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Por la periodista ciudadana Yaquelin Herrera
Sep 8, 2025 | 9:30 AM
Cuando la Iglesia condenó a Galileo Galilei a morir quemado en la hoguera, lo acusó de hereje. Una gran ironía histórica, pues el tiempo demostró que él tenía la razón. Esto nos lleva a una verdad fundamental: generalmente, los verdaderos herejes no son los que arden en la hoguera, sino quienes la encienden. Buscar la verdad o convertirse en su portador siempre conlleva riesgos, pero vale la pena. Vivir en la mentira, en una posición indigna e incómoda, termina esclavizando.
El régimen cubano ha tratado durante décadas de silenciar la verdad, buscando a los “herejes” que la defienden y condenándolos al fuego. Periodistas independientes, líderes de organizaciones opositoras y los 1 161 presos políticos que hoy se encuentran en cárceles cubanas por promover y defender la verdad de lo que realmente ocurre en el país son los Galileos de estos tiempos.
Desgraciadamente, en la isla la hoguera permanece encendida; los vestigios del oscurantismo medieval, impuestos por la fuerza, aún anidan en Cuba. El sistema político cubano no tolera voces discordantes y marca con el estigma de disidente a quienes enfrentan la verdad.
Sin embargo, el temor comienza a ceder ante el coraje de millones de cubanos, cansados de suplicar y esperar migajas migajas. Quien desee buscar esa verdad imprescindible debe estar preparado para la hoguera. El sistema cubano suele catalogar de “hereje” a quien cuestiona su regla del juego o no se adscribe a la posición permitida; la tolerancia política no forma parte de su ideología. En un país donde pensar y decir lo que se piensa es un delito, la sociedad se convierte en prisión.
Los responsables del poder reniegan de la verdad y no aceptan las voces discordantes que arruinan su sinfonía luctuosa. La tolerancia hacia los ideales ajenos es, en cambio, una virtud suprema de quienes piensan y no han caído en el tonel de la mediocridad.
Publicado originalmente en la edición 207 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano.