Foto del ICLEP
Por el periodista ciudadano Pedro Luis Hernández
Sep 6, 2025 | 9:00 AM
Cuando un funcionario o un gobierno sacrifican a su pueblo en el altar de la desvergüenza, por alianzas políticas e intereses mezquinos, resultan profundamente aborrecibles. La retención de 17 cubanos en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, desde el pasado 5 de agosto, ha sido una jornada marcada por la desesperación, el atropello y la mentira, tanto de las autoridades migratorias bolivianas como del cónsul de Cuba en este estado plurinacional.
Tras llegar a Bolivia con visado aprobado por el consulado boliviano y pasar los controles fronterizos en el Aeropuerto Internacional José Martí, este grupo de conciudadanos fue detenido bajo la acusación de ingreso ilegal al país con documentación falsa.
Fueron conducidos a dos habitaciones, donde permanecen hacinados, privados de sus derechos y documentación, y bajo la amenaza de deportación a la isla. Si indignante resulta este atropello, causa aún mayor impotencia la actitud del cónsul de Cuba en Bolivia, quien tras visitar el lugar adoptó una conducta de maltrato hacia sus propios connacionales, cuando su verdadera responsabilidad debería ser defenderlos del injusto proceso al que han sido sometidos.
Pese a estas duras circunstancias, miles de cubanos en todo el mundo —y especialmente en Bolivia— han mostrado solidaridad con los 17 afectados, apoyando su causa y acompañándolos, un gesto que merece respeto y agradecimiento infinito. Si estos valientes cubanos, muchos de los cuales sacrificaron todo para buscar un futuro mejor, logran recibir el asilo político como única vía para no ser regresados a la isla, será gracias a la solidaridad de otros cubanos, y no por la diplomacia corrupta y mentirosa de La Habana, que intentó sepultarlos en el lodo.
Una mirada profunda a estos días difíciles revela que los intereses políticos y la maquinaria que los sostiene carecen de valores y dignidad. No dudan en mentir, destruir y pisotear derechos humanos para cumplir sus mezquinos propósitos.
Una vez más, el régimen cubano y su servil diplomacia muestran su verdadero rostro, anteponiendo intereses políticos a la defensa de los derechos y la dignidad de sus ciudadanos. La dura jornada que soportaron estos 17 cubanos, sin garantías y bajo una total presión , han servido para sacar a la luz publica la crisis de la diplomacia cubana en el tema de respeto a los derechos humanos y la libertad, valores que nunca ha reconocido.
Más que un hecho migratorio que ha trascendido fronteras, este caso ha sido una lección para los cubanos: nada pueden esperar de sus gobernantes y la diplomacia cubana está corrompida y subordinada al mejor postor. Como dijo el orador y político romano Marco Tulio Cicerón: “La utilidad y la bajeza no pueden estar en una misma persona o cosa a la vez”. Tenía toda la razón: o se es útil o se es bajo —y esta última es la que define al cónsul de Cuba en Bolivia.
Publicado originalmente en la edición 207 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano.