Foto de Ricardo IV Tamayo en Unsplash
Por la periodista ciudadana Silvia Alonso Urrutia
Aug 1, 2024 | 10:19 AM
El último lema del régimen, la llamada economía de guerra, en realidad no hace justicia a este concepto. Los entendidos de abajo, el pueblo, sabe que el objetivo está más enfocado en control sobre la dinámica existencial de la Isla y menos a regular los recursos que tributen a la propaganda comunista dirigida al resto del planeta. Aún no se ha cancelado un evento. Es cierto que la economía cubana es un desastre que viene dando tumbos hacia abajo desde hace ratos.
En claro lo dejó la viceministra primera de Economía y Planificación, Mildrey Granadillo de la Torre, cuando dijo que dicha medida busca ajustar el presupuesto del año 2024 a las condiciones que hoy tiene el país. ¿Y cuáles son estas condiciones? Los indicadores que marcan la ruta hacia el final de un túnel al revés, sin luz.
Según la oficina ONEI, un país que finalizó el pasado año con una inflación del 30%, una economía que en lugar de crecer se contrajo en 2% y una depreciación de la moneda cubana de más del 50% respecto al dólar y al euro en el mercado informal.
Todo lo anterior se sabe, pero si estamos en estas condiciones el concepto de economía de guerra, que no es más que el manejo del ritmo productivo y de gastos de un país en caso de conflicto armado o situaciones como la de la pasada pandemia, por qué ni por asomo se ha detenido el flujo constante de los costosos eventos, con participación internacional, en Cuba. Entonces, surge la duda: ¿esta medida extrema será otra panfletada ideológica en busca de más cerrazón para ganar tiempo, o un plan efectivo en pos de comenzar a salir del hueco en que se encuentra la Isla?
Es decir, la lógica del abecé humano contrapuesta a la lógica del poder castrista. Lo significativo del caso es que la economía socialista cubana nunca ha dejado su condición extrema o de guerra ─a no ser cuando el alto subsidio de la Unión Soviética─, debido a que ha estado más en función de la ideología y menos de la producción eficiente de bienes. No obstante, ¿hacia dónde enfocan los tiros del régimen? Desde ya se avizoran hacia el incipiente sector privado, hacia las prohibiciones y el tope de precios a campesinos particulares.
Esto es, un enfrentamiento constante contra la riqueza ajena, contra el mercado y la libre empresa, en lugar de buscar formas para producir. Esta palabrería picante, que un día pudiera ser “guerra de las galaxias contra Cuba” ─porque nadie duda que seguirán subiendo la parada─, solo busca hincar el cosquilleo en las mentes de los nacionales, para sembrar la idea de que ahora sí encontramos el rumbo. Pero, todos estamos más que claros de que solo se trata de otro anuncio de altos decibeles, característico de la propagada del régimen.
En qué terminará todo esto. Ya de antemano puede imaginarse, en nada; a la vuelta de unos meses se olvidará y vendrá otro dicharacho de estos. Por tanto, el último slogan del régimen, economía de guerra, no aplicará más allá de la prolongación de un desastre anunciado.
Publicado originalmente en la edición 241 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero