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Por el periodista ciudadano Nereisy Caballero
Feb 22, 2024 | 10:00 AM
Desde tiempos del comunismo ruso el sistema socialista ha sido una de las corrientes políticas más destructivas, ambiciosas y represivas que han enfrentado las sociedades. Cuba no ha sido la excepción a la regla, puesto que el comunismo socialista que rige en la isla ha sido herencia de esa corriente política devenida de los propios rusos, la cual ha sido además impuesta al pueblo durante más de 65 años por la cúpula castrista, desde que estos llegaron al poder en el año 1959.
Este sistema adaptado a la actualidad cubana nos ha hecho pensar siempre influenciados por la oratoria de los dictadores que el capitalismo es malo y que el comunismo es bueno, porque el capitalismo genera sociedades de consumo y divisiones de clases mientras que el comunismo reparte la riqueza e iguala las clases; pero esto no es así, realmente la prosperidad generada por el sistema capital siempre ha sido superior a la funcionalidad del comunismo que en ninguno de los países y sus distintas sociedades ha sido fructífero.
El ejemplo más claro que existe de esto es nuestro propio país, pues actualmente pese a estar regido por el sistema social comunista las divisiones de clases son más evidentes que en el capitalismo.
La realidad de este sistema es que en el fondo no es más que un capitalismo disfrazado. Mientras el pueblo vive en las más abusivas carencias y privaciones, los comunistas arraigados en el poder continúan robando a la nación para vivir en sus lujosas mansiones y con todos los recursos que ofrece el capitalismo, por supuesto, siempre con el discurso de que hay que “seguir resistiendo” y sacrificándose para un día ver los resultados, mientras ellos continúan enriqueciéndose a costilla de estos sacrificios y resistencia.
Este decadente sistema político no ha sido más que un cáncer que poco a poco ha consumido todas las sociedades donde ha sido impuesto, ya sea el comunismo antiguo de la URSS o el moderno que hoy existe en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Publicado originalmente en la edición 163 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque