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Por el periodista ciudadano Liusbel Piloto
Dec 8, 2023 | 10:00 AM
El dilema cotidiano que supone hoy la existencia del cubano de a pie no sólo se reduce a carencias básicas como alimentos, medicinas y transporte, cada día se agregan nuevos elementos. La razón, la falta de prestaciones públicas resultado del éxodo masivo que sufre la Isla. Los pueblos cubanos, funcionalmente, se han quedado sin personal calificado. Escasean los maestros, médicos, técnicos de todo tipo y mucho personal de oficinas.
En la práctica, son pueblos fantasmas. Hoy, reparar un televisor roto en Cuba es complicado. No hay día que no se escuche la noticia en cualquier esquina de un barrio: “Fulanito, el técnico tal, el de los televisores, se fue; va rumbo a Nicaragua”. De manera similar sucede con los talleres estatales, los que saben están en Tapachula.
Las oficinas de correo apenas tienen empleados para brindar servicio a los ciudadanos que todavía permanecen en los pueblos. Los jubilados que tienen el cobro de la pensión allí pasan hasta semanas en este sitio, pues cuando logran completar dos o tres empleados no hay conexión.
¿Y qué decir de los médicos? Un número importante de consultorios en la ciudad están cerrados por falta de galenos, que escapan para donde sea; y las postas médicas que funcionan lo hacen de manera intermitente, resultado de distribuir los especialistas que quedan en los diferentes sitios sanitarios de la urbe.
Otro sector golpeado con rudeza es la Educación. Según datos aparecidos en el sitio digital de este Ministerio, hoy faltan en las aulas cubanas 17 000 docentes; cifra que malamente se está supliendo con personal improvisado y sin la preparación adecuada. ¿Dónde están los maestros y estudiantes de la Isla?
En Tapachula. ¿Dónde están los médicos, ingenieros y personal calificado? En Tapachula. Es como si otra Cuba se estuviera formando en el estado mexicano de Chiapas. ¿Dónde está el hombre nuevo? Respuesta escueta, está en Centroamérica. Rumbo al “norte malo”, el “Coco” de la dictadura. ¿Qué dice esto? Los cubanos no quieren saber de comunismo.
El éxodo que hoy sufre la nación caribeña tiene implicaciones en ambas sendas, no sólo para los que se van. Para los que se quedan la vida en las comunidades fantasmas se ha convertido en un infierno. Los servicios públicos están por el piso. Componer un simple televisor o una olla eléctrica es una tragedia.
La jugada del régimen en complicidad con Daniel Ortega de abrir Nicaragua para aflojar la tensión en el país, debido al creciente descontento popular, no ha resultado del todo bien. Cuba se ha llenado de pueblos fantasmas, otra gota en una copa a punto de rebosar.
Publicado originalmente en la edición 205 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa