el ejercicio de las funciones públicas son relegadas a un segundo plano para que el requisito principal sea la filiación a un partido político, casi siempre el oportunismo y la corrupción hacen su aparición y provocan daños irreparables a la sociedad.

Durante muchos años se ha enseñado en las escuelas cubanas que los gobiernos más corruptos en la historia de Cuba fueron los que existieron antes de 1959 y, en particular, los gobiernos auténticos de Carlos Prío Socarrás y Ramón Grau San Martín. Tales enseñanzas fueron parte de la estrategia política del régimen cubano para presentarse como el “mesías salvador” del pueblo cubano, cuando en la práctica la verdadera corrupción comenzó desde los primeros días de enero del 59 y el actual gobierno es el más corrupto de la historia patria.

En Cuba, los verdaderos ladrones y corruptos no son los obreros que sacan una bolsa de leche del lácteo o unas libras de picadillo de una industria, sino los funcionarios de cuello blanco que militan en las filas del Partido Comunista. Son ellos quienes tienen bajo su control el acceso a todos los recursos y dicen ser parte del pueblo, un pueblo que muy pocas veces puede acceder a esos bienes.

Un recuento de los actos de corrupción ocurridos en Cuba en los últimos años revela como principales responsables a secretarios del partido de provincias y municipios, directores de empresas estatales y ministros del gobierno; en fin, individuos que ocuparon esos cargos no por sus valores éticos, sino por su militancia política y su incondicionalidad hacia el régimen, bajo el amparo de una política de cuadros que desconoce los verdaderos valores que debe poseer un servidor público.

La corrupción imperante hoy en Cuba está presente a todos los niveles y, si bien es cierto que la complicidad y responsabilidad oficial son su principal causa, no podemos olvidar que hay otros factores que favorecen este problema. La impunidad, la existencia de un sistema político carente de valores, el colapso económico, la falta de control, la poca transparencia en la gestión gubernamental y la escasa efectividad en la administración pública también inciden en los altos índices de corrupción existentes.

Esta triste realidad es el pan nuestro de cada día y hace difícil la vida en un país donde los funcionarios resultan ser corruptos y donde los valores se han perdido, cediendo el paso al robo, la malversación y el soborno. Todo ello no es más que el resultado final de un sistema político diseñado para robar y cuyo único propósito es alimentar a una cúpula de funcionarios corruptos que viven del sudor y sacrificio de un pueblo al que dicen defender y representar.

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