Coronavirus, escasez y crisis: ¿Lo peor está por llegar?
Por Jorge Olivera
BOSTON, Estados Unidos. ─ Si perturbadoras resultan las noticias que día tras día se generan al interior de Cuba en cuanto a escasez y represión, asusta mucho más pensar que lo peor está por llegar.
No hay manera de levantar la economía sobre la crónica falta de liquidez, provocada, entre otras cosas, por el sustancial declive del turismo internacional, la merma en el monto de las remesas desde Estados Unidos y el reforzamiento del bloqueo interno. También habría que añadir a la lista la impasibilidad de la administración Biden, ante la disyuntiva de aflojar embargo mediante la anulación de algunos de los decretos firmados por Trump o mantenerlos en vigor por tiempo indefinido.
Sin embargo, más allá de lo que decida el gobernante demócrata, el año en curso promete nuevos y más severos azotes existenciales para la gran mayoría de los cubanos de la Isla. La vigencia del coronavirus con sus rebrotes, confinamientos afines y sin garantías de controlarlo a corto plazo ofrece las claves para vaticinar la continuidad del desastre socioeconómico hasta niveles insospechados. No se avizora alivio alguno a una realidad que responde fundamentalmente a la actuación, mezquina y torpe del partido único y agravada por la pandemia que permanece estacionaria en casi todas las naciones del orbe.
¿Cuántas personas han muerto o estarán agonizando por causas asociadas a la explosiva combinación del hambre y los altos niveles de estrés? Desde que la COVID-19 hiciera acto de presencia en el territorio nacional en la primavera del año pasado, sus consecuencias en cuanto al impacto físico y psicológico han sido devastadoras, un hecho presumible pese a la ausencia de cifras oficiales al respecto.
Desde entonces, lo que era una vida más o menos llevadera en términos de aprovisionamientos básicos ha quedado en el recuerdo. Se acabaron los subsidios que, en cierta medida, ayudaban a suplantar las carencias y todas las demás medidas derivadas de un populismo que desde un inicio fue más rollo que película. Ahora, la igualdad social está marcada por la indigencia pura y dura.
El pan con una leve untura de aceite y sal y el arroz con un huevo frito o sancochado ─que tantas veces ayudaron a calmar los gritos desesperados del estómago vacío─ son en estos tiempos productos de lujo.
Asusta conocer que el cartón de huevos en el mercado negro ─que trae 30 unidades─ puede costar hasta 450 pesos (casi 20 dólares al cambio oficial de 24 por 1 dólar), una cifra cercana a la cuarta parte del salario mínimo de 2 100 pesos.
Comprar legalmente cualquier producto de primera necesidad se ha convertido en un calvario. Las aglomeraciones son cada vez más caóticas en las afueras de las tiendas, donde se exigen las tarjetas cargadas con dólares depositados desde el exterior y los comercios habilitados para la venta en pesos son una vergüenza con sus estantes semivacíos y vendedores sumidos en la pereza y el mal humor. Reina el desconcierto en cada rincón del país ante el avance de la miseria y el alza en el accionar represivo.
El crecimiento proporcional de ambas realidades invita a pensar en una paulatina aparición de brotes de violencia que pudieran tornarse inmanejables. De hecho, los índices de criminalidad han dado un salto cuantitativo y con tendencia a mostrar mayor crueldad. Los asaltos a punta de pistola y cuchillos, a plena luz del día, van dejando de ser acciones aisladas.
Paso a paso se fractura lo que queda del orden social impuesto. A falta de iniciativas racionales y comprometidas con la evitación de una catástrofe, los mandamases esgrimen el garrote. Una opción que parece irremediablemente la única en la mente de quienes detentan el mando absoluto del país.
El final de esta larga tragedia sigue siendo una incógnita. Mientras ese momento llega, nadie sabe cuándo ni cómo, los verdugos cumplen a cabalidad sus agendas y los rehenes tratan de mantenerse vivos con la idea de escapar algún día. La alternativa de rebelarse progresa entre las redes del miedo. El asunto es convertirla en un hecho concreto y masivo. Una tarea difícil, pero no del todo imposible.
Cortesía Cubanet
Por Dr. José Azel
MONTANA, Estados Unidos. ─ Cuando la nación Indonesia obtuvo su independencia en 1945 no tenía antecedentes de autogobierno democrático. La experiencia de gobierno había sido la de un estado policial bajo el dominio holandés y japonés. De manera similar, cuando Cuba recupere su soberanía del régimen comunista que ha gobernado durante las últimas seis décadas, apenas habrá recuerdos de las exigencias y responsabilidades de un autogobierno democrático. Al igual que los indonesios, los cubanos no tendrán experiencia en cómo gobernar democráticamente.
En su último libro, Upheaval, Turning Points for Nations in Crisis Jared Diamond señala que: “Es fundamental para cualquier democracia funcional (…) que se reconozca el derecho a oponerse a las políticas gubernamentales, la tolerancia a diferentes puntos de vista, la aceptación a ser superado en las votaciones y la protección del gobierno para quienes no poseen poder político”. Esos requerimientos necesarios en un autogobierno efectivo son ajenos a los cubanos de hoy.
En Indonesia, el presidente Sukarno y su sucesor, el presidente Suharto, consideraban que la gente era indisciplinada, ignorante, susceptible a ideas peligrosas y que no estaba preparada para la democracia. En su autobiografía, Suharto escribió: “En la democracia indonesia no hay cabida para una oposición al estilo occidental… La democracia debe incluir disciplina y responsabilidad; sin ambas significa solo confusión”.
De hecho, la democracia indonesia experimentó repetidos y confusos cambios de ministros en sus primeros días. En 1955 las elecciones se estancaron cuando los cuatro partidos principales obtuvieron similares porcentajes de votos. Los indonesios fueron incapaces de negociar y el país cayó en el estancamiento político. En 1957, el presidente Sukarno puso fin al estancamiento proclamando ley marcial e instituyendo un régimen al que llamó “democracia guiada”.
La democracia guiada, aunque formalmente democrática, funciona como una autocracia. Las elecciones legitiman esa “democracia guiada”, pero tales elecciones no cambian las políticas de estado. Esas elecciones pueden ser técnicamente libres, pero estructuradas de manera que las personas puedan ejercer sus derechos sin poder cambiar las políticas públicas.
El concepto de democracia guiada fue descrito por el periodista y filósofo político Walter Lippmann, quien trató de conciliar las tensiones entre libertad y democracia. Lippmann ha sido calificado como el periodista más influyente del siglo XX. En su libro Public Opinion, de 1922, Lippmann analiza las limitaciones cognitivas que enfrentamos para comprender nuestros entornos sociopolíticos y culturales y cómo esas limitaciones influyen en nuestro comportamiento.
La democracia guiada de Sukarno fue un intento de lograr estabilidad política en Indonesia. Introdujo, como concepto de gobierno, una mezcla de nacionalismo, religión y comunismo. La idea era apaciguar a las tres fuerzas principales en la política indonesia: el ejército, los grupos islámicos y los comunistas. En 1957, con el apoyo de las fuerzas armadas, Sukarno puso fin al sistema electoral de estilo occidental e instituyó su democracia guiada con un gabinete que representaba a los principales partidos políticos.
De manera similar, una futura Cuba probablemente tendrá que combinar el nacionalismo, el comunismo y la democracia en un gobierno funcional. Tomando prestada la metáfora de Jared Diamond, sería la coexistencia de un “mosaico” de ideas políticas dispares, porque “no es posible ni deseable que los individuos o las naciones cambien y descarten por completo sus identidades anteriores”.
Dentro de un país, distintas generaciones tienen a menudo puntos de vista políticos drásticamente diferentes, como resultado de diferentes experiencias históricas. Este es el caso de tres generaciones de cubanos en la Isla, y también de generaciones paralelas que han vivido fuera de Cuba. Todos han tenido diferentes experiencias históricas que deben coexistir.
También existe una relación entre los puntos de vista individuales y las características de una nación y las decisiones nacionales surgen a partir de puntos de vistas individuales. Por lo tanto, un nuevo estado cubano tendrá que ser un mosaico de lo viejo y lo nuevo para evitar que la nación se desmorone si los ciudadanos no se sienten unidos por creencias nacionales unificadoras.
En Cuba, el despotismo no será necesariamente imposibilitado, ni las buenas intenciones darán lugar indefectiblemente a una democracia liberal. Esa desafortunada realidad pudiera producir una democracia autocráticamente guiada al estilo Sukarno.
Publicado originalmente en la edición 162 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Amanecer Habanero
“El aire es enemigo de los arrepentidos”, entrevista a Luis Manuel Otero Alcántara
Por la periodista ciudadana Mary Karla Ares González
Para algunas personas la Cuba que llega a diario es la de siempre, quizás la de Granma; pero nadie puede negar que hoy llega más Cuba al planeta desde Luis Manuel Otero Alcántara. Desde el despeñadero al salto el camino es al revés y solo ocurre una vez: el aire es enemigo de los arrepentidos. Estamos ante la puerta de cada día, la que carga el hombre desde que nace. Decisiones. La cuestión es tocar o no tocar. Por siglos ha sido así: ir a la cumbre de sopetón infunde temor; aunque nuestro entrevistado parece pegado a la tierra, gente de barrio.
¿Qué significa Patria y Vida para Luis Manuel Otero Alcántara?
Para mí y para la nación cubana significa muchísimo. Para mí Patria y Vida es ese objeto o ese ejercicio que muestra artistas de mucho nombre. Artistas que normalmente la postura es de no hablar mal de política, de no hablar mal, te digo del sistema, de política, callarse ante injusticias, y cuando esos artistas, que tienen como mucho dinero, que son referente a nivel nacional, artistas de éxitos, que vienen de abajo, cuando estos artistas no hablan de política la gente se siente como, coño de pin…, esta gente no nos representa.
Ahora, le dan la mano a Díaz Canel y hay cierta frustración con esto. Pero, cuando estos mismos artistas, que son los más famosos de este país, ahora mismo, los más mediáticos, lo más todo, dan el paso al frente y alzan la voz, eso significa esperanza para la gente. La gente dice, si Alexander perdió la casa por qué nosotros no estamos dispuestos a sacrificarnos; porque nosotros si no tenemos nada que perder. Hablo de la gente de la calle.
Entonces, para mí significa el compromiso que estamos esperando desde hace mucho tiempo de los factores de cambio; como pueden ser los músicos con muchos seguidores, artistas visuales con muchos seguidores, como puede ser un actor o director de cine con seguidores. Cuando esa gente canta una canción miles de gente la canta; y le depositan toda su fe y toda su historia a esa canción. Por tanto, para mí, es un sinónimo de esperanza, un sinónimo de fe para la gente. Para mí no, porque yo si estoy condenado. Desde niño sabía que iba a ser un luchador contra la injusticia y a favor de la gente.
¿Qué repercusión ha traído para el pueblo cubano Patria y Vida?
Estamos hablando que no solamente son la gente de afuera la que ve esa canción, no solamente la gente de afuera de Cuba, los que tienen ahora mismo acceso a internet la ven, y no solamente la gente de abajo. Es esa clase media cubana, esa clase media cubana que también quiere cambiar cosas, pero no tiene herramientas. Cuando ven eso, te devuelven cierto…, vamos a poner la palabra moral, no me gusta la palabra moral, pero es que devuelven como cierto amor propio, que dicen coj… Brother, esta gente está preocupándose. No estamos solos.
El gran problema en este sistema, este sistema ha logrado que la gente no se preocupe por el otro. Eres tú contigo mismo, y se preocupan por otro para chivatearlo, para echarlo pa’ lante, para cuestionarlo, pero no para dar tu vida por el otro. Cuando tienes ese sentido de sacrificio el régimen asume que tiene que estar pagado. ‘Ese tiene que estar pagado, este es un mercenario’, dicen.
Cuando un tipo como Yotuel o Gente de Zona, supuestamente millonarios en el imaginario popular, hacen esto entonces dices quién va a pagarle a estos por cantar en contra del sistema. A lo mejor a mí o a Maikel Obsorvo, que tenemos imagen de no tener un peso, sí; pero un tipo como Gente de Zona que supuestamente es millonario, eso es lo que cree la gente. Ese contraste, brother, a la gente le ha devuelvo la esperanza y le ha devuelto el sentimiento humano, que yo soy un humano y puedo luchar por mí y puedo luchar por el otro. Mira todas las protestas que han pasado y que van a seguir pasando.
¿Es cierto que cuando sales a la calle la gente de pueblo quiere hacerse fotos contigo?
Mira Mary Karla se… Yo camino por la calle y la gente me hace fotos. Dicen: ‘Oye, te quiero. Te admiro’. En la medida que todo avanza, que todo crece, que salen cosas como Patria y Vida, aumenta todo. La conexión con la gente. Nada, yo feliz, asumiendo la responsabilidad que nos toca de cambiar las cosas.
¿Cómo ves el futuro de Cuba?
El futuro de Cuba es el futuro presente. Cuba cambia. Tengo la puerta de mi casa abierta. Tengo una cámara que ahora mismo me está vigilando aquí, pero tengo la puerta abierta. Ya la seguridad del estado no quiere meterme preso, tan preso. La gente está protestando, asumiendo responsabilidades cívicas. La Cuba contemporánea es una Cuba que va en camino a libertad, está pasando.
Ya Cuba cambió. En Cuba ahora mismo lo único que hay que hacer es tomar el poder a través de la educación cívica, a través de la alfabetización política, a través de poder exigir nuestros derechos y de que el régimen decida a través de la presión. El futuro de Cuba va a ser un futuro muy próspero, prosperísimo de hecho. Cuando se va a la cima se va por todo; desde las personas que tiran de nuestra camisa. Se va por gente que tiene la isla aprisionada a un pedazo de pan. Los sentimientos no se consumen. No se agota Cuba con Luis Manuel. Habrá pelea. El aire es enemigo de los arrepentidos.
El ejemplo que Bolivia dio
Por Pedro Corzo
Muchos afirman que los pueblos tienen el gobierno que se merecen y que los capitalistas gustan vender la soga con la que serán colgados y es evidente de que ambos criterios se sustentan sobre ejemplos concretos y en breve podremos apreciar si otro pueblo americano, Ecuador, acepta voluntariamente propuestas políticas que conculcaran sus derechos ciudadanos, en particular, después de la experiencia boliviana.
Evo Morales como en su momento hiciera el desaparecido Hugo Chávez renunció al gobierno de su país, pero como ambos déspotas son fieles seguidores de la marca Castro negaron tiempo después las respectivas renuncias para acusar de golpistas a quienes ocuparon el poder legítimamente. Todos se repiten, Fidel Castro derrocó al presidente Manuel Urrutia y después lo acusó de gestar un golpe de Estado, julio de 1959.
Daniel Ortega, único dinosaurio sobreviviente de la Guerra Fría, ha demostrado que respeta la marca Castro. Se ha atornillado al poder sólidamente y la oposición para sacarlo del mismo tendrá que trabajar muy eficientemente. Ortega, al parecer, el menos repudiado internacionalmente de estos despostas, contrario a Morales, Chávez y Rafael Correa siempre ha rehuido las candilejas, lo opuesto a sus pares de esta ola de populismo marxista.
El retorno de estos abominables al Poder deriva en un aumento sustancial de su autoridad personal y en una radicalización extrema del proceso que dirigen. No hay excepciones, y la historia como educadora de nuestros errores y aciertos lo muestra.
En Venezuela se apreció el deterioro general de las libertades públicas, desde que Chávez retomó el poder, abril 14 del 2002. En Bolivia la situación cambió radicalmente desde el retorno al gobierno del partido Movimiento Al Socialismo con el encarcelamiento de la expresidenta Janine Añez y varios de sus colaboradores, hecho que demuestra el espíritu vengativo del castro chavismo.
En Bolivia no hubo golpe, el vacío de poder dejado por el autócrata de Evo Morales fue llenado con la anuencia de los propios partidarios del gobierno saliente a los que la administración Añez pudo negarle sus derechos a ser candidatos en las elecciones, una práctica regular de los discípulos del modelo del Socialismo del Siglo XXI a la que Nicolás Maduro ha recurrido con mucha frecuencia.
En Cuba fue una medida temprana del castrismo. Los políticos que participaron en las elecciones de 1958 fueron excluidos de la vida pública negándosele sus derechos de participar en nuevos comicios, los cuales nunca se produjeron. Este acto de candor político tiene a la presidenta Añez en prisión. La lección es qué los genízaros del castro chavismo no respetan los más elementales derechos de sus adversarios, una lección que deberían aprender los que se oponen a sus propuestas.
Desde la perspectiva de este opinador creer en formulas populistas respondan al marxismo, fascismo o cualquier otro extremismo de última generación es un grave error, pero reiterar esa conducta como al parecer hicieron los electores de Bolivia, en el supuesto de que no hubo fraude, y lo que todo parece indicar, según las encuestas, harán los ecuatorianos, es tener una vocación suicida, solo comparable a la de aquellos cubanos que repetían sin cesar “elecciones para que”.
En pocos días se celebra la segunda vuelta electoral en Ecuador, Andrés Arauz, el delfín de Rafael Correa, el absolutista ilustrado del SSXXI, hoy convicto por corrupción y exiliado en Bélgica que durante sus diez años de mandato hizo mucho por hundir su país, tal y como hacen sus iguales en las naciones que gobiernan, es el favorito en estos comicios, en consecuencia, es de esperar que si gana, su patrón, el Benemérito Correa habrá de regresar con una corona de laurel pontificando sobre sus atributos de Salvador y repartiendo guillotinas morales por doquier.
Mis amigos ecuatorianos recuerdan detalladamente la crispación que vivió la sociedad nacional durante los años de gobierno de Correa, el férreo control que ejerció sobre los medios de comunicación y los muchos problemas que enfrentaron los ciudadanos conscientes de sus derechos ante un gobernante que también acusaba a sus oponentes de golpistas.
A Correa le salió mal la jugada de perpetuarse de alguna forma en el Palacio de Carondelet con Lenin Moreno, ojalá al ecuatoriano libre le salga bien con quien elija presidente.
Por Luis Cino
LA HABANA, Cuba. ─ Muchísimos cubanos que fuimos adolescentes y jóvenes en los años sesenta y setenta, de tanto que los castristas nos quisieron imponer la música cubana ─o lo que entendían como lo más valioso de ella─, terminamos haciéndole rechazo y prefiriendo los ritmos extranjeros, principalmente el rock y el soul.
En eso, como en otras muchas cosas más ─su lucha contra las creencias religiosas, por ejemplo─ el castrismo consiguió precisamente lo contrario de lo que buscaba. Y es que nada resulta tan atractivo como lo prohibido, especialmente para la gente joven.
Cuando más rígida era la prohibición de escuchar música norteamericana o británica ─considerada por el régimen como “la música del enemigo” y una peligrosa arma del “diversionismo ideológico”─ esta era profusamente escuchada por los jóvenes a través de las emisoras de radio del sur de Florida (principalmente la WQAM) y de los discos que entraban al país los funcionarios, artistas, deportistas, marineros y otros que lograban viajar al exterior.
En realidad, eran muy pobres las referencias que teníamos de la música cubana. Los comisarios castristas fueron muy torpes con sus políticas culturales, también respecto a la música. Solo promovían la que consideraban apropiada para los valores de la nueva sociedad socialista. La otra la borraron, como si no hubiese existido. Eso, amén de que prohibieron, luego de que se fueran de Cuba, a varios de los mejores exponentes de la música nacional, como Celia Cruz, Bebo Valdés, Meme Solís, Martha Strada, Blanca Rosa Gil y Olga Guillot.
A propósito de estas dos últimas intérpretes, el bolero, aunque se siguió escuchando, llegó a ser considerado un género decadente, deformante por melodramático y machista, que poco tenía que decir y enseñar a las nuevas generaciones. Estas, si querían escuchar canciones de amor, debían ser las que, entre teque y panfletos, hacían Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y demás cantautores de la Nueva Trova.
Fue así como vinimos a conocer muchísimos boleros famosos no por sus intérpretes originales de antaño, sino allá por 1970, en las versiones del boricua José Feliciano, que, dicho sea de paso, también estuvo prohibido en Cuba durante muchos años, al igual que Roberto Carlos y hasta Julio Iglesias, luego de la furia de la película La vida sigue igual.
Y es que en cuanto a prohibiciones y censura, los comisarios castristas no se medían. En 1971, luego del Congreso de Educación y Cultura, prohibieron también el inocuo pop español con el que había sido sustituido el rock norteamericano e inglés, e intentaron imponer, alegando “la solidaridad con los pueblos latinoamericanos”, la música andina fusionada a la cañona con ritmos cubanos en grupos como Moncada, Manguaré y Mayohuacán.
Solo quedaron para sacar la cara por la cancionística cubana un puñado de buenas intérpretes, como Elena Burke, Omara Portuondo, Moraima Secada y Beatriz Márquez.
También hubo problemas a niveles absurdos con la canción romántica. Recordemos el caso de la compositora Ela O’Farrill, censurada y llamada a contar por su canción Adiós felicidad.
En cuanto a la música bailable, solo los más viejos recordaban que habíamos tenido a Arcaño y sus Maravillas, Arsenio Rodríguez, Chapotín, la Sonora Matancera, la orquesta Casino de la Playa, etc. Para los más jóvenes eran “cosas de viejos”. Ellos solo conocían los pocos ritmos surgidos después de 1959: el mozambique de Pello el Afrokán, el pilón y el pacá de Pacho Alonso y el dengue de Roberto Faz. Pero estos fueron modas pasajeras, que no dejaron huellas significativas.
No fue hasta el periodo comprendido entre 1970 y 1972 que se produjo una verdadera innovación en la música cubana con la creación por Juan Formell y Chucho Valdés, respectivamente, de Los Van Van e Irakere.
En 1979, a través del programa televisivo “Para bailar”, se intentó avivar el gusto de los jóvenes por el casino y otros bailes cubanos, hasta entonces considerados “cheos”.
El venezolano Oscar de León, cuando vino al festival de Varadero de 1983, reprochó a los soneros del patio por no saber improvisar e hizo redescubrir a los cubanos al hasta entonces casi olvidado Benny Moré.
Ya en ese momento los comisarios habían tenido que resignarse a aceptar la música salsa que, según denunciaban, era una falsificación de las disqueras extranjeras para apropiarse del son cubano, aprovechándose del vacío creado en el mercado musical por el embargo norteamericano a Cuba.
En la actualidad, la música cubana, salvo unas pocas excepciones, está en crisis ante la hegemonía del reguetón y el trap más mediocre y grosero y su monótono ritmo machacoso.
La música cubana vivió su mejor momento antes de 1959, en la época republicana, cuando los gobiernos no diseñaban “políticas culturales” y nada se prohibía ni era impuesto. Fue la época en que surgieron y se desarrollaron, la rumba, el son, el mambo y el chachachá. Y eso, a pesar de la influencia de las jazz bands norteamericanas. Es más, estas se nutrieron de músicos cubanos que llegaron a revolucionar el género, como fueron los casos de Chano Pozo, Machito y Arturo O´Farrill, precursores de lo que más tarde se denominaría latin jazz.
En los años anteriores al triunfo de la revolución de Fidel Castro, cuando mayor era la influencia cultural norteamericana, los cubanos lo mismo escuchaban boleros que jazz y bailaban tanto al compás del son y el mambo que del rock and roll.
Y en cuanto a la llamada “música culta”, existieron Ernesto Lecuona y Gonzalo Roig sin necesidad de llevar compañías de ópera a las lomas o de que algún funcionario municipal convocara a las masas “a bailar y gozar con la Sinfónica Nacional”.
La música cubana, como la norteamericana y la brasileña, es lo suficientemente rica para mantenerse fuerte, sin necesidad de prohibiciones o imposiciones oficiales.
En casi toda la música bailable que ha existido en el mundo en los últimos cien años han estado presentes, en mayor o menor medida, los ritmos cubanos. Ello, sin embargo, no debe llevarnos a actitudes vanidosas y chovinistas como las de comisarios culturales del castrismo como el ya fallecido musicólogo y trompetista Leonardo Acosta.
Jamaica, mucho más pequeña que Cuba y con menos habitantes, ha producido ritmos como el mento, el rocksteady, el ska y el reggae, que han tenido gran impacto internacional. Y está también el caso del calypso de las diminutas islas del Caribe.
Fue un disparate pretender que la música cubana fuera ajena a toda influencia foránea. Ninguna música es absolutamente pura. Y no solo en el interrelacionado mundo actual. Recordemos que el mambo de Pérez Prado fue influido por el jazz y que la Banda Gigante de Benny Moré fue conformada al modo de una jazz band. Pero yendo más atrás, el danzón, que evoca por momentos la música cajún de Luisiana, se originó de la contradanza que trajeron al oriente de Cuba los colonos franceses que huyeron de la revolución haitiana en los primeros años del siglo XIX.
De no ser por las interferencias y las limitaciones absurdas impuestas por el castrismo, la música cubana pudiera haberse hecho sentir más en el mundo. Tal vez algún rockero cubano le hubiese tomado la delantera a Carlos Santana, o alguna orquesta cubana hubiese hecho un concierto antológico como el de la Fania All Stars en Zaire en 1974, donde, por cierto, una de las principales estrellas fue la proscrita en su país Celia Cruz.
Cortesía Cubanet
Cuba, más que una amenaza, un enemigo activo de EE. UU.
Por el Dr. Oscar Elías Biscet
Uno de los sambenitos más utilizados por los tiranos de izquierda es el despectivo de contrarrevolucionario. Desde el punto de vista intelectual y médico se usa para paralizar y neutralizar psicológicamente a sus adversarios prodemocráticos. Fue el cliché del Régimen del Terror francés (1792-1793), rescatado por el despreciable régimen comunista de la Unión Soviética (1917-1991) y después como consigna muy popular en sus inicios y aún vigente en la Cuba castrosocialista.
La tristemente célebre frase contrarrevolucionario (CR) está asociada a millones de asesinados por los regímenes socialistas. La oí con más intensidad y frecuencia contra mi persona cuando ya era un hombre maduro, tanto en lo personal, familiar y profesional, como intelectual y político, no hizo ninguna mella en mi psique y carácter, fue en el año 1997, en el momento que creé la Fundación Lawton de Derechos Humanos.
En realidad, donde más presión psicológica ejerce el término de contrarrevolucionario es en el sistema penitenciario castrista. Allí a los presos le hacen un expediente de recluso y una tarjeta, que debe presentarse adonde vaya el interno. En la tarjeta, ese término político despectivo se codifica como CR y lo escriben con letras grades y rojas. Tuve varios encuentros verbales con los militares y reclusos por esas letras. Siempre les aclaré que no importa cómo me clasificaba la dictadura de Castro, que era inocente y solo un promotor y defensor a ultranza del derecho a la vida, la libertad y la propiedad; que en realidad era un contrarrecontracomunista o un contra Castro Ruz o, simplemente, un contracomunista (en recuerdo del término anticomunista).
Por supuesto, la dictadura castrosocialista se jacta de defender la vida y la libertad; y como grandes hipócritas de escasa creatividad intelectual hablan de ser una maravilla de sistema en la salud, lo educacional y la socialización de la libertad; sin importarles, las recientes plagas de sarna, piojos y COVID 19, fuera de control, sin medicamentos y grandes colas en las farmacias, a pesar de que los medicamentos son por tarjeta de racionamiento. También hubo brote de rabia humana en el oriente del país. Sin embargo, los castrosocialistas propagan ataques de ira y odio incontrolables, cuando les habla del derecho a la propiedad, no se esconden para denigrarte y exponer la censura a la herencia o a la posesión de empresas privadas por los cubanos.
Si algo distingue a los regímenes socialistas son sus estigmas de opresor a través del terror de estado, las graves, flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos y las libertades fundamentales y, sobre todo, el gran fracaso económico e intelectual. Les expongo como lo describen grandes personajes de la historia universal contemporánea: Winston Churchill, Friedrich Hayek y José Martí.
Churchill expuso que “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la predica a la envía; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”. Y en otra idea: “Los primeros cristianos decían Todo lo mío es tuyo, los socialistas dicen Todo lo tuyo es mío”.
Hayek nos legó sobre la importancia de la libertad y expresa: “Bajo el Estado de Derecho... el individuo es libre de perseguir sus objetivos y deseos, con la garantía de que los poderes del gobierno no se usarán deliberadamente para frustrar sus esfuerzos”. También dice que “Una sociedad que no reconoce que cada individuo tiene valores propios los cuales tiene derecho a seguir, no puede respetar la dignidad del individuo y no puede conocer lo que realmente es la libertad”.
Martí, su pensamiento esclarecedor sobre la tiranía socialista, manifestó: “Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimuladas de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombres en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.
El régimen castrista es hostil a la libertad, enemigo número uno del pueblo cubano y de EE. UU. en la región y entre los primeros en el mundo, con alianzas con las grandes potencias imperialistas de Rusia, China e Irán y varios movimientos terroristas, creados y entrenados en Cuba; que lo hace un enemistado de la humanidad.
El largo historial de agresiones contra EEUU podemos definirlo brevemente así: el régimen cubano ha robado propiedades privadas a través de la confiscación forzosa y arbitraria, conocía de antemano de los atentados a los presidentes John F. Kennedy y Ronald Reagan, convirtió a Cuba en una gran base militar soviética de misiles ofensivos nucleares y estimuló a la dirección de ese país a dar un golpe nuclear preventivo en varias ciudades estadounidenses, envió drogas, tráficos y lavado de dinero en el territorio norteño, ataques a ciudadanos civiles: turistas y diplomáticos en La Habana e injerencias en el proceso de elecciones 2020; por todo esto, no solo es una amenaza al pueblo estadounidense sino un activo y obstinado enemigo.
Uno de los sambenitos más utilizados por los tiranos de izquierda es el despectivo de contrarrevolucionario. Desde el punto de vista intelectual y médico se usa para paralizar y neutralizar psicológicamente a sus adversarios prodemocráticos. Fue el cliché del Régimen del Terror francés (1792-1793), rescatado por el despreciable régimen comunista de la Unión Soviética (1917-1991) y después como consigna muy popular en sus inicios y aún vigente en la Cuba castrosocialista.
La tristemente célebre frase contrarrevolucionario (CR) está asociada a millones de asesinados por los regímenes socialistas. La oí con más intensidad y frecuencia contra mi persona cuando ya era un hombre maduro, tanto en lo personal, familiar y profesional, como intelectual y político, no hizo ninguna mella en mi psique y carácter, fue en el año 1997, en el momento que creé la Fundación Lawton de Derechos Humanos.
En realidad, donde más presión psicológica ejerce el término de contrarrevolucionario es en el sistema penitenciario castrista. Allí a los presos le hacen un expediente de recluso y una tarjeta, que debe presentarse adonde vaya el interno. En la tarjeta, ese término político despectivo se codifica como CR y lo escriben con letras grades y rojas. Tuve varios encuentros verbales con los militares y reclusos por esas letras. Siempre les aclaré que no importa cómo me clasificaba la dictadura de Castro, que era inocente y solo un promotor y defensor a ultranza del derecho a la vida, la libertad y la propiedad; que en realidad era un contrarrecontracomunista o un contra Castro Ruz o, simplemente, un contracomunista (en recuerdo del término anticomunista).
Por supuesto, la dictadura castrosocialista se jacta de defender la vida y la libertad; y como grandes hipócritas de escasa creatividad intelectual hablan de ser una maravilla de sistema en la salud, lo educacional y la socialización de la libertad; sin importarles, las recientes plagas de sarna, piojos y COVID 19, fuera de control, sin medicamentos y grandes colas en las farmacias, a pesar de que los medicamentos son por tarjeta de racionamiento. También hubo brote de rabia humana en el oriente del país. Sin embargo, los castrosocialistas propagan ataques de ira y odio incontrolables, cuando les habla del derecho a la propiedad, no se esconden para denigrarte y exponer la censura a la herencia o a la posesión de empresas privadas por los cubanos.
Si algo distingue a los regímenes socialistas son sus estigmas de opresor a través del terror de estado, las graves, flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos y las libertades fundamentales y, sobre todo, el gran fracaso económico e intelectual. Les expongo como lo describen grandes personajes de la historia universal contemporánea: Winston Churchill, Friedrich Hayek y José Martí.
Churchill expuso que “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la predica a la envía; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”. Y en otra idea: “Los primeros cristianos decían Todo lo mío es tuyo, los socialistas dicen Todo lo tuyo es mío”.
Hayek nos legó sobre la importancia de la libertad y expresa: “Bajo el Estado de Derecho... el individuo es libre de perseguir sus objetivos y deseos, con la garantía de que los poderes del gobierno no se usarán deliberadamente para frustrar sus esfuerzos”. También dice que “Una sociedad que no reconoce que cada individuo tiene valores propios los cuales tiene derecho a seguir, no puede respetar la dignidad del individuo y no puede conocer lo que realmente es la libertad”.
Martí, su pensamiento esclarecedor sobre la tiranía socialista, manifestó: “Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimuladas de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombres en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.
El régimen castrista es hostil a la libertad, enemigo número uno del pueblo cubano y de EE. UU. en la región y entre los primeros en el mundo, con alianzas con las grandes potencias imperialistas de Rusia, China e Irán y varios movimientos terroristas, creados y entrenados en Cuba; que lo hace un enemistado de la humanidad.
El largo historial de agresiones contra EEUU podemos definirlo brevemente así: el régimen cubano ha robado propiedades privadas a través de la confiscación forzosa y arbitraria, conocía de antemano de los atentados a los presidentes John F. Kennedy y Ronald Reagan, convirtió a Cuba en una gran base militar soviética de misiles ofensivos nucleares y estimuló a la dirección de ese país a dar un golpe nuclear preventivo en varias ciudades estadounidenses, envió drogas, tráficos y lavado de dinero en el territorio norteño, ataques a ciudadanos civiles: turistas y diplomáticos en La Habana e injerencias en el proceso de elecciones 2020; por todo esto, no solo es una amenaza al pueblo estadounidense sino un activo y obstinado enemigo.
Cortesía Diario las Américas
Publicado originalmente en la edición 203 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Panorama Pinareño
Campañas antivectoriales paradas por falta de recursos
Por el periodista ciudadano Orisbel Portillo
El dengue es una enfermedad febril, aguda, de comienzo brusco, originada por un virus perteneciente a la familia Flavivirida, procedente de las regiones trópicas y subtropicales y causante de epidemias. La reaparición y gravedad del dengue están asociados a los llamados macro factores (ambientales, socioeconómicos, políticos y sociales) y microfactores (dependientes de las características biológicas del virus, el vector y la persona afectada.
En Cuba se han creado miles de brigadas para controlar el desarrollo del mosquito Aedes Aegipty causante de dicha enfermedad la cual ha causado muchas muertes desde su aparición.
Puede que al inicio de creadas estas campañas se les hayan dado todos los recursos a los campañistas para desarrollar con calidad el trabajo epidemiológico, sin embargo, al parecer actualmente se están destinando los ingresos para la lucha contra la COVID-19 ya que, hace meses el 90% de estas brigadas están paradas y los trabajadores en sus casas sin empleo.
La falta de abate, alcohol, crayolas, linternas, fósforos y demás influyen negativamente en el trabajo del operario. La detección y destrucción del foco resulta imprescindible, pero sin la presencia de esos recursos será muy difícil detectarlo y proceder a la destrucción del foco e impedir la proliferación de este.
La fumigación puede limitar el desarrollo de otras técnicas como la prevención de los criaderos domésticos, puesto a que solo actúa directamente en el mosquito en su forma adulta, cuando ya puede haber infestado a muchas personas, pero no hay ni siquiera petróleo para echar a andar las mochilas de fumigación. Es una odisea todo lo que respecta a la preocupación del régimen, ya que este no garantiza ni lo básico, entonces al final lo deja todo en manos del pueblo, en la conciencia que hay que crear para combatir los desastres.
Se tiene que fortalecer la difusión del mensaje a la población en cuanto a la necesidad de evitar salideros, tanques destapados, micro vertederos y el uso de hipoclorito de sodio constante en zonas donde existan dificultades para el consumo de agua segura, es lo que promulgan en la radio y la televisión, sin embargo, el pueblo no tiene de donde buscar el hipoclorito de sodio ya que en las farmacias que era donde se vendía antes, su existencia es nula.
Pretendamos que las personas cuidan sus hogares, hacen limpieza, eliminando basureros, vasijas que puedan almacenar agua innecesariamente, teniendo todo bajo control, ¿quién se encarga de eliminar los salideros de agua que hay en todas las calles pinareñas que conllevan a grandes encharcamientos?, ¿quién se encarga de eliminar la basura que se desborda de los cestos en plena calle real? Esto es solo por poner algunos ejemplos que demuestran que está fallando el interés y la preocupación del régimen, no del pueblo.
Granma miente sistemáticamente
Por Pedro Corzo
El periódico oficial del régimen castrista, Granma, como en su momento lo fuera Revolución, son simples órganos de propaganda que procuran tener desinformada a la población al mejor estilo nazi de Joseph Goebbels, de que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad.
Hace unos días un periodista de ese medio cumpliendo la política del régimen, atacó la película Plantados que recoge fílmicamente algunos de los episodios más trágicos del presidio político cubano que tiene una existencia paralela a la de la dictadura, 62 años.
El columnista afirma que el odio y el arte nunca han ligado, olvidando que las películas filmadas bajo el castrismo han sido propuestas que promueven el odio como el Hombre de Maisinicú y Rio Negro, dos bazofias que se destacan en una filmografía que ha servido sustancialmente a la división, sectarismo, miedo y la pugnacidad, realidades que han primado en Cuba desde que el totalitarismo se entronizó en el país.
En la película Plantados no hay odio sino un sincero interés por la Justicia, de no ser así, el esbirro desertor habría sido ajusticiado. He sido testigo en numerosas ocasiones del compromiso de la mayoría del exilio y de la casi totalidad de los ex prisioneros políticos cubanos por alcanzar la justicia, por eso la exclamación constante de muchos de ellos de “Justicia Si, Impunidad No, Venganza, tampoco”.
En cuanto el escritor José Antonio Albertini me envió el enlace del artículo de Granma bajo el subtítulo, “Por qué ladran los perros”, sentí que tantas mentiras y mala intención merecían una respuesta, no a la persona que lo escribió, porque si trabaja en Granma es de suponer que sea un siervo de la dictadura, aunque en honor a la verdad bajo un gobierno tan falso es difícil distinguir quienes practican la doble moral de defender el infierno sin dejar de querer disfrutar los “males” de una sociedad abierta y libre.
La película Plantados recoge testimonios de personas que conozco plasmados en documentales y libros publicados en el exilio contrarrevolucionario como lo califica el autor de la columna, una de las pocas verdades recogidas en la misma, a la vez que elogia la película la Red Avispa, una trama cargada de falsedades en la que los protagonistas son los asesinos de cuatro jóvenes que volaban en avionetas desarmadas en aguas internacionales que buscaban a compatriotas perdidos en el mar por huir del régimen que el autor elogia.
Los héroes falsos son los de la red Avispa. Ellos han servido a un régimen de oprobio que ha conducido a la cárcel por motivos políticos a más de medio millón de personas que han estado recluidos de un día a 30 años como fue el caso de Mario Chane de Armas, uno de los participantes del ataque al cuartel Moncada y expedicionario del Granma, nombre que identifica al principal instrumento de propaganda de la tiranía.
Las escenas que se ven en Plantados son reales. Por ejemplo, los fusilamientos, el autor de artículo no puede negar que en Cuba se fusilaron miles de hombre, cientos en la Fortaleza de La Cabaña y muchos más en el resto del país. Las ejecuciones en el camión tuvieron lugar en La Ceiba, Escambray. Allí fueron masacrados, julio 13 de 1963, 19 guerrilleros que llevaban más de dos años encarcelados sin juicio en el Reclusorio de Isla de Pinos, donde se produjeron numerosos asesinatos con bayonetas como fue el caso de Ernesto Díaz Madruga, asesinado por el sargento Porfirio González que de inmediato fue ascendido a subteniente, relata Enrique Ruano, testigo del crimen.
Plantados no es una mentira, incluida la dinamita sobre la cual durmieron miles de reclusos, lo menos cruento, la escena del calzoncillo, única vestimenta de centenares de presos, como lo vivió, entre otros cientos, Roberto Perdomo quien de 28 años en la cárcel, estuvo 22 en calzoncillos.
La película Plantados no miente. Sus escenas reproducen sucesos ocurridos en diferentes prisiones de la Isla bajo el castrismo, a través de los largos años de condena de quienes prestaron sus vivencias para que fueran recogidas fílmicamente por Lilo Vilaplana, un creador que, junto a su talento, tiene el privilegio de ser un hombre libre porque rompió con las ataduras de un gobierno que ha destruidos muchos de los valores fundamentales de la nación cubana.