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Por el periodista ciudadano Pedro Luis Hernández
Feb 18, 2023 | 2:00 PM
La noticia de la deportación de los 222 presos políticos nicaragüenses a los Estados Unidos, por parte del régimen de Daniel Ortega, este 9 de febrero, se recibió con cierta muestra de alegría y de dolor. Alegría, por cuanto su liberación de las cárceles significaba el fin de años de tortura y dolor. Por otro lado, embarga la tristeza, al ser deportados de su tierra natal, maniobra política bien diseñada por la dictadura en el poder, al modificar la Constitución del país incluyendo la famosa pérdida de la nacionalidad, usado como un recurso de este régimen de izquierda para eliminar la oposición política.
Para los cubanos la noticia ha sido como una luz de esperanza, sobre todo para los más de 1540 presos políticos que se hallan encarcelados por los sucesos del 11 de julio y las restantes manifestaciones que con posterioridad han conmovido a la Isla. Gobiernos, organismos internacionales defensores de los derechos humanos, fuerzas opositoras al régimen cubano y de la sociedad civil independiente, se han venido manifestando, por la liberación de los presos políticos cubanos, encarcelados únicamente por ejercer sus derechos ciudadanos de asociación, manifestación y libertad de expresión.
Cuba exige libertad para sus presos Las exigencias al régimen cubano han encontrado oídos sordos, motivado principalmente por el temor a quienes se han convertido en opositores abiertos y convencidos de la verdadera naturaleza del sistema, y a quienes liberar sería un peligro total para su estabilidad política. Y es que estos prisioneros del régimen han sido marcados por el amargo sabor del presidio, como bien dijera nuestro Martí: “...el dolor del presidio es el más rudo, el más devastador de los dolores, el que mata la inteligencia, y seca el alma y deja en ella huellas que no se borrarán jamás”. Y es precisamente ese dolor, el que los cubanos queremos que cese, que las puertas de las cárceles rompan sus cerrojos y que los inocentes salgan a las calles y a sus hogares. Así fue referido y comunicado a los representantes del régimen cubano, por el Cardenal Beniamino Stella, enviado del Papa Francisco, en el aula Magna de la Universidad de La Habana, al expresar: “El Papa desea mucho que haya una respuesta positiva (por parte del gobierno cubano).
Es importante que los jóvenes que en un momento manifestaron su pensamiento, de la forma que conocemos, puedan volver a sus casas”. Este es también el sentir de millones de cubanos, tanto de los que sufren condenas, de sus familiares, como de los buenos cubanos amantes de la justicia y la libertad. Queremos la liberación de nuestros presos.
Publicado originalmente en la edición 150 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano