YAMIL LAGE (AFP) / EL PAÍS
Por la periodista ciudadana Maribel Aquino
Jul 19, 2024 | 10:00 AM
Hay hechos en la historia que requieren ser tratados con todo el honor y respeto que merecen. Este 11 de julio se cumplen tres años de las históricas protestas populares contra la dictadura cubana. Miles de hombres y mujeres salieron a las calles de varias ciudades de la isla, en un enfrentamiento directo al régimen, hecho catalogado por muchos como el despertar e inicio de la ofensiva popular contra la casta dominante del país.
Con exigencias de mejores condiciones de vida y cambio, los manifestantes recorrieron las ciudades de manera pacífica, entonando consignas como: Liberad, Abajo la dictadura y Patria y Vida, canción devenida en himno de batalla de los cubanos por el cambio. Gobiernos y políticos internacionales reconocieron la voluntad y decisión de los cubanos en su lucha por la defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas.
Pese a la ola represiva desatada por el régimen contra los manifestantes, que culminó con el enjuiciamiento y encarcelamiento de más de 1100 manifestantes, entre ellos muchos casi niños. Este evento, sin duda alguna, cambió el escenario tradicional de la isla, poniendo de manifiesto el deseo de millones de cubanos de un cambio político radical.
En esta fecha tan memorable no podemos pasar por alto a todos aquellos cubanos que permanecen en las cárceles, cumpliendo injustas y largas condenas por el simple hecho de ejercer sus derechos de libertad de expresión, manifestación y asociación, amparados todos ellos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El impacto de este histórico suceso fue manipulado una vez más por la dictadura, quien tildó a los participantes como delincuentes comunes acusándolos de los delitos de desorden público, desacato y asociación para delinquir.
Maniobras que pese al encarcelamiento de muchos de los manifestantes, no logró cambiar el significado real de las protestas. Muy contrario a las expectativas oficialistas, la represión sirvió para consolidar un poderoso movimiento que hoy reclama y lucha por el cambio y libertad de los presos políticos del 11 J.
De este evento muchas son las lecciones que debemos asumir: El 11 J marcó un antes y un después en la historia de Cuba, se evidenció la imposibilidad del régimen cubano de mantener el poder por mayoría.
De igual forma se manifestó la crisis del poder político del régimen y manifestó abierta y públicamente su naturaleza represiva y violadora de los derechos humanos. La represión política no es la mejor manera de controlar la voluntad popular. La violencia engendra violencia.
Cuando este 11 de julio recordemos lo sucedido, está prohibido olvidar, pues es la única forma de mantener en vivo el recuerdo y significado de aquel heroico día de julio del 2021. Este día sea convertido en una especie de clamor que no podemos olvidar, porque sigue sumando voces y la valentía de todo un pueblo.
Es la fecha que marca un despertar de la conciencia nacional, aquella que al igual que las décadas del veinte y treinta llevó al colapso a otra de las dictaduras más sangrientas de nuestra historia, la de Machado.
Publicado originalmente en la edición 184 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano