Hay políticos que se merecen el respeto de sus pueblos y otros que se convierten en su vergüenza, por su pronunciada tendencia a querer manipular todos los eventos y sucesos de la vida nacional y personal de sus ciudadanos, movidos únicamente por sus ansias desmedidas de poder.

Estos mercaderes del engaño y la manipulación rebasan todas las fronteras del deber y del decoro y se convierten en miserables personajes que pisotean todo derecho y garantías establecidos, llegando a violentar y mutilar vidas si es necesario.

La historia está llena de ellos, y Cuba en las últimas décadas no muestra esta dura y vergonzosa realidad. La cúpula gobernante de la isla lleva medio siglo manipulando la voluntad y las ideas de millones de cubanos, quienes fueron adoctrinados en la ideología populista que enmascara oportunismo y la manipulación política.

En los últimos años, mientras el colapso del llamado socialismo cubano se convierte en una realidad inminente, los portavoces y representantes de la élite castrista continúan manipulando la voluntad de muchos cubanos, alimentando sus esperanzas y anhelos con falsas promesas.

El discurso oficial del régimen vive de promesas y se sustenta en esa idea inculcada en el subconsciente colectivo de que debemos estar contentos con lo poco que se nos da porque para ello la revolución se hizo. Ese viejo paradigma impuesto desde la cuna, que hace ver a la revolución como la madre salvadora es solo parte del entramado manipulador del régimen, que mata la individualidad y la diluye en el pensamiento coletivo, donde controlar y manipular les resulta más fácil.

Lo que muchos cubanos no entienden hoy es que son tiempos de preservar lo individual, lo que yo creo y considero justo, porque es la única forma de prevalecer y enrumbar hacia un escenario de cambios.

El espíritu conformista y servil que nos han impuesto debe ser desechado, porque significa morir y desaparecer como individuo y como pueblo con ideales nuevos. Los viejos tiempos son solo recursos de las viejas mentes, que no toleran los cambios porque estos significan su muerte.

La manipulación no solo implica poder, sino también abuso de un poder ilegítimo, ejercido a través de discursos fabricados. Mediante estos, los manipuladores logran que otros crean y actúen de manera que favorezca sus propios intereses.

Es por todo ello que hoy el principal propósito del régimen cubano es callar las voces discordantes dentro de la isla, aniquilar la libertad de expresión y de prensa, callar toda voz que se levante en su contra, porque les sería más fácil convertir a todos en esa sociedad de masas que diluye en ella la individualidad y destruye para siempre la voluntad propia. Despertar del letargo en que hemos vivido ya no es una opción es una necesidad urgente.

Publicado originalmente en la edición 188 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano