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Por el periodista ciudadano Leinier Álvarez García
Oct 15, 2024 | 2:00 PM
¡400 casos de Fiebre de Oropuche! La cifra sonó como una bomba de racimo. Toda Cuba se estremeció cuando el ministro de Salud Pública José Ángel Portal Miranda la dejó caer, desde las ambiguas alturas del régimen, en la inauguración del Curso Internacional de Dengue y otros Arbovirus.
“¿Cómo puede ser eso, sí solo en este barrio hay más de mil enfermos?”, decía un ciudadano en la calle. Pero, puede que sea verdad. Es posible que aquello, que parece una gran mentira, conociendo de donde proviene el número, sea una gran verdad.
Y la razón de esta afirmación radica en un solo elemento: el número 400 responde a cifras oficiales, quizás a personas registradas en los centros sanitarios y que, por cúmulo de evidencias sintomáticas, se pueda certificar sin objeción que efectivamente se trata del virus Oropouche.
No obstante, para desmenuzar el asunto del ser o no ser del bombazo soltado por el ministro, y que media isla ha puesto en dudas, comenzaremos por referirnos a la apatía de la gente para recurrir a hospitales y policlínicos cuando se tiene certeza de la inutilidad de la visita; en un escenario donde trasladarse de aquí a allá cuesta un ojo de la cara.
El primer portazo al llegar a un centro sanitario cubano: la falta de reactivos para determinar con seguridad que bicho aqueja al mortal, que los deseos de conquistar un mueble sanitario no siempre vienen del mosquito o jején. De ahí que el sujeto adolorido deba regresar sobre sus pasos sin saber si se trata del nuevo virus, dengue u otra cosa. Segundo mazazo, el médico no emite receta debido a que en las farmacias no hay medicamentos.
“Tome infusión de coyitos, lo más tiernos que pueda, de cerezo”, dice el galeno. Entonces, para qué acudir en busca de opinión profesional si se tiene tanta certeza de la inutilidad de la gestión. Sencillamente, las personas no pierden su tiempo y recursos en acudir . al médico a consecuencia del descrédito que hoy persigue al sistema sanitario cubano.
Uno de las esgrimidas conquistas de la Revolución. Señores, quién ahora mismo en este país no está convencido, porque escasean los hogares donde las diarreas, la fiebre alta y el malestar no da tregua, que en Cuba hay miles y miles de personas infestadas con el virus de Oropouche.
La realidad es otra, y tributa a la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones sanitarias. Solo que la desvergüenza radica en utilizar este escenario para desde una tribuna oficialista mostrar virtudes revolucionarias que no existen: según las cifras de Portal Miranda, Cuba en contexto de las Américas ocuparía en cantidad de contagios el segundo lugar, de un total de 8 076, detrás de Brasil con 7 284, con unos escasos 400 enfermos.
La imagen inmediata que se apodera de los cerebros allende los mares, lejos del territorio nacional, donde la propaganda castrista se cuela por los resquicios de la ingenuidad que suele apoderarse de humanos fuera de contexto, es la siguiente: ¡Caramba!, allí la cosa no está tan mala cuando Brasil se cae a pedazos.
De eso se trata, créase o no, 400 puede ser el número; aunque la cifra real sólo corresponda a un barrio. Puede que por primera y única vez coincidamos con el aparato contracultural del régimen: Fiebre de Oropuche, la verdad del ministro que parece mentira.