Cola en una shopping. (Cocodrilo Callejero/ICLEP)
Jun 9, 2021 | 12:05 AM
Publicado originalmente en la edición 151 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cocodrilo Callejero
Más Cojo que tú
Por el periodista ciudadano Raúl Pérez Rivero
Hoy, de los pretendidos valores y quimeras del hombre nuevo no queda nada. Cada día queda menos, si es que alguna vez hubo algo. Las personas se agarran de un clavo caliente para sobrevivir y esto significa pisotear al otro. Se simula, se atropella y se va con todo encima del vecino en cuanta cola aparece. Si esto es unidad entre cubano, como pregona el régimen en su propaganda viciada y repleta de irrealidades, mejor nos ahorramos lo contrario.
Tan es así, que ser cojo en la Cuba de hoy se ha convertido en negoció y hasta estatus social. Un cojo con todas las de la ley, esto es, un supercojo, cuando llega a una cola todos se apartan. “Pase usted su majestad”, parecen decir las miradas de los presentes. Los otros cojos que quedan fuera, en la cola que ellos organizan aparte, comentan admirados biografía, santo y seña del supercojo que yace dentro de la tienda, revisando estantes. Y si entre los de la cola hay disputa, aparece el escalafón: “Yo soy más cojo que tú”.
No obstante, la admiración social por los cojos, una oportunidad que no tiene todos en las colas, y como se trata de cubanos, los efectos secundarios de este fenómeno social no tardan en aparecer. El primero de ellos, cuando traen algo a la tienda la longitud de la cola de los cojos duplica la cola de la gente sin afectación física. Aún se investiga de dónde han emergido tanta cantidad de carnés de impedidos físicos. ¡Claro que de la corrupción no es! Quien tiene posibilidad de otorgarlos le lucha uno a parientes y amistades. Como dijo un moreno que más parecía boxeador: “Hay veces que la cojera se lleva por dentro”. Otros dicen que ya el relajo de la cojera apesta. Hasta para comprar cerveza dispensada u otra cosa se presenta el carné de cojo. Donde todavía no se ha apreciado el fenómeno es en funerarias, los cojos no están apurados por este servicio.
Pero, no todo queda aquí. El mimetismo del cubano para con el socialismo es impresionante. Un ejemplo, los cuentapropistas que operan bicitaxis tienen asignado cuatro cupos para llevar el gas de cocción a impedidos físicos, cada vez que llega el camión con suministros desde Matanzas. Pero, Los Arabos está atiborrado de cojos. La solución, ha surgido una empresa: quien paga más por el servicio es más cojo. Tiene que rotar. Esto ha derivado en que no se necesite pie dislocado o mal formado para avanzar en el escalafón. El dinero, aquella cosa de la cual el socialismo nació enemistado, es quien manda. No es preciso carné ni comisión médica para certificar la invalidez.
El pueblo se ha llenado de supercojos; aquellos que de una forma u otra siempre están en la punta de la fila cuando llegan suministros al territorio.
Lo anterior no es otra cosa que un ejemplo de lo que ha hecho el socialismo en Cuba. De hombre nuevo nada. Doble moral a borbotones. El ‘Cojo Nuevo’ se desdobla en una cola como el mejor de los actores. El rostro es sufrimiento todo. Miran para el cielo en busca de clemencia divina, debido al sufrimiento que proviene de la extremidad lacerada, y una lágrima cae al piso. Hasta deseo de dejarle el pollo nos invade. Así va la isla, entre consignas y hordas poseídas por la doble mora. Unos más cojos que otros.