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Por la periodista ciudadana Yaquelín Herrera
Oct 29, 2024 | 10:40 AM
Desde el pasado 20 de septiembre, se vienen desarrollando en toda Cuba las conocidas asambleas de rendición de cuenta de los delegados a sus electores, proceso que tiene la única intención de aparentar que el pueblo tiene el derecho de participar en la vida política y social, pero que en la práctica es solo una farsa disfrazada de democracia. La celebración de estas asambleas ha contado a todo lo largo y ancho del país de una escasa participación de pueblo.
La inseguridad social, las promesas incumplidas y la poca esperanza en mejoras, han mutilado la confianza del pueblo en los gobernantes. En medio de los molestos apagones de más de diez horas diarias, la crisis energética y alimentaria, la incontenible inflación y el fracaso de los paquetes de medidas económicas ensayados en los últimos dos años , son motivos más que suficientes para que el cubano ya no acepta más el juego y la manipulación política de esta supuesta democracia participativa.
No se puede confiar en un modelo democrático, cuyo ejercicio está mediado por diputados al servicio del sistema, que solo obedecen y aprueban de manera ciega leyes y decretos que hacen más complicada la vida del pueblo.
El verdadero ejercicio de la democracia exige la participación directa de los ciudadanos y el ejercicio correcto de las funciones de los representantes del pueblo, en la defensa y soluciones de sus problemas. Una democracia real supone intercambios y responsabilidad total de los elegidos hacia sus deberes para con los electores.
Los cubanos ya no aceptan el modelo democrático impuesto y utilizado por el régimen durante décadas. Este modelo no resulta ya funcional, porque la diversidad de ideas políticas que existen en la isla, no pueden ser contenidas, ni asimiladas desde el dogma democrático impuesto desde posiciones de fuerza.
Publicado originalmente en la edición 190 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano