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Por el periodista ciudadano Leinier Álvarez García
Oct 6, 2024 | 10:00 AM
Todavía Cuba huele a tierra mojada luego de la última lluvia de decretos-leyes y resoluciones, publicados el 19 de agosto en la Gaceta de la República, provenientes del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Del aguacero, ocho decretos-leyes y 11 resoluciones tienen como blanco a las mipymes. Flechas envenenadas que lejos de fomentar, de desatar las fuerzas productivas, buscan controlar aún más al insipiente sector privado.
Después de tanto bregar en un país sin solución a la vista, de medidas y contra medidas intentando reanimar el cadáver productivo, como es el caso de la isla cubana, las señales apuntan a un último y desesperado delirio del régimen: las mipymes revolucionarias.
Solo que la ideología pudre a las naciones. Les ahueca el tronco, que tarde o temprano cae. Lo dicho anteriormente no es exageración, la dictadura intenta buscar soluciones dejando fuera al hombre. Atornillar las mipymes a lo revolucionario no encaja en el abecé del ser humano. Es historia vivida por la humanidad desde siempre. La ayuda a sectores vulnerables debe partir del corazón, lejos de las presiones. Sin libertad lo que empieza está condenado al fracaso.
Pero, el régimen no acaba de hacerse a la idea de que nadar sin brazos no te saca de la orilla, y demora un cambio que habrá de imponerse; porque los cubanos de hoy, las nuevas generaciones lo quieren así; y lo ponen de manifiesto con sus pies, rumbo a cualquier lugar del planeta donde dos más dos sea realidad y no ¨seremos como el Che¨. No entraremos rebuscar, a interiorizar en cada una de las nuevas disposiciones restrictivas que pesarán a partir de ahora sobre las cabezas de los emprendedores de la Isla como espada de Damocles, no es el objetivo de este trabajo. Al final, nada de esto es para progreso.
No obstante, uno de estos asuntos pudiera ser el abanderado de todos los demás decretos-leyes y resoluciones. Se trata de la prohibición contante y sonante a la red de mipymes, de organizarse entre ellas para cursos, cooperación, etc. El régimen quiere un sector privado fragmentado sin capacidad de influir en las políticas económicas de los territorios. Algo así como que una cámara de mipymes se convierta en un agente de influencias y cambios económicos que luego derive en lo político.
Ese es el gran temor. El agujero negro en que hoy se encuentra la economía cubana para nada guarda relación con la falta de inteligencia de los decisores comunista, y sí con la obstinación de la cúpula en no ceder en libertad económica por temor a perder en poder. Pero para el resto, ser reo de una idea no siempre te hace parte.
Todos, cubanos en fila, incluidos dirigentes de escalas, están convencidos de estar montados en un tren que no se mueve. Un tren que ha devorado 65 años; y que pretende un último sueño, las mipymes revolucionarias. Solo que esta quimera no juega con el abecé del ser humano. El corazón de los cubanos dice otra cosa, también es humano.
Publicado originalmente en la edición 224 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa