Foto de Fey Marin en Unsplash
Por el periodista ciudadano Daniel Camejo
Dec 10, 2023 | 10:00 AM
Uno de los problemas urgentes que hoy tiene la ciudad de Artemisa radica en su camposanto. Es una real vitrina de relajo. Ningún funcionario del régimen le ha podido poner el cascabel al gato a este asunto; y duele mucho a los familiares de fallecidos esta situación de irrespeto.
Es un dolor permanente en la ciudad. Es raro el día que no se corra la voz por la comunidad que la cabeza de Fulano desapareció de la sepultura, que no se sabe el rumbo de los restos de Zutano o que cargaron con tal y más cual objeto de otra tumba. Son malas noticias diariamente. Las riñas de familiares con los sepultureros forman parte del pan nuestro de cada día.
Empleados que por lo general permanecen la jornada laboral borrachos, desatendiendo sus funciones, sentados debajo de un árbol a la entrada del cementerio. En la publicación de este medio informativo del 15 de septiembre salió a la luz una de las tantas denuncias sobre las aberraciones que tienen lugar en dicha necrópolis, dos meses después nada ha cambiado; y el sufrimiento de los artemiseños con pérdidas familiares se eterniza.
Las redes sociales también han recogido el eco masivo de decenas de ciudadanos que han hecho manifiesto su disgusto. Sobre todo, respecto a la desaparición de cráneos. Es tal el tráfico de restos humanos en el sitio, que algunos lugareños catalogan al cementerio como el “mercado de huesos”. Es triste la situación, pero esta es la realidad.
Los únicos indolentes continúan siendo los funcionarios del régimen. Basta caminar por una de sus callejuelas para encontrar innumerables nichos rotos y un hedor insoportable a materia orgánica en descomposición. Un fémur o una tibia abandonado por la prisa, puede aparecer en cualquier recodo del camino. Lo que se cuente es poco. Años hace que se arrastra esta situación. Servicios Comunales no ha sido capaz de estabilizar la guardia nocturna.
De noche nadie hace guardia. El lugar es un llega y coge, cráneos y huesos de todo tipo, a expensa del sufrimiento de los familiares. En Artemisa hay furia compulsiva por la cremación de cadáveres, nadie quiere ser sepultado.
Pero aquí también falla Comunales, el crematorio continúa inactivo después de 10 años de concluido, la obra fue levantada en el lugar equivocado y desde entonces la ciudad no cuenta con presupuesto para reinstalarla. Pese a la secuencia de quejas de la población el régimen no ha encontrado el camino que ponga coto al mercado negro de restos humanos que existe en la necrópolis, según se comenta para trabajos de hechicería.
El descanso final en la ciudad es asunto pendiente, incluso, para los que van a morir. Los que fallecen se van con ese sufrimiento. El cementerio de Artemisa duele, es una espina en el corazón de los artemiseños. Duele menos estando muertos que vivos, pero duele.
Publicado originalmente en la edición 205 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa