Foto Jennifer Chen de Unsplash
Por el periodista ciudadano Tom Toledo
Jun 4, 2023 | 9:00 AM
Cada día aumenta la incertidumbre de los cubanos de a pie que tienen la responsabilidad de mantener a sus familias, sobre todo de los que tienen hijos pequeños que no pidieron que los trajeran al mundo, en un país donde conseguir un simple plato de comida se hace muy difícil.
Es una realidad que la falta de alimentos en la red de mercados estatales es un problema que parece no tener solución, y que a los que dirigen las organizaciones políticas y administrativas en los diferentes niveles eso no les importa.
Las medidas implementadas en los últimos años solo han conseguido agravar el problema. El tope de los precios de alimentos y productos de primera necesidad, la limitación en la cantidad de lo que se vende, incluso la presencia policial en las tiendas y mercados, sólo han aumentado las vicisitudes de la población a la hora de conseguir lo que necesitan para vivir.
Cada día miles de santaclareños recorren sin éxito los centros estatales en busca de aceite, pollo, picadillo, salchichas o cualquier otro producto que permita poner algo de proteína en las mesas de sus comedores.
Otra arista del problema y que desangra al ciudadano común es el acaparamiento de los productos, un ente que toma fuerzas gracias a las erradas políticas económicas implementadas por el Ministerio de Economía.
Aunque estos sujetos no son los culpables de las necesidades que sufrimos y de la subida de los precios, hacen nuestra vida aún más difícil, ya que han encontrado las fórmulas para controlar y adueñarse de casi todo lo que se oferta en los centros comerciales estatales.
Resulta evidente para los cubanos, el hecho de que los que tienen el poder no sufren las carencias y penurias que vive el pueblo todos los días, y que tampoco sus familias enfrentan la paradoja de hacer una cola de varias horas o pagar a sobreprecio lo que necesite para comer.
Para los cubanos que no tenemos dólares, somos familia de dirigentes del Estado o el Partido Comunista, o manejamos un puesto de trabajo que nos permita “luchar” los alimentos y productos que necesitamos, está claro que solo existen dos caminos, la protesta pública para exigir un cambio radical o seguir viviendo en el infierno en que nos ha metido este régimen criminal.
Publicado originalmente en la edición 95 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Páginas Villareñas.