Foto de Dennis Schmidt en Unsplash
Por la periodista ciudadana Maribel Aquino
Mar 31, 2024 | 10:00 AM
El reconocido físico alemán Albert Einstein sentenció en una ocasión: "La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". Una frase que resuena con particular fuerza para los cubanos, tanto dentro como fuera de la isla.
Desde los espacios más insignificantes, desde el punto de vista social, hasta los principales escenarios institucionales y gubernamentales, se oculta la impunidad, la falta de transparencia, control de los recursos de aquellos que tienen la responsabilidad de preservar lo que pertenece al pueblo. Esto ha provocado una abismal diferencia en la sociedad cubana de hoy.
Por un lado está el bandido jefe de cuello blanco, que quiere perpetuarse con el viejo cuento o discursos de hace casi 60 años, que ya es arcaico a los ojos de muchos, y por otro lado está el cubano miserable al que se le pide Resistencia creativa.
El funcionario que miente deliberadamente, se ha convertido en una especie que se reproduce por días El hábito obtener privilegios y manipular a la gran mayoría, se ha convertido para la gran mayoría de ellos en un modo de actuación normal en todas las esferas y espacios de la vida social, transformándose en su recurso más usado para evadir la responsabilidad personal, escalar posiciones.
Este morboso hábito, que vulnera cualquier código de ética, ha penetrado hoy en muchos de los principales escenarios de la vida cívica y política de la sociedad cubana y la ha carcomido desde sus entrañas.
No obstante a ello la paciencia y tolerancia del pueblo con una mente renovada y sin temores, está desnudando a la luz pública a estos bribones, y muchos han sido atrapados infraganti, tanto dentro como cruzando fronteras en busca del imperio que tanto han criticado. Esta debe ser una vergüenza y alerta para aquellos que deben de responder a la ciudadanía.
El patrón de comportamiento que predomina en estos corruptos sujetos, es necesario aniquilarlo pues la realidad es que Cuba se nos muere, y la enfermedad del comunismo va en ascenso. Si no se reconoce con toda honestidad esta triste realidad y se olvida el recelo en pos de la patria, para una definitiva libertad, todo está perdido. La patria, como dijera nuestro apóstol José Martí es ara no pedestal, como en los tiempos de la colonia española, no podemos permitir que una plaga de funcionarios corruptos vivan del sudor y el sacrificio de millones de cubanos.
Publicado originalmente en la edición 176 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano