Nueva estructura Castrista. (Estado de sats)
Apr 22, 2021 | 9:22 AM
Por: Antonio Rodiles, Alberto Ruiz
El 8vo Congreso del Partido Comunista significa el paso de cierre del castrismo en su intento de sellar su permanencia en el poder. La construcción del neocastrismo ha sido un largo camino en el que Raúl Castro ha jugado un papel crucial. A diferencia de su hermano, Castro II ha colocado a su familia y allegados en posiciones claves y diseñado una estructura de poder que responde directamente a sus intereses.
El objetivo principal radica en buscar una supuesta institucionalidad en el ejercicio del poder y por lo tanto legitimidad hacia el interior y exterior de la Isla. La estructura implica una nueva clase de leales que ven en su alineamiento la posibilidad de adquirir cuotas de poder con las prerrogativas que esto conlleva.
En las democracias, la legitimidad del poder político está asociada a la idea del consenso o aceptación popular, sin que este consenso esté determinado o viciado por el uso permanente de la fuerza o la amenaza de esta. Su esencia radica en la soberanía popular, que incluye a todos los sectores cuantificables de la población, no solo a las mayorías circunstanciales. Guarda relación con la posibilidad de tomar parte en la gestión pública, directamente o a través de representantes, sin que un sector pueda excluir al resto.
La legitimación se materializa en la idea del poder instituido a través de elecciones auténticas como expresión de consenso.
¿Por qué el castrismo, régimen imperante en Cuba, es ilegítimo?
Si partimos de los presupuestos enunciados, ninguno de ellos se encuentra en proyecto de subsanación ni abordado en el reciente 8vo Congreso del Partido, todo lo contrario. Podemos afirmar que el castrismo nunca gozó de legitimidad y el neocastrismo, que enuncia como premisa la “continuidad”, se encuentra en igual situación.
Del Congreso sale la nueva dirección del partido. Díaz-Canel es el 1er. secretario y el Buró Político tiene como marcado signo la presencia del poder militar en pleno, los ministros de las Fuerzas Armadas y del Interior, así como el presidente del conglomerado GAESA. También están presentes Manuel Marrero, que funge como 1er. ministro, y Rogelio Polanco, quien fuera embajador del régimen en Venezuela durante un largo y crucial período.
De esta forma el poder queda diseñado en tres escalones:
Si bien Castro II busca una estructura de poder que garantice la estabilidad del neocastrismo, la economía desastrosa, altos niveles de frustración, desesperanza y descontento social, incrementados por la situación de la COVID-19, ponen en duda el arribo a puerto feliz. Las maniobras económicas anunciadas previas al Congreso resultan en extremo insuficientes para frenar el continuo deterioro. El régimen se encuentra en un momento crucial, tratando de vender una legitimidad espuria y afrontando una profunda crisis general.
Sin embargo, el escenario tan incierto pero favorable para empujar por cambios contrasta con la lamentable situación de la oposición y la sociedad civil, que se encuentran en uno de sus puntos más bajos de los últimos lustros. La falta de un apoyo resuelto y la pretensión de imponer agendas y actores desde el exterior le han servido en bandeja de plata al castrismo para que ejecute sus acciones siempre violatorias contra cualquier actor o grupo que rete su poder y control, menguando considerablemente al sector contestatario. Urge un relanzamiento de la oposición cubana.
La confrontación y fin del pretendido engendro del neocastrismo deben ir de la mano del crecimiento de una opción política con capacidad de reemplazar al totalitarismo. Esto implica no solo propuestas para la reconstrucción de la nación, sino el capital humano necesario para emprender dicha empresa.